Acaso no se comprenda bien el rol de un instructor y el rol de un guía. Apelaremos tal vez a anécdotas para destacar las diferencias, porque ese es el tema de hoy de nuestra conversación.
Ustedes son los guías, ustedes son la nieve y el agua que baja de las altas montañas. ¿Qué podría hacer la tierra, la sedienta tierra, sin el agua que baja de las cumbres? Ustedes son el verano y el invierno, son
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Ustedes son los guías, ustedes son la nieve y el agua que baja de las altas montañas. ¿Qué podría hacer la tierra, la sedienta tierra, sin el agua que baja de las cumbres? Ustedes son el verano y el invierno, son
la noche y el día, son el contraste, pero también el complemento. Son la inteligencia, son la explicación, pero son también la experiencia.
CANARIAS 21
27 de Septiembre a 4 de Octubre de 1978
PRIMER DÍA (28-09-78).
Con las explicaciones dadas hace dos años, será bueno considerar temas referidos a la experiencia en general, al sentido de la vida, al sentimiento religioso y a la acción válida.
Hoy hablaremos entre las diferencias entre enseñar una doctrina y mostrar un camino de experiencia. En lo posible eludiremos tecnicismos; pero como ustedes saben, el tratamiento de estas materias es una tarea especializada.
Esta es, básicamente, una asamblea de especialistas. Pero sucede que sus miembros, por la particular actividad que desarrollan en el mundo, se encuentran siempre con el problema de traducir estudios y conocimientos complejos, a un lenguaje simple, llano, y útil para los no especialistas.
Hay una gran diferencia entre los científicos y técnicos contemporáneos y nuestros estudiosos. Aquellos estudian y producen de manera que la humanidad se beneficie, a
veces, con los resultados, sin mayor comprensión de las teorías y procedimientos que están en la base de esos avances. Sin embargo, algunos se interesan en la divulgación y hacen traducciones más o menos pedagógicas, contribuyendo de un modo significativo a la difusión de la cultura. Nuestros estudiosos, de hecho, también traducen sus conocimientos con mayor o menor éxito. Pero en cambio, la producción que promueven no es del tipo objetal que realiza la técnica, sino que es una producción orientada al cambio de actitudes y comportamientos. Es una producción también destinada a la humanidad, en un campo preciso: forjar técnicas de superación del sufrimiento, forjar técnicas que permitan dar un nuevo sentido a la vida.
Es evidente que cuando una persona, luego de la fatiga diaria, llega a su casa y prende el televisor, esa persona no se interesa mayormente por la teoría y la técnica de esa maravilla electrónica, sino por su programa favorito. Y eso está bien, de otra manera sólo los técnicos electrónicos podrían ver los programas del día. Pero necesariamente debe haber especialistas y técnicos; de otro modo nadie vería programas, sencillamente porque no habría TV.
Tampoco nosotros pretendemos que sólo los especialistas puedan disponer de nuestras producciones. Además tratamos de traducir y divulgar nuestros conocimientos.
Y por supuesto advertimos la necesidad de que existan especialistas también de estas materias.
Está claro que como nuestra producción no es objetal, sino que es una producción referida a la orientación de la vida, al sentido de la vida en general, nosotros no podemos exhibir artefactos, como el que producen y luego vuelcan al mercado las fábricas, por ejemplo. Pero nuestra producción es enormemente valiosa, porque da sentido al que diseña, produce y consume bienes objetales.
Nuestra labor productiva ha llegado a una etapa importante de su desarrollo.
Hasta ahora traducir sus complejas formulaciones a términos sencillos, comprensibles y utilizables, por cualquier ser humano de cualquier condición y de cualquier lugar de la
tierra. Así pues aunque esta asamblea está constituida, básicamente, por especialistas, y algunos de los temas que aquí se tratan tengan todas las dificultades del especialismo, exhortamos a reelaborar y traducir en palabras sencillas, todo lo que es inmediatamente útil y hoy ya diríamos inmediatamente necesario, para el ser humano cotidiano, sufriente y existente. No tenemos ningún derecho a exigir que se nos entienda.
Por el contrario: tenemos la responsabilidad de hacernos simples para ser comprendidos. Debemos llegar a una gran simplificación. Debemos reemplazar en nuestro trato cotidiano la explicación, por la orientación.
La labor de un maestro, la labor de un instructor es de importancia. Pero en épocas de urgencia, la labor de un guía es la de mayor importancia. No vamos a hablar de lo que hoy sucede en el mundo. Todos sabemos que nos acercamos aceleradamente a una crisis universal. También sabemos que se está perdiendo toda referencia. Es un momento grave, similar al del momento anterior al de un naufragio. En tal situación, los maestros y los instructores deben convertirse en guías. El mundo ya está en tinieblas y necesita referencias. Será necesario que se encienda la antorcha de los guías. Y si eso puede cumplirse podrá decirse: "porque el mundo estaba en tinieblas, vino la Luz al mundo".
En otros tiempos las religiones fueron referencias vivas para el ser humano. Luego las ideologías cumplieron con ese importante papel. Hoy las religiones retroceden y las ideologías se desintegran. Las religiones y las ideologías cumplieron con funciones importantes. Aún si queremos utilizar el simple punto de vista de la sicoterapia individual y colectiva. Pero ¿hoy puede remplazar a la religión una teoría sicológica? ¿Pueden pasar las poblaciones por la terapia del sicólogo? No, esto no es posible. ¿Hoy pueden los militantes de cualquier ideología dar un sentido cabal a sus propias vidas?. No, esto no es posible. Y por este gran vacío que reina en el corazón del ser humano, la experiencia religiosa se ha convertido en extravagancia, y la ideología en nihilismo. Y será necesario no engañarse mucho más. Si en su momento, algunos anunciaron la muerte de los dioses, con ello también arrastraron al ocaso a sus soberbias hijas, las ideologías. El nihilismo está presente porque ha hecho su morada en el corazón del hombre. ¿Qué moral está en pie? ¿Y qué valores? ¿Y qué sentido en la vida?
No agregaremos nosotros confusión a la confusión. Por el contrario: despertaremos en el ser humano la experiencia básica que es la que da sentido a la vida.
La experiencia básica no es una enseñanza especializada. la experiencia básica se vive y ella se comunica en la acción, y ella despierta renovada en otros corazones. Porque la
experiencia básica es forjadora de un nuevo sentido de vida.
¿Estará clarificada la diferencia entre una enseñanza y una referencia vital?
Acaso no se comprenda bien el rol de un instructor y el rol de un guía. Apelaremos tal vez a anécdotas para destacar las diferencias, porque ese es el tema de hoy de nuestra conversación.
Mi pequeño pueblo es un pueblo campesino ubicado en la base de grandes montañas. Los pobladores del lugar dependen del agua que baja de las altas montañas.
Para ellos todo está bien si los inviernos son inviernos y los veranos son veranos. Si un invierno no es suficientemente frío, no hay allí suficiente nieve. Si un verano no es muy cálido, tampoco hay suficiente agua, porque las nieves de las altas cumbres no alcanzan a derretirse y a bajar. Todo está bien entonces cuando los inviernos son inviernos y los veranos son veranos, y las noches definidas y los días definidos. Toda su base material está basada en lo que sucede en las montañas. Es un lugar semidesértico; su regadío es totalmente artificial. Todo su regadío se organiza en base a un solo y grande caudal, del cual van tomando pequeños y pequeños hilos de agua, hasta ensortijar todo el terreno y convertirlo en un oasis fértil.
La población de ese lugar, está obsesionada por la montaña. Siempre al levantarse miran hacia la montaña. Su punto de referencia es la montaña. Para ellos la montaña siempre está quieta, siempre está allí. A esa montaña, los que están lejos, en otros lugares, la conocen cono el techo de Occidente", solo comparable al "techo del mundo" de los Himalayas. Las grandes montañas producen una singular ambivalencia en las gentes. En su gran poder, succionan y rechazan.
Tanto miraba la gente para allá, que un buen día fui a ver que había dentro de la montaña (risas). Y estaba yo muy tranquilo en una casa de piedra adentro de la montaña, y vi acercarse, lentamente, a un curioso personaje montado es su mula. El subía despaciosamente; y como hacen los que viven en esas regiones... todo por rodeos (risas) y luego saludó. Preguntó si había visto acaso algunas huellas de pumas. Pumas son especies de leones que habitan en América. Le dije que no había visto cosa semejante.
Siguió dando vueltas y entonces, al irse, me invitó a su casa, que ya conocía yo por haberla visitado en otras ocasiones.
Este singular personaje es conocido como "el viejo de la montaña". Es un guía de altura. Es, como ellos dicen, un "baqueano". "Baqueano" es no solo el que guía en las alturas: es el que hace bien una cosa. Uno es baqueano si hace bien una construcción: es baqueano si hace bien cualquier cosa. Este es baqueano porque es un buen guía. Es el mejor de los guías. Es el mejor de los baqueanos.
Allí se fue el viejo de la montaña. Y al caer la noche empecé a bajar y a bajar, y a bajar. Llegué a su casa de piedra, y me encontré con la más extraordinaria asamblea de topógrafos con que pueda encontrarse alguien en semejantes alturas. Adentro de la casa, es decir, en la habitación, es decir en algo parecido a una habitación, (risas), sentados y haciendo círculo, estaban el viejo y otros cuantos, siguiendo las instrucciones que éste daba; instrucciones que daba con un palo mientras rayaba la tierra. Ahí estaba el viejo de la montaña, alumbrado con unas farolas de querosén, sentado en el piso con sus amigos y dibujando extraños jeroglíficos en el piso. Dibujaba y comía charqui. El charqui es una especie de trozo de carne de guanaco. (Risas) El guanaco (risas) es una especie de llama o de alpaca (risas). La alpaca se parece al yak (risas), al yak del Tibet.
El guanaco es un animal de mucha utilidad para los guías de la montaña. Su carne es muy preciada; con ella hacen charqui. Es una carne muy salada, y muy dura. Es una carne deshidratada, pero que se conserva largo tiempo.
El hecho es que en esta asamblea de topógrafos, todos comían su charqui y dibujaban con su palo alguna cosa, algo que no alcanzaba a entenderse bien. De pronto el viejo hacía trazos. Uno por allá ponía unas piedras en medio del trazo. Un tercero ponía un papel de una revista vieja. Y el viejo a su vez, sacaba todo eso con el palo (risas) y lo ordenaba nuevamente de acuerdo a su particular parecer. Y en esto estuvieron horas, comiendo charqui y poniendo y sacando piedras. (risas)
Es claro. Esas líneas eran los senderos de la montaña. Esas piedras que algunos ponían con cierta seguridad, el viejo las apartaba porque ya no estaban allí. Los papeles, que remedaban tal vez zonas de nieve o de hielo, el viejo los corría. Y así, el iba armando el cuadro de situación actual, según su conocimiento del lugar. De manera que iban intercambiando su información todos estos que trabajaban con el espacio. Con un espacio dinámico, con un espacio en movimiento, en donde los cajones montañosos, las laderas, los ríos, los desfiladeros, cambiaban continuamente. Era sin duda un espacio dinámico el que trabajaban ellos. Y todos ellos eran guías de altura. Por lo demás no hablaban mucho, entre otras cosas porque seguían comiendo.
Terminada esta particular asamblea, se fueron separando uno por uno, y entonces fue cuando le pregunté a este viejo, que si no era suficiente con un mapa para saber donde estaba cada cosa. El me comentó que los escaladores de montaña, muy a menudo van con sus mapas. Algunos van con libros de mapas. Tienen codificados los lugares. Pretenden, con esos libros, saber exactamente como es la situación de la montaña. Pero el viejo, que es un sabio y es un poeta, explicó que la montaña nunca está quieta, sino que la montaña vive. Y que hoy es de un modo, y mañana es de otro, y que alguien no baqueano, no puede seguir valiéndose de un mapa. De manera que muy a menudo, él se encontraba socorriendo a esos escaladores de montaña, esos que seguían los mapas. El se las arreglaba para llegar hasta el lugar, tomarlos del lugar y traerlos nuevamente a buen recaudo. Numerosas vidas ha salvado el viejo de la montaña. A numerosa gente ha conducido y a numerosa gente ha rescatado. Tan grande es su fama por el lugar, que algunos, perdidos en la noche y con el viento blanco de la nieve, a punto de congelarse, han creído ver en la oscuridad, la linterna del viejo de la montaña. Y algunos, alucinados como estaban, han seguido la linterna del viejo de la montaña y han
llegado a buen recaudo, y han podido salvarse. Y sin embargo, esto no es posible porque a esa hora el viejo de la montaña seguramente estaba en su cueva comiendo charqui. (Risas)
De tal manera, aquellos que señalan un camino, no lo hacen exactamente con explicaciones, sino que lo hacen con la experiencia viva. Hay una gran diferencia entre esa asamblea de topógrafos, hay una gran diferencia entre esa asamblea de
especialistas que se intercambiaban su información, y la actividad que cada uno de ellos posteriormente realizaba guiando y conduciendo a la gente a los lugares seguros.
Ustedes son los guías, ustedes son la nieve y el agua que baja de las altas montañas. ¿Qué podría hacer la tierra, la sedienta tierra, sin el agua que baja de las cumbres? Ustedes son el verano y el invierno, son la noche y el día, son el contraste, pero también el complemento. Son la inteligencia, son la explicación, pero son también la experiencia. Será bueno comprender como puede una misma persona integrar la inteligencia, integrar la explicación con la experiencia, tema sobre el cual hablaremos mañana. Nada más.
CANARIAS 21
27 de Septiembre a 4 de Octubre de 1978
PRIMER DÍA (28-09-78).
Con las explicaciones dadas hace dos años, será bueno considerar temas referidos a la experiencia en general, al sentido de la vida, al sentimiento religioso y a la acción válida.
Hoy hablaremos entre las diferencias entre enseñar una doctrina y mostrar un camino de experiencia. En lo posible eludiremos tecnicismos; pero como ustedes saben, el tratamiento de estas materias es una tarea especializada.
Esta es, básicamente, una asamblea de especialistas. Pero sucede que sus miembros, por la particular actividad que desarrollan en el mundo, se encuentran siempre con el problema de traducir estudios y conocimientos complejos, a un lenguaje simple, llano, y útil para los no especialistas.
Hay una gran diferencia entre los científicos y técnicos contemporáneos y nuestros estudiosos. Aquellos estudian y producen de manera que la humanidad se beneficie, a
veces, con los resultados, sin mayor comprensión de las teorías y procedimientos que están en la base de esos avances. Sin embargo, algunos se interesan en la divulgación y hacen traducciones más o menos pedagógicas, contribuyendo de un modo significativo a la difusión de la cultura. Nuestros estudiosos, de hecho, también traducen sus conocimientos con mayor o menor éxito. Pero en cambio, la producción que promueven no es del tipo objetal que realiza la técnica, sino que es una producción orientada al cambio de actitudes y comportamientos. Es una producción también destinada a la humanidad, en un campo preciso: forjar técnicas de superación del sufrimiento, forjar técnicas que permitan dar un nuevo sentido a la vida.
Es evidente que cuando una persona, luego de la fatiga diaria, llega a su casa y prende el televisor, esa persona no se interesa mayormente por la teoría y la técnica de esa maravilla electrónica, sino por su programa favorito. Y eso está bien, de otra manera sólo los técnicos electrónicos podrían ver los programas del día. Pero necesariamente debe haber especialistas y técnicos; de otro modo nadie vería programas, sencillamente porque no habría TV.
Tampoco nosotros pretendemos que sólo los especialistas puedan disponer de nuestras producciones. Además tratamos de traducir y divulgar nuestros conocimientos.
Y por supuesto advertimos la necesidad de que existan especialistas también de estas materias.
Está claro que como nuestra producción no es objetal, sino que es una producción referida a la orientación de la vida, al sentido de la vida en general, nosotros no podemos exhibir artefactos, como el que producen y luego vuelcan al mercado las fábricas, por ejemplo. Pero nuestra producción es enormemente valiosa, porque da sentido al que diseña, produce y consume bienes objetales.
Nuestra labor productiva ha llegado a una etapa importante de su desarrollo.
Hasta ahora traducir sus complejas formulaciones a términos sencillos, comprensibles y utilizables, por cualquier ser humano de cualquier condición y de cualquier lugar de la
tierra. Así pues aunque esta asamblea está constituida, básicamente, por especialistas, y algunos de los temas que aquí se tratan tengan todas las dificultades del especialismo, exhortamos a reelaborar y traducir en palabras sencillas, todo lo que es inmediatamente útil y hoy ya diríamos inmediatamente necesario, para el ser humano cotidiano, sufriente y existente. No tenemos ningún derecho a exigir que se nos entienda.
Por el contrario: tenemos la responsabilidad de hacernos simples para ser comprendidos. Debemos llegar a una gran simplificación. Debemos reemplazar en nuestro trato cotidiano la explicación, por la orientación.
La labor de un maestro, la labor de un instructor es de importancia. Pero en épocas de urgencia, la labor de un guía es la de mayor importancia. No vamos a hablar de lo que hoy sucede en el mundo. Todos sabemos que nos acercamos aceleradamente a una crisis universal. También sabemos que se está perdiendo toda referencia. Es un momento grave, similar al del momento anterior al de un naufragio. En tal situación, los maestros y los instructores deben convertirse en guías. El mundo ya está en tinieblas y necesita referencias. Será necesario que se encienda la antorcha de los guías. Y si eso puede cumplirse podrá decirse: "porque el mundo estaba en tinieblas, vino la Luz al mundo".
En otros tiempos las religiones fueron referencias vivas para el ser humano. Luego las ideologías cumplieron con ese importante papel. Hoy las religiones retroceden y las ideologías se desintegran. Las religiones y las ideologías cumplieron con funciones importantes. Aún si queremos utilizar el simple punto de vista de la sicoterapia individual y colectiva. Pero ¿hoy puede remplazar a la religión una teoría sicológica? ¿Pueden pasar las poblaciones por la terapia del sicólogo? No, esto no es posible. ¿Hoy pueden los militantes de cualquier ideología dar un sentido cabal a sus propias vidas?. No, esto no es posible. Y por este gran vacío que reina en el corazón del ser humano, la experiencia religiosa se ha convertido en extravagancia, y la ideología en nihilismo. Y será necesario no engañarse mucho más. Si en su momento, algunos anunciaron la muerte de los dioses, con ello también arrastraron al ocaso a sus soberbias hijas, las ideologías. El nihilismo está presente porque ha hecho su morada en el corazón del hombre. ¿Qué moral está en pie? ¿Y qué valores? ¿Y qué sentido en la vida?
No agregaremos nosotros confusión a la confusión. Por el contrario: despertaremos en el ser humano la experiencia básica que es la que da sentido a la vida.
La experiencia básica no es una enseñanza especializada. la experiencia básica se vive y ella se comunica en la acción, y ella despierta renovada en otros corazones. Porque la
experiencia básica es forjadora de un nuevo sentido de vida.
¿Estará clarificada la diferencia entre una enseñanza y una referencia vital?
Acaso no se comprenda bien el rol de un instructor y el rol de un guía. Apelaremos tal vez a anécdotas para destacar las diferencias, porque ese es el tema de hoy de nuestra conversación.
Mi pequeño pueblo es un pueblo campesino ubicado en la base de grandes montañas. Los pobladores del lugar dependen del agua que baja de las altas montañas.
Para ellos todo está bien si los inviernos son inviernos y los veranos son veranos. Si un invierno no es suficientemente frío, no hay allí suficiente nieve. Si un verano no es muy cálido, tampoco hay suficiente agua, porque las nieves de las altas cumbres no alcanzan a derretirse y a bajar. Todo está bien entonces cuando los inviernos son inviernos y los veranos son veranos, y las noches definidas y los días definidos. Toda su base material está basada en lo que sucede en las montañas. Es un lugar semidesértico; su regadío es totalmente artificial. Todo su regadío se organiza en base a un solo y grande caudal, del cual van tomando pequeños y pequeños hilos de agua, hasta ensortijar todo el terreno y convertirlo en un oasis fértil.
La población de ese lugar, está obsesionada por la montaña. Siempre al levantarse miran hacia la montaña. Su punto de referencia es la montaña. Para ellos la montaña siempre está quieta, siempre está allí. A esa montaña, los que están lejos, en otros lugares, la conocen cono el techo de Occidente", solo comparable al "techo del mundo" de los Himalayas. Las grandes montañas producen una singular ambivalencia en las gentes. En su gran poder, succionan y rechazan.
Tanto miraba la gente para allá, que un buen día fui a ver que había dentro de la montaña (risas). Y estaba yo muy tranquilo en una casa de piedra adentro de la montaña, y vi acercarse, lentamente, a un curioso personaje montado es su mula. El subía despaciosamente; y como hacen los que viven en esas regiones... todo por rodeos (risas) y luego saludó. Preguntó si había visto acaso algunas huellas de pumas. Pumas son especies de leones que habitan en América. Le dije que no había visto cosa semejante.
Siguió dando vueltas y entonces, al irse, me invitó a su casa, que ya conocía yo por haberla visitado en otras ocasiones.
Este singular personaje es conocido como "el viejo de la montaña". Es un guía de altura. Es, como ellos dicen, un "baqueano". "Baqueano" es no solo el que guía en las alturas: es el que hace bien una cosa. Uno es baqueano si hace bien una construcción: es baqueano si hace bien cualquier cosa. Este es baqueano porque es un buen guía. Es el mejor de los guías. Es el mejor de los baqueanos.
Allí se fue el viejo de la montaña. Y al caer la noche empecé a bajar y a bajar, y a bajar. Llegué a su casa de piedra, y me encontré con la más extraordinaria asamblea de topógrafos con que pueda encontrarse alguien en semejantes alturas. Adentro de la casa, es decir, en la habitación, es decir en algo parecido a una habitación, (risas), sentados y haciendo círculo, estaban el viejo y otros cuantos, siguiendo las instrucciones que éste daba; instrucciones que daba con un palo mientras rayaba la tierra. Ahí estaba el viejo de la montaña, alumbrado con unas farolas de querosén, sentado en el piso con sus amigos y dibujando extraños jeroglíficos en el piso. Dibujaba y comía charqui. El charqui es una especie de trozo de carne de guanaco. (Risas) El guanaco (risas) es una especie de llama o de alpaca (risas). La alpaca se parece al yak (risas), al yak del Tibet.
El guanaco es un animal de mucha utilidad para los guías de la montaña. Su carne es muy preciada; con ella hacen charqui. Es una carne muy salada, y muy dura. Es una carne deshidratada, pero que se conserva largo tiempo.
El hecho es que en esta asamblea de topógrafos, todos comían su charqui y dibujaban con su palo alguna cosa, algo que no alcanzaba a entenderse bien. De pronto el viejo hacía trazos. Uno por allá ponía unas piedras en medio del trazo. Un tercero ponía un papel de una revista vieja. Y el viejo a su vez, sacaba todo eso con el palo (risas) y lo ordenaba nuevamente de acuerdo a su particular parecer. Y en esto estuvieron horas, comiendo charqui y poniendo y sacando piedras. (risas)
Es claro. Esas líneas eran los senderos de la montaña. Esas piedras que algunos ponían con cierta seguridad, el viejo las apartaba porque ya no estaban allí. Los papeles, que remedaban tal vez zonas de nieve o de hielo, el viejo los corría. Y así, el iba armando el cuadro de situación actual, según su conocimiento del lugar. De manera que iban intercambiando su información todos estos que trabajaban con el espacio. Con un espacio dinámico, con un espacio en movimiento, en donde los cajones montañosos, las laderas, los ríos, los desfiladeros, cambiaban continuamente. Era sin duda un espacio dinámico el que trabajaban ellos. Y todos ellos eran guías de altura. Por lo demás no hablaban mucho, entre otras cosas porque seguían comiendo.
Terminada esta particular asamblea, se fueron separando uno por uno, y entonces fue cuando le pregunté a este viejo, que si no era suficiente con un mapa para saber donde estaba cada cosa. El me comentó que los escaladores de montaña, muy a menudo van con sus mapas. Algunos van con libros de mapas. Tienen codificados los lugares. Pretenden, con esos libros, saber exactamente como es la situación de la montaña. Pero el viejo, que es un sabio y es un poeta, explicó que la montaña nunca está quieta, sino que la montaña vive. Y que hoy es de un modo, y mañana es de otro, y que alguien no baqueano, no puede seguir valiéndose de un mapa. De manera que muy a menudo, él se encontraba socorriendo a esos escaladores de montaña, esos que seguían los mapas. El se las arreglaba para llegar hasta el lugar, tomarlos del lugar y traerlos nuevamente a buen recaudo. Numerosas vidas ha salvado el viejo de la montaña. A numerosa gente ha conducido y a numerosa gente ha rescatado. Tan grande es su fama por el lugar, que algunos, perdidos en la noche y con el viento blanco de la nieve, a punto de congelarse, han creído ver en la oscuridad, la linterna del viejo de la montaña. Y algunos, alucinados como estaban, han seguido la linterna del viejo de la montaña y han
llegado a buen recaudo, y han podido salvarse. Y sin embargo, esto no es posible porque a esa hora el viejo de la montaña seguramente estaba en su cueva comiendo charqui. (Risas)
De tal manera, aquellos que señalan un camino, no lo hacen exactamente con explicaciones, sino que lo hacen con la experiencia viva. Hay una gran diferencia entre esa asamblea de topógrafos, hay una gran diferencia entre esa asamblea de
especialistas que se intercambiaban su información, y la actividad que cada uno de ellos posteriormente realizaba guiando y conduciendo a la gente a los lugares seguros.
Ustedes son los guías, ustedes son la nieve y el agua que baja de las altas montañas. ¿Qué podría hacer la tierra, la sedienta tierra, sin el agua que baja de las cumbres? Ustedes son el verano y el invierno, son la noche y el día, son el contraste, pero también el complemento. Son la inteligencia, son la explicación, pero son también la experiencia. Será bueno comprender como puede una misma persona integrar la inteligencia, integrar la explicación con la experiencia, tema sobre el cual hablaremos mañana. Nada más.
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