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10 ESTRATEGIAS DE MANIPULACIÓN MEDIÁTICA


1. La estrategia de la distracción 

El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. “Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.


2. Crear problemas y después ofrecer soluciones.

Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.


3. La estrategia de la gradualidad.

Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.


4. La estrategia de diferir.

Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.


5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad.

La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad (ver “Armas silenciosas para guerras tranquilas”)”.


6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión.

Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido critico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…


7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad.

Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores (ver ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.


8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad.

Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…


9. Reforzar la autoculpabilidad.

Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución!


10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen.

En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídas y utilizados por las elites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.
  
  Noam Chomsky

Las Leyes Universales (Siloismo)



Si nos quedáramos sólo con la experiencia no podríamos tener un sistema ordenado del mundo ni de nosotros mismos. La experiencia es movimiento y permanente cambio. Estamos sujetos al movimiento. El pensamiento compensa fijando la experiencia, sino todo sería solo movimiento, confuso, sin concepto, cambiante y caótico.

Entonces, si bien, por encima de todo está la experiencia, de ella surgen los grandes conceptos a los que llamamos Leyes Universales. Estas Leyes son por tanto herramientas de trabajo conceptual, que luego aplicamos a las cosas.

Este trabajo conceptual es el que en definitiva nos permite accionar en el mundo, ya sea con la acción directa en el medio o mediante el pensamiento. Ambos, acción y pensamiento, constituyen la base de la experiencia humana.

Hablamos de Leyes Universales, porque abarcan la totalidad de los fenómenos que llegan a nuestra experiencia, de otro modo no serían más que leyes de una ciencia en particular. Para nosotros deben ser leyes que sirvan para la física, la psicología, la química, etc. Estas leyes, así como el método, sirven para orientar el proceso del pensamiento de un modo ordenado, para darnos la visión más amplia posible de un fenómeno dado.

Las Leyes, en sentido amplio, son construcciones humanas operativas, que permiten predecir, describen una tendencia. Son ideas sistematizadas de cómo funcionan las cosas, regularidades que se cumplen en una franja determinada de fenómenos.

Las leyes en el ámbito de la ciencia provienen de la observación de fenómenos particulares que a medida que son explicadas y verificadas por nuevas experiencias, permiten construir una visión “científica” del mundo.

Así las hipótesis, teorías y leyes son explicaciones provisorias que sirven para operar en el mundo de los fenómenos.

Las hipótesis se definen como afirmaciones cuyo valor de verdad se desconoce al momento de enunciarse. Las teorías son conjunto de hipótesis que pretenden explicar el comportamiento de ciertos fenómenos en un ámbito dado, y las leyes son construcciones que intentan explicar el comportamiento general de un conjunto de fenómenos.

La dirección del proceso de la ciencia es, en este sentido, básicamente inductiva, es decir que parten de experiencias particulares, buscando generalizar en ambitos mayores.

Por el contrario las Leyes Universales de las que parte Nuestra Doctrina no se explican surgiendo de experiencias de naturaleza particular, sino de una experiencia totalizadora y de la comprensión de los mecanismos del pensar. Las mismas deben permitir dar cuenta del comportamiento de todos los fenómenos existentes en tanto dichos fenómenos caen en el campo de nuestra conciencia.

Desarrollemos ahora brevemente el significado de cada una.. Las mismas de modo deductivo permiten dar cuenta del comportamiento de todos los fenómenos existentes.

Las Leyes Universales se expresan a través de cuatro enunciados básicos:


Ley de estructura:
"Nada existe aislado, sino en relación dinámica con otros seres dentro de ámbitos condicionantes".



Ley de concomitancia:
"Todo proceso está determinado por relaciones de simultaneidad con procesos del mismo ámbito y no por causas lineales del movimiento anterior del que procede".



Ley de ciclo:
"Todo en el Universo está en evolución y va desde lo más simple a lo más complejo y organizado, según tiempos y ritmos cíclicos".



Ley de la Superación de lo viejo por lo nuevo:
“La continua evolución del Universo muestra el ritmo de diferencias, combinaciones y síntesis cada vez de mayor complejidad. Nuevas síntesis asumen las diferencias anteriores y eliminan materia y energía cualitativamente no aceptables para pasos más complejos”.



Ley de Superación de lo Viejo por lo Nuevo





“La continua evolución del Universo muestra el ritmo de diferencias, combinaciones y síntesis cada vez de mayor complejidad. Nuevas síntesis asumen las diferencias anteriores y eliminan materia y energía cualitativamente no aceptables para pasos más complejos”.



Estudiamos, con esta Ley, la transformación del individuo y su relación con los cambios del ámbito mayor dentro del cual se incluye.

Esta ley está relacionada con la anterior y explica que una estructura se desintegra porque no puede hacer frente a las nuevas situaciones que le impone el desarrollo; en cambio los elementos más nuevos y de mayor vigor se desarrollan desde su interior hasta desplazar al sistema más viejo. Este nuevo sistema es más complejo y evolucionado que el anterior.

Muchos elementos son desechados porque son como vías muertas. A pesar de que toda la experiencia es importante, muchos elementos no son constructivos. A esos elementos que no sirven para que sobre ellos se construyan nuevas experiencias, las denominamos experiencias no constructivas, no progresivas.

Esta idea explica la superación de lo viejo por lo nuevo. Lo nuevo, sin embargo, está estructurado según las experiencias anteriores. En particular sobre las más recientes. A medida que una experiencia se apoya sobre otras que son progresivas, concomitantemente
otras, las más regresivas, quedan de lado.

Este postulado nos permite estudiar lo compositivo de un objeto, fenómeno o situación, y explica cómo se da la dinámica dentro de un proceso.

Hemos visto hasta aquí que todo fenómeno que queramos estudiar no existe aislado, sino condicionado por la estructura mayor que lo contiene, que esa estructura está en evolución hacia formas más complejas y que a cada paso se verifican relaciones de concomitancia con fenómenos que se dan dentro del mismo ámbito.

Detengámonos ahora en el objeto que queremos estudiar y analicemos su composición.

Al hacer esto, observamos que los componentes internos no están quietos, se mueven.

Pero no de manera anárquica. En ellos también encontramos una lógica de transformación que indica que esos elementos primero se diferencian, luego se complementan y finalmente se sintetizan, en un proceso continuo.

Y en estos pasos de diferenciación, complementación y síntesis encontramos una clave en la dinámica del proceso, lo que da movimiento a la estructura.

Diferenciación significa que lo que en un momento era homogéneo, en el momento siguiente se desagrega dando lugar a elementos con distintas características.

Complementación indica que esos elementos diferenciados tienden a relacionarse, a interactuar.

Finalmente, síntesis implica que esa interrelación da lugar a un nuevo elemento que no es la simple sumatoria de los atributos anteriores, sino un nuevo elemento cualitativamente diferente. En la síntesis hay un salto cualitativo que hace que este nuevo elemento sea más apto para continuar el proceso.

Esta ley nos permite entonces el estudio de la composición del objeto, pero no de manera estática, fija, sino con una dinámica dada por los pasos descriptos. Y es en esta necesaria tendencia de superación, donde los elementos que no son aptos para pasos más complejos, son desechados, y los nuevos elementos son la base de los próximos pasos.

En el estudio de la Historia, por ejemplo, el materialismo planteado por Engels y Marx postula que el motor de la historia es la lucha de clases, donde opresores y oprimidos, en continua dialéctica, explican por qué se mueven esos procesos.

Para nosotros esta es una visón “desde afuera” del proceso humano, una visión que estudia el proceso humano como quien estudia la órbita de un planeta.

En cambio, desde la perspectiva que nos plantea esta ley, diríamos más cercanos a Ortega, que el motor de la historia es la lucha generacional que se entabla cuando nuevas generaciones de coetáneos luchan por desplazar a las generaciones en el poder del presente social y es este vital fenómeno el que explica cómo más allá de toda otra consideración, la historia humana se desenvuelve; no son entonces las “condiciones objetivas”, externas, las que determinan el fenómeno, sino la lucha de las distintas subjetividades temporales que cada generación porta consigo. Las generaciones son el tiempo social en movimiento.

En el terreno personal también podríamos ver cómo opera esta visión. Así, unos pueden pensar que la conducta puede ser explicada sólo como reacción ante los estímulos externos, como en los experimentos de Pavlov. Entonces se piensa que es posible domesticar a las personas en función de los estímulos a los que se los someta. De allí surgen, por ejemplo, las ideologías de la represión o de los premios y castigos para disciplinar a la sociedad.

También uno mismo puede verse así, y al estudiar su vida, creer que lo que le pasa es mecánico reflejo de lo que le ocurrió.

Desde la perspectiva de esta ley para comprender la vida de una persona, y por cierto la propia, es necesario atender a cómo la vida personal se fue desenvolviendo según los elementos progresivos, de mayor adaptación creciente, al desarrollarse, desplazaron a los regresivos. Cómo se creció cuando se pudo avanzar en ese proceso de iferenciaciones, complementaciones y síntesis continuas, y cómo la vida pareció detenerse cuando no se pudieron superar los elementos regresivos.

Bueno, pero estos son sólo ejemplos y no es la idea profundizar en ellos. Únicamente remarquemos que esta ley nos dice que lo que mueve la estructura en sentido evolutivo, en dirección a ganar mayor complejidad y adaptación, es esa suerte de pequeño proceso de diferenciaciones, complementaciones y síntesis que podemos observar en lo interno de cualquier fenómeno que se da en el mundo y en la propia conciencia.

Entonces estas son las cuatro estructuras teóricas, que dan sustento conceptual al método que vamos a estudiar y al modo en que vamos a proceder para poder comprender y operar.

Este método no está en el aire, sino que se desprende de esta base teórica que hemos comentado.

Para sintetizar este capítulo remarquemos que estas leyes son presentadas separadamente para facilitar su comprensión, pero valdrá el esfuerzo de considerarlas simultáneamente construyendo en nosotros un modo de mirar estructural y dinámico que nos permita acercarnos a los objetos que vayamos a estudiar de un modo nuevo.



Ley de ciclo





“Todo en el Universo está en evolución y va desde lo más simple a lo más complejo y organizado, según tiempos y ritmos cíclicos”.



Con esta Ley estudiamos la dinámica, el ritmo, el ciclo, el movimiento hacia la transformación de lo simple a lo complejo.

Como tendencia general un proceso puede evolucionar, involucionar, cristalizarse o puede producir un salto de cualidad que transforma radicalmente su identidad de comienzo.

Los procesos evolutivos no se desarrollan en línea recta ni con tiempos o aceleraciones constantes. Surgen, crecen, se desarrollan, declinan y se desorganizan, pero al desorganizarse dan nacimiento a nuevas formas que repiten el mismo proceso a otro nivel.

Estos procesos no están desconectados sino que los elementos progresivos del paso anterior continúan en el posterior; de este modo los ciclos no son círculos cerrados sino que tienen “forma” de espiral.

Ejemplo de esto son las civilizaciones que han seguido el proceso de surgimiento, crecimiento, desarrollo, declinación y desorganización, en donde la experiencia acumulada más evolucionada pasó a otra civilización que desarrolló aun más los elementos progresivos de momentos anteriores. De otro modo, la humanidad siempre estaría recomenzando desde el mismo punto y el hombre sería el cavernícola que cada vez estaría naciendo y muriendo sin descubrir el fuego.

Alguien puso el ejemplo de ciertas sociedades fuertemente conservadoras que hacen mucha resistencia a que algo cambie. Desde nuestra perspectiva, esta es una postura antihistórica. Allí se va a tender a que nada nuevo surja porque cualquier cosa nueva que surja pone en cuestión esa forma en la que se “es”. Y esto va a generar mucho conflicto, porque todo en el universo cambia y esta tendencia, por cierto, va más allá de la propia voluntad.

En lo personal, uno podría decir: yo quisiera que las cosas siempre fueran como hoy.

Sin embargo todo está en evolución, y esa evolución tiene una dirección. No es que todo vaya al desastre, sino que todo va buscando una organización más compleja que permita compensar de mejor modo, el desequilibrio que se genera permanentemente.

Esto se ve en las galaxias, en las moléculas y, por cierto, también en las sociedades y las personas. Nada es siempre de la misma manera, sino que cambia, muta, evoluciona.

Es importante comprender esta idea de que la estructura siempre está en movimiento, que este movimiento lo apreciamos al ver los cambios que se dan en la estructura en cada momento y que a su vez, los distintos momentos se relacionan entre sí con una lógica de proceso.

Esta lógica se refiere a la dirección hacia una organización de mayor complejidad. ¿Y cuál es la razón de la necesidad de una mayor complejidad? La razón es que el medio cambia, los cambios desequilibran y es necesario restablecer ese equilibrio. Pero esos cambios en el medio también son cada vez más complejos y requieren de la estructura un cambio cualitativo para poder perpetuarse; y cuando este cambio no se produce, la estructura involuciona y desaparece. Y como toda estructura tiende a autoperpetuarse deberá generar respuestas más complejas, lo que requiere un cambio de cualidad dentro de ella, un cambio que implica una mayor complejidad y organización.

Pero estos cambios no siguen un ritmo fijo, sino cíclico. Un ritmo que no tiene la regularidad del calendario o del reloj, porque esas son formas externas de medir el tiempo, y el tiempo de los procesos se comprende cuando se aprecian los ciclos dados por el devenir interno de la estructura.

La ley de ciclo nos explica el cambio de las estructuras. Estructuras que van mutando, transformándose, deviniendo unas en otras, en la búsqueda de una mayor complejidad que les permita adaptarse mejor a los cambios del medio y así poder perpetuarse en el tiempo.

Y así, deteniendo en el pensamiento la dinámica de la estructura, podremos estudiar un momento de proceso y analizar los fenómenos de concomitancia que se dan dentro de él, pero teniendo presente que sólo es un artificio en el intento de comprender.





Ley de concomitancia


     



“Todo proceso está determinado por relaciones de simultaneidad con procesos del mismo ámbito y no por causas lineales del movimiento anterior del que procede”.


Con esta Ley estudiamos las relaciones de simultaneidad con otros procesos que se desarrollan en el mismo medio.

Explica que los fenómenos contemporáneos que se dan en un ámbito, no pueden ser explicados acabadamente por la simple relación causal de unos fenómenos sobre otros, ni sobre su situación en un momento anterior, sino que hay que comprenderlos en relación al momento de proceso del medio en que están inmersos.

Así, cuando estudiamos un fenómeno que se da en un momento determinado, su manifestación no es mera consecuencia del accionar de otro que actúa sobre él (causa – efecto), sino que sobre ellos opera simultáneamente una condición dada por el ámbito mayor en que se encuentran.

Esta ley está relacionada con la anterior. Nada está aislado, sino que está en relación dinámica con otros fenómenos que se dan dentro de ámbitos condicionantes. La explicación de lo que se observa, no se agota en el simple hecho de denotar de donde viene en lo inmediato, sino que primariamente hay que estudiar el ámbito condicionante en que se da. Este ámbito es espacial y temporal, es una estructura de relación que cambia momento a momento.

Obviamente, esta visión mantiene una fuerte discusión con el pensamiento lineal y causalista, que trata de explicar los fenómenos sólo en función de causas y efectos, aislándolos del contexto en donde éstos se dan.

No dejamos de apreciar que este pensamiento causalista permitió un gran avance a la racionalidad del siglo XIX. Por ejemplo, cuando Louis Pasteur desarrolla su teoría microbiológica, ésta chocó fuertemente contra la idea de la generación espontánea, aceptada por los científicos de la época. Su poder explicativo y su aplicación abrieron el camino a los avances de la medicina moderna y permitió la comprensión de la etiología y proceso natural de las enfermedades infecciosas que hasta ese momento eran la principal causa de mortalidad de la población.

No obstante, y en la medida en que el perfil epidemiológico de las poblaciones fue cambiando y comenzaron a interesar las enfermedades crónico degenerativas, esta teoría no fue suficiente y se requirió desarrollar nuevos modelos teóricos como los ecológicos y de multicausalidad. Pero ya estos modelos son insuficientes para explicar los complejos problemas que se presentan en la medicina actual y se requiriere de un nuevo salto conceptual que permita dar cuenta de ellos.

Así, el Pensamiento Estructural Dinámico podrá servir de base a una nueva visión general, superadora de las contradicciones acumuladas por el pensamiento lineal.

Reconocemos que hay cierta dificultad para poder apreciar la relación entre fenómenos concomitantes porque estamos muy marcados por el molde de la línea del tiempo, la causalidad, el antes y después, y nos es difícil apresar que lo que se observa en un momento no es simple consecuencia de lo que pasó antes, sino de la existencia de un ámbito mayor en el cual están inmersos los fenómenos y que los condiciona según el momento de proceso, como también condiciona la mirada de quien pretende estudiar dichos fenómenos.

A modo de ejemplo, uno podría preguntarse ¿por qué estoy aquí? ¿Es porque cada uno de nosotros hizo un proceso individual que nos trajo hasta aquí? ¿O es porque, simultáneamente, participamos de un marco mayor que, por momento de proceso, está generando una influencia en nosotros que hace que estemos interesados en estos temas? Uno apuntaría a mirar distintas cosas haciendo un razonamiento u otro. No es lo mismo tratar de entender “mi situación” si pienso que ésta es puro devenir biográfico, sólo causas y efectos, a tratar de entenderla relacionándola con el contexto social e histórico del mundo en el que vivo.

Cuando trato de entender una situación, tiendo a explicarla en función de algún elemento puntual que llamo causa. Pero también uno podría preguntarse ¿es que solamente podría haber hecho esto, o podría haber hecho otra cosa si se hubieran dado otras circunstancias? ¿Cuál es la circunstancia mayor que nos engloba? Esa gran circunstancia, es la estructura de relaciones que se dan en un espacio social y en un momento histórico determinado.

Esto que decimos no niega la libertad de elección, sino que nos lleva a reflexionar acerca de los límites dentro de los cuales puedo ejercer mi capacidad de opción.



Ley de estructura






“Nada existe aislado, sino en relación dinámica con otros seres dentro de ámbitos condicionantes”.


Esta ley indica que no son válidos los estudios que se hagan de un objeto si no se lo relaciona con otros objetos que están en el mismo medio, si no se tiene en cuenta que tanto ese objeto de estudio como los otros, que se relacionan con él, están en movimiento y si no se los comprende dentro de ámbitos mayores que condicionan su comportamiento.

Esto vale tanto para comprender la realidad como para actuar sobre ella.

Este postulado nos indica que no son válidos los estudios que se realicen de un objeto aislado de su contexto. El objeto no es separable de su ámbito, porque objeto y ámbito conforman una estructura indisoluble; si cambia el ámbito ya el objeto no es el mismo.

Desde esta perspectiva, los esfuerzos de la ciencia por comprender los fenómenos aislándolos del medio en que se dan, aparecen como sumamente limitados.

No obstante dichos esfuerzos han sido muy fructíferos en ciertos campos como la física, la química y la biología, pero muestran marcadamente sus limitaciones cuando se quieren aplicar a las llamadas ciencias humanísticas, como la psicología, la sociología o la economía.

La complejidad de los fenómenos humanos, su esencia, muestran que no es posible explicarlos si apelamos a ese recurso de seccionarlos de su entorno para estudiarlos y comprenderlos.

La conciencia no es una palanca o un músculo, que se pueda cortar para estudiar. No se entienden los mecanismos de conciencia si los separo del medio cultural y social donde se dan. Y en ese medio, su relación con otros elementos es activa y dinámica.

Agreguemos, además, que su medio no es solo espacial, sino también y prioritariamente, temporal. Pero no con una temporalidad externa y lineal, reducible a fechas, sino una temporalidad interna y estructural donde el pasado, el presente y el futuro se entrecruzan de modo activo y ponderan el aquí y ahora de cada momento.


CARTAS A MIS AMIGOS (SEGUNDA) Silo



Estimados amigos:
En carta anterior me referí a la situación que nos toca vivir y a ciertas tendencias que muestran los acontecimientos. Aproveché para discutir algunas propuestas que los defensores de la economía de mercado anuncian como si se tratara de condiciones ineludibles para todo progreso social. También destaqué el creciente deterioro de la solidaridad y la crisis de referencias que se verifica en este momento. Por último, esbocé algunas características positivas que comienzan a observarse en lo que llamé “una nueva sensibilidad, una nueva actitud moral y una nueva disposición táctica frente a la vida”.
Algunos de mis corresponsales me hicieron notar su desacuerdo con el tono de la carta ya que, según les pareció, había en ella muchas cosas graves como para permitirse ironizar. Pero ¡no dramaticemos! Es tan inconsistente el sistema de pruebas que aporta la ideología del neoliberalismo, de la economía social de mercado y del Nuevo Orden Mundial que la cosa no es como para fruncir el ceño. Lo que quiero decir es que tal ideología está muerta en sus fundamentos desde hace mucho tiempo y que pronto sobrevendrá la crisis práctica, de superficie, que es la que finalmente perciben quienes confunden significado con expresión; contenido con forma; proceso con coyuntura. Del mismo modo que las ideologías del fascismo y del socialismo real habían muerto mucho tiempo antes que se produjera su descalabro práctico posterior, el desastre del actual sistema sorprenderá a los bienpensantes sólo más adelante. ¿No tiene esto mucho de ridículo? Es como ver muchas veces una película muy mala. Luego de tanta repetición nos dedicamos a escudriñar en las paredes de mampostería, en los afeites de los actores y en las tomas de efecto mientras a nuestro lado una señora se emociona por lo que ve por primera vez y que, para ella, es la realidad misma. Así es que en mi descargo digo que no me he burlado de la enorme tragedia que significa la imposición de este sistema sino de sus monstruosas pretensiones y su grotesco final, final que ya hemos presenciado en muchos casos anteriores.
También he recibido correspondencia reclamando mayor precisión en la definición de actitudes que se debería asumir frente al proceso de cambio actual. Sobre esto creo que será mejor tratar de entender las posiciones que toman distintos grupos y personas aisladas antes de hacer recomendaciones de cualquier tipo. Me limitaré pues a presentar las posturas más populares dando mi opinión en los casos que me parezcan de mayor interés.
1. Algunas posturas frente al proceso de cambio actual
En el lento progreso de la humanidad se han ido acumulando factores hasta el momento actual en que la velocidad de cambio tecnológico y económico no coincide con la velocidad de cambio en las estructuras sociales y en el comportamiento humano. Este desfasaje tiende a incrementarse y a generar crisis progresivas. A tal problema se lo encara desde distintos puntos de vista. Están quienes suponen que el desencaje se regulará automáticamente y, por tanto, recomiendan no tratar de orientar ese proceso que, además, sería imposible dirigir. Se trata de una tesis mecanicista optimista. Están otros que suponen que se va a un punto de explosión irremediable. Es el caso de los mecanicistas pesimistas. También aparecen las corrientes morales que pretenden detener el cambio y, en lo posible, volver a supuestas fuentes reconfortantes. Ellas representan una actitud antihistórica. Pero también los cínicos, los estoicos y los epicureístas contemporáneos comienzan a elevar sus voces. Unos negando importancia y sentido a toda acción; otros afrontando los hechos con entereza aún cuando todo salga mal. Finalmente, los terceros, tratando de sacar partido de la situación y pensando simplemente en su hipotético bienestar que extienden, a lo sumo, a sus hijos. Como en las épocas finales de civilizaciones pasadas, mucha gente asume actitudes de salvación individual suponiendo que no tiene sentido ni posibilidad de éxito cualquier tarea que se emprenda en conjunto. En todo caso, el conjunto tiene utilidad para la especulación estrictamente personal y por ello los líderes empresariales, culturales o políticos necesitan manipular y mejorar su imagen haciéndose creíbles, haciendo creer a otros que ellos piensan y actúan en función de los demás. Desde luego que tal ocupación tiene sus sinsabores porque todo el mundo conoce el truco y nadie cree en nadie. Los antiguos valores religiosos, patrióticos, culturales, políticos y gremiales quedan supeditados al dinero en un campo en que la solidaridad y, por tanto, la oposición colectiva a ese esquema quedan barridas al tiempo que el tejido social se descompone gradualmente. Luego sobrevendrá otra etapa en la que el individualismo a ultranza será superado... pero ese es tema para más adelante. Con nuestro paisaje de formación a cuestas y con nuestras creencias en crisis no estamos en condiciones de admitir aún que se aproxima ese nuevo momento histórico. Hoy, detentando una pequeña parcela de poder o dependiendo absolutamente del poder de otros, todos nos encontramos tocados por el individualismo en el que claramente lleva ventaja quien está mejor instalado en el sistema.
2. El individualismo, la fragmentación social y la concentración de poder en las minorías
Pero el individualismo lleva necesariamente a la lucha por la supremacía del más fuerte y a la búsqueda del éxito a cualquier precio. Tal postura comenzó con unos pocos que respetaron ciertas reglas de juego entre sí frente a la obediencia de los muchos. De todas maneras esta etapa se agotará en un “todos contra todos” porque tarde o temprano se desbalanceará el poder a favor del más fuerte y el resto, apoyándose entre sí o en otras facciones, terminará por desarticular tan frágil sistema. Pero las minorías han ido cambiando con el desarrollo económico y tecnológico, perfeccionando sus métodos a tal punto que en algunos lugares en situación de abundancia las grandes mayorías desplazan su descontento hacia aspectos secundarios de la situación que les toca vivir. Y se insinúa que aún creciendo el nivel de vida global, las masas postergadas se contentarán esperando una mejor situación a futuro porque ya no parece que cuestionarán globalmente al sistema sino a ciertos aspectos de urgencia. Todo eso muestra un giro importante en el comportamiento social. Si esto es así, la militancia por el cambio se verá progresivamente afectada y las antiguas fuerzas políticas y sociales quedarán vacías de propuestas; cundirá la fragmentación grupal e interpersonal y el aislamiento individual será medianamente suplido por las estructuras productoras de bienes y esparcimiento colectivo concentradas bajo una misma dirección. En ese mundo paradojal se terminará de barrer con toda centralización y burocratismo rompiéndose las anteriores estructuras de dirección y decisión pero la mentada desregulación, descentralización, liberalización de mercados y de actividades será el campo más adecuado para que florezca una concentración como no la hubo en ninguna época anterior, porque la absorción del capital financiero internacional seguirá creciendo en manos de una banca cada vez más poderosa. Similar paradoja sufrirá la clase política al tener que proclamar los nuevos valores que hacen perder poder al Estado, con lo cual su protagonismo se verá cada vez más comprometido. Por algo se van reemplazando desde hace tiempo palabras como “gobierno” por otras como “administración” haciéndose comprender a los “públicos” (no a los “pueblos”) que un país es una empresa.
Por otra parte, y hasta tanto se consolide un poder imperial mundial, podrán ocurrir conflictos regionales como en su momento ocurrió entre países. Que tales confrontaciones se produzcan en el campo económico o se desplacen a la arena de la guerra en áreas restringidas; que como consecuencia ocurran desbordes incoherentes y masivos; que caigan gobiernos completos y se terminen desintegrando países y zonas, en nada afectará al proceso de concentración al que parece apuntar este momento histórico. Localismos, luchas interétnicas, migraciones y crisis sostenidas, no alterarán el cuadro general de concentración de poder. Y cuando la recesión y la desocupación afecte también a las poblaciones de los países ricos, ya habrá pasado la etapa de liquidación liberal y comenzarán las políticas de control, coacción y emergencia al mejor estilo imperial... ¿quién podrá hablar entonces de economía de libre mercado y qué importancia tendrá sostener posturas basadas en el individualismo a ultranza?
Pero debo responder a otras inquietudes que se me han hecho llegar respecto a la caracterización de la crisis actual y sus tendencias.
3. Características de la crisis
Comentaremos la crisis del Estado nacional, la crisis de regionalización y mundialización, y la crisis de la sociedad, el grupo y el individuo.
En el contexto de un proceso de mundialización creciente se acelera la información y aumenta el desplazamiento de personas y bienes. La tecnología y el poder económico en aumento se concentran en empresas cada vez más importantes. El mismo fenómeno de aceleración en el intercambio, choca con las limitaciones y el enlentecimiento que imponen antiguas estructuras como el Estado nacional. El resultado es que tienden a borrarse las fronteras nacionales dentro de cada región. Esto lleva a que deba homogeneizarse la legislación de los países no sólo en materia de tasas aduaneras y documentación personal sino en aquello que hace a la adaptación de sus sistemas productivos. El régimen laboral y de seguridad social, siguen la misma dirección. Continuos acuerdos entre esos países muestran que un parlamento, un sistema judicial y un ejecutivo común, darán mayor eficacia y velocidad a la gestión de esa región. La primitiva moneda nacional va cediendo paso a un tipo de signo de intercambio regional que evita pérdidas y demoras en cada operación de conversión. La crisis del Estado nacional es un hecho observable no solamente en aquellos países que tienden a incluirse en un mercado regional, sino en otros cuyas maltrechas economías muestran un detenimiento relativo importante. En todas partes se alzan voces contra las burocracias anquilosadas y se pide la reforma de esos esquemas. En puntos en que un país se ha configurado como resultado reciente de particiones y anexiones, o como artificial federación, se avivan antiguos rencores y diferencias localistas, étnicas y religiosas. El Estado tradicional tiene que hacer frente a esa situación centrífuga en medio de crecientes dificultades económicas que cuestionan precisamente su eficacia y legitimidad. Fenómenos de ese tipo tienden a crecer en el centro de Europa, en el Este y en los Balcanes. Estas dificultades también se profundizan en Medio Oriente, Levante y Asia Anterior. En el Africa, en varios países delimitados artificialmente, comienzan a observarse los mismos síntomas. Acompañando a esa descomposición comienzan las migraciones de pueblos hacia las fronteras poniendo en peligro el equilibrio zonal. Bastará que ocurra un importante desequilibrio en China para que más de una región sea afectada directamente por el fenómeno, considerando además la inestabilidad actual de la antigua Unión Soviética y de los países asiáticos continentales.
Entre tanto se han configurado centros económica y tecnológicamente poderosos que asumen carácter regional: el Extremo Oriente liderado por Japón, Europa y Estados Unidos. El despegue e influencia de esas zonas muestra un aparente policentrismo, pero el desarrollo de los acontecimientos señala que Estados Unidos suma a su poder tecnológico, económico y político, su fuerza militar en condiciones de controlar las más importantes áreas de abastecimiento. En el proceso de mundialización creciente tiende a levantarse esta superpotencia como rectora del proceso actual, en acuerdo o desacuerdo con los poderes regionales. Este es el significado último del Nuevo Orden Mundial. Al parecer no ha llegado aún la época de la paz aunque se haya disipado, de momento, la amenaza de guerra mundial. Explosiones localistas, étnicas y religiosas; desbordes sociales; migraciones y conflictos bélicos en áreas restringidas, parecen amenazar la supuesta estabilidad actual. Por otra parte, las áreas postergadas se alejan cada vez más del crecimiento de las zonas tecnológica y económicamente aceleradas y este desfasaje relativo agrega al esquema dificultades adicionales. El caso de América Latina es ejemplar en este aspecto porque aún cuando la economía de varios de sus países experimente un crecimiento importante en los próximos años, la dependencia respecto a los centros de poder se hará cada vez más notoria.
Mientras crece el poder regional y mundial de las compañías multinacionales, mientras se concentra el capital financiero internacional, los sistemas políticos pierden autonomía y la legislación se adecua a los dictámenes de los nuevos poderes. Numerosas instituciones pueden hoy ser suplidas directa o indirectamente por los departamentos o las fundaciones de la Compañía que está en condiciones en algunos puntos de asistir al nacimiento, capacitación, ubicación laboral, matrimonio, esparcimiento, información, seguridad social, jubilación y muerte de sus empleados y sus hijos. El ciudadano ya puede, en ciertos lugares, sortear aquellos viejos trámites burocráticos tendiendo a manejarse con una tarjeta de crédito y, poco a poco, con una moneda electrónica en la que constarán no solamente sus gastos y depósitos sino todo tipo de antecedentes significativos y situación actual debidamente computada. Desde luego que todo esto ya libera a unos pocos de enlentecimientos y preocupaciones secundarias pero estas ventajas personales servirán también a un sistema de control embozado. Al lado del crecimiento tecnológico y la aceleración del ritmo de vida la participación política disminuye, el poder de decisión se hace remoto y cada vez más intermediado. La familia se reduce y estalla en parejas cada vez más móviles y cambiantes, la comunicación interpersonal se bloquea, la amistad desaparece y la competencia envenena todas las relaciones humanas al punto que desconfiando todos de todos, la sensación de inseguridad ya no se basa en el hecho objetivo del aumento de la criminalidad sino sobre todo en un estado de ánimo. Debe agregarse que la solidaridad social, grupal e interpersonal desaparece velozmente, que la drogadicción y el alcoholismo hacen estragos, que el suicidio y la enfermedad mental tienden a incrementarse peligrosamente. Desde luego que en todas partes existe una mayoría saludable y razonable pero los síntomas de tanto desencaje no nos permiten ya hablar de una sociedad sana. El paisaje de formación de las nuevas generaciones cuenta con todos los elementos de crisis que hemos citado al pasar y no forma parte de su vida solamente su capacitación técnica y laboral, las telenovelas, las recomendaciones de los opinadores de los medios masivos, las declamaciones sobre la perfección del mundo en que vivimos o, para la juventud más favorecida, el esparcimiento de la motocicleta, los viajes, la ropa, el deporte, la música y los artefactos electrónicos. Este problema del paisaje de formación en las nuevas generaciones amenaza con abrir enormes brechas entre grupos de distintas edades poniendo sobre el tapete una dialéctica generacional virulenta de gran profundidad y de enorme extensión geográfica. Está claro que se ha instalado en la cúspide de la escala de valores el mito del dinero y a él, crecientemente, se subordina todo. Un contingente importante de la sociedad no quiere oír nada de aquello que le recuerde el envejecimiento y la muerte, descalificando todo tema que se relacione con el sentido y significado de la vida. Y en esto debemos reconocer una cierta razonabilidad por cuanto la reflexión sobre esos puntos no coincide con la escala de valores establecida en el sistema. Son demasiado graves los síntomas de la crisis como para no verlos y, sin embargo, unos dirán que es el precio que hay que pagar para existir a fines del siglo XX. Otros afirmarán que estamos entrando en el mejor de los mundos. El trasfondo que opera en esas afirmaciones está puesto por el momento histórico en el que el esquema global de situación no ha hecho crisis aunque las crisis particulares cundan por doquier, pero a medida que los síntomas de la descomposición se aceleren cambiará parejamente la apreciación de los acontecimientos porque se sentirá la necesidad de establecer nuevas prioridades y nuevos proyectos de vida.
4. Los factores positivos del cambio
El desarrollo científico y tecnológico no puede ser cuestionado por el hecho de que algunos adelantos hayan sido o sean utilizados en contra de la vida y el bienestar. En los casos en que se cuestiona a la tecnología se debería hacer una previa reflexión respecto a las características del sistema que utiliza el avance del saber con fines espurios. El progreso en medicina, comunicaciones, robótica, ingeniería genética y otros tantos campos, desde luego que puede ser aprovechado en dirección destructiva. Otro tanto vale respecto a la utilización de la técnica en la explotación irracional de recursos, polución industrial, contaminación y deterioro ambiental. Pero todo ello denuncia el signo negativo que comanda la economía y los sistemas sociales. Así, bien sabemos que hoy se está en condiciones de solucionar los problemas de alimentación de toda la humanidad y sin embargo comprobamos a diario que existen hambrunas, desnutrición y padecimientos infrahumanos porque el sistema no está en disposición de abocarse a esos problemas resignando sus fabulosas ganancias a cambio de una mejora global del nivel humano. También advertimos que las tendencias hacia las regionalizaciones y, finalmente, hacia la mundialización están siendo manipuladas por intereses particulares en desmedro de los grandes conjuntos. Pero está claro que aún en esa distorsión se abre paso el proceso hacia una nación humana universal. El cambio acelerado que se está presentando en el mundo lleva a una crisis global del sistema y a un consecuente reordenamiento de factores. Todo ello será la condición necesaria para lograr una estabilidad aceptable y un desarrollo armónico del planeta. Por consiguiente, a pesar de las tragedias que pueden avisorarse en la descomposición de este sistema global actual la especie humana prevalecerá sobre todo interés particular. En la comprensión de la dirección de la historia que comenzó en nuestros antepasados homínidas radica nuestra fe en el futuro. Esta especie que ha trabajado y luchado durante millones de años para vencer el dolor y el sufrimiento no sucumbirá en el absurdo. Por ello es necesario comprender procesos más amplios que simples coyunturas y apoyar todo lo que marche en dirección evolutiva aún cuando no se vean sus resultados inmediatos. El descorazonamiento de los seres humanos valerosos y solidarios retrasa el paso de la historia. Pero es difícil comprender ese sentido si la vida personal no se organiza y orienta también en dirección positiva. Aquí no están en juego factores mecánicos o determinismos históricos, está en juego la intención humana que tiende a abrirse paso ante todas las dificultades.
Espero, mis amigos, pasar a temas más reconfortantes en la próxima carta dejando de lado la observación de factores negativos para esbozar propuestas acordes con nuestra fe en un futuro mejor para todos.
Reciban con esta, un gran saludo.

5 de diciembre de 1991

manifiesto que ha hecho el grupo de trabajo de Espiritualidad del 15M


Hoy desde esta Plaza de Sol, expresamos que esta maravilla de Universo y la vida que en él existe, vienen evolucionando desde hace millones de años desde las formas más sencillas de lo inanimado hasta las más complejas de la consciencia humana. Así, el GT de Espiritualidad manifiesta que:
 Respetamos a todas la tradiciones espirituales (ya tengan tradición escrita o no) dado que de una forma u otra reflejan esa tendencia hacia los niveles más plenos de la existencia humana relacionados con el amor, el respeto y la verdad, así como con la búsqueda del sentido de la propia vida.
 Creemos en toda espiritualidad que promueva la paz.
 Buscamos la paz y nos sentimos iguales en una nueva consciencia planetaria: somos mujeres y hombres libres.
 Ninguna espiritualidad ha de recibir un trato de favor por parte de los estados. Además de que se espera que sus gastos sean austeros y solidarios, y que sus cuentas sean públicas y trasparentes.
 También respetamos el derecho a no creer en lo espiritual. Pero sobre todo, estamos convencidos que nuestra fuerza para el desarrollo de una vida mejor está en el punto donde coinciden las esperanzas de todos (en lo que nos une y no en lo que nos separa), rechazando así fanatismos, totalitarismos, fundamentalismos y cualquier forma de violencia.
 Consideramos fundamental el respeto a la dignidad humana que consiste en poder desarrollarnos de acuerdo a como nos dicte nuestra conciencia.
 Este desarrollo desde la evolución individual se refleja en lo colectivo, también en acciones políticas, para transformar el sistema hacia un mundo más armónico, solidario y justo.