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Manual del Poder Joven (ReEvolucion)



10 de Mayo de 1971

Manual del Poder Joven

  
PROLOGO.
Este es un manual de sugerencias realizado en base a ideas y sentimientos que ya crecen espontáneamente en los cinco continentes, especialmente en América. Ideas y sentimientos que día a día se abren paso y hacen temblar toda estructura convencional hasta hoy en pie.
Este manual habla de la Revolución total, acerca de una sociedad nueva y de un hombre nuevo. Mejor dicho, habla de las posibilidades de que esto suceda.
La naturaleza y la historia se desarrollan hacia la libertad, pero innumerables son los caminos de la liberación.
Este manual no es por consiguiente un tratado. Cualquier tratado sobre la liberación revela además de insolencia, falta de fe en las posibilidades creadoras de los hombres y mujeres que se sienten verdaderamente revolucionarios y profundamente libertarios.
Romper las viejas tablas es romper también los tratados y los sistemas.

LA SITUACIÓN PRE REVOLUCIONARIA DE LATINOAMÉRICA
El asentamiento de EE. UU. en áreas distantes a su territorio de natural influencia, se explica más por razones estratégicas de tipo global que por razones de inmediata conveniencia económica, aunque éstas lógicamente no dejan de contar.
Aunque el imperialismo se viera forzado a replegarse y
abandonar sus áreas de influencia estratégica, lucharía hasta el fin por defender su base "natural" de asentamiento. Es decir, por mantener bajo su control a Latinoamérica.
Si lo anterior está planteado correctamente parece irracional mantener como sustanciales las viejas tesis de la insurrección guerrillera en nuestro continente.
Sin embargo, cómo ha sido posible el fenómeno de la revolución cubana en las puertas de EE.UU.?
Suponiendo que la revolución cubana no haya prestado un servicio indirecto (y por cierto no intencional) al imperialismo al polarizar a la burguesía latinoamericana bajo una dirección más rígida, no ha podido acelerar tampoco el proceso revolucionario en nuestros pueblos. La realidad indica más bien que el militarismo creciente está ahora santificado por la "defensa continental frente a la agresión comunista" (?).Cada foco revolucionario en cualquiera de nuestros países es una nueva justificación para el armamentismo y el crecimiento de las fuerzas de represión.
La crisis de los cohetes dejó aclarado que lo que estaba en juego no era disputarle a Estados Unidos su influencia en el área, sino legitimar la existencia del régimen de Fidel, produciendo luego la URSS, su repliegue. De tal modo quedó esto a las claras que los yanquis no perdieron siquiera su dominio en Guantánamo.
En estos momentos que vive nuestra Latinoamérica, algunos sectores de las izquierdas nacionales para alentarse en la lucha contra el imperialismo han relacionado la situación actual con la de la emancipación frente a la corona de España. Incluso han llevado la asociación de ideas y de circunstancias tan adelante como para designar a sus organizaciones con nombres de aquella época, por ejemplo, "Tupamaros", "Montoneros", etc. y han dado importancia al folclore nacional como acto y sentimiento de afirmación frente al coloniaje al par que dialécticamente han respondido con tonos nacionalistas a las acusaciones de la burguesía que siempre los motejó como fuerzas de "inspiración foránea".
Las experiencias de la emancipación americana demuestran que nuestros pueblo sacudieron su yugo en el pasado y retomar aquella conducta de liberación, profundizando con el estudio y la comparación de esos antecedentes, alienta positivamente en la lucha. No obstante y en vista a la real comprensión de este momento, debemos decir que la situación de nuestros pueblos frente a EE.UU. no es ni remotamente parecida a la que vivieron frente a España: viejo imperio en desintegración cercado por Napoleón, restringido en los mares, desarticulado en su comercio y disputado en sus propias colonias por potencias de empuje creciente.
Obviamente, América fue para España su área de influencia, pero no su base de asentamiento, situación radicalmente opuesta a la de Latinoamérica con respecto a Estados Unidos.

Los movimientos de liberación
La agudización de las contradicciones internas en la comunidad latinoamericana producida por un incontenible aumento demográfico no proporcional a la disposición de bienes (por succión directa del imperialismo creciente en sus necesidades y por la irracionalidad de la estructura socio económica que impide una mejor organización de la producción) lleva día a día al empobrecimiento de las masas campesinas que emigran a los centros urbanos formando un subproletariado industrial no asimilable por las grandes ciudades.
La pobreza se acentúa en el campesinado, en el subproletariado y en la clase media que se proletariza a medida que crece la industria y se concentran los monopolios.
Tal situación hace que la clase media en descenso logre concientizar relativamente su situación, generando movimientos tibiamente reformistas que no solucionan en definitiva sus problemas.
Los movimientos obreros que al comienzo demandan una mayor participación en los beneficios producen por sí mismos mutuales y entidades de protección capitaneadas por personeros del régimen, mientras persuaden a los dirigentes de los cuadros intermedios a alejarse de toda función "éxtrasindical". Esta nueva contradicción polariza a importantes sectores en luchas desviadas y estériles, enfrentando en ocasiones a vastos sectores reformistas de la clase media contra la fuerza sindical mediante actitudes hostiles de los estudiantes, intelectuales, profesionales y técnicos. A las claras se ha visto esto una y otra vez en la oposición lanzada a los gobiernos de corte populista respaldados por los sindicatos. Sucedió en la época de Perón en Argentina y sucede hoy en Perú y Bolivia.
Esperemos que la misma situación no cunda en Chile.
Aunque globalmente el trasfondo de Latinoamérica sea el mismo, la realidad de las regiones impone análisis particulares que explican las distintas soluciones intentadas en distintos lugares frente al "punto muerto" de la situación general.
La primera solución fue dada en Cuba y en base a ese esquema algunos sectores juveniles de la clase media comenzaron su radicalización produciendo contradicciones en el seno de estructuras aparentemente revolucionarias como el Partido Comunista.
Es interesante comprobar que el resquebrajamiento del PC en casi todos los países de Latinoamérica comienza luego de la revolución cubana y en la lucha generacional que establecen las federaciones juveniles contra la conducción caduca. Desde luego que también aquí se refleja la contradicción mundial de líneas prosoviéticas y prochinas y que es parte de la dinámica de la historia.
No es necesario rastrear muy lejos para comprobar la tendencia maniquea en el seno y al comienzo de todo fermento revolucionario. Ya divergían los menches y los bolcheviques, luego los estalineanos y trotskystas...
Lo cierto es que los partidos comunistas en casi toda Latinoamérica sufren el proceso de desintegración merced a la canalización de las fuerzas juveniles en los causes de la acción directa.
La acción directa a su vez, falló en el F.L.N. de Venezuela, en las guerrillas campesinas de Colombia, en Cuzco y Mesa Pelada, en Salta y finalmente en Bolivia con el Ché Guevara.
Con ese saldo, el PC pretendió ganar prestigio frente al "aventurerismo" de los guerrilleros, pero en realidad continuó su alejamiento de las nuevas generaciones que reconsideraron sus esquemas de lucha y comenzaron a polarizarse en la guerrilla urbana.
La mejor experiencia fue sin duda la de los Tupamaros en Uruguay, que desde 1963 comenzaron a crecer nucleando a técnicos jóvenes, estudiantes e independientes revolucionarios de la más diversa gama. Desde ex afiliados al PC hasta anarquistas decepcionados por la asimilación de sus grupos en instituciones del tipo de la comunidad Sur de Montevideo.
La organización de las ligas campesinas al estilo de Chico Juliao en el nordeste brasilero o las organizaciones de los cañeros de Sendic en Uruguay al fracturarse, orientaron a muchos de sus dirigentes en la línea de la guerrilla urbana.
Al observar este proceso objetivamente surge la pregunta: dónde está el proletariado urbano y campesino en las confrontaciones de la acción directa?
El proletariado está en una lucha distinta, aunque lucha al fin y hasta tanto no se tenga conciencia de esta realidad no se comprenderá a dónde apuntan en definitiva las alianzas obrero estudiantiles o las declamaciones de los pequeño burgueses intelectuales vacilantes, tan proclives a idealizar a las masas mientras reciben sus títulos universitarios y se asimilan al sistema llenándose de créditos en una búsqueda desvergonzada de status.
Suponiendo que la guerrilla urbana triunfara en Uruguay (y que fuera respetada por la pinza de Brasil y Argentina), tal solución no podría ser exportada a otros países aunque revitalizaría el proceso por un tiempo.
Suponiendo que no triunfara, qué pasaría entonces con las nuevas generaciones hoy por hoy conmovidas, expectantes y en alguna medida dispuestas a seguir el ejemplo?
Qué pasaría si el MIR en Chile tuviera que desarmarse frente a la coalición de la izquierda de Allende?
Si de una manera u otra hemos asistido a la liquidación de la guerrilla campesina y estamos observando el resquebrajamiento de la guerrilla urbana, quedará sólo la opción de que la izquierda joven se institucionalice nuevamente en estructuras partidarias (de las que un día se alejara, con el afán ahora de profundizar la revolución en gobiernos a la peruana, boliviana o chilena) o que genere nuevas formas de lucha cuya condición sea no haber sido intentadas jamás hasta ahora.
La primera opción nos hace preguntar: dónde termina el espíritu revolucionario y comienza el oportunismo?
La segunda: cuál es la condición de la lucha revolucionaria sin antecedentes en Latinoamérica?
Ahora bien. Si los grupos de acción directa no se desarman no obstante el triunfo de las izquierdas reformistas y se robustecen como el brazo armado de la Revolución, justificando su vigencia como protección y antidesviación del nuevo gobierno, pueden acelerar el proceso de socialización aun en el marco de un régimen logrado por vía de las urnas, pero antes o después surgirá la confrontación armada dentro del sistema. Y si en el peor de los casos no se instala un gobierno reformista, el desgaste parece fatal.

La Iglesia y el Ejército
Los curas de tercer mundo hablan de revolución, pero siguen siendo curas. Es decir, se mantienen dentro de una estructura milenaria opresora que en muchísimas situaciones jugó a la división interna capitalizando a sectores en lucha, pero manteniéndose como síntesis y santificando cristianamente a las fuerzas oponentes.
De todas maneras, la deserción en la Iglesia Católica y la falta de vocaciones habla a las claras de un proceso no racionalmente planificado, sino producto del desgaste. Son precisamente las nuevas generaciones las que desertan y también ellas las que no ingresan a los seminarios. Así y todo, los curas del tercer mundo suelen ser jóvenes y eso les da cierto prestigio revolucionario. Pero, se parecen mucho a los jóvenes que se quedaron en el PC cuando los revolucionarios se alejaron para empuñar lar armas... Camilo Torres, no era ya cura cuando marchó a la guerrilla.
Quiero decir, no puede confiarse en el que se mantiene dentro de una estructura reaccionaria mientras predica la revolución. Si en cambio, en aquel que comienza por cortar sus vínculos con la conducción del armatoste conservador.
El Ejército a su vez, puede producir modificaciones de importancia en la estructura económica de un país subdesarrollado y puede también, ser la vanguardia de un proceso de reivindicación social como se demostró en el tercer mundo con Nasser y Perón. Pero hasta qué punto puede canalizar el empuje revolucionario de las nuevas generaciones, considerando que los golpes con sentido nacional y de corte populista, suelen operarse desde el nivel de coroneles?

El proletariado y las fuerzas sindicales
Formidable coalición: el Ejército, la Iglesia y las fuerzas sindicales. Perón logró esta coincidencia, pero provisoriamente en aquel entonces los sectores "democráticos" se coaligaron contra el "avance facista" y los estudiantes hicieron el juego a la reacción.
Ahora esa coalición esta quebrada en toda Latinoamérica.
La sindicalización del obrero es un hecho creciente e independiente de las otras dos fuerzas. Su vigor es cada vez más arrollador. Pero la realidad nos indica que si en los países de gran consumo los sindicatos son fuertes sostenedores de "lo establecido", en los países subdesarrollados luchan por lo que la clase obrera ya logró en los de gran consumo. Su dinámica es revolucionaria en la medida en que luchan por obtener beneficios justos sin que las condiciones de cada país latinoamericano lo permitan. Esta no coincidencia permite reivindicaciones restringidas hasta que fatalmente la presión social opera un cambio de esquema y se impone un gobierno populista (que a la larga no lesiona los intereses del imperialismo, pero por lo menos sienta premisa de un nuevo nivel de lucha).
Todo el juego de fuerzas sindicales se desarrolla dentro del marco de posibilidades que da el sistema, porque el movimiento obrero será mas fuerte y organizado en la medida en que un país se industrialice e inversamente los gremios y sindicatos no podrán presionar con suficiente vigor si no existen fuentes de producción uniformadoras de la clase trabajadora.
No obstante, existen casos en países que como Chile y Bolivia agremian a grandes masas merced a industrias extractivas de interés para el imperialismo. Pero se vera que en la medida en que esas fuentes se nacionalicen, la lucha obrera no será ya por la revolución socialista, sino por la elevación de jornales y por la equiparación de remuneraciones con el operario especializado de las ciudades.
De todas maneras, el cinturón proletario que rodea a los grandes núcleos urbanos es un importante factor de tensión social y todo régimen que se imponga deberá controlarlo y dirigirlo directa o indirectamente mediante confederaciones o centrales de trabajo.
Esto hace surgir una casta de dirigentes que en inestable alianza con el régimen en vigencia puede llegar a no traicionar a sus compañeros en cuanto a lucha por reivindicaciones inmediatas, pero que fatalmente lo traiciona como clase en la medida en que no los dirige hacia la revolución socialista.
Lo anterior hace pensar que si tal casta surge, es porque el mismo proletariado de algún modo, canaliza a través de ellas sus demandas.
La aparente coincidencia entre obreros y estudiantes desaparece en la acción por la reivindicación concreta. Pero existen especiales momentos en que la coincidencia desencadena fuerzas de singular vigor como sucedió en Francia en las jornadas de mayo, en Japón, en EE.UU., Alemania, México y Argentina.
Sin embargo esa fuerza súbitamente desencadenada estuvo en manos del estudiante y del obrero joven manifestándose como bloque de acción, sin ideología precisa, soldada generacionalmente y no en cuanto clase.
Qué hace súbitamente en Latinoamérica estallen esos volcanes juveniles al mismo tiempo que en otros continentes y países cuyas condiciones objetivas son tan diversas?
Tal vez estemos asistiendo a u fenómeno completamente nuevo imposible de interpretar con los moldes clásicos que nos proponen las teorías del siglo XVIIII.

La lucha generacional
Un escándalo de proporciones conmovió al filisteísmo universal.
En China Popular, Mao había desencadenado la Revolución Cultural. Una revolución dentro de otra. La vanguardia de acción estaba en manos de los jóvenes. Jóvenes de hasta 13 años: los guardias rojos.
También en China explotó el volcán y lanzó sus lavas por encima del país como en otras partes del mundo. Sólo que allí se registró el único caso de dirección de esa fuerza joven.
La protesta juvenil se alza en todas las latitudes: desde los "disconformes" soviéticos a los "panteras negras" de los Estados Unidos.
¿Cuál es el ideario de esta generación que escarnece a la burguesía y hace lanzar grititos histéricos a los hombres serios del viejo socialismo?
¿Cuál fue el ideario de Fidel, Raúl y el Ché, cuando andaban por los 30 años y emprendían la invasión a Cuba?
¿Cuál es el ideario de los Tupamaros, del M.I.R., el de las jornadas de mayo, el del cordobazo?
Ningún ideario, salvo cambiarlo todo!
Se dirá que luego fueron surgiendo programas y eso es cierto. Pero luego. Lo real, auténtico y original fue en todos los casos el lanzamiento a la acción sin esquemas previos. La primacía de la acción sobre la teoría.
Decir: «la imaginación al poder» es pedir algo mucho mas vaporoso que: «por el aumento de salarios» o «bajen el precio de los artículos de primera necesidad».
Parece que la misma dinámica de la acción de las nuevas generaciones hace surgir programas, pero no previamente, en manifiesta dialéctica vital contra el especulacionismo y las formulaciones de las viejas generaciones.
Lo que sí está claro es que la nueva generación está en lucha manifiesta con las anteriores y además, contra la imagen total del mundo que ha tenido vigencia hasta estos días. Y esta fuerza nueva, en la medida en que vaya cobrando conciencia de sí misma, irá rechazando también los esquemas revolucionarios de las viejas generaciones, convirtiendo en ideal lo que hasta ahora ha sido desconfianza.
Es presumible que las nuevas generaciones darán a luz su propio esquema revolucionario sin pedir herramientas prestadas a aquellos tan amigos de dirigir, interpretar o utilizar a las corrientes juveniles.
Aquí está surgiendo algo insólito y es que las nuevas generaciones se autoafirman y no se consideran ya simples fuerzas mecánicas movidas por una abstracta necesidad histórica.
Han descubierto que la subjetividad no depende ya de las condiciones objetivas, sino que las modifica. Por eso son realmente creadoras y por eso desdeñan todo esquema y no desean enrolarse en las eternas huestes controladas por los de mayor edad.
Poco a poco cunde la realidad, fríamente estadística, de que en Latinoamérica el 60% de la población es menor de 25 años. De que los niños, considerados hasta ahora mercado potencial de consumo, son también los jóvenes potenciales cuyos hermanos están despertando a una conciencia planetaria unificadora.
¿Qué hacer? Sólo unificar a la nueva generación sin programas, sin esquemas adocenados. Que de ese fenómeno de unidad juvenil, de ese instinto de coetaneidad, se irá generando en el proceso la ideología adecuada.
Técnicamente hablando: ¿cómo puede unificarse a la nueva generación sin programas, sin objetivos concretos?
He aquí el reto lanzado a la capacidad creadora de los jóvenes.

El cambio interior
Si bien el proceso histórico marcha al ritmo que imponen las generaciones en su dialéctica por la apropiación del mundo, cada individuo cuenta para sí mismo como sujeto y es herramienta de transformación para sí y para otros, en la medida en que tome conciencia de las circunstancias en que vive y se autoafirme (no se autoniegue) queriéndose mejor en un mundo mejor para todos.
Los cambios de estructura social hasta ahora no revelan la formación de un nuevo hombre, sino de una sociedad nueva que conserva las mismas estructuras mentales del mundo viejo.
Inversamente, aquéllos que trataron de cambiar al hombre para luego (con hombres "nuevos") cambiar la sociedad, sucumbieron como élite cerrada sin arraigo en las masas.
Hoy se trata de cambiar al hombre y a la sociedad en un sobreesfuerzo simultáneo.
Los viejos cuentos de las causas y los efectos hoy aparecen como postergaciones a lo problemas de urgencia. De tal modo que vivir en cualquier sociedad esperando o actuando por el cambio de uno de los términos, con la fe puesta en un futuro venturoso que nunca se logra, tiene acordes de mistificación.
A estos movimientos que hoy surgen no les basta con crear condiciones para cambiar la estructura mental del hombre de hoy; o la estructura social, separada de los problemas existenciales de todo militante.
De acuerdo a ésto, el hombre nuevo no surgirá después del cambio social sino simultáneamente, si existe una praxis de cambio interno, orientada por el ideal libertario de la revolución total.



EL SOCIALISMO LIBERTARIO
Quererse libre es quererse en un mundo en el que el valor humano de uno y de los demás, cobre categoría de tal en reemplazo del hombre-mercancía, del hombre-productor o consumidor.
Quererse libre es no desear un mundo de trabajo imbecilizante sino humanizante, en donde la producción sea el correlato material de la solidaridad y donde cada cual produzca según su posibilidad, recibiendo según su necesidad. No según la necesidad que el Estado quiera fijar. Es querer un mundo socialista sin Estado (1).
Quererse libre no es quererse simplemente en un mundo socialista en el que el autoritarismo de unos reemplace al de la etapa anterior.
Quererse libre es quererse con intimidad y ser para otros garantía de la intimidad. Es quererse individuo pleno y sentir el para-sí y el para-otro con la misma fuerza solidaria.
No es quererse libre: explotar y ser explotado, controlar y ser controlado, espiar y ser espiado.
Quererse libre es por consiguiente: quererse en un mundo socialista, no autoritario, no burocrático, no partidario, sino paradisíaco (2).
En un mundo que siempre estuvo en el corazón de los hombres buenos y acicateó su imaginación y sus obras fuera de la época, fuera de la prehistoria en que vivieron.
Quererse libre es querer salir de la prehistoria produciendo una ruptura temporal y entrar en la historia verdadera y cálidamente humana.
Quererse libre es querer una nueva sociedad en la que no se sienta el freno o el control, sino la total incapacidad de ejercer cualquier violencia propia de la prehistoria humana.
Quererse libre es querer un mundo en el que no sea necesario utilizar la palabra "amor" por pudor y por sobreentendida.
Quererse libre es querer una sociedad en donde el ateísmo no esté reprimido y en donde la religión interior y personal no sea una fuga de la realidad.
Quererse libre es querer un mundo en el que la razón y el saber no tengan ya inquisiciones y en el que incluso la poesía pueda oponerse a la razón, sin división interna del poeta.
(1)        Ya en el Pacto de Unión de la Federación Libertaria de 1898, se leía: "Luchar por la reivindicación de la sociedad entera contra toda forma de propiedad privada en manos de pocos privilegiados y con la toma de posesión por parte de los trabajadores de todas las fuentes de riqueza: tierra, máquinas, instrumentos de trabajo, medios de cambio, de comunicación y organizado bajo la base de la cooperación de todas las fuerzas sociales". Más adelante: "La clase privilegiada no desaparecerá, sino con la abolición del ente autoritario, tutelador, depresivo de la iniciativa y de la libertad social: el Estado, sustituido por Ia federación libre y espontánea de las asociaciones de producción y de consumo".
(2)        La tesis aparece cercanamente esbozada por Marcuse en "El fin de la Utopía". La aparente ingenuidad de esta proposición es comentada por Castellet de este modo: "En este sentido es posible la eliminación de la pobreza, de la miseria y del trabajo alienado" y cita a Marcuse: "...creo que sobre ésto estamos relativamente de acuerdo; aún más: creo que en ésto estamos de acuerdo incluso con nuestros enemigos. Apenas hay hoy, ni en la misma economía burguesa, un científico o investigador digno de ser tornado en serio que se atreva a negar que con las fuerzas productivas técnicarnente disponibles, ya es hoy posible la eliminación material e intelectual del hambre y de la miseria, y que lo que hoy ocurre ha de atribuirse a la organización sociopolítica de la tierra". (F.U.) De: "Lectura de Marcuse".

EL ÁMBITO EN QUE SURGEN LAS NUEVAS GENERACIONES
En nuestra vasta y contradictoria Latinoamérica, el ámbito en que los niños nacen es variable. Variable según el estrato de sus padres, variable según la raza de sus padres, variable según la condición campesina o ciudadana de sus padres.
Grandes conjuntos forman la crecida tasa de mortinatalidad. Sobre ellos la historia y la naturaleza tienden un piadoso manto al tronchar un crecimiento plagado de enfermedades, de abandono, de brutalidad.
Están los recogidos en orfanatos-cárceles y los hijos de nadie.
Están los hijos de las favelas, de las poblaciones callampas, de las villas miseria.
Están los hijos de los cañeros, de los mineros, de los leñadores.
Los hijos de los desocupados, de los desesperados.
Los del indio movilizado a látigo.
Los del negro.
Están los hijos del alcohol, de la coca, de la prostitución.
Están los hijos del llanto, del crimen, de la ignorancia.
Los hijos de los "padres de la patria" y los ahijados de los sonrientes presidentes.
Están otros: los hijos del proletariado andrajoso y los hijos del proletariado apenas técnico.
También están los hijos de la clase media.
Hay otros cuantos: los hijos de los hombres probos, de los hombres de bien, de los hombres limpios.
Los hijos de los capitanejos de la industria y el comercio, de los profesionales.
Son los hijos de los "momios" y de los "buchones gordos" y de las cacatúas complacientes... Los hijos cuyos padres "deciden".
Hijos de unos o de otros, millones de niños claman al cielo o al infierno por la tortura de sus cuerpos, por las no-calorías, por el deambular de la limosna, por la estupidez de las mentes, por el lavado de cerebro y el condicionamiento que producirá niños enemigos de otros niños.
Luego vendrán los jóvenes, los adultos y los pocos que lleguen a viejos.
Y volverá la rueda a girar.
Cuando esta rueda comience a atascarse, alguien pondrá aceite en la maquinaria y entonces ésta, silenciosamente, empezará a despedir, encarcelar y asesinar a todos aquellos que "perturban la paz y el clima de trabajo que necesita nuestra patria".
Simultáneamente, echará a funcionar el artefacto propagandístico y mucha gente quedará conforme en las ciudades por las explicaciones que se dan, mientras los cortos publicitarios muestran a las preciosas ridículas tomando Coca-Cola o revolcándose entre pieles.
Las huelgas obreras serán explicadas como provocadas por agentes foráneos. Los disturbios estudiantiles, como pretextos de cabecillas que no quieren estudiar.
En uno y otro caso, el sistema repudiará la politización como ajena a las organizaciones gremiales y Universitarias. Luego de tal maravilla reiniciarán el proceso y los dirigentes de empresa, así como los profesionales, seguirán haciendo su imbécil política disfrazadora de hechos.
En realidad, tanto el estudiante como el obrero joven repudian en las jerarquías a las que están sometidos, precisamente eso: la politiquería hipócrita que éstas hacen cimentando los valores de un sistema social hipnótico, utilizador y criminal.
Al fervor callejero de la huelga, de la rebelión, sucede la paradoja trágica: la presión psíquica del hogar, la división interna con que el sistema debilita a todos los luchadores de la liberación...
Entonces los años pasan, los intereses varían y los padres y esposas que fueron utilizados por el sistema para socavar la moral de los rebeldes, sienten a la corta o a la larga que su hijo o esposo, Juan-Nadie, "ha sentado cabeza".
Ahora Juan-Nadie, ya habrá superado el complejo de culpa de sus años jóvenes. Ya no tiene por qué sufrir la división interna de sus años de acción. Ahora se siente más Juan que nadie y más Nadie que todos... Ahora será el rompehuelgas, el delator, el traidor a sueldo o "por convicciones".
Si Juan-Nadie termina en profesional, disertará largo tiempo entre digestión y digestión sobre el idealismo de los jóvenes y explicará cómo también él, fue un militante engañado.
O bien, si por su incapacidad y frustración no logró un título universitario o un puesto de capataz, tranquilizará su conciencia fenicia explicando los fracasos por aquellos que lo corrompieron y alejándolo en su momento de las verdaderas obligaciones. Ciertamente, de las obligaciones de esclavo.
Luego educará a sus hijos de tal modo, que la adaptación al sistema les impida seguir sus propios pasos de rebeldía juvenil. Ese terror por su propio recuerdo, convertirá a Juan-Nadie en el inquisidor de sus hijos y de las amistades de sus hijos.
Un buen día Juan-Nadie morirá y sus vecinos irán a ver su cara.
"Juan-Nadie, Q.E.P.D., sirvió dócilmente a los sirvientes de los sirvientes del imperialismo. Vejado en su niñez, comprado en su juventud, anestesiado en su madurez. Fue útil a la sociedad y más papista que el papa. Su esposa e hijos lo llorarán eternamente".

LA DIALÉCTICA GENERACIONAL
Ya no está en manos de los partidos el control de Ia situación, sino en manos de los jóvenes. Por tanto, los adultos de todas las tendencias quedan plantados ante sus propias preguntas:
"¿Cómo hacemos para canalizarlos, según indica la experiencia?"
"¿Cómo hacemos para que entiendan que la lucha no es generacional, sino en todo caso de sistemas?"
"¿Cómo hacemos para que trabajen por su propio futuro, aceptando las reglas del juego que ponemos nosotros?"
"¿Cómo hacemos para que vayan a la guerra, ellos que son jóvenes y fuertes, mientras nosotros les cuidamos las espaldas por televisión?"
Parece que cualquier cosa que hagan tiene la virtud de poner más en evidencia la mentira del sistema (3).
Las nuevas generaciones comprenden mejor su situación al confrontarse con las precedentes, al sentir el choque con las aún más jóvenes y al plantearse la posibilidad de cambio del medio en que viven.
De otro modo: el momento histórico en que las nuevas generaciones viven se devela casi espontáneamente a sus ojos, por la confrontación con las generaciones instaladas, por las posteriores que recién surgen y por el medio socioeconómico en que les toca alienarse.
Esta comprensión brota además, corno negación del momento histórico y da por resultado una afirmación de la negación, una suerte de nihilismo posibilitario. Los individualistas, los conformistas y el resto de cínicos que respiran el mismo clima, niegan todo valor posible en la vida y justifican desde el oportunismo hasta la traición.
Pero lo fatal es que no existe otra posición revolucionaria en el momento actual que la afirmación de la negación de todos los valores por ahora en pie. De ahí que todo libertario desconfíe de las melosas mentiras acerca del "amor", la "amistad", la "belleza", la "realidad interior", etc., con que los farsantes distraen la atención para efectuar santamente las peores canalladas.
Porque toda esa jerga de palabras huecas y frases hechas, pertenece al pasado y ha sido acuñada por los explotadores de siempre. ¿Cómo podría creer un revolucionario a quien respete el lenguaje de un momento que él niega?
Tal vez por éso, aunque las palabras sean comunes en la forma, el significado se modifique y los jóvenes puedan amar aparentemente insultando o despreciar con tono amable.
La forma correcta con que los guerrilleros se dirigen a sus enemigos en el caso concreto de la acción directa, muestra casi siempre esa contradicción que alarma. Tal es el caso del comando que al encañonar con sus metralletas al torturador policial, le indica afablemente: - "Señor mío, tenga la amabilidad de acompañarnos".
(3)        "Tanto ellos como los regímenes que defienden, han generado a lo largo y ancho de toda América, una violencia como nunca la hubo en este continente... Ver "Silo y la Liberación", Tercera arenga prohibida.

CORRIENTES DESVIATORIAS DE LAS NUEVAS GENERACIONES
Los jóvenes sienten día a día la necesidad de cambio. Sienten esta necesidad con todo su ser. Desean cambio de estructuras sociales y el cambio de la propia estructura mental.
Se empieza a advertir que el surgimiento de un hombre nuevo no necesariamente corresponderá a una sociedad nueva, o tal vez sí. Pero hay urgencia hoy por cambiar en uno mismo. Semejante tendencia cobra fuerza y la idea de la revolución interior tiene sentido en ese contexto.
No debe por tanto, tomarse a la ligera un cierto clima místico que campea entre las nuevas generaciones.
Están las líneas espiritualistas, teosóficas y ocultistas de todo tipo, que alientan a los conformistas a prepararse para ultratumba. No nos referimos a eso, sino al tono vital "místico" que puede descubrirse, por ejemplo, en los hippies de hoy como en su momento pudo advertirse en surrealistas y afines y más adelante, en los beatniks.
Tampoco hablamos de la subida del tono supersticioso en las sociedades contemporáneas (4).
Cuando jóvenes de distintas extracciones comienzan a apelar a la droga "como experiencia nueva" o a interesarse progresivamente por lo "oculto" o por los "poderes escondidos de la mente", conviene reconsiderar esquemas y tratar de comprender esta necesidad tan real como puede serlo la de amar o de aprender.
No se trata de discutir con las nuevas generaciones la posibilidad del cambio interior en general (idea a la que personalmente adhiero), sino la posibilidad de ese cambio, si simultáneamente se produce un encerramiento en sí mismo, negando la realidad social.
A veces, pequeños grupos de jóvenes se autosegregan de las estructuras sociales convencionales y configuran curiosas comunidades. Esas comunidades al poco tiempo se corrompen por la promiscuidad y porque sus integrantes van a ellas con cuanta lacra formó en su personalidad la sociedad que ahora niegan. En realidad, no niegan radicalmente las estructuras burguesas, sino que sirven a ellas debilitando la oposición al sistema.
El hippismo sirve en ese sentido al sistema, aunque muchos de sus integrantes no sean conscientes de la utilización que padecen.
No hablamos de grupúsculos de ridículos "buscadores de Ia verdad" o de niños bien a medias, viajeros al Oriente; ni tampoco de los canallitas de siempre que tapan sus deficiencias sexuales mezclando el olor a santidad con los cuernos.
Hablamos de aquellos que hastiados de una lucha estéril y reconociendo sus propias limitaciones, se lanzan a la búsqueda del cambio interior como última posibilidad vital. Ellos podrán comprender que no tiene sentido un cambio que no sea total. Si son consecuentes con esta idea, advertirán también que no Iuchar por la revolución social al par de la propia revolución interior, significa la pérdida de los dos términos últimos.
La experiencia que estos jóvenes puedan aprovechar de los buceadores de la vida interior (o por lo menos de gentes más conocedoras), no es tarea nuestra cuestionarla, pero sí es nuestro deber orientarlos en el sentido de la revolución total.
Tanto en el joven guerrillero de hoy como en el auténtico buscador de la revolución interior, hay una frescura y el desinterés de dar un salto en el vacío y sin especulaciones. ¿Cómo podríamos lograr un ser total e integrado? Tal vez en ellos estén las potencias de ese hombre nuevo, que aún no alcanzamos a definir.
El hippismo y los ocultismos en general, como corrientes desviatorias de la acción social, parecen afianzarse en el mismo estado de conciencia en el que surgen las religiones, siendo éstas posteriormente las superestructuras de desarme sicológico útiles a la dictadura de las clases explotadoras.
La tendencia en el hombre a la trascendencia no puede ni debe ser discutida aquí, pero sí el aparaterío ritual y autoritario opuesto precisamente a la necesidad de liberación.
Puede tener sentido la religión interior como afirmación de la propia intimidad y tiene derecho a la prédica quien considere esa forma de trascendencia como una lucha más contra las religiones externas y la malévola falsedad de los cultos. Pero todo aquél que adhiere a la religión personal e interior, sabe que está ligado a su propio cuerpo y que su biopsiquismo padece no sólo las determinaciones de las leyes naturales, sino del medio económico en que vive.
Por lo tanto, aquél que se siente luchando contra su propia mecanicidad, sabe también que es de buena fe no fugarse a los paraísos artificiales de la droga personal o colectiva, sino luchar contra todo lo que sea explotación e hipnosis. De no ser así, ¿cómo explicarían los puristas que sienten horror por los planteos sociales, su necesidad de dinero, ropa, alimentación, vivienda, medicina, etc.; y que para eso deban vérselas con el sistema económico que les rodea?
Usar una pala (no hablemos de un avión) o el lenguaje, es usar herramientas culturales y si se es purista de buena fe el único planteo auténtico es el del suicidio.
Aquel que medita sobre sí mismo o que se aleja del medio social provisoriamente y para tomar una perspectiva deshipnotizante, está "recargando sus baterías" para volver al mundo de la lucha con más bríos y con la conciencia esclarecida. Esa es la justificación ideológica del retiro de Jesús. Zaratustra, igualmente, regresa a lidiar con el último hombre y lo hace porque "ama a los hombres". Así han procedido los profetas luchadores contra la opresión. Así procede todo revolucionario que luego del fárrago diurno medita y autocrítica sus acciones cotidianas.
La creación estética tiene igualmente sentido en la medida en que cuestione las estructuras aceptadas por una sociedad adormecida y sirva para despertar la conciencia libertaria. No debe entenderse que estemos hablando del Realismo Socialista, porque esa tendencia funciona como cuestionadora de un tipo de opresión y justificadora de las líneas convenientes para el Partido.
Todavía quedan algunos esteticistas que cómodamente instalados en el mundo burgués justifican su holgazanería y su incapacidad creadora rodeándose de ambientes bellos y amables y justificando su existencia gozadora e innoble con teorías confusas acerca de Epicuro o de las calendas griegas. Ellos, consumidores de fotografías y de posters de hermosos guerrilleros, son los más hipócritas cómplices del sistema.
Si existen corrientes desviatorias en el terreno de la Religión y el Arte ¿qué no sucederá con el Derecho y la Filosofía al servicio de la oligarquía? ¿Qué no sucederá con la Ciencia?
Es deber de todo científico y de todo artista luchar con los recursos que estén en sus manos para aumentar las contradicciones del sistema y a favor de la liberación humana.
Se afirma que los científicos deben estar alejados de toda ideología, pero sabemos muy bien que ese es el propósito de la ideología tecnocrática burguesa.
Ya desde los primeros pasos universitarios se machaca el cerebro de los estudiantes con la investigación científica "ajena" a los planteos sociales, tratando de injertar semejante contradicción aún en las facultades de Psicología, Sociología y de Derecho.
Los estudiantes que todavía en estas horas defienden semejante trampa, o son parte interesada de la oligarquía o están totalmente hipnotizados para uso y abuso del sistema.
La labor del estudiante revolucionario es denunciar públicamente las trampas y despertar la conciencia de los dormidos, organizando la rebelión en su propio ámbito.
Otra corriente desviatoria es la de la libertad sexual. Ciertamente, la liberación del tabú del sexo importa. Pero la forma con que se acomete el problema y el exagerado relieve en que se pone tal cuestión, parece también al servicio del sistema que se encarga hoy de canalizar esas fuerzas explosivas hacia el desahogo del amor libre y de toda la pornografía que el mismo fomenta.
El amor libre se da de hecho, aunque solapadamente y con sentimiento-de-traición. Romper tal sentimiento es también liberarse.
Pero el sistema ha advertido perspicazmente que canalizar las potencias del sexo hacia el mercado, aumenta las ventas y que las manifestaciones a favor del amor libre, la promiscuidad, la inversión, etc., no hacen a la esencia de la revolución.
La igualdad de los sexos sí es un problema de fondo y la lucha para conseguirla tiene sentido.
La libertad sexual tiene valor para todo aquel que quiera practicarla, pero los verdaderos revolucionarios comprenden la importancia de canalizar sus energías en una sola dirección y para ellos es más liberadora y fecunda su relación con la compañera de lucha, que la mezcla fácil de impotentes y frígidas en un aquelarre pequeñoburgués desvitalizado.
Es tan repugnante la moral filistea que santifica a la pareja por la Religión o las leyes del Estado, como el picoteo contínuo que provoca ambivalencias afectivas de todo tipo.
Mucho menos justificado aún aparece ese tipo de matrimonio que conserva sus apariencias monogámicas y se maneja hipócritamente con todo tipo de "contactos horizontales", reprochando a su vez al divorcismo y escandalizándose por el futuro de los hijos de las parejas disueltas.
(4)        Todo ello aparece descrito en "Silo y la liberación": La Escuela y el momento actual.

REVOLUCIÓN Y LIBERACIÓN
Cuando se habla de revolución se da por comprendido que se trata de revolución socialista. Las revoluciones anteriores no pierden por eso su significado, pero en el mundo actual intercomunicado únicamente la revolución socialista cobra categoría de modificación radical de las estructuras.
Existen países cuya estructura feudal o hasta teocrática no han conocido siquiera la revolución burguesa. De acuerdo a una concepción lineal revolucionaria, dichos países deberían producir su transformación efectuando pasos dialécticos y agotando todas o casi todas las etapas que ha recorrido una sociedad más avanzada hoy socialista.
Esa concepción no corresponde a la realidad. La Rusia zarista, la China feudal, la Alemania y la Checoslovaquia industrializadas, la Cuba subdesarrollada y de monocultivo, nos ponen evidencias distintas, procesos diferentes y todas ellas producen su revolución socialista.
De hecho existen superpotencias con distintos signos sociales y países de escaso desarrollo, con signos distintos.
Si nos atuviéramos a los viejos esquemas según fuera el país en que nacemos o actuamos, nuestra lucha debería restringirse a las condiciones objetivas del mismo. Y si tal criterio debiera seguirse con una mecánica rígida, estaríamos agotando nuestra existencia en más de un punto por llegar a la revolución francesa.
Sin duda que no es válida esa forma de comprender la revolución y sus procesos determinantes.
Uno de los mayores obstáculos ideológicos es el de las tan mentadas "condiciones objetivas".
La idea de condición objetiva pone un freno subjetivo y hace que la conciencia acate la dictadura que la realidad presenta, constituyéndose el militante de la revolución en simple instrumento de la "naturaleza" social. Este naturalismo trasplantado a los procesos históricos, está también en la raíz de la supeditación de la revolución a una determinada clase y por supuesto al Partido que se autotitule vanguardia organizada de dicha clase.
De igual modo sucede con el individuo que se quiere auténticamente revolucionario y que su extracción no surge del seno de proletariado. Tal angustia provocada en revolucionarios que aceptaron el naturalismo histórico debería haber frenado su praxis. Sin embargo, ni Lenin, ni Mao, ni Fidel Castro Ruiz, ni Ernesto Guevara Lynch se detuvieron a considerar esa dificultad. Y no se detiene todo luchador de la libertad que ha nacido desgraciadamente en una sociedad de gran consumo en donde el mismo proletariado se constituye en freno de la revolución.
No discutimos la determinación real de las condiciones objetivas, ni el inmenso papel que juega el proletariado como clase productora, mayoritaria y decisiva en los procesos.
Estamos discutiendo la ponderación real de las condiciones objetivas. Basados en la experiencia histórica concluimos que las condiciones objetivas no tienen carácter necesario sino contingente, de acuerdo y en grado a la introducción de las condiciones subjetivas no totalmente dependientes de aquéllas.
Comprendemos la gravedad de tal afirmación y comprendemos algunas de sus consecuencias.
La no total dependencia de la subjetividad es la que permite precisamente que la revolución se concrete en el mundo de lo objetivo y es también la que posibilita que el hombre se constituya en creador de condiciones objetivas y director de procesos históricos.
Por lo contrario, el naturalismo histórico produce un tipo de hombre que si vive en una sociedad socialista no sufre ya la condición de hombre-mercancía, pero queda supeditado aún a la condición de hombre-productor, estando determinada su existencia y su tiempo vital por las necesidades que ahora regula un nuevo Estado, como continuación "natural" de la etapa anterior.
La revolución socialista ha producido un inmenso avance en el desarrollo de la humanidad, pero hasta tanto no se despoje de la idea y el sentimiento de la "neutralidad" de los procesos históricos, no logrará tampoco la efectiva liberación del hombre. En ocasiones podría suceder que una superestructura autoritaria se instalara en reemplazo de la dictadura del paso anterior, comprimiendo a tal punto la libertad, que los hombres de la sociedad nueva sufrieran la angustia del autoritarismo, más el fracaso del ideal permanente de liberación.
Bastante elocuentes son en tal sentido los ejemplos de la época estaliniana y los ejemplos que día a día se multiplican en el campo socialista, donde las nuevas generaciones y los intelectuales se rebelan contra el autoritarismo y la burocracia del sistema.
Debe decirse de una vez que las nuevas generaciones en rebelión dentro del campo socialista no son ni remotamente reaccionarias, todo lo contrario. Son precisamente las portadoras de la nueva revolución contra el naturalismo del sistema. La coacción que se ejercita sobre ellas muestra opuestamente la reacción "natural" y conservadora frente al ideal libertario.
El mismo engendro de las "contradicciones no antagónicas" en la sociedad socialista, brota como una aparente ruptura del naturalismo del proceso histórico desarrollado hasta ese momento, pero es en rigor la mejor superestructura ideológica protectora de un estado de cosas natural, en el que nadie debe tener derecho a imaginar una nueva revolución como negación del Estado autoritario y del hombre-productor, cosa que por otra parte admitiría una dialéctica consecuente.
Si en orden a la efectivización de la revolución no se barre desde un principio con las teorías de las condiciones objetivas absolutas, se frenarán las posibilidades de la imaginación y de la creación revolucionarias. Si no se elimina igualmente la teoría de las contradicciones no antagónicas, se frenará el proceso de liberación, aún cuando la revolución se produzca.
Esclarecido sobre estos puntos, todo libertario vislumbra como posible la revolución en cualquier país, en cualquier punto de la Tierra, por muy saludable que se muestre el sistema de opresión. Todo libertario se siente como hombre o mujer importante para la revolución, independientemente de su extracción y de las condiciones objetivas de su medio, comprendiendo su inactividad como una justificación y una postergación (cuando no, negación) de la humanización de sí mismo y de su prójimo.
Si se hace en él carne además, la idea de liberación como no necesariamente producida por el hecho revolucionario, tomará precauciones para que desde un primer momento su acción y su organización no sean autoritarias ni burocráticas.

PASAJE DE LA SOCIEDAD SOCIALISTA A LA LIBERTARIA
Varios clásicos del Socialismo contemplan una etapa final de la sociedad sin clases, en la que el Estado debe desaparecer a favor de una organización coordinadora y solidaria.
Tal cosa es posible, sin duda.
Si la revolución requiere para afianzarse y para comenzar la tarea de la construcción del socialismo de una etapa de dictadura, la dictadura en sí no es substantiva. Pero es necesario que el proletariado detente los medios de producción, que las relaciones de producción sean socialistas y que se destruya el manipuleo de la subjetividad hoy en manos de una clase (entendiendo por manipuleo subjetivo no sólo la acción de las superestructuras reconocidas como tales: Derecho, Religión, Filosofía, Arte, sino primariamente de la educación, información, difusión y propaganda en general).
En tanto los medios y relaciones de producción, así como los medios de cultura estén en manos de la clase trabajadora, la noción de dictadura del proletariado más bien tiende a complicar las cosas y a desviar de los objetivos, creando un tono autoritario que puede perpetuarse opresivamente.
La revolución en el mundo de hoy, debe asumirse también como revolución tecnológica al servicio del hombre y debe ser humanizante en lugar de dictatorial y esforzarse por eliminar todo tipo de sufrimiento.
Si bien en la etapa anterior la monstruosa dictadura está en manos de una minoría explotadora e insensible y si es el pueblo quien costea ese lujo (o esa necesidad) de la oligarquía, la solución del reemplazo de una dictadura por otra, aunque más humana, no ofrece tampoco garantías. Muy bien puede suceder que una "nueva clase" monopolice ciertas superestructuras a su servicio, aún cuando la base sea socialista.
Esta desconfianza nace de la consideración teórica de que no necesariamente corresponde una modificación de la subjetividad a una modificaci6n de la base económica. También, se apoya en la experiencia histórica demostrativa de lo mismo en cuanto al pasaje de una sociedad de explotación a otra justa, pero manejada por un aparato burocrático. Parece suceder entonces, que no obstante la destrucción del antiguo régimen, no se ha logrado un nuevo hombre totalmente libre de opresiones sociales.
¿Desde dónde arranca el problema? Evidentemente, desde la organización misma del partido revolucionario que luego dirigirá la etapa de afianzamiento y construcción.
Todo partido revolucionario que apunte a una pirámide jerárquica justificada por la teoría del "centralismo democrático", lleva en sí el germen de la dictadura que tiende a propagarse y crecer en la etapa posterior.
Por el contrario, una organización que nace como vanguardia revolucionaria y en la medida de su crecimiento tiende a descentralizar a favor de los centros de trabajo y de las regiones, así como a favor de las nuevas generaciones, asegura en su desarrollo la dinámica del proceso.
De este modo, cualquier movimiento que se sienta libertario, no burocrático y no autoritario, tenderá desde su formación a coordinar funciones descentralizando, a fomentar la asamblea y la autocrítica en cada organismo y luego de cada acción (5).
Esa será verdadera muestra de buena fe y de la confianza que los hombres sienten por sus compañeros de lucha.
Es cierto que una organización de la naturaleza propuesta puede tener innumerables defectos, pero precisamente por la tónica de la autocrítica continua y de la renovación permanente, el movimiento ha de desarrollarse en función de las circunstancias reales y no de estrategias postergadoras o de intereses de grupo, cuando no de armatostes organizativos o de funcionarios inalcanzables. Más adelante veremos ésto.
5)         "Coordinar los esfuerzos para el triunfo de los ideales comunes no significa renunciar a las iniciativas que los grupos y los individuos aisladamente puedan realizar". Pacto de Unión de la Federación Libertaria.



EL DERRUMBE DE LAS IDEOLOGÍAS Y LA ACCIÓN POLÍTICA
En el mundo actual las pesadas ideologías de antaño, se derrumban. Aún aquellas que en su momento fueron verdaderas herramientas de lucha revolucionaria y que contribuyeron eficazmente a la construcción del socialismo.
La aceleración del tiempo histórico hace que toda herramienta quede obsoleta. Las ideologías, como instrumento de comprensión de la realidad social, van siendo reemplazadas por un nuevo sistema de formulaciones aparentemente no ideológico y disfrazado con el daterío estadístico.
La nueva izquierda tiene que vérselas ahora con un enemigo tramposo en grado superlativo que defiende al sistema con números-símbolos de la realidad concreta.
Muchos han advertido el reto y se han apoderado también del mismo sistema explicativo y demostrativo comprendiendo, no sin razón, el valor propagandístico de esas presentaciones.
Sin embargo, otros van abandonando poco a poco los modelos de la sociología matemática tal vez por la oscura sensación de que en todo eso "algo no marcha".
La vieja izquierda puede tal vez seguir discutiendo la validez de una proposición estadística, o si las conclusiones están bien o mal formadas, o si están cercenadas de su real contexto, o si en definitiva reflejan o no la realidad objetiva. Pero los jóvenes advierten que la apropiación de tales instrumentos y su aplicación al mundo de la revolución implica un neonaturalismo deshumanizante y mentiroso.
La situación resulta difícil para aquellos que superando los viejos esquemas, deben rechazar ahora también las nuevas ideologías disfrazadas o no, que se lanzan a toneladas en el mercado del libro y en el ámbito de la cultura. Es que los jóvenes más lúcidos están asqueados de todo. También de las ideologías y si hay algo en lo que están de acuerdo es en que debe hacerse la revolución.
Pero a poco que empiezan a estudiar los métodos más adecuados o a tratar de comprender la situación en que les toca actuar, surge la discusión ideológica hasta el infinito, atascándose todo accionar. Entonces, muchos concluyen por no discutir ni analizar y reemplazan el vacío (o la saturación) teóricos, por la acción directa que en ocasiones aglutina y que siempre hermana contra el común opresor.
En esa situación, reciben el bombardeo ideológico de todos los sectores. Aún de sus antiguos camaradas, partidarios de la "recta reflexión".
La única solución se les aparece entonces como la formación de comandos cerrados de lucha, como organización vertical, cerrada, paramilitar. Esto trae el serio inconveniente de no poder aclarar suficientemente a la clase trabajadora los fines que justifican esa forma de praxis, mientras el sistema desvía de la opinión pública las verdaderas intenciones de los comandos de acción, transformándolos en bandas de delincuentes comunes merced a los medios masivos de difusión que continúan apoyándose en una sensiblería estafadora.
Si la nueva izquierda, tironeada desde todos los ángulos, no acierta a comprender que su organización debe ser por sobre todo generacional y apoyarse en el obrero joven y el estudiante, no podrá hacer tampoco correctos análisis de su situación ni ser permeable a las grandes masas susceptibles de devenir revolucionarias.
Lo dicho en el párrafo anterior suena a "tomar el rábano por las hojas". Sin embargo, no es en la discusión previa ni en el análisis ad infinitum, donde se clarificará la realidad ni de donde surgirán correctas tácticas de lucha, sino de la organización generacional que logre incorporar las dos, hoy por hoy, únicas fuerzas dinámicas de ruptura histórica.
En donde surjan espontáneamente grupos descentralizados, pero organizados generacionalmente y con la aspiración de un socialismo libertario, los jóvenes tenderán a crear su propia ideología -o a dar comienzo a su lucha concreta-, amalgamándose en verdadera vanguardia.
Por otra parte, aún aquéllos que se sientan inclinados a la acción directa reconocerán la necesidad de un brazo político como ha sucedido con todo movimiento revolucionario.
Desde luego que la condición de todo movimiento o grupo del Poder Joven es la no participación en la farsa política de la democracia burguesa, pero sí el aprovechamiento de la falseada libertad política para la denuncia pública de la injusticia y para la polarización de las fuerzas revolucionarias en la línea socialista y libertaria.
Las ideologías se derrumban y las nuevas generaciones no aceptan ya supuestos teóricos, sino que en su dinámica tienden a crear la ideología adecuada a las circunstancias. Tal posibilidad podrá ser explotada partiendo de la formación de grupos espontáneos que se conecten entre sí, hasta coordinarse en verdaderos movimientos o partidos nacionales e internacionales, negando a todos los otros movimientos o partidos (6).
(6)        "Se supone que se debe llenar el Poder, llenar los partidos. Es decir, llenar los moldes fabricados por un mundo que muere. Pues bien, digo lo contrario: vacío al Poder, vacío a los partidos, vacío a los políticos... " Ver Silo y la Liberación - Tercera arenga prohibida.

PACIFISMO Y DERECHO A RÉPLICA
La nueva izquierda es antiimperialista, antiarmamentista, antibelicista.
Le repugna toda aplicación y aún exhibición de fuerza. Aspira a la revolución socialista no de un modo lento y al estilo de los reformistas, sino súbito. Confía para éso en la aceleración del tiempo histórico y en la presión social de las nuevas generaciones.
Hasta ahora se ha pensado que el cambio revolucionario debe efectuarse haciendo uso de la violencia. Pero se vislumbran nuevas posibilidades que deben ser explotadas al máximo, antes de aplicar la determinación violenta.
La apropiación de los medios de producción por parte del obrero y del campesino puede efectuarse a través de las escaladas de las huelgas revolucionarias y de las tomas progresivas, si previamente se ha colocado en el gobierno a reformistas que para ganar a las masas, han debido declamar la necesidad del cambio revolucionario. En ese caso, se trata de ir aumentando progresivamente las demandas a través del movimiento sindical y según el grado de esclarecimiento logrado en las masas. Colocando al gobierno reformista en la situación de abrirse a las masas, de reprimir a las masas, o de sucumbir ante sus propias contradicciones. Si reprime o sucumbe, de todas maneras queda agotada ya esa posibilidad para el sistema y en el futuro, cualquier otro gobierno tendrá que contar con las premisas puestas por la etapa anterior.
Pero si la conducción sindical obstruyera la dinámica revolucionaria, quedarían otras formas de presión social.
Toda reacción violenta del sistema contra los justos reclamos del pueblo, hace responsable al sistema y no al pueblo, cuyo derecho a réplica es inalienable.
El derecho a réplica, en el Derecho burgués, aparece consagrado como un derecho individual a la propia defensa y ningún leguleyo medianamente consciente, atribuirá ánimo violento a aquél que defienda su vida por cualquier medio frente a la agresión mortífera de otro.
Las nuevas generaciones consideran con toda seriedad la moralidad revolucionaria de la violencia y parecen atascadas por la ideología del sistema que habla de "paz" mientras encarcela y asesina a dirigentes obreros y estudiantiles.
La posición es clara: el nuevo espíritu libertario es humanista, solidario y amante de la vida. Por eso es pacifista. Pero consagra corno propio de la moral revolucionaria, el derecho a réplica o a la autodefensa armada del pueblo frente a la agresión criminal del autoritarismo.

LOS GRUPOS ESPONTÁNEOS
Hay tantas formas de organización posibles, cuantas sean las formas de lucha.
Teniendo en cuenta la dinámica de la sociedad actual, toda organización rígida queda casi en su mismo nacimiento, envejecida.
A pesar de ésto, algunas organizaciones aunque conserven su forma externa más o menos estática, se dinamizan en su interior. Nadie puede negar que ése es el caso de las estructuras al servicio de las clases dominantes, desde el Estado al partido político. Por el otro lado, la organización sindical y el partido de clase revolucionario.
Si el objetivo es la toma del poder político, el partido revolucionario puede lograrlo en la medida en que las contradicciones se acentúen como para impedir por propio atascamiento, toda reacción exitosa. En tal caso, desde el golpe de Estado puede llegarse a la revolución por pasos sucesivos. Trotsky definió esa situación como "un puñetazo asestado a un paraliítico".
Pero mejor instrumento para ese fin es el ejército (en su oficialidad y suboficialidad joven) que el partido.
El partido mismo, se convertiría en el caso anterior en el brazo político de las fuerzas armadas.
La idea no es descabellada, sobre todo en Latinoamérica.
Hegel observaba en el siglo pasado diferencias importantes entre la América sajona y la América latina en lo que hace a sus estructuras militares, nacidas en el primer caso de la colonización y en el segundo, de la conquista. Esto explicaría en sus raíces que Latinoamérica desde sus primeros pasos haya tenido estructura militar por la organización de conquista que se estableció en estas latitudes. Explicaría lejanamente el péndulo continuo de los gobiernos militares-civiles en el manejo del Estado y la tarea que correspondería al ejército en los procesos de liberación.
De todas maneras y haciendo reducciones más próximas, se trate de civiles o de militares, las estructuras de dominación han estado al servicio de las clases explotadoras.
Volviendo al problema de los objetivos, habrá que ver si la toma del poder político es la toma del poder real. Porque si el poder real está en los instrumentos de producción, aún las superestructuras coactivas dependen de ellos. De acuerdo a ésto, parece más importante la movilización de las masas hacia la apropiación directa de los instrumentos de producción que hacia los instrumentos del poder político.
Los fundos, las fábricas, los medios de comunicación y de control subjetivo, tienen sin duda mayor interés que los edificios gubernamentales o que los centros de administración. El obrero debe apropiarse de los primeros. Es el movimiento obrero el que posee cohesión y fuerza suficiente para tal empresa.
Lo dicho vale teóricamente, pero en la práctica, la organización sindical en su dirección parece estar estrechamente ligada al sistema y cada vez más, a medida que se avanza hacia la sociedad de gran consumo.
Quedan entonces los grupos espontáneos que se generan en cada centro de trabajo, en cada centro de estudio, en cada región y que fuerzan a la conducción hacia la línea revolucionaria. Estos grupos por necesidad tienden a coordinarse entre sí, pero si lo hacen centralizando serán manejados por el mismo sistema que habrá de coartarlos dentro del régimen sindical o habrá de separarlos en sindicatos paralelos sin posibilidad de juego abierto.
Los grupos espontáneos existen en todo centro de trabajo y se forman por edad, amistad o afinidad ideológica y tienden a crecer cuando la conducción sindical traiciona.
Por tanto, basta con que los grupos espontáneos que siempre existen, tomen conciencia de su enorme poder para que se amplíen y comiencen los contactos con grupos afines de otros centros. Lo único que se requiere para esto es esclarecimiento personal y difusión ideológica. No es necesaria ninguna complicación organizativa, porque los grupos surgen espontáneamente. Lo que importa es crear condiciones de concientización.
Los grupos espontáneos dentro del gremio o del sindicato habrán de coordinarse no por conducto único vertical (de fácil control para el sistema), sino por contactos horizontales múltiples y según necesidades reales, obligando siempre a la conducción autoritaria a la asamblea y a la autocrítica abierta.
Si en cada lugar de trabajo surgen grupos espontáneos que se enlazan horizontalmente con otros, el problema queda reducido al sistema de coordinación que se establezca.
No se trata aquí de la toma o el copamiento del poder sindical, sino de revolucionar su estructura vertical tan fácilmente controlable por el gobierno.
Los mecanismos de coordinación deben ser también múltiples y surgir según necesidades, desapareciendo luego del cumplimiento de cada objetivo para evitar la perpetuación de coordinadores, para que cada grupo espontáneo sea autónomo y responda a las necesidades reales de un centro de trabajo y para que tampoco la coordinación pueda ser copada desde afuera. Otra ventaja que ofrece tal movilidad y renovación continua es la mayor participación de los trabajadores, rompiéndose el mito de que las masas deben ser canalizadas, es decir, guiadas mansamente por cualquier organización autoritaria.
Por otra parte y aun a riesgo del fracaso de operaciones conjuntas, muchos centros de trabajo no participarán de algunas acciones, pero con éso se evitará también el resquebrajamiento que produce toda acción forzada. Opuestamente, las operaciones conjuntas serán espontáneas, dúctiles y creadoras. Entonces, aún los fracasos serán fuente de experiencia revolucionaria.
El poder económico de que disponen los grandes sindicatos es bloqueado en el mismo momento en que el sistema advierte el peligro. De igual manera, la conducción puede ser fácilmente desplazada e intervenida toda la estructura.
No debe entonces argumentarse que los fondos de huelga, por ejemplo, vayan a salir (cuando la acción es verdaderamente revolucionaria) de las arcas sindicales, sino de los grupos espontáneos de cada centro de trabajo, de los mismos compañeros en lucha.
Los grupos espontáneos crean sus propios fondos para movilizarlos hacia la lucha, no hacia la mutual. Y cuando se trata de necesidades reales, estos fondos o porcentajes de los mismos, se desplazan sin control a reforzar solidariamente puntos más débiles.
Lo dicho vale también a los efectos de la difusión de las ideas libertarias en cada centro de trabajo y para las masas obreras en general. Órganos de difusión en cada centro y órganos mayores con la participación de cada centro.
La organización espontánea del campesinado también existe naturalmente, pero de un modo orgánico puede formarse en el interior de las cooperativas donde las hubiere y en ese sentido la lucha por su gestión es de gran valor. De otro modo, la coordinación de los grupos espontáneos es dificultosa aunque no imposible si se encara con criterio regional, teniendo siempre en cuenta las necesidades propias de cada área.
Las ligas campesinas deben también descentralizarse o en su interior gestarse los grupos espontáneos en la misma línea, aunque con tácticas adaptadas, del movimiento obrero.
Los grupos espontáneos se forman en el seno de toda estructura por muy vertical que ésta sea y si toman conciencia de su fuerza, ya no están a salvo siquiera la organización de los partidos convencionales, ni los poderes del Estado. A nivel casi doméstico esto ocurre en los barrios, clubes y unidades vecinales.
Los grupos más o menos espontáneos son los que por falta de concientización y de coordinación con otros, se limitan a producir "corrientes de opinión" internas en toda estructura mayor, en lugar de ir forzando la conducción en la línea del socialismo.

ORGANIZACIÓN POLÍTICA DE LA NUEVA IZQUIERDA
Un partido o movimiento de la nueva izquierda se forma a partir de los grupos espontáneos urbanos y campesinos y es reflejo de la lucha común al par que instrumento de concientización general.
Los grupos sin el partido como aglutinante, son de fácil descoordinación.
Llega un momento en que la formación del brazo político se hace imprescindible.
Si la falsa democracia burguesa da oportunidades para que la izquierda joven (y puede darlas por considerarlo utópico), surja como movimiento o partido, ésta tendrá ocasión de afirmarse a todo nivel político para denunciar al sistema, a todos los otros movimientos y partidos burgueses, presentando a cada paso la realidad concreta y mostrando la posibilidad y los métodos de la revolución.
El partido no podrá controlar a los grupos espontáneos si éstos conservan su horizontalidad y su dinámica independiente y estará forzado en todo momento a desburocratizarse por el vacío político que pueden producir las masas que debidamente concientizadas, lo comprendan y apoyen únicamente como su brazo político, sin perder en ningún caso su valor substantivo.
El partido podrá obtener su caudal propio de tipo electoral, pero ese caudal no será revolucionario si no está dinamizado por los grupos espontáneos.
El partido o movimiento podrá provocar él mismo el vacío político aumentando el desprestigio de la farsa electoral. Pero la entrada de la nueva izquierda al poder político en todos sus niveles representará la entrada de la Revolución, la asamblea popular y la autocrítica continua.
Si la vocación de los adherentes a la acción directa no se modifica, encontrará también en estas nuevas estructuras su brazo político y su modo de expresión.
El brazo político no puede entrar en la dialéctica desviatoria de las plataformas y de las declaraciones de principios reformistas, sino negar eso mismo a favor de la dinámica creadora revolucionaria poniendo a la vista los ideales socialistas y libertarios.
El partido o movimiento surgirá como necesidad de expresión de los grupos espontáneos, como herramienta de difusión general y como fuerza tendiente a la toma del poder político, así como los grupos espontáneos tienden a la toma del poder real.
Vista así, la relación grupos-partido tiende a la toma del poder total, a la implantación del socialismo y al pasaje a la sociedad libertaria descentralizada y no autoritaria.
La forma del partido dependerá de las circuntancias y sus organismos tenderán a coordinar en su interior grupos de difusión, capacitación política, información, etc. Haciendo revertir sobre los centros de trabajo material de utilidad para su mejor desarrollo.
Aún la proscripción política no puede impedir el funcionamiento de semejantes estructuras por cuanto sus fondos, locales, muebles, útiles, etc., no necesitan la fijeza que caracteriza a las estructuras convencionales.
Los sistemas de afiliación, campañas financieras y difusión, han de variar de acuerdo a la "legalidad" con que opere el sistema.
Un problema importante a considerar por el partido es la autodefensa física, económica y jurídica de los grupos espontáneos y de los militantes que participan. En ese sentido, en el partido deben surgir ya en sus primeros pasos los piquetes de defensa, actores del derecho a réplica frente a la agresión física de la reacción y de sus agentes provocadores.
Los fondos del partido han de estar dispuestos primariamente para la ayuda de los perseguidos y despedidos de sus trabajos y para asistencia de sus familias.
Finalmente, el cuerpo jurídico debe configurarse para la protección de estructuras e individuos, haciendo valer en lo que se pueda los "derechos y garantías" que otorga el sistema.

DEFENSA SÍQUICA Y REVOLUCIÓN INTERIOR
Todo revolucionano conoce las formas de represión a que apela el sistema. Desde la simple y llana liquidación física o "desaparición" de los individuos, hasta la masacre de las multitudes en rebelión.
Todo revolucionario sabe que la tortura, el encarcelamiento y la persecución no son ajenos al régimen.
Muchos están preparados para hacer resistencia a los métodos brutales de dominación y la historia demuestra que al perfeccionamiento de la opresión ha correspondido la elaboración de oportunos métodos de defensa.
Pero en los momentos actuales no todos están prevenidos contra la sutil y constante agresión que el sistema opera desde el núcleo familiar y desde el nacimiento a la muerte de todo individuo.
La ideologia de la clase dominante satura todos los ámbitos desde la educación al deporte. Aún la organización del ocio está manejada. No mencionamos siquiera los recursos más notorios de control.
El ideal de felicidad y el "sentido de la vida" están prefabricados.
Incluso la readaptación del neurótico corre a cuenta del sistema o del propio bolsillo, según se trate de proletarios o burgueses aptos para sicoanalizarse.
Pero no todo es malintencionado. La sociedad de hoy es magnánima: premia a los arrepentidos y tolera a los disconformes. La única condición es que los rebeldes no tengan posibilidades de efectivizar la revolución.
Estamos en el siglo XX y en estas épocas no todo es brutalidad, sino persuasión.
El manejo de la violencia física crea resistencias innecesarias. El manejo de la persuasión afloja toda resistencia, desarma psíquicamente y compromete económicamente hasta la médula de los huesos.
¿Quién va a ser tan torpe en estos tiempos, como para amenazar por las pantallas de T.V. cuando puede hipnotizar y condicionar dulcemente aprovechando al máximo la tecnología de la persuasión?
No es necesario citar a "Un mundo feliz" para que se comprenda de que se está hablando.
¿Pero, está suficientemente aclarado aún para quienes saben todo esto, que ellos mismos tienden a mecanizarse día a día? ¿Está aclarado que por razones hasta biológicas el fuego revolucionario se apaga a medida que pasan los años? ¿Percibe todo libertario que aún su propia "forma mental" está determinada por un largo condicionamiento? ¿Que esta "forma crea en él divisiones internas y amargo sufrimiento, en suma: complejo de culpa, cuando mantiene durante mucho tiempo una total resistencia a la persuasión del sistema?
No todos los que desertan o traicionan la causa de la liberación han sido comprados directamente, ni son agentes policiales o delatores a sueldo.
Hay que poner las cosas en su lugar y acabar de una vez con los falsos slogans que usan los partidos revolucionarios cuando algún militante se entrega al sistema. Eso no ayuda a comprender las cosas.
Están los vendidos, los agentes a sueldo, los amenazados en su trabajo o en su familia. Hay muchos extorsionados y presionados de mil modos, pero eso no explica el fenómeno totalmente.
Esta "forma mental", condicionada por Ia desproporcionada acción de todo un sistema contra un cerebro, es la que impide el surgimiento del hombre nuevo y la que vence a muchos de los que intentan despertar.
Hoy por hoy nuestras defensas contra semejante agresión no están perfeccionadas y cualquier intento de explicación de las mismas, chocaría con el practicismo de muchos revolucionarios. Pero no confiamos tampoco en que a medida en que se acentúen las contradicciones del Sistema, se alivien las tensiones subjetivas y se modifique la forma mental condicionada.
Si como ya se vislumbra, las presiones subjetivas aumentan, en un futuro no lejano la guerrilla psicológica tenderá a superponerse a la guerrilla armada. Qué forma tomará todavía no podemos saberlo, pero sucederá, así como sucederán explosiones síquicas aparentemente inexplicables, como suicidios y destrucciones en cadena.
Aun a riesgo de la socarronería de algunos, afirmamos que es necesario llegar en esta hora a la autocrítica individual.
Cuando se habla de ésto no se está haciendo otra cosa que extender el principio de la autocrítica desde el nivel de los grupos espontáneos o del partido, a nivel personal.
Digamos que al final de la jornada es necesario un acto de intimidad y de autocrítica, aprendiendo a pesar la propia acción revolucionaria.
Los diarios personales que a menudo confeccionan los guerrilleros, muestran la tendencia a la meditación o a la autocrítica de lo realizado, sirviendo para grabar experiencias como bases de acciones futuras.
Sería un gran avance fomentar la autocrítica, pero no bastaría con ella para deshipnotizarse del sistema. Para eso habría que mantener cotidianamente la conciencia del propio "yo", evitando toda divagación.
Tal postura mental permite y refuerza la acción mientras dirige las intenciones hacia los objetivos propuestos, sin "dejarse llevar", sin dejarse utilizar, sin dejarse hipnotizar por las superestructuras del sistema.
Si la autocrítica personal permite hacer un balance diario y perfeccionar la acción revolucionaria, Ia autoconciencia habilita para romper la hipnosis del sistema y comenzar la revolución interior.

CONCLUSIÓN
El mundo avanza hacia el Socialismo y el Socialismo hacia la libertad.
Latinoamérica muestra en sus desgarradoras convulsiones el nacimiento de la revolución socialista.
Sin embargo, la revolución aquí no puede seguir los pasos de las realizadas en otras regiones del planeta.
Con seguridad, las contradicciones irán aumentando en el seno de EE.UU. y eso será de consecuencias saludables para la liberación de nuestros pueblos. Entre tanto, en cada punto las nuevas generaciones se expresarán también de un modo nuevo, rompiendo los esquemas anteriores.
Los buscadores de recetas revolucionarias, los amigos de los esquemas geométricos, los forjadores de programas y aún de estrategias más o menos fijas, se encuentran ya con un inexplicable vacío.
Es importante comprender de una vez por todas que las fórmulas revolucionarias no son lo concreto, sino lo abstracto en estos momentos, y que cuanto más detallada sea la planificación, más alejada estará de esta insólita realidad cambiante.
Lo concreto es la concientización de los grupos espontáneos y la formación del partido o movimiento revolucionario con sentido no sólo socialista, sino libertario.
Si la nueva izquierda se encuentra con la enorme dificultad imaginativa de re-crear el mundo de la revolución, el imperialismo se encontrará con el problema insoluble de comprender nuevas jugadas que no están previstas en sus computadoras.
Estamos ahora no sólo en el choque de siempre de la revolución contra la reacción, sino en el choque nuevo de la imaginación contra la computadora. Cuantos menos datos tenga ésta, o cuanto más ambiguos sean esos datos, menos exactas serán las conclusiones que el imperialismo pueda extraer para su defensa.
La revolución hoy, debe plantearse en términos cualitativos diferentes.
En cuanto a la sociedad libertaria, no burocrática y no autoritaria del futuro, es bueno que como ideal permanezca siempre viva en el corazón de los luchadores aunque no esté a la vista su diseño preciso.
Lo que importa con urgencia es la producción de la revolución socialista. Una vez realizada, los ideales podrán hacerse efectivos si ya desde el comienzo se los tuvo en cuenta. Pero la forma que adquiera la sociedad futura es inasible, como es inasible la libertad.

AGREGADO DEL MOVIMIENTO LIBERTARIO (ML.)
Sobre los grupos espontáneos de trabajo interior
Muchos compañeros advierten que no basta con la revolución social para la producción del hombre nuevo. Sienten, al tiempo de la praxis concreta que llevan adelante, la necesidad de una praxis interna.
El Movimiento Libertario sugiere para ellos la formación de grupos espontáneos destinados al esclarecimiento ideológico, al intercambio de experiencias personales y al uso de algunas herramientas de autoconocimiento para un mayor desarrollo personal y una mayor eficacia en la lucha.
Los grupos espontáneos de trabajo interior se forman entre varios compañeros que se reúnen semanalmente y que al cabo de un tiempo logran aclarar sus problemas, procediendo luego a disolver dichos grupos.
Estas formaciones se crean por necesidad, produciéndose su liquidación cuando se han logrado objetivos definidos. Lógicamente, aquellos que han participado de otras experiencias en ese sentido, están en condiciones de colaborar solidariamente con grupos que recién se forman, con el objeto de aportar sus conocimientos.
En lo que hace a esclarecimiento ideológico: conviene el estudio y discusión del presente Manual y de toda literatura que cada grupo considere oportuna a ese fin.
Sobre trabajos de autoconocimiento: "Silo y la Iiberacidn", del mismo autor, específicamente en conferencia: "Autobiografía, biorritmo y rastreo del núcleo de ensueño" (pudiendo suprimirse el rastreo del núcleo de ensueño por la dificultad de su técnica). Del mismo libro, la conferencia: "Vigilia, conciencia de sí y conciencia objetiva". En las dos conferencias del libro mencionado, hay material suficiente para su aplicación y trabajo sobre sí mismo.
No basta con la simple lectura y discusión, sino que es importante la práctica.
Aquellos que deseen profundizar en el autoconocimiento, podrán hacerlo teniendo esos elementos iniciales.
De estos grupos brotan, por añadidura, tácticas de lucha y se forman equipos de investigación de la realidad social y equipos para la difusión.
Es en estas formaciones donde se dan las condiciones de trabajo para la creación revolucionaria que cada compañero aporta a la causa común.
De todas maneras, no se debe confundir a los grupos espontáneos de trabajo interior que se disuelven al poco tiempo, con los grupos espontáneos que surgen en los centros de estudio y trabajo, tendientes a robustecerse y ampliarse contactando ocasionalmente con otros.
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Manual del Poder Joven - H. Van Doren          
Es propiedad del autor.
Derechos reservados para todos los países    
Inscripción Nº 39.187  
Primera edición 10 de mayo de 1971   
se terminó de imprimir el 10 de mayo de 1971 
en los talleres de Soc. Impresora         Camilo Henríquez Lta.,
General Gana 1415 - Santiago de Chile


CREDO DEL HOMBRE PREHISTÓRICO


1          Creo en el hombre prehistórico.
2          Creo en el dinero, el status y la profesión.
3          Creo en la pornografía, la virginidad y el amor.
4          Creo el la citroneta y el DFL. 2.
5          Creo en el LSD, la yerba, el librium y el alcohol.
6          Creo en la patria, la familia y la tradición.
7          Creo en la justicia, la educación y la previsión.
8          Creo en la democracia burguesa, el medio litro de leche y la prostitución.
9          Creo en Jesucristo, Marx y Freud.
10        Creo en papá Mao, Kosigyn y el tio Sam.
11        Creo en la batalla de la producción, los trabajos voluntarios y la estatización.
12        Creo en la represión, el lavado de cerebro y el Bulgarolax.
Dime... ¿y no CREES que eres un IMBECIL?

¡TODO ESTO ES HIPNOSIS Y VIOLENCIA!

PODER JOVEN
Campaña del despertar
Prensa Libre - (Clandestina)

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