En todo pobrecito que está en las peores condiciones, que no sabe leer ni escribir, que está sumergido en la pobreza, que está desterrado de la sociedad; en todo pobrecito que encuentren en la calle, hay algo muy grande. Y cuando ese pobrecito sufre es algo muy grande que clama al cielo. Silo en Bogotá 6 julio, 1995.
¿Y qué hacemos? Hay muchas caras de viejos amigos, también hay caras nuevas, cara
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¿Y qué hacemos? Hay muchas caras de viejos amigos, también hay caras nuevas, cara
s de niños también. En estos encuentros se suele hablar de cosas muy serias. Pero nosotros ….de cosas serias… vamos a hablar de cosas más cercanas, mas personales. En realidad yo nunca hablo de cosas personales, pero con Colombia, en mi caso, pasa algo muy especial. Es una historia larga y creo que soy mas viejo que los de la mayoría de acá. Es una historia muy larga la que me liga a Colombia.
Hace muchos años, como empiezan los cuentos, hace mucho tiempo estaba yo dando vueltas por allá cerca del polo sur y entonces tomé una motocicleta, una motito de aquella época, y empecé a dar vueltas y a subir por el mapa de América. Bueno pues, anduve por Chile, por Perú, dejé por ahí la moto, y seguí con el dedito. ¿Conocen el dedito? con el dedito y los camiones y las cosas. Así llegué a Colombia. Tenía 18 años o algo así. Y luego los viajes adentro de Colombia eran fantásticos. Me acuerdo en unos camiones, la gente con fusiles, yo creo que aquella era la época épica del capitán Chispas, de Barragán, era aquella época complicada. Y así fue que viendo distintos lugares de Colombia, hablando con gente de distintas cosas, y me quedé bastante tiempo por Colombia. Anduve por Cali, por Medellín, por….., por Caldas. Y por supuesto en Colombia en aquella época había muchos problemas como en todas partes del mundo, pero había también muchas cosas que luego se produjeron en otros puntos. En Colombia se anunciaban muchas cosas que luego, con el tiempo, empezaron a verse en otras partes. No hablo sólo del campo político o de lo social. Hablo en otros campos, muchas cosas que estaban acá funcionando. En ese sentido fue para mi, perdonen que hable de lo personal, fue para mi una gran enseñanza, una gran influencia, todo lo que fui aprendiendo por acá. Por supuesto me encontré con mucha gente joven, gente de otras edades también. Todavía quedaba el reflejo del bogotazo en la época de Eliezer Gaitán, todavía quedaban muchos restos de un mundo que ha cambiado demasiado. Había mucha conmoción, muchas ideas, muchas ideas nuevas.
Mi primera y única obra de teatro salió de acá. En aquella época existía un grupo muy extraordinario, un grupo literario que se llamaba nadaísmo. ¿Han oído hablar de él? (varios nombres). ¿Viven? Y escriben, bien. Pues fue un movimiento muy interesante. Esos movimientos luego los vimos con Kerouac en Canadá, con la beat generation en distintos lados. Ese movimiento estaba acá y era muy precursor. Pasaba en ese campo, en el campo literario, en el campo de las ideas y también en el campo político y en el campo de lo social. En Colombia había una cosa muy adelantada, muy avanzada. De manera que es cierto, uno recibe influencias de distintos lugares, pero la influencia colombiana en mi caso ha sido muy fuerte, cosa que agradezco. ¿Y a quién le puedo agradecer sino a los colombianos?. Así que empiezo a hablar con ustedes con este agradecimiento.
Pero bueno, estamos en 1995. Anduve por aquí en otras oportunidades. Y cuánto ha cambiado todo desde aquella época hasta hoy. Y desde hace 11 años hasta hoy. Y me temo que si vengo el año que viene va a haber cambiado más todavía. Así que se está comprimiendo el tiempo y se están acelerando las cosas. Esto todos lo sabemos. Los medios de comunicación lo dicen, la TV lo dice. Hablan de la mundialización, de la globalización, pero no hablan de lo que le pasa a la gente. Estamos recibiendo el impacto de distintos puntos de la tierra y también nosotros damos nuestro impacto. Todo se va influyendo, pero no se va influyendo sólo económicamente, políticamente. No son cosas que a uno le pasan afuera, son cosas que a uno también le pasan adentro. Entonces cuando nosotros vemos que se desarman los gobiernos, se resquebrajan las instituciones, se producen las crisis económicas, cuando vemos que hay un cambio en el paisaje externo, nos decimos, bueno, son cosas que pasan en el mundo, que pasan en la sociedad. Y esto es así.
El punto que quisiera destacar hoy es el punto de lo que pasa en uno. Sí, uno es parte de la sociedad, de acuerdo. Pero de todas maneras, uno es uno y tiene su corazoncito. Porque si a ti German, te duele una muela, yo lo siento mucho pero no me duele a mi. Y este asunto de lo que le pasa a cada uno, va también con los tiempos. Y va con los tiempos esto de que las ideas de uno se confunden, los sentimientos de uno se confunden. Uno está tan exigido y tan presionado que de todos modos tiene que moverse. Pero tan exigido y tan presionado que no sabe cómo moverse. Y se extraña uno de las cosas que va sintiendo. Es el tiempo que nos está tocando vivir. Y si en este tiempo que nos toca vivir, donde todo se confunde y todo es contradictorio, no damos un poco de orden internamente, digo, en cada uno, no digo los conjuntos, no digo la sociedad, digo cada uno, si no ordenamos un poco la cosa, esto puede empeorar.
Ustedes han visto gente de mucha fuerza, mucha potencia, mucha energía que de pronto está como apaleada, sin fuerza, como desvitalizada. Es como si la gente fuera perdiendo su fuerza interna. No puede ser!. Como si los pueblos y también nosotros, los individuos, nos estuviéramos quedando sin esa fuerza, sin esa energía, motor de todo.
Yo no sé que hay que decirle a la sociedad, pero yo sé que uno debe hacer crecer en sí mismo esa fuerza interna. Estas cosas que son tan contradictorias, una parte de uno quiere ir para allá, otra parte para allá…. necesitamos juntar todo esto y darle dirección. No es cosa fácil pero no es cosa tan difícil tampoco. La gente hace cosas muy difíciles. Podría hacer esta cosa con cierta facilidad.
La situación actual impide que uno sea coherente. Está bien, no somos coherentes. Pero aspiramos a la coherencia. Aquí hay un punto. Si alguien me pregunta y qué, ¿tu eres coherente?…que voy a ser!, ni desde lejos!. Pero aspiramos a la coherencia.
¿Se acuerdan ustedes que en otra época se hablaba de los ideales?, los ideales… hoy es una mala palabra, claro. Habrá que ver cuanto reditúa un ideal.
Bueno, los ideales cumplían en otra época con la función de mover a la gente en una dirección. Los ideales no eran cosas, eran como imágenes o aspiraciones de un mundo mejor, de una vida mejor, de una relación mejor con las personas, de una satisfacción interna con uno mismo. Sobre esos ideales mucha gente estuvo haciendo sus cosas. Estos ideales, que no son cosas, no aparecen hoy, no se los ve. Han desaparecido, se han esfumado. Los ideales se han subido en una nave y nos han dejado solos. Pero yo creo que hoy se trata de eso. No se trata de recuperar ideales de una época que se fue, se trata de construir los ideales de un mundo futuro. Un mundo que de ninguna manera va a ser el mundo de hoy. Un mundo que si sigue la dirección mecánica que llevan los acontecimientos va a la catástrofe.
Nosotros creemos que no es ese el destino que merece el ser humano. El ser humano ha sorteado muchas crisis en la historia y siempre ha salido adelante. Esta crisis es gorda, pero si en esta crisis no hay esa orientación, esa dirección, ese impulso hacia la coherencia aunque no seamos coherentes, ese deseo por ser coherentes, esa aspiración por la solidaridad, por la construcción de un mundo mejor, por la construcción del sentido en uno, si no ponemos eso en marcha tendremos problemas. También problemas internos. No le va también a ese que dice “yo me arreglo solo”….veremos. No le va tan bien. No creo que tengamos que aprender mucho de esos planteamientos que hay en el sistema. Creo que tenemos que hacer algo nosotros, con nosotros mismos, con nuestro interior y también con la gente.
Colombia fue una gran enseñanza para mi. Mucha gente pasó por Colombia también, con algunos nos íbamos pisando los talones, otros iban en moto hasta mas lejos, nosotros dejamos la moto antes. Otros vieron las cosas de otro modo, creyeron que podían cambiar las cosas de otro modo, hicieron su parte, luego volvimos todo hacia el sur, estuvimos en Bolivia. Otros también llegaron a Bolivia y creían que podían cambiar las cosas de otro modo. Las cosas han resultado de otra manera. Yo creo que hay mucha enseñanza en todo lo que ha pasado en América Latina. Y hay mucho que aprender de lo que ha pasado en Colombia.
El mundo que viene ya no tendrá que ver con lo anterior, pero servirá esa experiencia. Y aquí estamos nosotros. Apuntando al futuro, Yo digo: la mejor conversación que podemos hacer es la que se refiere a qué hacemos con nosotros mismos y en relación a la sociedad. Pero básicamente qué hacemos con nosotros mismos. Cómo logramos esa fuerza interna. Cómo logramos coherencia y cómo logramos dirección. Podemos vociferar todo el día, a favor o en contra de un gobierno, a favor o en contra de un sistema. Nada podemos hacer si en nosotros no se despierta una fuerza que ya no está en la gente. Es como si la gente hubiera sido vampirizada. Hay que hacer crecer en uno una fuerza interna. Esa es la fuerza que mueve montañas. Ese es el punto que hay que conversar en el momento actual. ¿Qué es esta fuerza? ¿cómo crece esta fuerza en las personas?. ¿Es una fuerza de la cabeza, es una fuerza espiritual, es una fuerza que queda en uno, es una fuerza que se comunica entre la gente?
Estamos tan solos como individuos, que nos sentimos nacer, envejecer, morir. Morimos. ¿Qué significado tiene nuestra vida?. Hay una fuerza que nos conecta entre si, entre nosotros. Hay una fuerza que tiene una dirección; hay una fuerza que nos muestra que somos mas grandes de lo qué creemos. Nos sentimos aplastados por el sistema, nos sentimos aplastados por lo cotidiano, por las necesidades. Y al final nos miramos al espejo y decimos claro, somos unos infelices.
No somos unos infelices. No somos hormigas. No somos un número estadístico. Somos un ser extraño, un ser que se levantó un día en dos patas aspirando al cielo. Y que no ha terminado su destino.
Desde aquellos primeros abuelos nuestros, se ha aspirado a mirar hacia adelante y hacia arriba!. Y ahora nos dicen que somos un número… No somos un número, no somos un factor económico, no somos un mecanismo en el engranaje del sistema. Somos mucho más de lo que vemos. Aquí estamos… ¿cómo estás? Pero somos más de lo que vemos. Cuando yo te veo, bueno, te conozco, hay algo en nuestra biografía que nos incluye, algo tuyo está en mi, en mis recuerdos. Eres parte mía. Y a la inversa. Pero hay algo más en ti, no eres sólo mi biografía. Eres algo que va más allá. A lo mejor no sientes cómo vas más allá. Pero no está muy mal, tampoco, que algún día lo pienses. Puedes que no seas simplemente esto que veo. Puede que haya en ti una fuerza profunda. ¿Tendrá dirección o no?, ese es el problema. Puede ser que haya en ti algo muy grande. Todo lo contrario de lo que dicen por ahí de lo que eres tú como individuo.
Yo creo que en todos nosotros hay algo muy grande. Pero parece que para quedar bien tenemos que decidir que somos insignificantes. No somos insignificantes.
En todo pobrecito que está en las peores condiciones, que no sabe leer ni escribir, que está sumergido en la pobreza, que está desterrado de la sociedad; en todo pobrecito que encuentren en la calle, hay algo muy grande. Y cuando ese pobrecito sufre es algo muy grande que clama al cielo.
Bueno, he querido verlos, estar con ustedes y agradecerles la presencia.
Publicado en 1995, Bogotá, Silo, Silo en Bogotá
Hace muchos años, como empiezan los cuentos, hace mucho tiempo estaba yo dando vueltas por allá cerca del polo sur y entonces tomé una motocicleta, una motito de aquella época, y empecé a dar vueltas y a subir por el mapa de América. Bueno pues, anduve por Chile, por Perú, dejé por ahí la moto, y seguí con el dedito. ¿Conocen el dedito? con el dedito y los camiones y las cosas. Así llegué a Colombia. Tenía 18 años o algo así. Y luego los viajes adentro de Colombia eran fantásticos. Me acuerdo en unos camiones, la gente con fusiles, yo creo que aquella era la época épica del capitán Chispas, de Barragán, era aquella época complicada. Y así fue que viendo distintos lugares de Colombia, hablando con gente de distintas cosas, y me quedé bastante tiempo por Colombia. Anduve por Cali, por Medellín, por….., por Caldas. Y por supuesto en Colombia en aquella época había muchos problemas como en todas partes del mundo, pero había también muchas cosas que luego se produjeron en otros puntos. En Colombia se anunciaban muchas cosas que luego, con el tiempo, empezaron a verse en otras partes. No hablo sólo del campo político o de lo social. Hablo en otros campos, muchas cosas que estaban acá funcionando. En ese sentido fue para mi, perdonen que hable de lo personal, fue para mi una gran enseñanza, una gran influencia, todo lo que fui aprendiendo por acá. Por supuesto me encontré con mucha gente joven, gente de otras edades también. Todavía quedaba el reflejo del bogotazo en la época de Eliezer Gaitán, todavía quedaban muchos restos de un mundo que ha cambiado demasiado. Había mucha conmoción, muchas ideas, muchas ideas nuevas.
Mi primera y única obra de teatro salió de acá. En aquella época existía un grupo muy extraordinario, un grupo literario que se llamaba nadaísmo. ¿Han oído hablar de él? (varios nombres). ¿Viven? Y escriben, bien. Pues fue un movimiento muy interesante. Esos movimientos luego los vimos con Kerouac en Canadá, con la beat generation en distintos lados. Ese movimiento estaba acá y era muy precursor. Pasaba en ese campo, en el campo literario, en el campo de las ideas y también en el campo político y en el campo de lo social. En Colombia había una cosa muy adelantada, muy avanzada. De manera que es cierto, uno recibe influencias de distintos lugares, pero la influencia colombiana en mi caso ha sido muy fuerte, cosa que agradezco. ¿Y a quién le puedo agradecer sino a los colombianos?. Así que empiezo a hablar con ustedes con este agradecimiento.
Pero bueno, estamos en 1995. Anduve por aquí en otras oportunidades. Y cuánto ha cambiado todo desde aquella época hasta hoy. Y desde hace 11 años hasta hoy. Y me temo que si vengo el año que viene va a haber cambiado más todavía. Así que se está comprimiendo el tiempo y se están acelerando las cosas. Esto todos lo sabemos. Los medios de comunicación lo dicen, la TV lo dice. Hablan de la mundialización, de la globalización, pero no hablan de lo que le pasa a la gente. Estamos recibiendo el impacto de distintos puntos de la tierra y también nosotros damos nuestro impacto. Todo se va influyendo, pero no se va influyendo sólo económicamente, políticamente. No son cosas que a uno le pasan afuera, son cosas que a uno también le pasan adentro. Entonces cuando nosotros vemos que se desarman los gobiernos, se resquebrajan las instituciones, se producen las crisis económicas, cuando vemos que hay un cambio en el paisaje externo, nos decimos, bueno, son cosas que pasan en el mundo, que pasan en la sociedad. Y esto es así.
El punto que quisiera destacar hoy es el punto de lo que pasa en uno. Sí, uno es parte de la sociedad, de acuerdo. Pero de todas maneras, uno es uno y tiene su corazoncito. Porque si a ti German, te duele una muela, yo lo siento mucho pero no me duele a mi. Y este asunto de lo que le pasa a cada uno, va también con los tiempos. Y va con los tiempos esto de que las ideas de uno se confunden, los sentimientos de uno se confunden. Uno está tan exigido y tan presionado que de todos modos tiene que moverse. Pero tan exigido y tan presionado que no sabe cómo moverse. Y se extraña uno de las cosas que va sintiendo. Es el tiempo que nos está tocando vivir. Y si en este tiempo que nos toca vivir, donde todo se confunde y todo es contradictorio, no damos un poco de orden internamente, digo, en cada uno, no digo los conjuntos, no digo la sociedad, digo cada uno, si no ordenamos un poco la cosa, esto puede empeorar.
Ustedes han visto gente de mucha fuerza, mucha potencia, mucha energía que de pronto está como apaleada, sin fuerza, como desvitalizada. Es como si la gente fuera perdiendo su fuerza interna. No puede ser!. Como si los pueblos y también nosotros, los individuos, nos estuviéramos quedando sin esa fuerza, sin esa energía, motor de todo.
Yo no sé que hay que decirle a la sociedad, pero yo sé que uno debe hacer crecer en sí mismo esa fuerza interna. Estas cosas que son tan contradictorias, una parte de uno quiere ir para allá, otra parte para allá…. necesitamos juntar todo esto y darle dirección. No es cosa fácil pero no es cosa tan difícil tampoco. La gente hace cosas muy difíciles. Podría hacer esta cosa con cierta facilidad.
La situación actual impide que uno sea coherente. Está bien, no somos coherentes. Pero aspiramos a la coherencia. Aquí hay un punto. Si alguien me pregunta y qué, ¿tu eres coherente?…que voy a ser!, ni desde lejos!. Pero aspiramos a la coherencia.
¿Se acuerdan ustedes que en otra época se hablaba de los ideales?, los ideales… hoy es una mala palabra, claro. Habrá que ver cuanto reditúa un ideal.
Bueno, los ideales cumplían en otra época con la función de mover a la gente en una dirección. Los ideales no eran cosas, eran como imágenes o aspiraciones de un mundo mejor, de una vida mejor, de una relación mejor con las personas, de una satisfacción interna con uno mismo. Sobre esos ideales mucha gente estuvo haciendo sus cosas. Estos ideales, que no son cosas, no aparecen hoy, no se los ve. Han desaparecido, se han esfumado. Los ideales se han subido en una nave y nos han dejado solos. Pero yo creo que hoy se trata de eso. No se trata de recuperar ideales de una época que se fue, se trata de construir los ideales de un mundo futuro. Un mundo que de ninguna manera va a ser el mundo de hoy. Un mundo que si sigue la dirección mecánica que llevan los acontecimientos va a la catástrofe.
Nosotros creemos que no es ese el destino que merece el ser humano. El ser humano ha sorteado muchas crisis en la historia y siempre ha salido adelante. Esta crisis es gorda, pero si en esta crisis no hay esa orientación, esa dirección, ese impulso hacia la coherencia aunque no seamos coherentes, ese deseo por ser coherentes, esa aspiración por la solidaridad, por la construcción de un mundo mejor, por la construcción del sentido en uno, si no ponemos eso en marcha tendremos problemas. También problemas internos. No le va también a ese que dice “yo me arreglo solo”….veremos. No le va tan bien. No creo que tengamos que aprender mucho de esos planteamientos que hay en el sistema. Creo que tenemos que hacer algo nosotros, con nosotros mismos, con nuestro interior y también con la gente.
Colombia fue una gran enseñanza para mi. Mucha gente pasó por Colombia también, con algunos nos íbamos pisando los talones, otros iban en moto hasta mas lejos, nosotros dejamos la moto antes. Otros vieron las cosas de otro modo, creyeron que podían cambiar las cosas de otro modo, hicieron su parte, luego volvimos todo hacia el sur, estuvimos en Bolivia. Otros también llegaron a Bolivia y creían que podían cambiar las cosas de otro modo. Las cosas han resultado de otra manera. Yo creo que hay mucha enseñanza en todo lo que ha pasado en América Latina. Y hay mucho que aprender de lo que ha pasado en Colombia.
El mundo que viene ya no tendrá que ver con lo anterior, pero servirá esa experiencia. Y aquí estamos nosotros. Apuntando al futuro, Yo digo: la mejor conversación que podemos hacer es la que se refiere a qué hacemos con nosotros mismos y en relación a la sociedad. Pero básicamente qué hacemos con nosotros mismos. Cómo logramos esa fuerza interna. Cómo logramos coherencia y cómo logramos dirección. Podemos vociferar todo el día, a favor o en contra de un gobierno, a favor o en contra de un sistema. Nada podemos hacer si en nosotros no se despierta una fuerza que ya no está en la gente. Es como si la gente hubiera sido vampirizada. Hay que hacer crecer en uno una fuerza interna. Esa es la fuerza que mueve montañas. Ese es el punto que hay que conversar en el momento actual. ¿Qué es esta fuerza? ¿cómo crece esta fuerza en las personas?. ¿Es una fuerza de la cabeza, es una fuerza espiritual, es una fuerza que queda en uno, es una fuerza que se comunica entre la gente?
Estamos tan solos como individuos, que nos sentimos nacer, envejecer, morir. Morimos. ¿Qué significado tiene nuestra vida?. Hay una fuerza que nos conecta entre si, entre nosotros. Hay una fuerza que tiene una dirección; hay una fuerza que nos muestra que somos mas grandes de lo qué creemos. Nos sentimos aplastados por el sistema, nos sentimos aplastados por lo cotidiano, por las necesidades. Y al final nos miramos al espejo y decimos claro, somos unos infelices.
No somos unos infelices. No somos hormigas. No somos un número estadístico. Somos un ser extraño, un ser que se levantó un día en dos patas aspirando al cielo. Y que no ha terminado su destino.
Desde aquellos primeros abuelos nuestros, se ha aspirado a mirar hacia adelante y hacia arriba!. Y ahora nos dicen que somos un número… No somos un número, no somos un factor económico, no somos un mecanismo en el engranaje del sistema. Somos mucho más de lo que vemos. Aquí estamos… ¿cómo estás? Pero somos más de lo que vemos. Cuando yo te veo, bueno, te conozco, hay algo en nuestra biografía que nos incluye, algo tuyo está en mi, en mis recuerdos. Eres parte mía. Y a la inversa. Pero hay algo más en ti, no eres sólo mi biografía. Eres algo que va más allá. A lo mejor no sientes cómo vas más allá. Pero no está muy mal, tampoco, que algún día lo pienses. Puedes que no seas simplemente esto que veo. Puede que haya en ti una fuerza profunda. ¿Tendrá dirección o no?, ese es el problema. Puede ser que haya en ti algo muy grande. Todo lo contrario de lo que dicen por ahí de lo que eres tú como individuo.
Yo creo que en todos nosotros hay algo muy grande. Pero parece que para quedar bien tenemos que decidir que somos insignificantes. No somos insignificantes.
En todo pobrecito que está en las peores condiciones, que no sabe leer ni escribir, que está sumergido en la pobreza, que está desterrado de la sociedad; en todo pobrecito que encuentren en la calle, hay algo muy grande. Y cuando ese pobrecito sufre es algo muy grande que clama al cielo.
Bueno, he querido verlos, estar con ustedes y agradecerles la presencia.
Publicado en 1995, Bogotá, Silo, Silo en Bogotá
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