La cerámica, es como la médula de la civilización. Es como una vena que va por todo lo largo de ella. La podemos reconocer hasta el día de hoy jugando un importante papel en muchos aspectos de los avances tecnológicos. Está presente en esto de las comunicaciones, en las que va ha haber toda una revolución, con estos nuevos materiales, que también son cerámicos. E igualmente en el recubrimiento de las naves espaciales (para su entrada a la atmósfera).
La alquimia toma elementos de la cerámica (algunas palabras como crisol que la representaban con un círculo con una cruz al medio). Después para los cristianos, el “cristosolar”, y esa alquimia después deriva en la química.
Los griegos que reconocían que aprendieron las ciencias matemáticas de los egipcios (Platón), cuando ven las pirámides no les ponen un nombre relacionado con la geometría (triángulo, octógono, etc.) sino que hacen referencia a un horno cerámico: Pirámide = pira (fuego) y mide (medio) = fuego central. Esas formas como hornos con un fuego sagrado en su parte central que purifica y permite que “el fuego sagrado” produzca el cambio de plano y la trascendencia.
En el Génesis: “el hombre hecho de barro y dios le da el soplo de vida”. El soplo ese aire tibio o caliente, que hace referencia al aire caliente, que hace referencia al aire caliente que entra y circula en el horno cerámico.
En la palabra: psicología, ese “Pppssssi...” -cologia deriva también del griego, hace referencia al soplo, el alma.
También como registro cenestésico, en la agonía se dice: “expiró su último soplo”, que también tiene que ver con otras cosas, pero...
En algunas experiencias que hicimos de cámara de silencio (supresión de estímulos sensoriales) hubo un comentario de un registro muy interesante, de alguien que se describía como sumergido en el barro y con cuerpo de barro, con variaciones en la sensación de acuerdo a la respiración.
En el mito de Gilgamesh, el hombre peludo (adobe, barro y paja) hechos con moldecitos y quedaban las pajas. Estos mitos nos hablan de su antigüedad en relación a un método de fabricación cerámica y al nivel de desarrollo que ella tenía.
El hombre de barro del PopolVuh Quiche que se ablanda con las lluvias (después el hombre de madera, y el hombre de maíz, etc.), pero ese de barro que se ablanda, nos está hablando de un período pre-cerámico, o por lo menos no pasaban de los 800 grados, ya que aún no lograban que la cerámica resistiera al agua.
Podría ser de interés escribir algo sobre este tema de la cerámica. Hay ya varios escritos sobre este tema, pero quizás todavía podría escribirse algo más.
Pregunta. ¿Podría haber una cerámica humanista?
Sí, claro que sí. ¡Por qué no!
Pregunta. Consultado sobre cómo lograr ponerle contenido ideológico a una producción artística.
No son épocas para explicaciones, ni para que alguien pueda seguir un desarrollo metodológico muy complicado. No es que la gente no pueda, pero la época no se los permite. Así que no se saca nada con tratar de dar largas explicaciones.
Este es otro lenguaje: ¡Qué la obra hable!
La puta, si se lograse una obra que produjese el mismo registro en mucha gente, aunque esta fuese de distintas culturas, eso sí sería una gran obra. Claro, sería una “obrasa”.
Poniéndolo burdamente: quizás algo que no tiene que ver con los parámetros del momento, alguien lo ve y dice: ¡qué asquerosidad! y es un registro bien fuerte para distintas personas, el mismo registro: ¡qué asco! o ¡qué suavidad! o, ¡qué tenso! o, ¡qué relajado! No es lo mismo una imagen de aplastamiento, a un desgarro o unas puntas como patas de águila, y cada una produce registros comunes. Un objeto que produce el mismo registro en distintas personas: “Un arma. O una persona dándole un palo a otro”.
Quizás haya que partir de algo bien grosero y no muy sutil, ni complicado como una espira que vuelve sobre sí misma (el pensamiento que se piensa a sí mismo). No, no, eso no va en esta época.
¡No muchas explicaciones, y que la obra hable!
* Estos apuntes intentan reflejar una charla informal en un taller de cerámica. Fue reconstruida por Esteban B.
de Ceballos Mónica,
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