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III. MITOS EGIPCIOS



Ptah y la creación.(1)
Sólo había un mar infinito sin vida y en absoluto silencio. Entonces llegó Ptah con las formas de los abismos y las distancias, de las soledades y de las fuerzas. Por ello Ptah veía y oía, olía y percibía la existencia en su corazón. Pero lo que percibía lo había ideado antes en su interior. Así tomó la forma de Atum y devorando su propia semilla, parió al viento y la humedad a quienes expulsó de su boca creando a Nut, el cielo y a Geb, la tierra. Atum, el no-existente, fue una manifestación de Ptah. Así, inexistentes fueron las nueve formas fundamentales y el universo con todos los seres que Ptah concibió dentro de sí y con su sola palabra puso en la existencia. Después de haber creado todo de su boca, descansó. Por esto, hasta el fin de los tiempos serás invocado: “Ser inmenso, creador de los mundos. Llama a la vida a quienes no han nacido pero están dentro de ti. Llama a la vida a quienes ya murieron pero estan dentro de ti”.(2)
Las formas de los dioses son formas de Ptah y solamente por la conveniencia humana Ptah es adorado con muchos nombres y sus nombres mudan y se olvidan; nuevos dioses siguen a los antiguos pero Ptah permanece ajeno a esto. Él creó el cielo como conductor y a la tierra la circundó de mar; también creó el tártaro para que se apaciguaran los muertos. Fijó su rumbo a Ra de horizonte a horizonte en los cielos, e hizo que el hombre tuviera su tiempo y su dominio; así hizo también con el faraón y con cada reino.
Ra, en su camino por los cielos reformó lo establecido y apaciguó a los dioses que estaban descontentos. Amaba a la creación y dio amor a los animales para que estuvieran felices, luchando contra el caos que hacía peligrar su vida. Dio límites a la noche y al día y fijó las estaciones. Puso ritmo al Nilo para que anegara el territorio y luego se replegara para que todos pudieran vivir del fruto de sus aguas. Él sometió a las fuerzas de la obscuridad. Por ser quien trajo la luz fue llamado Amon-Ra por quienes creyeron que Amon nació de un huevo que al romperse en un destello dio lugar a las estrellas y otras luminarias.
Pero la genealogía de los dioses comienza en Atum que es el padre-madre de los dioses. Él engendró a Shu (el viento) y Tefnut (la humedad) y de ambos nacieron Nut (el cielo) y Geb (la tierra). Estos hermanos se unieron y procrearon a Osiris, Seth, Neftis e Isis. Ésta es la Enéada divina de la que deriva todo.
Muerte y resurrección de Osiris
Los padres de Osiris vieron que éste era fuerte y bondadoso, por ello le encargaron gobernar los territorios fértiles y cuidar de la vida de plantas, animales y seres humanos. A su hermano Seth dieron los amplios territorios desérticos y extranjeros. Todo lo salvaje y fuerte, los rebaños y las fieras pusieron bajo su cuidado. Osiris e Isis formaban la resplandeciente pareja del amor. Pero la niebla de la envidia turbó a Seth, por eso éste se confabuló y con la ayuda de setenta y dos miembros de su séquito invitó a una fiesta para aniquilar a su hermano. Esa noche llegaron los conjurados y Osiris. Seth presentó a los concurrentes un magnífico sarcófago prometiendo regalarlo a quien ocupándolo se correspondiera mejor con las medidas. Así unos y otros entraban y salían hasta que le correspondió a Osiris realizar su prueba. De inmediato, bajaron la tapa y la clavaron. Osiris, atrapado, fue llevado así hasta el Nilo y arrojado en sus aguas con la intención de que se hundiera en las profundidades. No obstante, el sarcófago flotó y llegando al mar se alejó de Egipto. Pasó mucho tiempo hasta que un día la caja llegó a Fenicia(3) y las olas la depositaron al pie de un árbol. Este creció hasta una altura gigantesca envolviendo con su tronco al sarcófago. Admirado el rey del lugar por el imponente ejemplar lo hizo derribar y llevó el gran tronco a su palacio a fin de utilizarlo como columna central. Entre tanto, Isis tuvo la revelación de lo ocurrido así es que se dirigió a Fenicia y entrando al servicio de la reina pudo estar cerca del cuerpo de su marido. Pero la reina comprendiendo que su servidora era Isis, le entregó el tronco para que dispusiera según fuera su deseo. Isis, partiendo la envoltura de madera extrajo el ataúd y regresó al Egipto con su carga. Pero ya Seth estaba enterado de lo ocurrido y temiendo que Isis reanimara a su marido, robó el cuerpo. Velozmente se dio a la tarea de desmenuzarlo en catorce pedazos que luego dispersó por todas las tierras. Así comenzó el peregrinaje de Isis recogiendo los trozos del cadáver.
Ya hacía tiempo que la oscuridad reinaba por la muerte de Osiris. Nadie cuidaba de los animales, ni de las plantaciones, ni de los hombres. La disputa y la muerte reemplazaron para siempre a la concordia.
Cuando Isis logró recuperar las distintas partes del cuerpo las unió entre sí y ajustándolas fuertemente con vendajes realizó sus conjuros.(4) Luego construyó un enorme horno, una pirámide sagrada(5) y en sus profundidades emplazó a la momia. Estrechada a ella, insufló su aliento haciendo entrar el aire como el alfarero lo hace para aumentar el calor del fuego de la vida...
Él despertó, él conoció el sueño mortal, él quiso mantener su verde rostro vegetal.(6) Quiso conservar la corona blanca y su plumaje para recordar claramente cuáles eran sus tierras del Nilo.(7) También recogió el sacudidor y el cayado para separar y reconciliar, como hacen los pastores con su curvo bastón.(8) Pero cuando erguido Osiris, vio a la muerte en derredor dejó su doble, su Ka,(9) encargándole custodiar su cuerpo para que nadie volviera a profanarlo. Tomó la cruz de la vida, el Ankh(10) de la resurrección, y con ella en su Ba(11) se dirigió a salvar y proteger a todos los que solos y aterrados penetran el Amenti.(12) Por ellos fue a vivir al oeste esperando a quienes desvalidos, son exiliados del reino de la vida. Gracias a su sacrificio la naturaleza resurge cada vez y los seres humanos creados por el alfarero divino,(13)son algo más que barro animado. Desde entonces se invoca al dios de muchas maneras y también desde entonces, la exhalación final es un canto de esperanza: “¡Buen Osiris! Envía a Thot(14) para que nos guíe hasta el sicomoro(15) sagrado, hasta el Arbol de la Vida, hasta la puerta de la Dama de Occidente;(16) para que nos haga eludir las catorce mansiones rodeadas de estupor y angustia en las que los perversos sufren terrorífica condena. Envía a Thoth, el ibis sabio, el escriba infalible de los hechos humanos grabados en el papiro de la memoria imborrable. ¡Buen Osiris! En ti espera la resurrección el victorioso, luego del juicio en el que son pesadas sus acciones por Anubis, el chacal justo.(17) ¡Buen Osiris! Permite que nuestro Ba aborde la barca celeste, y separado del Ka deje a éste como custodio de los amuletos (18) en nuestra tumba. Así, navegaremos hacia las regiones de esplendor del nuevo día”.
Horus, la venganza divina.(19)
Cuando Isis hubo colaborado en la resurrección de Osiris, dio a luz al hijo de ambos. Tomó al recién nacido y lo ocultó en los cañaverales del Nilo para protegerlo de la furia de Seth, de Min(20) y de los atacantes del desierto. Él fue el niño que apareció radiante en la flor de loto y que reverenciado como halcón puso su ojo en todos los rincones del mundo. Él fue, como Horus Haredontes, el vengador de su padre cuando llegó el tiempo. Él es Horus, dios de todas las tierras, hijo del amor y la resurrección.
El niño fue creciendo y su madre lo preparó para reclamar los dominios de los que se había apoderado Seth porque éste, a quien correspondían sólo en derecho los desiertos y los países extranjeros, se aventuraba por el Nilo. Osiris en su viaje al oeste, a las tierras de Amenti que ahora dominaba, dejó a Isis el mandato de recuperar todo el Nilo para su hijo. Por esto concurrieron ante la asamblea de la Enéada los contendientes. Horus dijo: “Un indigno fratricida usurpa los derechos que mi padre dejara, apoyado en una fuerza ciega que los dioses no consagran..”. Pero el discurso fue cortado por Seth quien en grito iracundo desestimó el pedido proveniente de un niño incapaz de ejercer tales demandas. Entonces, arrojando sus armas, en singular combate acometieron el uno contra el otro y en su lucha rodaron montes y las aguas espantadas salieron de sus cauces. Ochenta largos años duró tal disputa hasta que Seth arrancó los ojos a Horus y éste pulverizó las partes vitales de su contendor. Tanta furia llegó a su fin cuando desfallecientes ambos cayeron por los suelos. Entonces, Thoth curó sus heridas y restableció fragilmente la paz que el mundo, desatendido, reclamaba.
Ante los dioses se pidió el veredicto. Ra (siempre ayudado por Seth en su lucha contra la mortal Apofis(21), inclinaba la balanza contra Horus, mientras Isis con denuedo a su hijo defendía. Los dioses, por fin, restablecieron al niño en sus derechos, pero Ra murmurando airado se alejó de la asamblea. Así, los dioses fueron divididos en número y poder sin que aquella discusión tuviera fin. Isis entonces, con ardides, hizo que Seth pronunciara un discurso en el que la razón quedaba para aquél que impidiera al extranjero ocupar los tronos y por ese error el mismo Seth quedó como lejano a las tierras que pedía. Entonces Ra exigió una nueva prueba para que en ella se decidiera todo.
Transformados en fuertes hipopótamos recomenzaron la lucha, pero Isis desde la orilla de las aguas disparó un arpón que por error fue a dar en Horus. Éste vociferando se abalanzó sobre su madre a la que arrancó la cabeza.(22) Los dioses dieron en reemplazo una testa de vaca a Isis y ella puesta en batalla nuevamente con su arpón dio por fin en Seth que rugiendo salió de las aguas. Así es que nueva prueba se aconsejó, dejando al resto de los dioses ajenos al conflicto. En barcas de piedra debían ambos navegar. Seth en una roca talló la suya y se hundió, mas Horus solo en apariencia mostró su barca, conforme todos habían acordado, porque en madera cubierta con estuco presentó a su ingenio. Navegaba Horus reclamando el triunfo, pero Seth como nuevo hipopótamo lo hizo naufragar y así solo en la playa el merecido desquite tomó Horus descargando su maza sobre Seth y encadenando sus miembros. Así lo arrastró al tribunal donde los dioses esperaban. Y ante la amenaza de la muerte de Seth ante toda la asamblea, Ra prefirió dar la razón a Horus y los dioses regocijados coronaron como señor supremo al niño-halcón mientras éste pisaba la cerviz del vencido. Seth, prometiendo solemne obediencia, dio por terminada la contienda alejándose para siempre a sus dominios en los desiertos y entre los extranjeros. Thot, sabiamente organizó las nuevas responsabilidades y Horus ayudando a Ra destruyó a la pérfida serpiente Apofis que hasta ese momento hubo amenazado su radiante barca.  Con la sangre de la bestia antigua se tiñen, a veces, de rojo los cielos y Ra navegando en su barca celeste despeja el oleaje que va hacia occidente.
El antimito de Amenofis IV.(23)
Hubo un faraón bondadoso y sabio que entendió el origen de Ptah y la mudanza de sus nombres. Él restableció el principio cuando vio que los hombres oprimían a los hombres haciendo creer que eran la voz de los dioses. Una mañana vio cómo un vasallo era juzgado en el templo por no pagar tributo a los sacerdotes, por no pagar para los dioses. Entonces salió de Tebas hacia On(24) y allí preguntó a los teólogos más sabios cuál era la verdadera justicia. Ésta fue la respuesta: “Amenofis, bueno es tu hígado y las intenciones que de él parten pero la verdad más bondadosa traerá mal para ti y para nuestro pueblo. Como hombre serás el más justo, como rey serás la perdición... pero tu ejemplo no será olvidado y muchos siglos después de ti se reconocerá lo que hoy (pronto), se verá como locura”. Vuelto a Tebas miró a su mujer como quien escudriña el amanecer, vio su hermosura y para ella y su pueblo cantó un bello himno. Nefertiti lloró por la piedad del poeta y supo de su gloria y su trágico futuro. Ella con voz entrecortada lo aclamó como verdadero hijo del Sol. “¡Aken- Atón!”, dijo, y luego calló. En ese momento jugaron su destino aceptando lo justo pero imposible. Así fue la rebelión de Akenatón y el breve respiro de los hijos del Nilo, cuando un mundo con peso de milenios se tambaleó un instante. Así se desquició el poder de aquéllos que hacían hablar a los dioses sus propias intenciones.
Amenofis IV (Akenatón), lanzó la lucha contra los funcionarios y sacerdotes que dominaban el imperio. Los señores del Alto Nilo se aliaron con los sectores acosados. El pueblo comenzó a ocupar posiciones antes vedadas y fue rescatando para sí el poder enajenado. Se abrieron los graneros y se distribuyeron bienes. Pero los enemigos del nuevo mundo alzaron las armas e hicieron al fantasma del hambre mostrar su rostro. Muerto Akenatón, todos sus hechos fueron aventados y se quiso borrar su memoria para siempre. Sin embargo, Atón conservó su palabra.
Este fue el poema que comenzó el incendio.(25) ”Toda la tierra se entrega al trabajo... porque cada camino se abre cuando tú surges. Tú que procuras el germen fecundo para las mujeres, tú que haces la simiente en los hombres, tú que haces vivir al hijo en el seno de la madre, que lo calmas para que no llore. Tú nutres lo que hay en el seno dando el aire para hacer vivir todo lo que creaste. Cuando el niño rompe el seno el día del nacimiento, tú le abres la boca para que llame llorando y luego hable. Cuando el pollo está en el huevo, tú le das aire para que viva, tú lo ayudas para que rompa el huevo y salga y píe y camine sobre sus patas apenas ha nacido. Tu rostro es desconocido ¡oh dios único! Tú has creado la tierra a tu deseo con los hombres, las bestias, los animales de las selva y todo lo que es sobre la tierra y camina sobre sus pies, y todo lo que es en el cielo y vuela con sus alas. Has formado los países extranjeros y a Siris, Nubia y las tierras de Egipto. Has colocado a cada hombre en su lugar previendo sus necesidades; cada uno con su pan; cada uno con la duración de su vida. Sus lenguas son diferentes en palabras, y también sus caracteres y sus pieles. Has diferenciado los pueblos extranjeros y has hecho un Nilo en el Duat llevándolo donde quieres para dar vida a la gente, así como tú la has creado. Tú, señor de todos ellos,  te afanas por ellos. ¡Oh, Atón del día, grande en dignidad! A todos los países extranjeros y lejanos ayudas para que también ellos vivan. Has puesto un Nilo en el cielo que desciende para ellos y que hace olas sobre los montes como un mar y baña sus campos y sus comarcas. ¡Perfectos son tus designios, señor de la eternidad! El Nilo del cielo es tu don para nosotros, para los extranjeros, para los animales grandes y pequeños, para todos los animales del desierto que caminan sobre sus pies. Tus rayos nutren todas las plantas y ellas viven y crecen por ti. Tú haces las estaciones para que se desarrolle todo lo creado; el invierno para refrescarlo, el verano porque te gusta. Tú has hecho el cielo lejano para esplender en él y para ver todo. Tú, único, que resplandeces en tu forma de Atón vivo, surgido y luminoso, lejano y vecino. Tú que haces en millones de formas las ciudades, los pueblos, los campos, los caminos, los ríos. Cada ojo te ve delante de sí y tú eres Atón del día. Cuando te marchas y cada ojo por ti creado duerme, su mirada no puede verte porque no se ve más aquello que has creado, pero tú estás todavía en mi corazón... La tierra está en tu mano como tú la has creado. Si tú resplandeces ella vive, si te ocultas ella muere. ¡Tú eres la duración misma de la vida!”



1.-      El formato que hemos dado al mito de la creación se corresponde con la mitología menfita y está de acuerdo con la inscripción que hizo imprimir sobre piedra basalto el faraón Shabaka, hacia el 700 A.C. Esta, a su vez, es transcripción de un papiro considerablemente más antiguo. En el Viejo Imperio, Atum era el dios principal que a veces fue relacionada con Ra, el disco solar, pero ya en el Imperio Nuevo Ra ocupa el lugar central en desmedro de Atum y otros dioses. La fuente que nos ocupa muestra a Ptah como el creador de todo lo existente. En la mitología egipcia hay siempre dificultades para seguir el proceso de transformación de una entidad divina. Muy frecuentemente, un dios totalmente desconocido en una época comienza a surgir tímidamente en el escenario histórico de épocas posteriores. Luego, su figura toma cuerpo y a veces amenaza con absorber toda la vida religiosa o mítica de un largo período. El caso de Egipto es ejemplar en este punto, dado el largo tiempo en que se desarrolló su cultura. De acuerdo con la Aigyptiaka (mencionada por Flavio Josefo), la primera dinastía comienza hacia el 3.000 A.C. (época tinita). Hasta la dominación persa, griega y romana, Egipto sigue activo y, por tanto, en franca transformación. En efecto, aún en época de los Tolomeos, la mitología sigue desarrollando nuevas formas que en esa época influyen en el mundo helenístico como antes lo hiciera en los rudimentos de la cultura griega. Estamos pues hablando de 3.000 años de desarrollo continuado y es claro que en semejante período la aparición y transformación de mitos provoca desconcierto por exceso. De esta suerte, una divinidad puede tener características diferentes (y a veces opuestas) a sí misma cuando ha transcurrido un milenio o más tiempo.
2.-      Lo que no ha nacido y lo que ya murió coexisten en el presente de Ptah.
3.-      Una leyenda menciona específicamente a Biblos. Fenicia era una región del Asia Anterior en la costa occidental de Siria y que entre el Líbano y el Mediterráneo llegaba al Monte Carmelo por el sur. Sus ciudades principales eran: Biblos, Beirut, Sidón, Tiro y Acca. Durante la dominación romana se agregó el territorio de la Celesiria o Fenicia del Líbano, designando como Fenicia Marítima a la nación antigua. Hemos usado “Fenicia” en el relato, para resaltar la misma raíz de “Fénix”, ave fabulosa que moría en una hoguera y renacía de sus cenizas. De todas maneras, no ignoramos que “Fenicia” deriva del griego Phoenikia o sea, “país de las palmeras” y que los habitantes de ese lugar llamábanse a sí mismos “cananeos” y no “fenicios”.
4.-      Alusión a la preparación de la momia, de acuerdo a lo comentado por Heródoto (Historias, II, LXXXVI y siguientes).
5.-      Se ha pretendido hacer derivar la palabra “pirámide” de un término griego que significa “pastel de trigo”, porque egipcios y griegos daban esa forma a ciertos pasteles (derivados, tal vez, de otros que servían de práctica ceremonial teofágica). Hay quienes opinan que se trataba de simples alimentos adornados graciosamente. Pirámide, del griego pyramis, tiene la misma raíz que pira, pyrá, y que fuego, pyr. “Pira”, ha sido usado como «hoguera» en la que se quemaba el cuerpo de los muertos, o los cuerpos del sacrificio ritual. No conservamos en la antigua lengua egipcia el vocablo que exactamente se refiere a la pirámide en sentido geométrico. De todas maneras, el nombre griego de ese cuerpo y los estudios matemáticos iniciales en torno a él, bien pueden provenir de la enseñanza egipcia a estar por lo comentado en el Timeo de Platón en el que el autor menciona los primeros conocimientos científicos de su pueblo, considerándolos de origen egipcio. Estas consideraciones nos han permitido hacer un juego de palabras en el que la pirámide en cuestión termina identificada con el horno del alfarero. Por su parte, Heródoto (Ibid. II, C y CI) cuenta una historia con respecto al motivo de construcción de las pirámides que la acerca al tema osiríaco. Recordando, además, la antigüedad del mito propio de la cultura cerámica primitiva (en la que el nacimiento del hombre se debe al dios-alfarero), es que se ha podido componer aceptablemente el párrafo comentado aunque con la licencia del caso. Por su parte, las pirámides mesopotámicas (zigurats) también nos acercan a una concepción según la cual esas construcciones no eran solamente templos y lugares de observación astronómica sino “montañas sagradas” en las que era sepultado y luego rescatado Marduk. En cuanto a las pirámides escalonadas y cubiertas o semirevestidas de México y América Central (Xochicalco, Chichén Itzá, Cholula, Teotihuacán p.ej.), no tenemos elementos para afirmar que aparte de construcciones dedicadas al culto y a la observación astronómica se les diera función sepulcral. Y en lo que hace a su desarrollo histórico, las pirámides de Egipto evolucionan desde las mastabas que ya en la III dinastía estaban ligadas al culto al Sol en Heliópolis.
6.-      De acuerdo a lo observable p.ej., en el Papyrus of Ani (Brit. Mus. N. 10,470, sheets 3 and 4).
7.-      La corona blanca y alta del alto Nilo y la roja y chata del bajo Nilo, representaban la procedencia del faraón y su poder sobre esas regiones. Ambas coronas se combinaban, a veces, para formar la corona doble. En tiempos del Nuevo Imperio empezó a usarse la corona azul de guerra. A menudo se colocaba alrededor el ureus, la cobra sagrada, que representaba poder sobre las dos tierras; o bien, las plumas de avestruz que combinaban con la corona alta. En el caso de Osiris, la corona toma carácter sacerdotal a modo de tiara como ocurre con el tocado papal (pero en el que se observa la corona de tres pisos). En este caso, se hace derivar a la tiara pontificia de la mitra de los obispos, pero su estilo es más bien egipcíaco.
8.-      El sacudidor y el cayado o báculo, frecuentemente aparecen cruzando el pecho de los faraones. En las representaciones de Osiris cumplen con una función sacerdotal, tal como ocurre con el cayado de los obispos cristianos.
9.-      El Ka no era el espíritu sino el vehículo que visitaba al cuerpo momificado. Tenía algunas propiedades físicas y se lo representaba como “doble”. Así aparece en las distintas épocas de los Libros de los Muertos. Cuando se representaba el Ka del faraón solía pintarse o esculpirse dos figuras iguales tomadas de la mano.
10.-    La cruz de brazos iguales era el símbolo de Anu, de los caldeo-babilónicos. La cruz Ankh o ánsata era una Tau con círculo y asa, símbolo del triunfo sobre la muerte y atributo propio de Sekhet. Esta cruz fue adoptada luego por los cristianos coptos.
11.-    El Ba era el espíritu no sometido a las vicisitudes materiales. Solía representárselo como pájaro con rostro humano.
12.-    Amenti era el infierno, el reino de los muertos.
13.-    Khnum, representado a menudo con cuerpo humano y cabeza de carnero, era la divinidad principal de la tríada de Elefantina del alto Egipto. Esta divinidad hizo el cuerpo de los humanos con barro y les dio forma en su rueda de alfarero. Esta, al girar, tomaba el carácter de rueda de la fortuna que fijaba el destino de las personas desde el momento de su nacimiento. Beltz, citando a E. Naville, The temple of Deir el Bahri, II, tablas 47-52, pone en boca de Khnum estas palabras al crear a una reina importante: “Quiero obsequiarte con el cuerpo de una diosa. Serás perfecta como todos los dioses y recibirás de mi felicidad y salud y las coronas de ambos países y estarás en la cumbre de todos los seres vivientes al ser reina del Alto y del Bajo Egipto”. W. Beltz, Los Mitos Egipcios, Losada, págs. 97 y 98. Buenos Aires, 1986.
14.-    Thoth, dios de Hermópolis. Se representaba con cuerpo humano y cabeza de ibis. Fue el creador de la cultura. También asumía el rol de conductor de las almas hacia el Amenti. La equivalencia con el Hermes griego dio lugar a la figura de Hermes - Thoth. Posteriormente, hacia el S.III D. C. los neoplatónicos y otras sectas gnósticas produjeron los Libros Herméticos (Poimandres, La Llave, Asclepios, La Tabla de Esmeralda, etc.), que atribuyeron a un legendario Hermes Trismegisto (el «tres veces grande») creador de la ciencia, las artes y las leyes.
15.-    El sicomoro era una especie de higuera de madera muy perdurable que se utilizaba para la confección de sarcófagos. También se hace alusión aquí al árbol Djed, un tronco muerto del que salían brotes y que representaba la resurrección de Osiris.
16.-    “Dama de Occidente”, nombre que en las invocaciones mortuorias tomaba la diosa madre Hator, emplazada en la región occidental de Libia donde estaba el reino de los muertos.
17.-    Anubis, con cuerpo de hombre y cabeza de chacal, era el acusador en el juicio de los muertos. A veces se lo conocía como “El Embalsamador” o “El Guardián de las Tumbas”. Se atribuía a Anubis haber ayudado al embalsamamiento de Osiris. También aparecía como “El que está sobre su montaña”, es decir, a cargo de la pirámide funeraria.
18.-    Los amuletos (ushabtis o “los que contestan”) eran figurillas de arcilla que se colocaban en las tumbas para que acompañaran al muerto al país de Amenti, donde adquirían tamaño y características humanas, reemplazando al difunto en los trabajos más esforzados.
19.-    Horus con sus padres Osiris e Isis formaba parte de la trinidad de Abidos. Se lo representaba con cabeza de halcón y un disco solar sobre la frente. Se lo consideraba en su aspecto solar naciente.
20.-    Era un dios local de Coptos, Panápolis y de ciertas regiones desérticas. Se lo representaba como a Príapo con el falo erecto. Era una divinidad regeneradora de la corte de Seth. Fue llamado “Toro de su madre”, hijo y esposo de una divinidad que presidía el Oriente. Puede haberse producido alguna permutación con Seth, ya que algunas leyendas lo presentan a éste como un toro negro asesinando a Osiris. Por otra parte, bien puede existir una estrecha relación entre este antiquísimo Min y el legendario Minos de Creta representado también como un toro.
21.-    Apofis era una serpiente monstruosa que acechaba la barca del Sol. Con el tiempo quedó identificada con Seth en su aspecto demoníaco. En algún Libro de los muertos se hacen invocaciones para que la barca en la que va el difunto no sea presa de esa serpiente.
22.-    La pérdida de la cabeza en los dioses no significa su muerte sino más bien un reemplazo de atributos. Muchas divinidades, a su vez, pueden ser identificadas fácilmente gracias a que llevan por cabeza el tótem del pueblo o lugar del cual parten.
23.-    Nos ha parecido de importancia anotar la historia de Akenatón bajo un subtítulo que hace referencia al “antimito”. En verdad se trata de otro mito raíz: el del dios único que como sistema de pensamiento entra en fuerte colisión con panteones superpoblados. Si bien ya en Mesopotamia se vieron algunos planteamientos monoteístas es en Egipto y con Akenatón (de 1364 a 1347 A.C.) donde esa forma religiosa adquiere vigor. La reforma de Akenatón dura tanto como su reinado. Según Belz, las castas sacerdotales que concedieron al clero de Amon de Tebas una primacía honorífica se entendían a menudo como el tesoro y la salvaguardia de las tradiciones nacionales. Su exitosa resistencia a las reformas de Akenatón tuvo no sólo un carácter religioso sino también nacional. Después de que ellos hicieron anular las reformas de este soberano hereje, su influencia y fuerza se volvieron más fuertes que nunca. “Los templos se convirtieron en la mayor potencia económica del país. Los reyes de la vigésima dinastía eran marionetas en las manos de los sumos sacerdotes tebanos cuya función era, de antaño, hereditaria” (Tókarev). Opuestamente a lo que ocurrió con el cristianismo y el Islam que progresaron en alianza con las nuevas fuerzas políticas, la religión egipcia regresó hacia formas autóctonas. De haber progresado la reforma política y religiosa de Akenatón probablemente hubiera surgido una religión universal con bastante anterioridad a las hoy conocidas. De todas maneras, aunque se borraron oficialmente los rastros de la herejía su influencia trascendió el Egipto.
24.-    Heliópolis.
25.-    Las traducciones del Himno a Atón son numerosas. Por nuestra parte hemos apelado a distintas traslaciones modificando fragmentos y dándole al todo un mismo estilo.

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