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IX. MITOS NORDICOS.



Yggdrasil, el árbol del mundo.

Mas luego a la casa, potentes y afables,
tres Ases vinieron de aquella familia;
por tierra encontraron, con poco vigor,
a Ask y a Embla, faltos de suertes.
Ni ánimo entonces ni genio tenían,
ni vida o palabra ni buena color;
les dio ánimo Odín, les dio Honir el genio,
les dio Lódur palabra y la buena color.(2)

En los horizontes de hielo, en los fríos invernales del Gran Norte, ¡qué cosa más querida puede haber que el árbol, germen del fuego, piel cálida y protectora de la horda guerrera, cuerpo de serpiente que nos lleva en la incursión vikinga, herramienta del campo fértil, testigo del compromiso que celebramos ante él! Amamos la planta y aunque el sol es de oro, lo sentimos vegetal. Por esto siempre hemos soñado que el fin de este mundo ocurrirá cuando el Lobo devore al sol, cuando una capa oscura se pose en la tierra, cuando las plantas mueran. Descendemos de Ask («fresno») y Embla («olmo») dos hermosos troncos caídos que por voluntad de los dioses, de los Ases formadores, tornaron a la vida como seres humanos.
Ases y Asinias también aman al árbol, por eso allí se reúnen y deliberan. Pero mejor es que dialoguen sobre estas cosas, aquellos que saben hacerlo. Preguntó Gangleri: “¿En dónde se reúnen los dioses?” Y Hár respondió: “En el fresno Yggdrasil. Allí, diariamente los dioses levantan su tribunal y desde allí trazan el Destino del mundo”.  Y agregó Jafnhár:  “Las ramas  del gran árbol llegan a todos los mundos pero sus tres raíces comienzan donde los Ases(3) tienen su morada, donde viven los gigantes del hielo(4) y donde está el Niflheim.(5). Bajo esta última raíz está Hvergelmir(6). Y en ese lugar  Niddhögg muerde la raíz. Bajo aquella raíz que va hacia los gigantes del hielo está la fuente Mimir(8) en la que se encuentra el Conocimiento. Hasta ella fue Odim y pidió que se le permitiera beber de sus aguas pero unicamente pudo hacerlo cuando arrancó uno de sus ojos para dejarlo como ofrenda”.(9)
Algunos dicen que Odín, gran viajero, buscando siempre la sabiduría fue a otros países. Allí descendió a las profundidades de las minas y apoderándose del enano Alberico (dicen), le hizo entregar el yelmo que hace invisible, y el anillo poseedor del gran secreto del oro del Rin que el gnomo había robado a las custodias ondinas. También los gigantes Fafnes y Otr disputaron por esto con Odín. Uno con el cráneo roto quedó exánime y el otro convertido en dragón vivió defendiendo el tesoro de los Nibelungos; hasta que Sigfrido (nuestro Sígurd), lo mató apoderándose del anillo creador de tantos males, males que siguieron y que finalmente acabaron con todos aquellos que con él habían tenido relación. Porque solamente la sabiduría de Odín puede manejar esas fuerzas. Odín, que consulta a veces a los ahorcados y que acomete toda empresa por esa “sed de saber” que lo invade, ¿cómo no había de ir hacia las Nornas a tomar el agua del conocimiento? Odín suplicó a estas que le dejaran probar de las aguas pero ellas lo permitieron a cambio de uno de sus ojos. ¡Malditas sean las tres Nornas que lancearon el divino rostro para quedarse con su bien!(10) Estas tres mujeres, llamadas Urd(11), Verandi(12) y Skuld(13), modelan los días de los hombres. Pero aún hay otras Nornas que deciden la vida de los mortales, de los elfos y de los gnomos. Las vidas buenas están regidas por las Nornas buenas y las malas por las de perverso linaje.
Pero hay mucho más para evocar, ¿cómo olvidar al caballo de Balder que acompañó a la pira al héroe cuando él murió; o al caballo de Odin, el magnífico Sleipnir, que con sus ocho patas trazó las distancias del mundo? Y nuestra memoria se alegra recordando a los dos cisnes que se nutrían en las fuentes sagradas.(14)
Thor, las valkirias y el Valhala. El guerrero y su cielo.
De todos los Ases, Thor es el más fuerte. En su reino está la morada más grande que se conoce. El dios se desplaza en su carro tirado por dos grandes chivos y lleva consigo sus tres poderes: el martillo Mjöllnir, que es como el trueno y que bien conocen los cráneos de los trols del hielo y de los gigantes de los montes. Su otro poder reside en el cinturón con el que acrecienta su fuerza cuando se lo ciñe. Por último, con el poder de sus guantes de hierro toma su martillo y gracias a ellos no se le escapa el mango cuando da sus furibundos golpes. Tremendo es el empuje de Thor, mas él no está solo en los campos de guerra. Cuando comienza la batalla las valkirias cabalgan y eligen a los que están destinados a morir con valor. Ellas arrebatan a los héroes y los hacen llegar hasta el Valhala, (15) donde se encuentran las enormes puertas y las salas construídas con escudos; allí están las mesas y las jarras, allí comen el jabalí sagrado.
Al amanecer los guerreros saltan de sus lechos, toman las armas y se lanzan a los campos. En singular combate chocan y pelean derribándose unos a otros. Ese es el mejor entretenimiento para el día de los héroes. Al anochecer vuelven al Valhala en sus caballos y pasando las gigantescas puertas se acomodan en la sala. Enlazan sus brazos en larga cadena y como movidos por el viento del cielo o las olas del mar, se agitan a derecha e izquierda mientras cantan con estruendo. Después, amigos entre ellos, beben.(16)
Ragnarök, el Destino de los dioses. (17)
Vendrá el Terrible Invierno y entre vientos helados la persistente escarcha  acompañará a la nieve que no cesará en su empeño. Entonces habrá grandes batallas movidas por la codicia. El hermano dará muerte al hermano y las familias se borrarán sumergidas en el asesinato y el incesto.(18)
La vieja Adivina predijo en su canción, en su Völuspá, la ruptura de las cadenas del guardián del Infierno. Ella anunció la caída de los dioses(19), el derrumbe del mundo(20) Ella vió al lobo devorar al sol mientras otro se engullía la luna. Vió cómo caían la estrellas y escuchó temblar a la tierra. Profetizó la ruptura de las cadenas que sujetaban al lobo Fenris y la destrucción de los límites de la tierra cuando la serpiente marina agitando el océano avanzó sobre el piso firme.
La nave Naglfar, hecha con las uñas de los muertos estará terminada y se hará a la mar aún cuando los dioses traten de demorar la botadura, porque tantos muertos no podrán ser recogidos a tiempo y sus cabellos y uñas seguirán creciendo sin que nadie alcance a cortarlos. El cielo se partirá y el fresno Yggdrasil temblará. Todos los Ases con sus brillante armaduras avanzarán hacia el campo de batalla; allí Odin, con su yelmo de oro entrará luchando en las fauces del lobo Fenris; Thor dará muerte a la gran serpiente pero caerá muerto por su veneno; Vitharr romperá el paladar del lobo y cada As y cada monstruo se matarán mutuamente. Entonces Surtr arrojando fuego incendiará al mundo (21).
¿Qué quedará entonces del cielo y de la tierra? ¿Qué será de los dioses? La Adivina vaticinó que las imágenes de los dioses y de la tierra y de la antigua gente se habrán evaporado como una alucinación, como aquella que padeció Thor cuando creyó que lo vencían. Se habrá evaporado la ilusión de un mundo y de los dioses correspondientes a ese mundo. Entonces, los hombres que estaban escondidos tendrán por alimento el rocío de la mañana. La tierra será hermosa y verde; dará frutos sin que se siembre y habrá palacios aéreos. Todos se reunirán y conversarán y recordarán su antigua sabiduría y hablarán de los hechos que acontecieron, de la Serpiente que Rodea la Tierra y del Lobo Fenris. También hallarán en la hierba esas piezas de oro con las que jugaban los Ases en sus tableros. La humanidad estará lista para aprender y por ello empezará a caminar entre los dioses. Pero nada más hay que agregar porque estas cosas todavía no se han cumplido. 
Con esto se cerró el ciclo del último vikingo. De Haki se escuchó la voz, mientras su larga serpiente enfilaba hacia el mar. De Haki se escucharon las frases que a su hijo dirigía, mientras la bruma en denso manto cerraba sus espaldas. Un rojo resplandor quemó la niebla y el rugir de las olas besó el rumor de sus palabras. Así dijo Haki: “No te confundan esas fábulas con las que hacemos inocente el saber que hemos recibido. Por ahora les tocará avanzar a extrañas gentes, intolerantes gentes que borran la memoria de otros pueblos. A ellos les gustará escuchar que el Yggdrasil va quedando mustio porque Odín cortó una de las ramas para hacer su lanza. Ellos chasquearán su lengua con deleite porque Odín perdió un ojo. Ellos se regocijarán porque nuestro cielo cae en espantoso crujido y les parecerá que eso predice su alborada. Así hemos contado nuestras cosas, pero ellos nada saben... El Yggdrasil se levanta inmenso y en las noches refulge; todo el cielo gira en torno al eje de su Gran Norte mientras su ápice conecta con la estrella fija y el sol rueda mortecino en los horizontes helados. Ellos celebrarán su más importante día con nuestro árbol nevado y en su cúspide estará la estrella fija, y esa noche les enviaremos regalos bajando desde el cielo en un trineo dorado tirado por renos. En sus sueños y cuentos habitarán nuestros trasgos, trols, gigantes y anillos encantados. Nuestros bosques los llamarán y cuando giren la cabeza muy rápidamente alcanzarán a ver un elfo; escucharán el canto de la ondina en los arroyos rumorosos y buscarán la vasija de oro que dejan los gnomos tras el arco iris... Pero ¡vamos ya! En nuestros ventisqueros y glaciares irrumpe el volcán y el géiser proyecta su calor. Ajusta la mano en el timón, ¡hijo y amigo! Ya dejamos los fiordos conocidos. En las auroras boreales los dioses danzando cambian de color, mientras nosotros aquí abajo cabalgamos las olas del mar furioso”.(22)



1.-      Sobre los antecedentes de la literatura nórdica relacionada con los mitos, F. Durand hace la siguiente revisión histórica: “En 1643, el obispo islandés de Skálholt descubrió un manuscrito que obsequió al rey de Dinamarca Federico III. El Codex Regius contenía la transcripción que a comienzos del siglo XIII hizo Snorri de un conjunto de poemas muy antiguos, a los que puso el título genérico de Edda. Más tarde había de encontrarse el manuscrito de otro erudito, Saemund, donde figuraban las mismas obras, lo cual explicaría el plural: los Edda. Estos poemas fueron concebidos en época preliteraria; la mayor parte parecería que datase de los siglos VII y VIII, pero ciertos filólogos tienden a ubicar los poemas más arcaicos en el siglo VI. Es evidente que estos poemas comenzaron a recitarse en Noruega y también fueron transmitidos de generación en generación hasta que los colonos los llevaron a la isla de “hielo y fuego” y los escribas medievales los salvaron del olvido asentándolos sobre vitela. El resto de Escandinavia también participó en la elaboración de esta obra. Así en los Gesta Danorum de Saxo Grammaticus figura la traducción latina de poemas que se pueden calificar de proto-éddicos. El grandioso poema danés del siglo X, el Bjarkemál, que Olaf hizo cantar ante sus hombres en formación en Stiklestad, apenas si difiere de ciertas estrofas éddicas”. Los Vikingos, págs. 108 y 109. Eudeba. Buenos Aires 1975. De esta suerte, se rescata una tradición que comenzó en época de las migraciones (entre los siglos III y IV) que se fue extendiendo por todo el mundo germánico. Pero la literatura mítica queda restringida al ambiente escandinavo. Si hablamos de grupos de leyendas o escritos nórdicos más o menos épicos podemos hallar producciones tanto en Inglaterra como en Alemania y otros países. Pero aquí nos estamos refiriendo a un tipo de literatura que se concentra preferentemente en Islandia. Esto es así debido a complejas situaciones en las que ha jugado también el factor geográfico. Desde el descubrimiento y colonización de Islandia por los noruegos (hacia el 874), hasta la primera generación de islandeses cristianos (alrededor del 1.000), ocurren numerosos fenómenos en todo el mundo escandinavo que bien podemos hacer coincidir con el “ciclo vikingo”. Epoca turbulenta, de expansión y conflicto continuo, tiene su revés en el avance de las potencias continentales y del Cristianismo. En este período, valiosa documentación es eliminada o perdida en Suecia, Noruega y Dinamarca. En Islandia, se conserva una enorme producción que se continúa hasta bien entrado el S. XIII, tal es el caso de la Edda Mayor de la que nosotros tomamos los cantos de temas mitológicos, dejando de lado los temas épicos. Afortunadamente para las letras, surge la colosal figura de Snorri Sturluson (1179-1241) que compone numerosas sagas y rescata la mitología nórdica, particularmente en su Gylfaginning (El Engaño de Gylfi) y, en alguna medida, en su Skaldskaparmal (Discurso para la preparación de Poetas). La Edda Mayor en verso, y la llamada Edda Menor (o Edda en Prosa, o Edda de Snorri), constituyen las fuentes más seguras sobre mitología nórdica debida a los islandeses.
2.-      Edda Mayor. Völuspá. 17 y 18. Alianza. Madrid, 1986
3.-      Forma genérica de designar a los dioses. Cuando se habla de alguna diosa en particular se la llama Asinia.
4.-      Espacio lleno de energía. Ese lugar se llenó y hundió por el peso de los hielos cuando éstos dejaron de fluir pero luego, cuando en algunos lugares lucharon el hielo y el fuego volcánico, la escarcha de los glaciares se fundió y de las gotas comenzó a formarse Ymir, el primer gigante del hielo que tiene en su interior el calor volcánico y algo de la energía del Ginnungagap.
5.-      Es el lugar del hielo del norte en oposición a Múspel, región mítica cálida del sur. En ésta vive un gigante que defiende el lugar blandiendo una espada de fuego y que saldrá de allí al fin de los tiempos para incendiar al mundo.
6.-      Una fuente.
7.-      La serpiente que roe las raíces.
8.-      Uno de los Ases.
9.-      Adaptado del Gylfaginning (El engaño de Gylfi), Textos mitológicos de las Eddas. Snorri Sturluson. XV. Miraguano. Madrid. 1987. La pérdida de un ojo a cambio de un bien mayor también aparece reflejada en otras leyendas e historias como la siguiente que, además, nos ilustra sobre el comportamiento belicoso de los vikingos: “Cuando llegó a la estancia donde dormía Armód, su mujer y su hija, Egil abrió la puerta y fue a la cama de Armód. Sacó la espada y con la otra mano agarró la barba de Armód y tiró de él hacia el borde de la cama. Pero la mujer y la hija de Armód se levantaron a toda prisa y le pidieron a Egil que no matara a Armód. Egil dice que así lo haría por ellas ‘pero él se ha hecho merecedor a que lo mate’. Entonces, Egil le cortó la barba desde el mentón; luego le arrancó el ojo con el dedo, de forma que lo dejó colgando sobre la mejilla; luego, Egil y sus compañeros se marcharon”. Saga de Egil Skallagrimsson. Snorri Sturluson. Pág. 270 y 271. Miraguano. Madrid. 1988.
10.-    En base a La Canción de los Nibelungos. C. Mettra. pág. 29. F. C. E. México, 1986.
11.-    La entidad del pasado. Debe considerarse a las Nornas grabando en sus tablas, es decir imprimiendo sus runas mágicas en las que fijan el destino de la gente. No se trata por lo tanto, de “hilanderas” al estilo de las Parcas romanas o de las Moiras griegas.
12.-    La entidad del presente.
13.-    La entidad del futuro.
14.-    Adaptación del Gylfaginning. Op. Cit. XV y XVI.
15.-    La mansión de los héroes. Las valkirias, eligen a los valientes que mueren, pero también deciden las batallas. Estas mujeres guerreras recuerdan ligeramente a las amazonas pero su acción es un tanto indirecta. Contamos con una pista histórica en la que las mujeres de los primitivos germanos ya “participaban” y a veces contribuían a decidir las batallas. Es posible que esas costumbres influyeran posteriormente en la mitificación de las valkirias vikingas. Tácito (55 a 120 d. C.) en su De las Costumbres, Sitio y Pueblos de la Germania, nos dice: “Y al entrar en la batalla tienen cerca sus prendas más queridas, para que puedan oír los alaridos de las mujeres y los gritos de los niños: y estos son los fieles testigos de sus hechos, y los que más los alaban y engrandecen. Cuando se ven heridos, van a enseñar las heridas a sus madres y a sus mujeres, y ellas no tienen pavor de contarlas ni de chuparlas y en medio de las batallas les llevan refrescos, y los van animando. De manera que algunas veces, según ellos cuentan, han restaurado las mujeres batallas ya casi perdidas haciendo volver los escuadrones que se inclinaban a huir, con la constancia de sus ruegos, y con ponerles delante los pechos, y representarles el cercano cautiverio que de esto se seguiría, el cual temen mucho más impacientemente por causa de ellas, tanto, que se puede tener mayor confianza de las ciudades que entre sus rehenes dan algunas doncellas nobles. Porque aún se persuaden que hay en ellas un no sé qué de santidad y prudencia, y por esto no menosprecian sus consejos, ni estiman en poco sus respuestas”. Incluido en Las Historias de Cayo Cornelio Tácito. pág. 335 y 336. Sucesores de Hernando. Madrid, 1913.
16.-    Tácito (Op. Cit. pág. 346), refiriéndose a la bebida embriagante (cerveza), y a los hábitos alimenticios de los primitivos germanos dice: “Hacen una bebida de cebada y trigo, que quiere parecerse en algo al vino. Los que habitan cerca de la ribera del Rhin compran éste. Sus comidas son simples: manzanas salvajes, venado fresco y leche cuajada. Sin más aparato, curiosidad ni regalo, matan la hambre; pero no usan de la misma templanza contra la sed. Y si se les diese a beber cuanto ellos querían, no sería menos fácil vencerlos con el vino que con las armas”. En las Eddas se habla de la hidromiel que es una bebida propia de los dioses y que no debe ser confundida con la cerveza aunque a veces, figurativamente, se las identifique.
17.-    La traducción que se ha dado de “Ragnarök” desde Wagner en adelante es “Crepúsculo de los Dioses”. Sin embargo, la más correcta es “Destino de los Dioses”, que nosotros hemos tomado para titular toda esta escena.
18.-    Adaptado de La Alucinación de Gylfi. Snorri Sturluson. 51. En traducción de J. L. Borges. Alianza. Buenos Aires 1984.
19.-    Völuspá, 58. Op. Cit.
20.-    Ibid. 45.
21.-    La Alucinación de Gylfi. Op. Cit. 51.
22.-    Este parlamento final de Haki, rememora ligeramente la descripción de Snorri en el Ynglingasaga, a raíz de la batalla de Fyrisvellir (en la que Haki quedó malamente herido). “... Entonces hizo traer su nave, la hizo cargar con los hombres muertos y sus armas, la hizo poner a flote, hizo enderezar el timón hacia el mar e izar la vela y encender una pira de madera seca sobre cubierta. El viento soplaba de tierra. Haki estaba en agonía o ya muerto cuando fue puesto sobre la pira. La nave en llamas desapareció entonces en el horizonte, y esto quedó por mucho tiempo grabado en la memoria”. En las palabras que ponemos en boca de Haki, se refleja la amargura de un mundo que muere. Haki no es un vikingo que se convierte al Cristianismo, todo lo contrario. Más bien da a entender que la derrota frente a la religión que avanza (la de las “extrañas gentes”) es en realidad un paréntesis en el que numerosas imágenes y mitos nórdicos invaden al vencedor.

EL ENIGMATICO GRIMORIO DE SANTO TOMAS DE AQUINO



TRATADO DE TOMÁS DE AQUINO EN EL ARTE DE ALQUIMIA DADO A SU COMPAÑERO FRAY REGINALDO


Vencido de tus continuos ruegos, hermano queridísimo, te propongo describir en ocho capítulos, de las partes que contiene, un breve tratado de nuestro arte, con ciertas reglas, leves operaciones eficaces y tinturas muy verdaderas contenidas en él, y quiérote rogar tres cosas: Lo primero, que no cuides mucho de las palabras de los modernos filósofos y de los antiguos que hablan en esta ciencia, porque el arte de la alquimia tiene su asiento y fundamento en la capacidad del entendimiento y en la demostración de la experiencia.
Los filósofos, pues, queriendo encubrir la verdad de la ciencia, hablaron casi todas las cosas en lenguaje figurado. Lo segundo: que no quieras apreciar multitud de cosas, ni las composiciones de diversas especies, porque la naturaleza nunca produce sino su semejante: porque así como del caballo y la pollina se engendra el mulo con producción imperfecta, es como algunos imitadores de la ciencia producen de muchas cosas cierta multiplicidad. Lo tercero, que no seas hablador, ni bachiller, más antes bien, pon guarda en tu boca, y así como hijo de los sabios, no arrojarás las piedras preciosas a los puercos.
Teniendo paz con Dios y teniendo tu fin ordenado en tu obra, siempre la llevaras fijada en tu mente. Cree por cierto, que si tuvieras delante de los ojos las dichas reglas, que me dio Alberto Magno, no tendrías necesidad de buscar el favor de los Reyes y de los Grandes, sino antes bien, los reyes y los señores te darían toda honra.
Porque todo aquél que es reconocido en este arte sirviendo a los reyes y a los Prelados, no sólo puede ayudar a los antedichos, sino tambien con buen orden a lodos los necesitados, y lo que recibió de la gracia, jamás debe darlo a alguno con interés. Estén pues signadas y selladas seguramente en el secreto de tu corazón las reglas antedichas. porque en el libro y tratado que escribí antes de éste, hablé filosóficamente para los del vulgo, mas a tí, hijo de gran secreto, escribo más claramente, confiado en tu especial cuidado en el hablar.

II DE LA OPERACION

Porque según Avicena en una epístola al Rey Assa: Nosotros buscamos una substancia verdadera y hacerla fija, compuesta de muchas, y que puesta sobre el fuego lo soporte sin quemarse. Que será penetrante, generativa, que teñirá el mercurio y otros cuerpos con una tintura verdaderisima y con el peso debido. La nobleza de esta tintura excede al universo dichoso del mundo. Porque una cosa nuestra hace ser tres cosas. Las tres, dos; las dos, finalmente, son una. Finalmente, así como conviene que sea una substanciacomo dice Avicena, así también conviene tener paciencia, espera e instrumentos.
Paciencia, porque según Pedro, la presura y el arrebatamiento vienen del Diablo. Por eso quien no tiene paciencia aparte su mano de la operaclon. La espera tambien es necesaria para toda acción natural, que sigue nuestro arte, ya que tiene su modo y tiempo determinado. Los instrumentos, pues, también son necesarios, empero no muchos como parecerá en lo siguiente, porque nuestra obra se perfecciona en una cosa, con un vaso, en una operación según Hermes y por un camino. Esta medicina, ciertamente, aunque es agregada de muchas cosas, con todo eso, es una sola materia que no necesita de alguna otra hazaña, si no es del fermento blanco o rubio, por lo cual es pura, natural, nunca puesta en alguna otra obra, y de la cual, en el régimen de la obra, aparecerán diversos colores según los tiempos.
También conviene en los primeros días levantarse de mañana y ver si la viña floreció. En los siguientes días se verá el corvino transmutado en la soledad del ciego, y multiplicados colores, en todos los cuales se ha de esperar el color blanco, llegado el cual esperemos sin error alguno a Nuestro Rey, elixir o polvo simple sin tacto, piedra que tiene tantos nombres cuantas son las cosas en el mundo. Mas para explicarme en breve nuestra materia o magnesia es nuestro argento único mineral, la orina de los muchachos de doce años debidamente preparada, que viene luego de la vena y nunca fue en ninguna obra grande que escribí para los vulgares; nuestra tierra de España, o antimonio.
Con todo eso, no notes aquí el argento vivo común, del que usan algunos multiplicadores y sofistas, del cual si algo se hace se llama solamente multiplicación, y con todo eso tiñe un poco respecto del Magisterio. Aunque causara largos gastos y si agradare trabajar con él, en él hallarás la verdad, mas requiere larga digestión. Sigue pues al Santo Alberto Magno, mi Maestro, y trabaja con argento vivo mineral y el mismo es de nuestra obra perfectivo por la combustión, salvificativo y efecto por la fusión, porque cuando se fija es tintura de blancura o de rubio, de una compostura abundantísima, de un esplendor resplandeciente y no se aparta de lo mezclado, porque es amigable a los metales y un medio de juntar las tinturas, porque se mezcla con ellos entrando en lo profundo y penetrando naturalmente, porque se junta conellos.

III DE LA COMPOSICION DEL MERCURIO, Y DE SU PREPARACION

Aunque nuestra obra se perfecciona de nuestro solo mercurio, a pesar de eso necesita de fermento rojo o blanco, pues se mezcla más fácilmente con el sol y con la luna, y se hace una sola cosa con él, siendo así que estos dos cuerpos participan más de su naturaleza, luego son más perfectos que los demás.
La razón es porque los cuerpos son de tanta mayor perfección cuanto más contienen de Mercurio. El sol, pues, y la luna, teniendo más de él, se conmezclan para la rubio y para lo blanco, se fijan estando en el fuego, porque el mismo mercurio solo es el que perfecciona la obra y en él hallamos todas las cosas de que necesitamos para la Obra, al cual no se debe juntar cosa extraña. El Sol y la Luna no son extraños a él, porque los mismos se vuelven en su primera naturaleza al principio de la obra, esto es el mercurio, porque de él tomaron su origen.
Algunos, pues, porfían haciendo la obra con el solo Mercurio o con la magnesia simple, lavándola en vinagre fuerte, cociéndolo en aceite, sublimando, asando, calcinando, destilando la quintaesencia, sacando, con los elementos y otras infinitas martirizaciones, atormentando al mismo Mercurio, y creyendo con sus operaciones que de ellas han de hallar alguna cosa grande. Finalmente muy poco logro hallan.
Mas créeme, hijo, que todo nuestro Magisterio está y consiste en sólo el régimen del fuego con la capacidad de la industria. Porque nosotros nada obramos, mas la virtud del fuego bien regido con poco trabajo hace nuestra piedra, y con pocos gastos. Juzga que cuando nuestra piedra fuese una vez suelta en su primera naturaleza, es a saber, en la primera agua, o leche de virgen, o cola del dragón, entonces la misma piedra ella se calcina, sublima, destila, reduce, lava, congela, y por la virtud del fuego proporcionado, a sí misma se perfecciona en un solo vaso, sin operación manual de otro.
Conoce pues hijo, cómo los Filósofos hablaron figuradamente de las operaciones manuales, pues para que estés seguro de la purgación de nuestro Mercurio, te enseñaré que con una verdadera operación nuestro mercurio común es preparado levísimamente. Recibe pues, Mercurio mineral o tierra hispánica, antimonium nostrum, o tierra negra oculosa, todas las cuales cosas son una misma, no inferiores de su género, el cual no se haya puesto antes en obra alguna, cinco libras y veinte a lo más, y haz que pase por un paño de lino espeso tres veces. Después haz que pase por el cuero de liebre.
Ultimamente haz que pase por un paño de lino espeso, y ésta es la verdadera lavadura. Y atiende: si alguna cosa queda en el cuerpo de su grosura, o algún espesor de porquería. o hediondez. entonces ese mismo mercurio no vale para nuestra obra. Pero si nada aparece, bueno te es. Advierte que con este mercurio, sin añadirle ninguna cosa, pueden hacerse la una y la otra obra.

IV DEL MODO DE AMALGAMAR

Puesto que nuestra obra puede completarse a partir de sólo el Mercurio sin añadir ningún producto extraño, se deduce que se describa muy brevemente el modo de componer la amalgama. Pero en cambio, algunos entienden mal a los filósofos porque creen que a partir del solo mercurio, sin ninguna hermana como semejante, se puede terminar la obra.
Yo sin embargo, te digo con seguridad, que cuando trabajes con el mercurio, no añadas nada extraño a él, y sepas que el oro, y la plata, no son extraños al mercurio; más aún, participan de su naturaleza de una manera más cercana que cualquier otro cuerpo. Por lo cual, reducidos a su primera naturaleza, se llaman hermanos semejantes al mercurio por su composición y por su fijación simultánea. Si esto lo entiendes con claridad, emanará leche de la virgen, y si trabajas con el mercurio no añadiéndole ninguna cosa extraña, conseguirás lo que deseas.

V DE LA COMPOSICION DEL SOL Y DEL MERCURIO

Recibe del sol común depurado, esto es, en el fuego calentado, porque es fermento de la rubedez, dos onzas, y quiébralas en pedazos pequeños con la tenaza, añadelo a catorce onzas de mercurio, y haz humear al mercurio en la teja y desata mi sol y muévelo con una vara de palo, hasta que el sol se desate bien y se mezcle; entonces échalo todo en agua clara y en una escudilla de vidrio, o de piedra, y lava muchas veces, limpiando y mudando por tanto tiempo, hasta que la negrura toda se aparte del agua.
Entonces si quieres advertir, la voz de la tortolilla se oye en nuestra tierra, la cual limpia, haz que la amalgama o composición pase por el cuero, bien ligado por arriba, exprimiendo toda la amalgama, sin dos onzas, y quedarán en el cuero catorce, y aquellas catorce onzas son las cosas aptas para nuestra operación. Atiende que deben ser ni más ni menos que dos onzas de toda la materia que queden en el cuero. Si fuesen más, disminúyela. Y estas dos onzas exprimidas, que se llaman leche de la virgen, guárdalas para la segunda operación. Póngase pues la materia desde el cuero en el vidrio, y los vidrios en el hornillo arriba descripto, y encendida debajo una lámpara, de manera que esté contínuamenteardiendo de noche y de día, que nunca se apague, y la llama derechamente dé en lo una vez encerrado, con todo eso no toque la olla, y se extienda semejantemente a todas las partes del hornillo, bien negras.
Mas si después de un mes o dos quisieses mirar, verás flores vivas y colores principales, como negro, blanco, citrino y rubio, entonces, sin alguna operación de tus manos, con el régimen del fuego sólo, lo manifiesto será abscondido y lo abscondido se hará manifiesto. Por lo cual nuestra materia a sí misma se lleva al perfecto elixir volviéndose en polvo sutilísimo, que se llama tierra muerta, o hombre muerto en el sepulcro, o magnesia árida, porque el espíritu en él esta ocultado en el sepulcro, y del ánima casi se apartó. Permítela pues estar entonces, desde el principio hasta veintiséis semanas, y entonces lo grueso está hecho grácil, lo leve ponderoso, lo áspero suave, y lo dulce amargo, por la conversión de las naturalezas, cumplidas ocultamente por virtud del fuego. Cuando vieres pues tus polvos enjugados: et si proban, et expensas desideras tingent. Después enseñaré una, o dos partes, porque una parte de nuestra obra solamente teñirá siete de mercurio bien purgado.

VI DE LA AMALGAMACION DE LO BLANCO

Del mismo modo se procede para lo blanco, esto es, luna, esto es, fermento de la blancura; cuando mezclares con siete partes de Mercurio purgado, en el mismo procederás como hiciste el rubio. Porque en toda obra blanca nada entra sino blanco, y en toda obra rubia, nada sino rubio debe entrar: porque de la misma agua nuestra se hace lo rubio y lo blanco, empero añadiendo distinto fermento, y pasado el tiempo antedicho puede teñir blanco sobre mercurio, como para rubio hiciste.
Empero nota que el argento foliado en esta materia, es más útil que el argento en masa, porque tiene en sí mixtura de algunas heces de mercurio y se debe amalgamar con mercurio frío y no caliente. De otra suerte gravísimamente yerran algunos obrando esto, disolviendo la amalgama en agua fuerte para purgarla, y si quieren mirar la naturaleza de la composición del agua fuerte, la misma por esto se destruye más. Algunos tambien quieren obrar con sol o luna mineral, según las reglas de este libro, y yerran diciendo que el sol no tienen humedad y es cálido de manifiesto, y por eso muy bueno. Antes bien, se saca la quintaesencia con el ingenio sutil del fuego en el vaso de circulación que se llama pelícano. Mas el sol mineral y la luna tienen en sí mezclada tanta suciedad de hez, que la purificación de ellos, potente al nuestro, no sería obra de mujeres y juego de niños, mas antes bien trabajos muy fuertes de varón anciano, desatando, calcinando, insistiendo a otras operaciones del arte grande.

VII DE LAS OPERACIONES SEGUNDA Y TERCERA

Acabada esta primera obra, procedamos a la segunda práctica. Luego que se hizo el cuerpo de nuestra primera obra con la cola del Dragón, esto es, la leche de la virgen, añadidas siete partes de mercurio nuevo sobre la materia que queda, según el peso de los polvos, Mercurio digo purificado y limpiado, haz pasar por el cuero y retén siete partes del todo; lava y ponlo en el vidrio y en el hornillo, como hiciste en la primera obra, controlando por todo el tiempo, o estando cerca hasta que hayas visto hechos los polvos otra vez, los cuales por segunda vez toma o saca, y si quieres tiñe, y estos polvos son mucho mas sutiles quelos primeros, porque están más digeridos, porque una parte tiñe cuarenta y nueve en elixir.
Entonces, procede a la tercera práctica, como hiciste en la primera y segunda operación, y pon sobre el peso de los polvos de la segunda obra, siete partes de mercurio purgado, y pon en el cuerpo, de manera que las siete partes queden en el todo como antes. Y por segunda vez cuece, y haz polvos, los cuales de verdad son polvos sutilísimos, de los cuales una onza tiñe siete veces cuarenta y nueve, que son trescientos cuarenta y tres y esto sobre mercurio. La razón es porque cuanto más se digiere nuestra medicina, tanto más sutil se hace y cuanto más sutil fuere, tanto más penetrable, y cuanto más penetrable tanto más profundo tiñe. Por fin, de esto se entienda, que si no tienes argento vivo mineral, seguramente podrás trabajar con mercurio común, porque aunque no valga tanto como éste, con todo eso da largas expensas.

VIII DEL MODO DE OBRAR EN LA MATERIA O MERCURIO

Más cuando quieras teñir mercurio, toma la teja de plateros de oro, y úntala un poco por dentro con sebo, y pónlo en ella, según la proporción de la medicina, sobre fuego lentísimo y cuando el Mercurio comenzare a humear, echa dentro de tu medicina encerrada en cera limpia, o en papel, y ten carbón encendido fuerte y preparado para esto, y pon sobre la boca de la teja. Y da fuerte fuego, y cuando todo se hubiera liquidado, échalo según las reglas, untada con sebo, y tendrás sol o luna finísima, según la adición del fermento.
Mas si quieres multiplicar tu medicina en el estiércol del caballo. haz esto como boca a boca te enseñé, como sabes, lo cual no te escribo porque sería pecado revelar este secreto a hombres seglares que buscan esta ciencia mas por vanidad que por el debido fin y honra de Dios, al cual sea la honra y gloria en los siglos de los siglos. Amén. Mas aquella obra que escribí para los vulgares con estilo bastante físico, vi trabajarla una vez para siempre al Santo Alberto, de Antimonio y de tierra española a tí conocida.
Mas porque es de más logro y tiempo, y para no caer en la indebida expensión, ojalá te procure el obrar más ligero, aquella breve obra que escribí, en la cual ningún error hay, con las expensas moderadas, levedad de la obra, brevedad de tiempo, y el fin verdaderamente deseado. De lo cual tú y todos los tuyos percibiréis sin falsedad. No quieras pues, queridísimo, ocuparte con mayor obra, porque por la salud y oficio de la predicación de Cristo, y logrando el tiempo, desees más atender a las riquezas espirituales que ansiar por los logros temporales