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El sentido de la vida (Silo)


Agradezco la oportunidad que me dan de discutir con ustedes algunos puntos de vista referentes a aspectos relevantes de nuestra concepción sobre la vida humana. Digo discutir porque esto no va a ser una disertación, sino que va a ser un intercambio.

Un primer punto de vista a considerar es aquel al que apunta todo nuestro planteamiento. ¿Es que nuestro objeto de estudio es el mismo objeto que estudian las ciencias? Si se tratara del mismo, las ciencias precisamente tendrían la última palabra.

Nuestro interés está puesto en la existencia humana, pero no en la existencia humana como hecho biológico o social (ya que con respecto a ese punto hay ciencias que le dedican su esfuerzo), sino a la existencia humana como registro cotidiano, como registro diario personal. Porque, aunque alguien se pregunte por el fenómeno social e histórico que es constitutivo del ser humano, ese alguien hará tal pregunta desde su vida cotidiana; lo hará desde su situación; lo hará impulsado por sus deseos, sus angustias, sus necesidades, sus amores, sus odios; lo hará impulsado por sus frustraciones, sus éxitos; lo hará desde algo anterior a la estadística y a la teorización; lo hará desde la vida misma.

Y, ¿qué es lo común y, al mismo tiempo, lo particular en toda existencia humana? La búsqueda de la felicidad y la superación del dolor y el sufrimiento es lo común y lo particular de toda existencia humana. Es la verdad registrable para todos y cada uno de los seres humanos.

Ahora bien, ¿cuál es esa felicidad a la que aspira el ser humano? Ella es lo que el ser humano cree. Esta afirmación, un tanto sorprendente, se basa en el hecho de que las personas se orientan hacia imágenes o ideales felicitarios diferentes. Es más, el ideal de felicidad cambia con la situación histórica, social y personal. De ello concluiremos que el ser humano busca lo que cree que lo hará feliz, y de acuerdo con ello lo que cree que lo alejará del sufrimiento y el dolor.

Dada la aspiración de felicidad, aparecerán las resistencias del dolor y el sufrimiento. ¿Cómo podrán vencerse estas resistencias? Antes debemos preguntarnos por la naturaleza de las mismas.

El dolor para nosotros es un hecho físico. Todos tenemos experiencias del mismo. Es un hecho sensorial, corporal. El hambre, las inclemencias naturales, la enfermedad, la vejez, producen dolor. Y ése es el punto en que nosotros diferenciamos de fenómenos que nada tienen que ver con lo sensorial. Únicamente el avance de la sociedad y la ciencia es el que hace retroceder el dolor. Y ése es el campo específico en el que pueden desarrollar sus mejores esfuerzos los reformadores sociales, los científicos y por sobre todo los mismos pueblos generadores del progreso del que se nutren tales reformadores y tales científicos.

El sufrimiento, en cambio, es de naturaleza mental. No es un hecho sensorial del mismo tipo del dolor. La frustración, el resentimiento, son estados de los que también tenemos experiencia, y que no podemos localizar en un órgano específico, o en un conjunto de ellos. ¿Es que aun siendo de naturaleza diferente actúan entre sí el dolor y el sufrimiento? Por cierto que el dolor motiva también al sufrimiento. En tal sentido, el avance social y el avance de la ciencia hacen retroceder un aspecto del sufrimiento. Pero específicamente, ¿dónde hallaremos la solución para hacer retroceder el sufrimiento? Esto lo hallaremos en el sentido de la vida, y no hay reforma ni avance científico que aleje el sufrimiento que da la frustración, el resentimiento, el temor a la muerte, y el temor en general.

El sentido de la vida es una dirección a futuro que da coherencia a la vida, que permite encuadre a sus actividades y que la justifica plenamente. A la luz del sentido aún el dolor en su componente mental y el sufrimiento en general, retroceden y se empequeñecen interpretados como experiencias superables.

Entonces, ¿cuáles son las fuentes del sufrimiento humano?. Son las que producen contradicción. Se sufre por vivir situaciones contradictorias, pero también se sufre por recordar situaciones contradictorias y por imaginar situaciones contradictorias.

Estas fuentes de sufrimiento han sido llamadas las tres vías del sufrimiento, y ellas pueden modificarse de acuerdo con el estado en que se encuentre el ser humano respecto del sentido de la vida. Tendremos que examinar brevemente estas tres vías para luego hablar del significado y la importancia del sentido de la vida.

(Pregunta poco audible en la grabación)
Es claro que las agrupaciones humanas, por ejemplo, son estudiadas por la sociología. Así como las ciencias pueden estudiar los astros o los microorganismos. También la biología y la anatomía, la fisiología, estudian al cuerpo humano desde diferentes puntos de vista. La Psicología estudia el comportamiento psíquico. Todos estos que estudian (los estudiosos y los científicos), no estudian su propia existencia. No hay una ciencia que estudie la propia existencia. La ciencia nada dice acerca de la situación que le acontece a una persona cuando llega a su casa y allí recibe un portazo, un mal trato, o una caricia.

Nosotros nos interesamos, justamente, por la situación de la existencia humana, y por ello no es competencia nuestra las discusiones que pueda tener la ciencia. Y también observamos que la ciencia tiene serias falencias, serias dificultades para definir lo que pasa en la existencia. Qué sucede en la existencia humana; cuál es la naturaleza de la vida humana con respecto al sentido; cuál es la naturaleza del sufrimiento y del dolor; cuál es la naturaleza de la felicidad; cuál es la naturaleza de la búsqueda de la felicidad. Estos son objetos de nuestro estudio, de nuestro interés. Desde ese punto de vista podría decirse que nosotros tenemos una posición frente a la existencia, una posición frente a la vida, y no una ciencia referida a estas cosas.

(Pregunta poco audible en la grabación)
Es claro que nosotros hemos puesto énfasis en esto que la gente busca, aquello que cree que es la felicidad. El punto está en que se cree una cosa y mañana se cree otra. Si examinamos en nosotros mismos lo que creíamos que era la felicidad a los doce años y en el día de hoy, veremos el cambio de perspectiva; así mismo si consultamos a diez personas, seguiremos viendo esa diversidad de puntos de vista. En la edad media se tenía una idea general de la felicidad distinta a la época de la revolución industrial, y en general los pueblos y los individuos varían en su búsqueda de la felicidad. No está para nada clara la felicidad en cuanto objeto. Parece que no existiera tal objeto. Es más bien un estado de ánimo el que se busca y no un objeto tangible.

A veces a esto se lo confunde en una determinada forma de propaganda que presenta un jabón como la felicidad misma. Desde luego, pero todos comprendemos que, en realidad, se está tratando de describir un estado, el estado de felicidad, pero no tanto el objeto porque que nosotros sepamos, no existe tal objeto. Por consiguiente, no está claro qué cosa sea el estado de felicidad. Nunca se lo ha definido convenientemente. Es una suerte de escamoteo que se ha hecho y para la gente no ha quedado nada claro. Bien, así es que seguiremos avanzando a menos que haya alguna otra pregunta...

(Pregunta poco audible en la grabación)
Esta última pregunta es con respecto al progreso del dolor y el sufrimiento. ¿Cómo es que el dolor va superándose con el avance de la sociedad y la ciencia y el sufrimiento no se supera paralelamente?

Hay alguna gente que sostiene que el ser humano no ha avanzado para nada. Es obvio que el ser humano ha avanzado en su conquista científica, en su conquista de la naturaleza, en su desarrollo. Está bien, hay desarrollos de las civilizaciones que son desparejos, de acuerdo, hay problemas de todo tipo, pero el ser humano y su civilización han avanzado. Eso es evidente. Recuerden ustedes otras épocas donde una bacteria hacía estragos, y hoy una droga suministrada a tiempo soluciona el problema rápidamente. Media Europa sucumbió en un momento por una peste de cólera. Eso ha sido superado. Viejas y nuevas enfermedades son combatidas y seguramente serán derrotadas. Las cosas han cambiado y han cambiado mucho. Pero es claro que en materia de sufrimiento una persona de hace cinco mil años y una persona actual, registran y sufren las mismas decepciones, registran y sufren temores, registran y sufren resentimientos. Lo registran y lo sufren como si para ellos no hubiera existido historia, como si en ese campo cada ser humano fuera el primer ser humano. El dolor va retrocediendo con aquellos avances, pero el sufrimiento no se ha modificado en el ser humano, no se han tenido adecuadas respuestas con respecto a esto. Y en ese sentido hay una cosa despareja. Pero, ¿cómo podríamos decir que el ser humano no ha avanzado? Tal vez porque haya avanzado lo suficiente hoy se esté haciendo este tipo de preguntas y también por eso se esté tratando de dar respuesta a esos interrogantes que probablemente en otra época no hubiera sido necesario hacer. Las tres vías del sufrimiento no son sino tres vías necesarias para la existencia humana, pero que han sido distorsionadas en su normal funcionamiento. Trataré de explicarme.

Tanto la sensación de lo que ahora vivo y percibo, como la memoria de lo que he vivido y la imaginación de lo que podría vivir, son vías necesarias a la existencia humana. Cercenemos algunas de estas funciones y la existencia se desarticulará. Acabemos con la memoria y perderemos hasta el mismo manejo de nuestro cuerpo. Eliminemos la sensación y perderemos la regulación del mismo. Detengamos la imaginación y no podremos orientarnos en ninguna dirección. Estas tres vías que son necesarias a la vida, pueden ser distorsionadas en su funcionamiento convirtiéndose en enemigas de la vida, en portadoras de sufrimiento. Así, sufrimos cotidianamente por lo que percibimos, por lo que recordamos y por lo que imaginamos.

Hemos dicho en otras oportunidades que se sufre por vivir en una situación contradictoria tal como la de querer hacer cosas que se oponen entre sí. También sufrimos por temor a no lograr lo que deseamos a futuro, o por temor a perder lo que tenemos. Y, desde luego, sufrimos por lo que hemos perdido, por lo que no hemos logrado, por aquello que ya sufrimos antes, por aquella humillación, aquel castigo, aquel dolor físico que quedó en el pasado, por aquella traición, por aquella injusticia, por aquella vergüenza. Y esos fantasmas que llegan del pasado son vividos por nosotros como si fueran hechos presentes. Ellos, que son las fuentes del rencor, del resentimiento y la frustración, condicionan nuestro futuro y hacen perder la fe en nosotros mismos.

Discutamos el problema de las tres vías del sufrimiento.

Si las tres vías son las que posibilitan la vida, ¿cómo es que se han ido distorsionando? Si se supone que el hombre va buscando la felicidad, debiera ir adecuándose para ir manejando estas tres vías a su favor. Pero, ¿cómo es que de repente esas tres vías son precisamente sus principales enemigas? Parece ser que en el momento en que se amplió la conciencia del ser humano, cuando todavía no era un ser muy definido, parece ser que allí mismo, al ampliarse su imaginación, al ampliarse su memoria y su recuerdo histórico, al ampliarse su percepción del mundo en que vivía, en ese mismo momento, al ampliarse una función surgió la resistencia. Tal cual sucede en las funciones internas. Como cuando tratamos de movernos en una actividad nueva, encontramos resistencia. Del mismo modo que se encuentra resistencia en la naturaleza. En el mismo instante que llueve y cae el agua y va por los ríos y encuentra resistencia a su paso, en ese vencimiento de las resistencias llega finalmente a los mares.

El ser humano en su desarrollo, va encontrando resistencias. Y al encontrar resistencias se fortalece y al fortalecerse integra dificultades y al integrarlas las supera. Y entonces todo este sufrimiento que ha ido surgiendo en el ser humano en su desarrollo, ha sido también un fortalecimiento del ser humano por encima de ello. De modo que en etapas anteriores esto del sufrimiento ha de haber contribuido al desarrollo, en el sentido de crear condiciones justamente para superarlo.

Nosotros no aspiramos al sufrimiento. Nosotros aspiramos a reconciliarnos incluso con nuestra especie, que tanto ha sufrido, y gracias a la cual nosotros podemos hacer nuevos despliegues. No ha sido inútil el sufrimiento del hombre primitivo. No ha sido inútil el sufrimiento de generaciones y generaciones que han estado limitadas por esas condiciones. Nuestro agradecimiento es para aquellos que nos precedieron no obstante su sufrimiento, porque gracias a ellos podemos intentar nuevas liberaciones.

Éste es el punto acerca de cómo el sufrimiento no nació de súbito, sino con el desarrollo y la ampliación del hombre. Pero es claro que nosotros no aspiramos, como seres humanos, a seguir sufriendo, sino a avanzar sobre esas resistencias integrando un nuevo camino en este desarrollo.

Pero hemos dicho que hallaremos la solución al problema del sufrimiento en el sentido de la vida, y hemos definido a ese sentido como la dirección a futuro que da coherencia, que permite encuadrar actividades y que justifica plenamente a la existencia. Esta dirección a futuro es de máxima importancia por cuanto, según hemos examinado, si se corta esta vía de la imaginación, esta vía del proyecto, esta vía del futuro, la existencia humana pierde dirección y ello es fuente de inagotable sufrimiento.

Es claro para todos que la muerte aparece como el máximo sufrimiento del futuro. Es claro, en esa perspectiva, que la vida tiene carácter de cosa provisoria. Y es claro que, en ese contexto, toda construcción humana es una inútil construcción hacia la nada. Por ello, tal vez, el apartar la mirada del hecho de la muerte haya permitido cambiar la vida como si la muerte no existiera... Quien piensa que todo termina para sí con la muerte, podrá alentarse con la idea de que será recordado por sus espléndidas acciones, que no se olvidarán de él sus seres queridos o, tal vez, las generaciones venideras. Y, aunque esto fuera así, todos marcharían finalmente hacia una nada absurda que interrumpiría todo recuerdo. También podría pensarse que lo que uno hace en la vida no es sino responder a necesidades del mejor modo posible. Pues bien, ya se acabarán esas necesidades con la muerte y habrá perdido sentido toda lucha por salir del reino de la necesidad. Y se podrá decir que la vida personal carece de importancia en la vida humana, que por lo tanto la muerte personal no tiene significado. Si tal fuera el caso, tampoco tendría significado la vida ni las acciones personales. No se justificaría ninguna ley, ningún compromiso, y no habría, en esencia, mayores diferencias entre las acciones benéficas y las malvadas.

Nada tiene sentido si todo termina con la muerte. Y, si ése es el caso, el único recurso posible para transitar por la vida, es animarse con sentidos provisorios, con direcciones provisorias a las cuales aplicar nuestra energía y nuestra acción. Tal es lo que sucede habitualmente, pero para ello es necesario proceder negando la realidad de la muerte, es necesario hacer como si ella no existiera.

Si se pregunta a alguien qué sentido tiene para él la vida, probablemente responderá por su familia, o por él prójimo, o por una determinada causa que según él justifique la existencia. Y, esos sentidos provisorios, habrán de conferirle dirección para afrontar la existencia, pero a poco que surjan problemas con los seres queridos, a poco que se produzca una desilusión con la causa abrazada, a poco que algo cambie en el sentido elegido, el absurdo y la desorientación volverán por su presa.

Por último, sucede con los sentidos o las direcciones provisorias de vida que en el caso de alcanzarse ya pierden referencia y, por lo tanto, dejan de ser útiles para más adelante y, en el caso de no alcanzarse, dejan de ser útiles como referencia. Por cierto que luego del fracaso de un sentido provisorio siempre queda la alternativa de poner un nuevo sentido provisorio, tal vez en oposición al que fracasó. Así, de sentido en sentido se va borrando, a medida que pasan los años, todo rastro de coherencia y con ello aumenta la contradicción y, por tanto, el sufrimiento.

La vida no tiene sentido si todo termina con la muerte. Pero, ¿es cierto que todo termina con la muerte?. ¿Es cierto que no se puede lograr una dirección definitiva que no varíe con los accidentes de la vida?, ¿cómo se ubica el ser humano frente al problema de que todo termina con la muerte? Examinémoslo, pero luego de discutir lo dicho hasta aquí.

(Intervalo y discusión)

Así como destacamos tres vías del sufrimiento observamos también cinco estados con referencia al problema de la muerte y la trascendencia. En estos cinco estados se puede ubicar cualquier persona.

Hay un estado en que una persona tiene evidencia indudable dada por propia experiencia, no por educación o ambiente. Para ella es evidente que la vida es un tránsito y que la muerte es un escaso accidente.

Otros tienen la creencia de que el ser humano va a no sé que trascendencia, y esta creencia la tienen dada por educación, dada por ambiente, no por algo sentido, experimentado, no por algo evidente para ellos, sino por algo que les enseñaron y que ellos aceptan sin experiencia alguna.

Hay un tercer tipo de ubicación frente al sentido de la vida y es el de aquellas personas deseosas de tener una fe o tener una experiencia. Ustedes se deben haber encontrado con muchas personas que dicen: “Si yo pudiera creer en ciertas cosas, mi vida sería diferente”. Hay muchos ejemplos a mano. Gentes a las cuales les han sobrevenido muchos accidentes, muchas desgracias, y que se han sobrepuesto a esos accidentes, a esas desgracias, porque o tienen fe o tienen un registro de que todo esto, por transitorio o provisorio, no es el agotamiento mismo de la vida sino en todo caso una prueba, una resistencia que de algún modo hace crecer en el conocimiento. Incluso pueden haber encontrado gentes que acepten el sufrimiento como un recurso de aprendizaje. No es que busquen el sufrimiento (no como otros, que parece que tuvieran una especial afición por el sufrimiento). Estamos hablando de aquellos que simplemente, cuando se da tal cosa, sacan la mejor partida de ello. Gentes que no andan buscando el sufrimiento, todo lo contrario, sino que dada la situación lo asimilan y lo integran y lo superan.

Bien. Hay gentes, entonces, que se ubican en ese estado: no tienen fe, no tienen ninguna creencia, pero desearían tener algo que les diera aliento y le diera dirección a su vida. Sí, esas personas existen.

Hay también aquellos que sospechan intelectualmente la posibilidad de que exista un futuro tras la muerte, que exista una trascendencia. Simplemente lo consideran posible y no tienen ninguna experiencia de trascendencia ni tampoco tienen ningún tipo de fe, ni tampoco aspiran a tener experiencia ni a tener fe. Seguramente conocen a esas personas.

Y hay, por último, aquellos que niegan toda posibilidad de trascendencia. También ustedes reconocerán aquí personas, y probablemente entre ustedes haya muchos, que piensan así.

De manera que con diferentes variantes cada uno puede efectivamente ubicarse como aquellos que tienen evidencia y para ellos es indudable esto de la trascendencia, o bien como aquellos que tienen fe porque así la asimilaron cuando pequeños, o bien aquellos otros que quisieran tener una experiencia o una fe, o aquellos otros más que la consideran una posibilidad intelectual sin hacerse mayores problemas, y estos otros que la niegan.

Pero aquí no terminamos con el punto de ubicación frente al problema de la trascendencia. Hay, al parecer, diferentes profundidades en esto de ubicarse frente al problema de la trascendencia. Hay quienes incluso dicen que tienen una fe, lo afirman, pero esto que dicen no responde efectivamente a lo que experimentan. Nosotros no decimos que ellos mientan, decimos que esto lo dicen superficialmente. Dicen tener una fe, pero mañana pueden no tenerla.

Así es que observamos diferentes grados de profundidad en estas cinco posturas y, por lo tanto, en la movilidad o la firme convicción en cuanto a lo que se postula. Hemos conocido gentes que eran devotas, creyentes de una fe, y al morirse un familiar, al morirse un ser querido, desapareció toda la fe que decían tener y cayeron en el peor de los sin sentidos. Esa fe era una fe de superficie, una fe de mampostería, una fe periférica. En cambio, aquellos otros a los cuales sobrevinieron grandes catástrofes y afirmaron precisamente su fe, todo les resultó diferente.

Hemos conocido gentes que estaban convencidas de la inexistencia total de la trascendencia. Uno muere y desaparece. Por así decir, ellos tenían fe en que todo se acababa con la muerte. Es claro que en alguna ocasión, caminando cerca de un cementerio han apurado el paso y se han sentido inquietos... ¿cómo se compatibiliza todo esto con la convicción cierta de que todo termina con la muerte? De este modo, hay gentes que aun en la negación de la trascendencia están ubicadas en una situación muy superficial.

Así, pues, uno puede ubicarse en cualquiera de estos estados, pero también uno puede ubicarse en distintas profundidades. En ciertas épocas de nuestra vida hemos creído una cosa respecto de la trascendencia, y luego otra. Cambió, esto es móvil. Ésta no es una cosa estática. No solo en épocas distintas de nuestra vida sino en situaciones. Cambia nuestra situación y cambia nuestra creencia con respecto al problema de la trascendencia. Es más: cambia de un día a otro. A veces a la mañana estoy creyendo una cosa determinada, a la tarde ya no. Y esto que parece ser de suma importancia porque hace a la orientación de la vida humana, es algo demasiado variable. Y al fin nos provocará desconcierto en la vida cotidiana.

En esos cinco estados y grados se emplaza el ser humano, ¿pero cuál debería ser el correcto emplazamiento? ¿Es que existe acaso un correcto emplazamiento, o es que estamos simplemente describiendo problemas sin dar solución? ¿Es que podemos sugerir cuál es el mejor emplazamiento frente al problema?

Algunos dicen que la fe es algo que está o no está en las personas, que brota o que no brota. Pero observen ese estado de conciencia. Alguien puede no tener fe en absoluto, pero también puede desear, sin fe y sin experiencia, obtener eso. Puede inclusive comprender intelectualmente que tal cosa es interesante, que puede valer la pena orientarse en esa dirección. Pues bien, cuando eso comienza a suceder es porque algo ya se está manifestando en esa dirección.

Quienes logran esa fe o esa experiencia trascendente, aunque no puedan definirla en términos precisos como no se puede definir el amor, reconocerán la necesidad de orientar a otros hacia el sentido, pero jamás tratarán de imponer su paisaje a quienes no lo reconozcan.

Y así, coherentemente con lo enunciado, declaro ante ustedes mi fe y mi certeza de experiencia respecto a que la muerte no detiene el futuro, que la muerte, por lo contrario, modifica el estado provisorio de nuestra existencia para lanzarla hacia la trascendencia inmortal. Y no impongo mi certeza ni mi fe, y convivo con aquellos que se encuentran en estados diferentes respecto del sentido, pero me obligo a brindar solidariamente el mensaje que reconozco hace feliz y libre al ser humano. Por ningún motivo eludo mi responsabilidad de expresar mis verdades aunque éstas fueran discutibles por quienes experimentan la provisoriedad de la vida y el absurdo de la muerte.

Por otra parte, jamás pregunto a otros por sus particulares creencias y, en todo caso, aunque defino con claridad mi posición respecto a este punto, proclamo para todo ser humano la libertad de creer o no creer en Dios y la libertad de creer o no creer en la inmortalidad.

Entre miles y miles de mujeres y hombres que codo a codo, solidariamente, trabajan con nosotros, se suman ateos y creyentes, gentes con dudas y con certezas y a nadie se pregunta por su fe y todo se da como orientación para que decidan por sí mismos la vía que mejor aclare el sentido de sus vidas.

No es valiente dejar de proclamar las propias certezas, pero es indigno de la verdadera solidaridad tratar de imponerlas.



MÉXICO D.F., 10 DE OCTUBRE DE 1980
INTERCAMBIO CON UN GRUPO DE ESTUDIOS

IV. MITOS HEBREOS



El árbol de la Ciencia y el árbol de la Vida
 “...Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal... Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”.(1)
Y así, Adán y Eva vivían en Edén, aquel lugar del que salía un río que regaba el huerto. Esa corriente se dividía en cuatro brazos. El nombre de uno, el que rodeaba la tierra de Havila donde hay oro, era Pisón. El del segundo, que rodeaba la tierra de Cus, era Gihón. El del tercero, escondido y sombrío, que iba al oriente de Asiria, era Hydekel y el cuarto de buenas y rumorosas palabras, era el Éufrates. Mas el Edén era completo en plantas y animales, por ello nuestros padres fueron allí los nombradores de todos los seres vivientes. ¿Cómo nombrar al Árbol de la Vida y al de la Ciencia del Bien y del Mal sin saber de ellos, sin acercarse a ellos? Por esto, sin tener ciencia desearon tenerla y no supieron cómo. Así, turbada Eva por la pregunta se durmió una noche y durmiendo soñó y soñando vio el árbol de la ciencia que resplandecía en la oscuridad. De este modo, Eva se acercó al árbol y, de pronto, se presentó ante ella una inquietante figura alada. Su porte era hermoso, pero en la oscuridad no alcanzaba a distinguir su rostro que, tal vez, era el de Adán. De sus cabellos húmedos de rocío se exhalaba una fragancia que exaltaba al amor. Y Eva quería ver. La figura, mientras señalaba al árbol dijo: “¡Oh hermosa planta de abundante fruto! ¿No hay quien se digne aliviarte de tu peso y gustar de tu dulzura? ¿Tan despreciada es la ciencia? ¿Será acaso la envidia o alguna injusta reserva lo que prohibe tocarte? Prohíbalo quien quiera, nadie me privará por más tiempo de los bienes que ofreces; si no, ¿por qué estás aquí?”. Así dijo, y no se detuvo más; sino que con mano temeraria arrancó el fruto y lo gustó. Un horror glacial paralizó a Eva en su sueño, al ver la audacia de la figura alada, pero de inmediato ésta exclamó: “¡Oh fruto divino, dulce por ti sólo y mucho más dulce cogido de esta suerte estando prohibido, al parecer, como reservado únicamente para los dioses y siendo, sin embargo, capaz de convertir en dioses a los hombres! ¿Y por qué no han de serlo? El bien aumenta cuanto más se comunica y su autor, lejos de perder en ello, adquirirá más alabanzas. Acércate dichosa criatura, bella y angelical Eva; ¡participa de este fruto conmigo!”(2) Eva despertó sobresaltada y comunicó el sueño a su compañero. Adán, entonces, se preguntó: “¿No habla Dios por los sueños? Si en el día prohibe y en la noche invita, ¿a qué incitación habré de responder ya que no tengo ciencia suficiente? Hemos de adquirir esa ciencia para enderezar nuestros destinos ya que Jehová Dios nos creó pero no dijo cómo habríamos de hacernos a nosotros mismos”. Entonces, comunicó a Eva su plan para apoderarse de la fruta, para correr con ella llegando luego hasta el árbol de la vida a fin de quedar inmunes del veneno de la ciencia. Luego, esperaron que Jehová Dios se paseara por el huerto, al aire del día y en su ausencia fueron hacia el árbol. Entonces, al ver una serpiente que entre las ramas se desplazaba por los frutos, pensaron que su veneno era recogido de ese alimento. Por eso dudaron y al dudar pasó el tiempo y Jehová Dios emprendió su regreso. Entonces, creyeron oír que la serpiente susurraba: “No moriréis, sino que sabe Dios que el día que comáis esos frutos serán abiertos vuestros ojos y seréis como Dios conociendo el bien y el mal”.(3) No mentía la serpiente, pero quería evitar que comieran del otro árbol, del árbol de la vida.(4) Siendo ya muy tarde, Adán y Eva gustaron del fruto y sua ojos se abrieron, mas cuando quisieron llegar al árbol de la inmortalidad Jehová Dios les cerró el paso impidiendo que completaran su propósito.
 “Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de la que fue tomado. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida”.(5)
Eva y Adán se alejaron del Edén y siempre estuvo su mirada puesta en dirección al Paraíso del que sólo el resplandor nocturno y el humo de la espada de fuego denunciaban su rastro. Y ya no volvieron, ya no pudieron volver, pero comenzaron a ofrecer a Jehová Dios sacrificios de fuego y humo que creyeron le agradaba. Y muchos pueblos, con el tiempo, pensaron que los dioses gustan de los altos montes y de los volcanes porque éstos son el puente entre la tierra y los cielos. Así, cuando llegó el momento, Jehová Dios entregó desde el fuego, desde el monte, la Ley que los hombres buscaban para enderezar su Destino.(6)
Abraham y la obediencia
Muchas generaciones pasaron desde los primeros padres hasta el Diluvio. Después de éste, cuando Jehová tendió en el cielo el arco iris para sellar su pacto con los hombres, siguió reproduciéndose toda simiente. Y así, en Ur de Caldea, Taré tomó a su hijo Abram y a Sarai su nuera y los llevó a las tierras de Canaán. Luego, Abram y Sarai fueron a Egipto. Tiempo después regresaron hacia Hebrón. El ganado y los bienes de Abram habían crecido pero su corazón fue tomado por la tristeza porque a su edad no había logrado descendencia.
Abram era ya viejo cuando hizo concebir a su servidora Agar. Pero Agar y Sarai se enemistaron. Por ello Agar salió al desierto y llevó con ella su aflicción. Entonces, un ángel se presentó y le dijo: “Has concebido y al dar a luz llamarás a tu hijo Ismael porque Jehová ha oído tus ruegos. Ismael, por tanto, querrá decir ‘Dios oye’ y su descendencia será numerosa y los pueblos de él habitarán los desiertos no adorando a Dios por lo que el ojo ve, sino por lo que escucha el oído. Así, rogarán a Dios y Dios los oirá”. Mucho después Sarai concibió siendo anciana, pero sus descendientes y los de Agar mantuvieron la disputa que comenzó entre sus madres aunque Abram fue padre de todos y a todos quiso como a hijos suyos.
En su momento, Dios dijo: “En adelante no te llamarás Abram sino Abraham, porque serás padre de una multitud y Sarai será nombrada como Sara, como princesa de naciones. En cuanto al hijo tuyo y de Sara, lo llamarás Isaac”.
 “Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abrahám, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora a tu hijo Isaac a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo. Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos. Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros. Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y él tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos. Entonces habló Isaac a Abraham su padre y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; ¿mas dónde está el cordero para el holocausto? Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos. Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña. Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: no extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque yo conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste a tu hijo... Entonces, alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá”.(7)
Tal vez hasta su muerte, quedó presente en el corazón de Abraham la angustia de la terrible prueba. Y así se dijo una y otra vez: “Jehová repudia el sacrificio humano y más aún del propio hijo. Si ordena el holocausto no debo acatarlo porque sería desobedecer su prohibición. Pero rechazar lo que él manda, es pecar contra él. ¿Debo obedecer algo que mi dios repudia? Sí, si él lo exige. Pero mi torpe razón atormentada lucha, además, con el corazón de un pobre anciano que ama aquel imposible que Jehová le dio tardíamente. ¿No es esta prueba la devolución de la risa que contuve cuando me fue anunciado que nacería mi hijo?(8) ¿No es la risa que ocultó Sara cuando escuchó tal vaticinio?(9) Por algo, Jehová indicó el nombre de ‘Isaac’ que significa ‘risa’. Yo y mi mujer éramos ya viejos cuando se nos dijo que tendríamos este hijo y no pudimos creer que tal cosa fuera posible. ¿Es que Jehová juega con sus criaturas como un niño con arena? ¿O es que conociendo su enojo y su castigo descuidamos que también nos prueba y nos enseña con la burla divina?”(10)
El hombre que luchó contra un dios.(11)
 “ Y se levantó aquella noche y tomó sus dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jacob. Los tomó, pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía. Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel,(12) porque has luchado con Dios y con los hombres y has vencido. Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel,(13) porque dijo: Vi a Dios cara a cara y fue librada mi alma. Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol, y cojeaba de su cadera.(14) Por esto no comen los hijos de Israel, hasta hoy día, del tendón que se contrajo, el cual está en el encaje del muslo, porque tocó a Jacob este sitio de su muslo en el tendón que se contrajo”.(15)
Moisés y la Ley divina.(16)
Ocurrió que desde mucho tiempo atrás, los hijos de Israel aposentados en Egipto fueron creciendo en número y poder. Y apoyaron con júbilo los cambios que introdujo un sabio faraón que quiso la igualdad para todos los pueblos. Y el buen rey murió en medio de una agitación grande que habían desatado sus enemigos. Y los israelitas pasaron de una pacífica existencia a ser perseguidos y humillados. Cuando decidieron abandonar esas tierras, el nuevo faraón lo impidió. También en esos años sombríos, numerosos egipcios partidarios del rey justo fueron asesinados. Otros terminaron en las cárceles y en las canteras, condenados a dejar allí sus vidas. Y sucedió que entre estos últimos se encontraba un joven que cuando niño fue rescatado de las aguas del Nilo por las mujeres del buen faraón. Educado en la corte, aprendió la lengua de Israel aunque siempre la habló con dificultad. Moisés, el “rescatado de las aguas” huyó de las canteras y fue a refugiarse a los campos, a la casa de un sacerdote de Madián. Y he aquí que el sacerdote era de los perseguidos, y partidario del rey justo. Por esto acogió a Moisés cuando se refugió en él y cuando contó su historia del rescate de las aguas que tanto se asemejaba a las leyendas de Osiris y de Sargón (éste salvado en Babilonia según referían los venidos con Abraham desde Ur de Caldea). He aquí que Moisés tomó por esposa a la hija del sacerdote. Y, un día, apacentando las ovejas de su suegro se llegó hasta Horeb, monte de Dios.
 “ Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios en medio de la zarza y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios. Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel... Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: yo soy el que soy. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: yo soy me envía a vosotros. Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Éste es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos”.(17)
Así que Moisés regresaba para Egipto le salió al encuentro Aarón de la tribu sacerdotal de Leví y que había tenido sueños en los que Moisés recibía el mandato divino. Entonces, Aarón ayudó a Moisés a usar de la palabra entre los israelitas y, llegando hasta el faraón lo conminó diciendo: “Deja que mi pueblo salga del Egipto”. Pero como Faraón era remiso, Aarón que era sacerdote, hizo con su vara grandes prodigios a los ojos de todos. Mas llamó Faraón a sus sabios y sacerdotes que también mostraron su poder, y Faraón endureció su corazón. Entonces, Jehová por medio de Moisés y Aarón convirtió el agua del río en rojo sangre y los peces murieron y también las ranas salieron de allí invadiendo todo, pero Faraón no hizo caso de esas señales. Por esto, plagas de piojos y moscas, plaga en el ganado y plaga de úlceras, plaga de granizo y de langostas se abatieron sobre hombres y bestias. Mas Faraón no quiso liberar a los hijos de Israel, diciendo que el torrente del río que se había desbordado arrastrando limo rojo del alto Nilo, provocaba periódicamente esos desastres. Pero una gran oscuridad bajó y se mantuvo por tres días. Y los sabios del Faraón también explicaron cómo las nubes de agua que subían del río desbordado, oscurecían el cielo... Entonces Jehová mandó a Moisés para que advirtiera a Faraón sobre la muerte de los primogénitos de los egipcios si no dejaba en libertad al pueblo de Israel. Y Faraón no escuchó y los hijos de los egipcios fueron muertos esa noche por el ángel del Señor. Y a partir de allí ese mes fue el primero de los meses del año, porque la señal de la sangre del cordero pascual con que los israelitas señalaron sus puertas, los protegió del ángel de la muerte. Y Faraón permitió entonces la salida del pueblo de Israel y de todos los egipcios perseguidos. “Partieron los hijos de Israel de Ramesés a Sucot, como seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños. También subió con ellos gran multitud de toda clase de gentes”.(18)
El pueblo cruzó en seco por el Mar Rojo, porque a derecha e izquierda estaban contenidas las aguas, en esa zona que había mandado canalizar Amenofis IV. Pero he aquí que Faraón despachó a sus soldados para destruir a los que huían y, entonces, se derrumbaron los pesados carros y el ejército cayó. Y por sobre ellos vino a dar el agua matando a los perseguidores. Y una vez más, salvó Jehová a Moisés de las aguas y con él salvó a la multitud que se alejó de Egipto.(19)
Y las aguas amargas(20) fueron endulzadas por el árbol que Moisés puso en ellas. Y Jehová dio al pueblo de comer Qué-es-esto.(21) Y por ello el pueblo se sostuvo y no murió en el desierto y así llegó hasta el sagrado monte Sinaí.
 “Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera. El sonido de la bocina iba aumentando en extremo; Moisés hablaba, y Dios le respondía con voz tronante. Y descendió Jehová sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte; y llamó Jehová a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió.(22)... Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron y se pusieron de lejos”.(23)
Y entonces, Jehová Dios entregó a los hombres la Ley que buscaban desde sus primeros padres. En dos tablas de piedra grabó Dios los diez Mandamientos que los hombres debían observar para acercarse a él. Y también les dio leyes que sirvieran para formarlos en su Historia. Así Moisés condujo a Israel hasta la tierra prometida por el Señor. Y subió desde los campos de Moab al monte Nebo, a la cumbre del Pisga que está enfrente de Jericó. Entonces Moisés vio. “Y le dijo Jehová: Esta es la tierra que juré a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: A tu descendencia la daré. Te he permitido verla con tus ojos, mas no pasarás allá. Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová. Y lo enterró en el valle, en la tierra de Moab, enfrente de Bet-peor; y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy...(24) Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara; nadie como él en todas las señales y prodigios que Jehová le envió hacer en tierra de Egipto, a Faraón y a todos sus siervos y a toda su tierra, y en el gran poder y en los hechos grandiosos y temibles que Moisés hizo a la vista de todos“.(25)



1.-      Génesis 2, 9 y 2, 16-17.
2.-      En base al libro V de El Paraíso Perdido, de J. Milton.
3.-      Génesis 3, 4-5.
4.-      En este relato, la serpiente se interesa en que el hombre adquiera la ciencia pero impide que cobre la inmortalidad siguiendo la tónica del mito de Gilgamesh “aquél que todo lo supo”, pero que regresó a morir en Uruk.
5.-      Génesis 3, 22-24.
6.-      Anuncio de la Ley Mosaica.
7.-      Génesis 22, 1-14.
8.-      “Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre. Y la bendeciré, y también te daré de ella un hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella. Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara de noventa años, ha de concebir?” ibid. 17, 15-18.
9.-      “Entonces dijo: De cierto volveré a ti; y según el tiempo de la vida, he aquí que Sara tu mujer tendrá un hijo. Y Sara escuchaba a la puerta de la tienda, que estaba detrás de él. Y Abraham y Sara eran viejos, de edad avanzada; y a Sara le había cesado ya la costumbre de las mujeres. Se rió, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo? Entonces Jehová dijo a Abraham: por qué se ha reído Sara diciendo: ¿Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja? ¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo. Entonces Sara negó, diciendo: No me reí; porque tuvo miedo. Y él dijo: No es así, sino que te has reído”. Ibid. 18, 10-16.
10.-    El tema de Abraham fue tratado dramáticamente por Kierkegaard en Temor y Temblor. En uno de los posibles libretos sobre el tema del holocausto dice: “Era muy de mañana; Abraham se levantó, abrazó a Sara, compañera de su vejez, y Sara dio un beso a Isaac, que la había preservado del escarnio, y era su orgullo y esperanza para la posteridad. Anduvieron en silencio; la mirada de Abraham permaneció fija en el suelo hasta el día cuarto; entonces levantando los ojos vio en el horizonte las montañas de Morija; y bajó de nuevo la mirada. En silencio, preparó el holocausto y ató a Isaac; en silencio extrajo el cuchillo; entonces, vio el carnero que proveyó Dios. Lo sacrificó y regresó... A partir de ese día, Abraham se hizo viejo; no pudo olvidar cuánto había exigido Dios de él. Isaac continuó creciendo; pero los ojos de Abraham se habían nublado; ya no vio más la alegría”. (O. C. pág. 15. Losada. Buenos Aires. 1979). Por nuestra parte, en lugar de insistir en la culpa como un motivo de la existencia, hemos destacado ciertos aspectos retributivos del mito en lo que hace a la burla divina frente a la risa motivada por la incredulidad.
11.-    Este es el tema de Jacob, pero también Moisés lucha con Dios. Así se nos dice: “Y aconteció en el camino, que en una posada Jehová le salió al encuentro y quiso matarlo”. Exodo. 4, 24.
12.-    Israel, esto es “el que lucha con Dios”, o “Dios lucha”.
13.-    Peniel, esto es “el rostro de Dios”.
14.-    “Los lexicógrafos árabes explican que la naturaleza de la renquera producida por lesión en el tendón femoral de la articulación del muslo obliga a una persona a andar sobre la punta de los dedos. Esta dislocación de la cadera es común entre los luchadores y la describió por primera vez Harpócrates. El desplazamiento de la cabeza del fémur alarga la pierna, aprieta los tendones del muslo y produce espasmo en los músculos, lo que obliga a caminar contoneándose, con el talón constantemente elevado, como la renquera que atribuye Homero al dios Hefestos. La creencia en que el contacto con los jinn trae como consecuencia una manera de andar floja y como descoyuntada se encuentra entre los árabes, quizá en recuerdo de la danza renqueante que bailaban los devotos que se creían poseídos divinamente como los profetas de Baal en el monte Carmelo (Reyes XVIII.26). Beth Hogláh, cerca de Jericó, puede haber sido llamada así por esta razón, porque hajala significa en arábigo renquear o saltar y tanto Jerónimo como Eusebio llaman a Beth Hogláh ‘el lugar de la danza del anillo’. Los tirios bailaban esa danza en honor de Hércules Melkart. Es posible, en consecuencia, que el mito de Penuel explicase originalmente una ceremonia renqueante que conmemoraba la entrada triunfante de Jacob en Canaán después de luchar con un rival”. Los Mitos Hebreos. Op. Cit., pág.200, nota 7.
15.-    El tema de la renguera divina está muy extendido en la mitología universal. Desde el Hefesto cojo que es arrojado del Olimpo hasta los nativos Tereno y los de la isla de Vancouver. Los Ute de Whiterocks en Utah, practicaban “danzas rengueantes”, esto también se lee en un texto talmúdico que refiere la danza claudicante celebrada hacia el siglo II d.C. con el objeto de favorecer las lluvias. Esta idea de la renguera divina aparece también en la China arcaica. El fundador de la dinastía Yin, T’ ang que luchó contra la sequía y Yu el Grande, fundador de la dinastía Chang, eran hemipléjicos y rengueaban. Comentarios sobre este particular, los encontramos en Frazer (La Rama Dorada, 4, vol. 7) y en C. Lévi-Strauss (Mitológicas II, De la Miel a las Cenizas. F.C.E. México. 1972. Pp. 383-386). En este punto de las danzas claudicantes o de las rengueras realizadas con el objeto de promover las lluvias, opinamos que el o los oficiantes del ritual simulan el malestar de algunas personas que al acercarse las tormentas acusan dolores artríticos. En esos caso, se trata de “engañar” al cielo y, dentro de esa lógica, si se renguea es porque viene la lluvia, por tanto, ésta no tiene más que producirse. En el caso de Jacob, su lucha y la renguera emergente, creemos que si bien podría tratarse de un rito, éste no está referido al tema de las lluvias sino al del cambio de estado del protagonista confirmado en la permutación de su nombre, nada menos que por el de Israel. Recordemos que en el otro caso de lucha con Jehová, Moisés no queda rengo pero se produce de inmediato la circuncisión y todo esto ocurre en el trayecto de regreso a Egipto siguiendo el mandato de Dios para rescatar a su pueblo de la prisión del Faraón. Por tanto, la anécdota de “el intento” de Jehová por “matar” a Moisés, refleja también un posible ceremonial de cambio de estado.
16.-    No podemos menos que transcribir algunos párrafos del curioso estudio de Freud respecto a Moisés y el monoteísmo. Aunque sus razonamientos no están del todo avalados por la certeza histórica, son dignos de tenerse en cuenta en algunos aspectos. Desde luego, no reproduciremos aquí los temas psicoanalíticos de la tesis. El trabajo de marras, bajo el título de “Moisés y el monoteísmo” (O. C. Volumen XXIII. Amorrortu, Buenos Aires, 1980), trata de demostrar en el capítulo primero que Moisés fue un egipcio y para ello cita un documento de Sargón de Agadé (fundador de Babilonia, h. 2800 a.C) en el que aparece la leyenda del rescate de las aguas que circulaba en todo el mundo cultural de la Mesopotamia y por tanto era conocido por los semitas nacidos en Babilonia o, como Abrahám, en Ur de Caldea. El escrito dice: “Yo soy Sargón, el rey poderoso, el rey de Agadé. Mi madre fue una vestal; a mi padre no lo conocí, en tanto que el hermano de mi padre moraba en la montaña. En mi ciudad de Azupirani, situada en el valle del Éufrates, quedó de mí embarazada mi madre, la vestal. Me parió a escondidas. Me puso en una canasta de cañas, tapó los orificios con betún y me abandonó a la corriente del río, pero la corriente no me ahogó. El río me llevó hasta Akki, el que saca el agua. Akki, el que saca el agua, en la bondad de su corazón me recogió. Akki, el que saca el agua, me crió como si fuera su propio hijo..”., etc. Más adelante (tercera parte, pág. 57 y sig.), Freud dice: “... la religión de Atón fue abolida, y la residencia del faraón motejado de herético fue víctima de la destrucción y el saqueo. Hacia el año 1350 a.C. se extinguió la dinastía decimoctava; le sucedió una época de anarquía, tras la cual restableció el orden el general Haremhab, quien gobernó hasta 1315 a.C. La reforma de Ikhnatón parecía un episodio destinado al olvido. Hasta aquí lo comprobado históricamente; lo que sigue es nuestra continuación hipotética. Entre las personas allegadas a Ikhnatón se encontraba un hombre que quizá se llamaba Thotmés, como muchos otros en esa época; el nombre no importa mucho, sino sólo que su segundo componente debió de ser ‘mose’. Ocupaba un alto puesto, era un secuaz convencido de la religión de Atón, pero, por oposición al caviloso rey, era un hombre enérgico y apasionado. Para él, el final de Ikhnatón y la apostasía de su religión significaba el fin de todas sus expectativas... En el apremio del desengaño y la soledad se volvió a estos extranjeros, buscó en ellos el resarcimiento de sus pérdidas. Los eligió como su pueblo, intentó realizar en ellos sus ideales. Luego que acompañado por la gente de su séquito, hubo abandonado con ellos Egipto, los santificó mediante el signo de la circuncisión, les impartió leyes, los introdujo en las doctrinas de la religión de Atón que los egipcios acababan de abolir”. Y hasta aquí, Freud. En lo que hace a la circuncisión sabemos que esta ya había sido establecida antes de Moisés y en cuanto a su uso por diversos pueblos, incluso el egipcio, puede probarse históricamente sin por ello hacerla derivar exclusivamente de los habitantes del Nilo. Moisés pudo haber sido egipcio, eso no nos parece de especial importancia. El tema de interés radica en que la influencia cultural egipcia se hizo sentir en esa porción del pueblo judío afincada en tierra de los faraones. Los acontecimientos desencadenados por Akenatón fueron muy próximos a la época del Exodo y las tesis religiosas que sostuvo Moisés, también coincidieron con las del reformador egipcio. En cuanto al interés histórico experimentado por Freud, debemos recordar que hacia 1934 circulaban numerosas hipótesis sobre el origen egipcio de Moisés, entre otras las de Breasted y de Eduard Meyer que nuestro autor cita a menudo haciéndose eco de la discusión planteada. Desde luego que para Freud no era indiferente el tema de la fundación religiosa ya desde su Tótem y tabú de 1913. Cuando en el Moisés y el monoteísmo, se concluye que Moisés fue asesinado por un grupo de sus liderados, todos los antecedentes del caso y especialmente la relación padre-hijo no pueden pasarse por alto, por lo menos dentro de la lógica psicoanalítica o de la tradición antropológica representada por J. G. Frazer, de quien Freud era tributario. Aquél sostenía que el asesinato de los jefes era una tendencia marcada o solapada, pero existente en numerosas sociedades. Como a su vez los jefes saben o intuyen esto, la gente tiene que cuidarlos y cuidarse de ellos (“He must not only be guarded, he must also be guarded against”).
17.-    Exodo 3, 2-16. Ver también: Exodo 6, 2-3.
18.-    Ibid. 12, 37-38.
19.-    Según Eusebio y Julio Africano, Amenofis hizo construir un canal que comenzando en el Nilo a la altura de Coptos, más abajo de Tebas, penetraba por Cosseir en el Mar Rojo. Este canal fue cegado durante la invasión de Cambises. A su vez, Aristóteles comenta que Ramses II o Sesostris, abrió un canal por el istmo. Los trabajos fueron interrumpidos y luego continuados por Necos hasta que la obra quedó concluida por Dario. El canal empezaba en Patumos sobre el Mar Rojo y terminaba en el Nilo hacia Bubasto. Los Ptolomeos lo mejoraron y cuenta Estrabón haberlo visto en actividad. Fue conservado por los romanos hasta siglo y medio después de la conquista árabe. Al parecer, el canal fue cegado y reconstruido por Omar, volviendo a hacerse navegable hasta el 765, fecha en la que Almanzor decidió inutilizarlo para evitar que Mohamed-ben-Abula, recibiese víveres de sus compañeros sublevados. Para más detalles sobre la historia de las canalizaciones egipcias, ver Rompimiento del Istmo de Suez, de Cipriano S. Montesinos. En lo referente al paso de los Israelitas por un lugar seco del Mar Rojo todo hace pensar que, en efecto, existía un sistema de esclusas en un ramal conectado con el Nilo, o bien (ya que los datos históricos faltan en este punto), que se estaba en obra canalizando en seco dos sectores que luego habrían de ser unidos por el agua. Si ese fue el caso, las paredes a modo de presas de contención provisoria permitían terminar los trabajos de canalización. Probablemente, por una de esas paredes se desplazó el equipo pesado de los egipcios y bien pudo producirse un fuerte desmoronamiento. Si esta explicación resulta poco creíble, debemos recordar el proyecto de trazado indirecto del canal de Suez, de acuerdo a Stéphenson, Negrelli y Paulín Talabot. De acuerdo a ese plan, conocido como de Linant-Bey, se trataba de realizar 24 esclusas comunicando el Mar Rojo con el Nilo. Por otra parte, en la inauguración oficial del canal de Suez el 17 de Noviembre de 1869, numerosos tramos llegaban escasamente a los 22 metros de ancho y la profundidad era de 8,50 y 9 metros. No estamos hablando entonces de tan gigantescos tramos ni de esclusas tan altas.
20.-    “Y llegaron a Mara, y no pudieron beber las aguas de Mara porque eran amargas; por eso le pusieron el nombre de Mara”. Exodo 15, 23.
21.-    “Y la casa de Israel lo llamó Maná; y era como semilla de culantro, blanco, y su sabor como de hojuelas con miel”. Ibid 16, 31. Aquí “maná” quiere decir “¿Qué es esto?” en referencia a la sorpresa que mostraron los israelitas al comer las semillas que les presentaba Moisés.
22.-    Exodo 19, 18-21.
23.-    Ibid. 20, 18.
24.-    Deuteronomio 33, 4-7.
25.-    Ibid. 33, 10-12.

El “silencio” en el Pedido al Guía Interno




“Otro recurso interesante es el de hacer silencio. Si puedo hacer silencio, por supuesto que la tensión mental baja. Hay diferentes técnicas, pero esta es una de las más interesantes, del mismo modo que el trabajo con el Guía Interno.

“Veamos este asunto del silencio. ¿Cómo hago silencio? ¿Cómo hago silencio cuando quiero hacer silencio? Puede hacerse silencio, pueden bajarse las tensiones mentales, tanto en el trabajo de la meditación como en la vida diaria, apelando a la sensación, a la mecánica de la mente y también a una pregunta con sentido. En todos los casos es porque la atención está referida a una cosa distinta a los problemas que me están creando tensión. Siempre tengo que trabajar con la atención.

“Pero también vemos que cuando quiero hacer silencio no logro hacer silencio porque, si estoy esforzado a producir silencio, estoy poniendo tensión. ¿Cómo puede ser que atienda sin tensión?
 
“Para hacer silencio no debo preocuparme por el ruido de la conciencia. Puedo preocuparme por otros objetos pero no debo decir "tengo que hacer silencio". Dijimos que lograr el silencio tiene que ver con la dirección de la atención.

“Si trato de escuchar algo lejano que no alcanzo a oír, para poder escuchar eso lejano hago silencio.

“Yo no me preocupo por hacer silencio, me preocupo por atender a algo lejano, y eso crea las condiciones de silencio.

“Y cuando yo pregunto algo al Guía, yo no me preocupo por hacer silencio. Yo me preocupo por escuchar muy bien la respuesta que viene del Guía. Y para escuchar muy bien tengo que hacer silencio.

“De manera que estos dos trabajos importantes, que es el trabajo del silencio interno y el trabajo con el Guía, son un mismo trabajo.

“Y si alguien me preguntara cuál es el trabajo más importante, diríamos que es este: “el trabajo con el Guía en silencio”. ...

... “Estudiaremos más este otro caso: este caso de que largo una pregunta y espero una respuesta...

“Por el hecho de lanzar una pregunta y ponerme a esperar la respuesta, ya estoy haciendo silencio. Eso no es garantía de que la respuesta venga, pero ya he logrado silencio, porque estoy esperando que se dé la respuesta. Cuando la respuesta viene, entonces digo que esa respuesta viene de mi Guía.

“Pero sucede que hay distintos grados de profundidad: A veces uno reconoce que esa respuesta viene del propio pensamiento; y a veces uno nota que esa respuesta tiene un sabor de verdad muy profundo. No viene de la memoria, tampoco de la conciencia ni del ruido que produce la conciencia, porque he logrado un buen silencio. Cuando eso sucede, y tiene ese sabor interno de verdad, entonces digo que viene verdaderamente de mi Guía.

“Este punto de la producción del silencio dirigiendo la atención adecuadamente y esto otro de la respuesta con sabor verdadero, ese es el mejor trabajo que puede hacerse con el Guía Interno. "Guía Interno y Silencio" es la misma técnica mental.”...

...“Y al hacer un pedido atendemos a la respuesta de ese pedido. Y al poner atención en esa respuesta, hacemos silencio. Y al hacer silencio, llega a nosotros la respuesta.”




Comentarios sobre meditación, el silencio y el guía (Silo con  miembros de Escuela en Bombay 1980)

41° Aniversario de la primera arenga pública de Silo en el Parque La Reja


El domingo 2 de mayo, se realizó en todos los Parques de Estudio y Reflexión la celebración por el 41° Aniversario del mensaje que dio Silo en Punta de Vacas. El mismo, llamado La Curación del Sufrimiento, fue reproducido a través de audio e imágenes fotográficas. También hubo testimonios de aquellos que viajaron hasta el pie del Aconcagua el 4 de mayo de 1969 para oir a Silo.
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Image by: Daniel Tagliafico
Celebración en el Parque de Estudio y Reflexión La Reja

Pressenza La Reja, 2010-05-03

En el Parque de Estudio y Reflexión La Reja, ubicado en la localidad de Moreno, Provincia de Buenos Aires, Argentina, la celebración comenzó a las 14 con el testimonio de Daniel Zimmermann, quien estuvo presente aquel 4 de mayo de 1969. Luego se proyectaron imágenes y el audio de la arenga "La Curación del Sufrimiento".

En la misma, Silo destacó la diferencia entre el dolor físico y el sufrimiento mental: “Hay un sufrimiento que se produce en tí merced a la enfermedad (y ese sufrimiento puede retroceder gracias al avance de la ciencia, así como el hambre puede retroceder pero gracias al imperio de la justicia). Hay otro tipo de sufrimiento que no depende de la enfermedad de tu cuerpo sino que deriva de ella: si estás impedido, si no puedes ver o si no oyes, sufres; pero aunque este sufrimiento derive del cuerpo o de las enfermedades de tu cuerpo, tal sufrimiento es de tu mente. Hay un tipo de sufrimiento que no puede retroceder frente al avance de la ciencia ni frente al avance de la justicia. Ese tipo de sufrimiento, que es estrictamente de tu mente, retrocede frente a la fe, frente a la alegría de vivir, frente al amor.”

Con respecto a la violencia impulsada por el deseo, dijo: “Fíjate cómo el deseo puede arrinconarte. Hay deseos de distinta calidad. Hay deseos más groseros y hay deseos más elevados. ¡Eleva el deseo, supera el deseo, purifica el deseo!, que habrás seguramente de sacrificar con eso la rueda del placer pero también la rueda del sufrimiento. La violencia en el hombre, movida por los deseos, no queda solamente como enfermedad en su conciencia, sino que actúa en el mundo de los otros hombres ejercitándose con el resto de la gente”.

Para finalizar diciendo: “Hermano mío: cumple con mandatos simples, como son simples estas piedras y esta nieve y este sol que nos bendice. Lleva la paz en ti y llévala a los demás. Hermano mío: allá en la historia está el ser humano mostrando el rostro del sufrimiento, mira ese rostro del sufrimiento... pero recuerda que es necesario seguir adelante y que es necesario aprender a reír y que es necesario aprender a amar. A ti, hermano mío, arrojo esta esperanza, esta esperanza de alegría, esta esperanza de amor para que eleves tu corazón y eleves tu espíritu, y para que no olvides elevar tu cuerpo”.

Luego Juan José Pescio, quien también estuvo presente aquel día soleado, hace 41 años, dio su testimonio de cómo vivió el evento que lo inspira hasta el día de hoy.

Más tarde, se proyectó la conferencia que dio Silo en el Pabellón de los Deportes, Madrid, España, el 27 de septiembre de 1981, en la cual recordó lo dicho años atrás: “Sin fe interna hay temor, el temor produce sufrimiento, el sufrimiento produce violencia, la violencia produce destrucción; por tanto la fe interna evita la destrucción”.

Y destacó la importancia de la reconciliación: “¿Cómo vencerá el ser humano a su sombra? ¿Acaso huyendo de ella? ¿Acaso enfrentándola en incoherente lucha? Si el motor de la historia es la rebelión contra la muerte, rebélate ahora contra la frustración y la venganza. Deja, por primera vez en la historia, de buscar culpables. Unos y otros son responsables de lo que hicieron, pero nadie es culpable de lo que sucedió. Ojalá en este juicio universal se pueda declarar: “no hay culpables”, y se establezca como obligación moral para cada ser humano, reconciliarse con su propio pasado”.

A las 19, junto con la caída del sol, la mayoría de la gente dejó el lugar luego de haber celebrado el 41° aniversario del primer mensaje público de Silo que resonaría en cientos de miles de personas e inspiraría la acción transformadora de humanización del mundo en distintos puntos del paneta.