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La acción transformadora, Mario Luis Rodríguez Cobos



"¿Quién podría dudar de que la inmensa mayoría no quiera la guerra, la pobreza, la injusticia o el hambre? Sin embargo, acá estamos, en un mundo al borde de una crisis generalizada, crisis que va mucho más allá de los misiles o del peligro de una guerra, una crisis que abarca todos los factores que inciden en el ser humano."
Uno de los rasgos más notables y curiosos del ser humano es su actitud y respuesta frente a la posibilidad de cambio. Este, el cambio, le causa simultáneamente fascinación y horror, atracción y rechazo.
Cuando las cosas van bien pretendemos eternizarlas; si no es así, si no marchan de acuerdo a nuestras expectativas, lo lógico, aparentemente, sería querer transformarlas; lo paradójico es que si a alguien que sufre le preguntamos si quiere dejar de hacerlo, la respuesta afirmativa es inmediata, pero su decisión flaquea cuando cae en cuenta que debe hacer "algo" para salir de su estado, debe poner de sí un esfuerzo, aunque sea mínimo. Además, pareciera que cruza por su mente, aunque sea fugazmente, el temor a lo que venga como fruto del cambio no sea mejor que lo anterior.
Sin embargo, también es cierto que el solo término "rutina" causa malestar y la gente añora cambios liberadores.
En otras palabras, si todo va bien, quiero que dure para siempre. Si va bien, pero rutinariamente, quiero cambios y si va mal también quiero cambios, aunque lo incierto del resultado del cambio me produce un temor paralizante que se suma a la dificultad de hacer un relativo esfuerzo por producirlo.
Así, tenemos casi unanimidad en la pretensión de una felicidad creciente y en la superación del sufrimiento. También estamos todos de acuerdo (o casi todos) en que queremos un mundo mejor y en paz, pero frente a este acuerdo nos encontramos con la discusión de si debemos hacer algo o no hacer nada, si ese algo lo debemos hacer nosotros u otros más audaces y capacitados.
Como consecuencia de todo esto podemos llegar a la ridícula situación de que efectivamente unos pocos hacen y deciden por todos; por ejemplo, deciden poner el planeta en peligro de volar en pedazos, naturalmente incluyendo a ese 99 % que no está de acuerdo pero que tampoco hace nada por evitarlo, no hace nada por defender su vocación pacifista y constructiva.
¿Quién podría dudar de que la inmensa mayoría no quiera la guerra, la pobreza, la injusticia o el hambre?
Sin embargo, acá estamos, en un mundo al borde de una crisis generalizada, crisis que va mucho más allá de los misiles o del peligro de una guerra, una crisis que abarca todos los factores que inciden en el ser humano.
La violencia, reflejo del sufrimiento, se demuestra en todas las facetas y campos de acción; el ataque del sistema hacia el hombre, del hombre contra su hermano y también del hombre en contra de sí mismo, en un inaudito afán autodestructivo como fuga total ante un problema que siente que lo sobrepasa.
Hay cambios sucesivos que se dan sin nuestra aparente participación, cambios en los valores, en la moral, en el concepto de Dios, en el progreso material. Tantos cambios y tan rápidos que pareciera que a la especie humana no le es posible responder a ellos, que no le es posible absorberlos y utilizarlos positivamente dejándole una sensación de inestabilidad e inseguridad.
De tal manera, que aquellos que enseñan con el quietismo, con el no cambio, ya que sus situaciones son buenas aparentemente, o no lo son, pero no se sienten con fuerzas para cambiarlas, se ven inevitablemente envueltos en un medio cambiante que los condiciona sin alternativa.
Así como la presencia o ausencia del sol condiciona la vida, para la vida en todas sus formas no le es indiferente el medio que la rodea. Por el contrario, le es indispensable. La vida surge al darse en el medio la posibilidad de su existencia.
Si nos ha correspondido una época como la actual, de cambios súbitos, no podemos negarla mediante artificios sicológicos. La influencia de los medios de difusión y enseñanza, la TV., los periódicos, los avances tecnológicos, las relaciones familiares o de trabajo, hacen imposible sustraerse al efecto del medio que nos rodea.
Así, si alguien sueña con la posibilidad de que, por ejemplo, en Latinoamérica no sucederá nada porque está lejos de los centros de conflicto; ese sueño podría transformarse en pesadilla a corto plazo ya que no ha comprendido que la civilización actual es una sola, sintética e interactuante en todos sus factores.
O acaso el efecto de la crisis del petróleo o de la recesión económica no se ha dejado sentir en Brasil, Guinea Ecuatorial o Sri Lanka?
Acaso existe algún lugar del planeta en que las grandes potencias no ejerzan su influencia para bien o para mal? Acaso el descubrimiento de la penicilina, de los misiles Exocet o del teléfono no alcanzan a Nueva Zelanda o Argentina o a usted mismo en sus efectos, modificando sus sistemas de relación y su forma de vivir?
Vea cada cual como la situación social, económica, religiosa o política de su país o ciudad influye en su vida personal y más íntima, en sus costumbres y hábitos, en su forma de vestir, de hablar, de reír, de amar o de odiar.
Estamos hablando de crisis, y de las dificultades del hombre en su adaptación a un medio cambiante. Por lo dicho hasta ahora, a alguien le podría parecer que estamos de acuerdo en que esta situación es sin salida. Pero definitivamente no es así. Nosotros negamos categóricamente esa perspectiva apocalíptica de la situación y afirmamos enfáticamente la vida y el futuro. Creemos que la situación humana es la de estar frente a una de las grandes oportunidades de su historia, frente a la opción de producir un cambio de dimensiones desconocidas hasta ahora.
Los procesos evolutivos no se desarrollan en línea recta ni con tiempo o aceleraciones constantes, sino acumulativamente, produciendo superaciones en forma gradual, pero siempre llega un momento en que la acumulación de nuevos elementos produce un desequilibrio que provoca la ruptura del momento anterior, lo que abre la posibilidad de un salto de cualidad con respecto a momentos anteriores.
Estamos diciendo que el progreso y el avance se producen en base a crisis periódicas y esas crisis son proporcionales al posible cambio. A mayor crisis, más profundo, global e interesante puede ser el cambio, si dicha crisis no llega a sobrepasar nuestra capacidad de respuesta.
Considerado globalmente, el sistema en que nos ha tocado vivir tiene muchísimos elementos que es indispensable sean cambiados desde su raíz más profunda, ahí, en su metodología violenta e inhumana.
Este sistema es producto de la acumulación de la historia social, con todas las ventajas y desventajas que eso implica, y nosotros tenemos el derecho a pedir el cambio inmediato de todo aquello que no vaya a favor de la vida; y esa posibilidad existe gracias a la crisis.
Depende entonces de nosotros, la respuesta que demos ante esa situación de necesidad y el que la transformemos radicalmente, aprovechando la oportunidad y el derecho que nosotros ahora tenemos, pero que otros, las generaciones venideras, también juzgarán.
Es claro que una crisis nos abre las puertas de un posible cambio de dirección, ya que es entonces cuando surge la reflexión humilde en reemplazo de la lejana soberbia.
Es en situaciones de crisis en que nos acordamos más fácilmente de Dios o de nuestro Guía Interno y nos prometemos afanosamente correcciones de rumbo.
Para transformarse, un individuo debe estar en condición inestable susceptible al cambio.
Nuestro problema es la proporción entre la crisis y la habilidad de transformarla en útil para el ser humano, y es en ese sentido en que se dan nuestras propuestas de fondo.
Desde otro punto de vista, tenemos que admitir que en principio el desorden no nos gusta, pero hagamos memoria y veremos que también las mejores situaciones conllevan crisis que normalmente las acompañan. El dar a luz es una crisis que nos da la posibilidad de un hijo, un examen de grado es una crisis que nos da la posibilidad de un título universitario.
Pero en todos esos casos hemos necesitado un esfuerzo para aprovechar positivamente la situación.
Por tanto, reconociendo la gravedad del momento, quitemos esa connotación trágica a las crisis y veámoslas como las grandes oportunidades de crecimiento y transformación de un ser vivo, ya sea este un individuo o una sociedad.
Entonces, tenemos una situación de inestabilidad que nos abre posibilidades y al mismo tiempo nos condiciona, de tal forma que la Comunidad misma nace como respuesta a la crisis. O dicho de otro modo, el que estemos acá hoy, se lo debemos a la crisis.
¿Y por qué reunirnos, por qué trabajar en grupos?
Intentar solos el cambio del medio o de uno mismo, si no es imposible, es muy difícil, entre otras cosas por el peso de los hábitos y grabaciones personales que desvían o frustran los mejores proyectos. Es por esto que la Comunidad forma ámbitos que tienen su expresión concreta en los Consejos.
En estos consejos, en sus distintos niveles, donde nosotros hacemos llegar nuestro aporte y encontramos apoyo y abrimos puertas para que otros se sumen a esta tarea por la libertad humana. Es en esos consejos donde encontramos los indicadores del resultado de nuestra acción en el mundo.
Y de esa forma, varios miles de personas como nosotros, repartidos a lo largo y ancho de los cinco continentes, actuando organizadamente frente al desorden, alegremente frente al aburrimiento, con resolución frente a la apatía, solidariamente frente al egoísmo dan lo mejor de sí y lo aportan activamente a la sociedad y al hombre.
La Comunidad por tanto, no es un ámbito de fuga, ya que no desconoce los cambios que se están produciendo, sino por el contrario pretende actuar con ellos y sobre ellos, reorientándolos.
Hemos dicho que una de las principales resistencias del ser humano en su vida es el reconocer que lo único que existe de permanente es el permanente cambio. Hemos dicho también que el medio cambiante nos pone condiciones que nos influyen y provocan transformaciones en nosotros.
Debería quedar en claro así, que la opción no es cambiar o no cambiar, sino que, es cómo o qué cambiar, si vamos a participar como agentes o como meros pacientes del cambio, pero éste, en sí mismo, es inevitable. Esa es la opción y no otra; el de optar por la no elección es una elección, nos guste o no.
Cada acción, cada movimiento de mi cuerpo, de mi mente o de mis emociones produce cambios en el medio que me rodea, produce transformaciones. La alegría o tristeza con que doy las gracias o pido un favor, producen consecuencias a mí alrededor y esas consecuencias serán las respuestas del medio hacia mí, produciendo en mí, cambios y transformaciones en todo momento.
Es esta hora en que el hombre duda frente a un medio que aparece como inestable, nosotros pretendemos ofrecerle ese ámbito que mencionamos, ese medio que le servirá de referencia dándole lo que más necesita en estas circunstancias: dirección y fe.
Pero aún teniendo ese medio posibilitario que abre el futuro y le da dirección, nada será posible si no nos decidimos resueltamente a actuar provocando nosotros ese cambio, si no nos decidimos a ser protagonistas de nuestra propia historia y nuestro propio destino, ya que la gran diferencia con los demás seres vivos y con el resto de la naturaleza, lo que nos define como humanos es nuestra capacidad de intencionalidad, esa intencionalidad que nos permite optar, elegir entre el gris quietismo autodestructivo y la luminosa posibilidad de crecer infinitamente.
Así, la pregunta es si seremos espectadores de la vida o promotores de acciones que organicen la transformación a nuestro alrededor, reales transformadores vitales que midan y proyecten en su accionar las consecuencias que produciremos en nosotros y en otros.



Debes entonces asumir y dar una respuesta de suprema rebeldía constructiva a este medio en crisis y cambiante y así nuestra propuesta es la acción que promueve la simultánea modificación personal y del medio, aquella acción que provoca el cambio intencionalmente y lo dirige con un sentido de futuro abierto, amplio, generoso, y así verás pronto renacer con fuerza en el corazón de los hombres y los pueblos, la luz de la vida.
Nuestra propuesta es alegre, resuelta y permanente ACCIÓN TRANSFORMADORA; Acción Transformadora que es aquella plena de intencionalidad orientada al cambio humanizador de nosotros mismos, del medio que nos rodea y de toda esta tierra, nuestra tierra.
PARA TODOS, PAZ, FUERZA Y ALEGRÍA.


Jueves 17 de marzo de 2005, por Mario Luis Rodríguez Cobos "Silo" (Fecha de redacción anterior: mayo de 1969).

Apuntes de una charla con Mario. Mendoza,septiembre 89


Una de las cosas que nos permite comprender lo de la atención dirigida, es que juega con mayor fluidez la reversivilidad. En la medida en que estamos conversando y estamos atentos a lo que estamos diciendo,no perdemos nuestro centro de gravedad. Nos damos cuenta que es bastante difícil que nos traguemos el anzuelo.Porque se nos podrá decir esto o lo otro,pero nuestra mirada está clara.



Sucede en la vida cotidiana.La sugestión de la imagen es muy fuerte.
Si no hay autocritica y no hay critica, no hay reversivilidad. Es decir, no se tiene la aptitud de salir de ese campo de influencias externas provenientes del sistema.
,
No es una propuesta compulsiva, no es un esfuerzo por mantener la atención. Si es,simplemente un sentirse emplazado.
Si mantuviéramos esa actitud y logramos registros de mayor potencia y frescura, no intermediación de la imagen creo que podríamos sacarle bastante rédito a ese comportamiento mental.
Parece que podemos asumir un comportamiento mental,que es también una conducta.
No estoy hablando de cosas que sean muy fáciles,pero son suaves...
No hay acción válida sin atención válida. ¿Cómo puede haber acción válida para un distraido?
Insisto en que es un comportamiento mental no natural.Es una intencional forma de poner la cabeza. Bueno, esa es una forma de tocar los propios mecanismos;sí,es una forma de tocar los propios mecanismos,de eso se trata. No es "natural" esa forma de pensar...no es "natural" esa forma de sentir... 
No, no es natural,efectivamente. Lo cual está muy bien.(Risas).

Existe un registro diferente cuando se ha valorizado convenientemente esta conducta mental, que hace que el que mira, o el que hace, se tenga por referencia, aunque sea como prespectiva, sepa lo que esta haciendo, lo que esta escuchado...
Es una forma aperceptiva.
Cuando tengas mucho sueño y demás ,esto va a disminuir. Esa potencia y esa cosa, va a disminuir.Pero cuando estés despierto,pues está despierto.
Parece que si se obtienen buenos resultados, no hay que preocuparse de nada porque uno se engolosina. A la hora de obtener buenos resultados, parece que a uno le gusta andar así.
Es un comportamiento mental que puede llegar a ser un comportamiento mental cotidiano. Y no es el comportamiento que uno observa alrededor.
Esto es interesante,si es que a uno le interesa la libertad.

Palabras de Facundo Cabral




Como los budistas, sé que la palabra no es el hecho, si digo “manzana” no es la maravilla innombrable que enamora el verano, Si digo “árbol”, apenas me acerco a lo que saben las aves; el caballo siempre fue y será lo que es sin saber que así lo nombro.
Sé que la palabra no es el hecho, pero sí se que un día mi padre bajó de la montaña y dijo unas palabras al oído de mi madre, y la incendió de tal manera que hasta aquí he llegado yo, continuando el poema que mi padre comenzó con algunas palabras.
Nacemos para encontrarnos (la vida es el arte del encuentro), encontrarnos para confirmar que la humanidad es una sola familia y que habitamos un país llamado Tierra. Somos hijos del amor, por lo tanto nacemos para la felicidad (fuera de la felicidad son todos pretextos), y debemos ser felices también por nuestros hijos, porque no hay nada mejor que recordar padres felices.
Hay tantas cosas para gozar y nuestro paso por la Tierra es tan corto, que sufrir es una pérdida de tiempo. Además, el universo siempre está dispuesto a complacernos, por eso estamos rodeados de buenas noticias. Cada mañana es una buena noticia. Cada niño que nace es una buena noticia, cada cantor es una buena noticia, porque cada cantor es un soldado menos, por eso hay que cuidarse del que no canta porque algo esconde. Eso lo aprendí de mi madre que fue la primera buena noticia que conocí. Se llamaba Sara y nunca pudo ser inteligente porque cada vez que estaba por aprender algo llegaba la felicidad y la distraía, nunca usó agenda porque sólo hacía lo que amaba, y eso se lo recordaba el corazón. Se dedicó a vivir y no le quedaba tiempo para hacer otra cosa.
De mi madre también aprendí que nunca es tarde, que siempre se puede empezar de nuevo, ahora mismo, le puedes decir basta a la mujer (o al hombre) que ya no amas, al trabajo que odias, a las cosas que te encadenan a la tarjeta de crédito, a los noticieros que te envenenan desde la mañana, a los que quieren dirigir tu vida, ahora mismo le puedes decir “basta” al miedo que heredaste, porque la vida es aquí y ahora mismo.
Me he transformado en un hombre libre (como debe ser), es decir que mi vida se ha transformado en una fiesta que vivo, en todo el mundo, desde la austeridad del frío patagónico a la lujuria del Caribe, desde la lúcida locura de Manhattan al misterio que enriquece a la India, donde la Madre Teresa sabe que debemos dar hasta que duela.
Caminando comprobé que nos vamos encontrando con el otro, lenta, misteriosa, sensualmente, porque lo que teje esta red revolucionaria es la poesía. Ella nos lleva de la mano y debajo de la luna, hasta los últimos rincones del mundo, donde nos espera el compinche, uno más, el que continúa la línea que será un círculo que abarcará el planeta. Esta es la revolución fundamental, el revolucionarse instantáneamente para armonizar con la vida, que es cambio permanente, por eso nos vamos encontrando fatalmente para iluminar cada rincón.
Que nada te distraiga de ti mismo, debes estar atento porque todavía no gozaste la más grande alegría ni sufriste el más grande dolor. Vacía la copa cada noche para que Dios te la llene de agua nueva en el nuevo día.
Vive de instante en instante porque eso es la vida. Me costó 57 años llegar hasta aquí, ¿cómo no gozar y respetar este momento? Se gana y se pierde, se sube y se baja, se nace y se muere. Y si la historia es tan simple, ¿por qué te preocupas tanto?.
No te sientas aparte y olvidado, todos somos la sal de la Tierra. En la tranquilidad hay salud, como plenitud dentro de uno. Perdónate, acéptate, reconócete y ámate, recuerda que tienes que vivir contigo mismo por la eternidad, borra el pasado para no repetirlo, para no abandonar como tu padre, para no desanimarte como tu madre, para no tratarte como te trataron ellos, pero no los culpes porque nadie puede enseñar lo que no sabe, perdónalos y te liberarás de esas cadenas.
Si estás atento al presente, el pasado no te distraerá, entonces serás siempre nuevo. Tienes el poder para ser libre en este mismo momento, el poder está siempre en el presente porque toda la vida está en cada instante, pero no digas “no puedo” ni en broma porque el inconsciente no tiene sentido de humor, lo tomará en serio y te lo recordará cada vez que lo intentes.
Si quieres recuperar la salud abandona la crítica, el resentimiento y la culpa, responsables de nuestras enfermedades. Perdona a todos y perdónate, no hay liberación más grande que el perdón, no hay nada como vivir sin enemigos. Nada peor para la cabeza y por lo tanto para el cuerpo, que el miedo, la culpa, el sentimiento y la crítica que te hace juez (agotadora y vana tarea) y cómplice de lo que te disgusta. Culpar a los demás es no aceptar la responsabilidad de nuestra vida, es distraerse de ella.
El bien y el mal viven dentro de ti, alimenta más al bien para que sea el vencedor cada vez que tengan que enfrentarse. Lo que llamamos problemas son lecciones, por eso nada de lo que nos sucede es en vano. No te quejes, recuerda que naciste desnudo, entonces ese pantalón y esa camisa que llevas ya son ganancia. Cuida el presente porque en él vivirás el resto de tu vida. Libérate de la ansiedad, piensa que lo que debe ser será, y sucederá naturalmente.

Facundo Cabral

TODAVÍA HAY ALGUNOS QUE DICEN QUE VIVIMOS EN DEMOCRACIA. (Silo 2010)

Y algunos dicen, estamos viviendo en democracia, ¿que dices? Tres tipos que se ponen de acuerdo con los bancos. En realidad son oligarquías encubiertas. ¿Y la primera dama, de donde sale? Eso tiene que joderse todo, no hay otra. A nivel general, tanto en occidente como en oriente no han podido arrancar.

 Han quedado en esos bardos, en esas capas que no evolucionan. Tendría que haber cambio, pero en realidad repiten las formas. ¿Para qué viven? Muy pobre el asunto, muy poco vuelo, aspirar a ser contemporáneo del presidente de Francia. De Sarkozy, de Berlusconi. Aspirar a codearse con los cretinos, ¡hay que ser del gremio! Esto se afecta y llega hasta las teocracias. Las oligarquías llegan a esos niveles, a la teocracia, el único dios.   Ya no son representantes del pueblo, ahora no se necesita la superestructura del pueblo.   Aparece un gordito que es el representante de dios. Muy pobretón todo. Pero es linda esa parte que ya no se necesita el concurso del pueblo, porque se representa a dios.   El nivel de las divinidades es además muy pobre. Parecido a las democracias. Imagínense el dios para tener esos representantes.  
 Silo 

“MI REACCIÓN ANTE LA MUERTE DE OSAMA BIN LADEN”, NOAM CHOMSKY



Noam Chomsky

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens


Cada vez es más evidente que la operación fue un asesinato planificado, violando de manera múltiple normas elementales del derecho internacional. No  que hicieran ningún intento de aprehender a la víctima desarmada, lo que presumiblemente podrían haber logrado 80 comandos que virtualmente no enfrentaban ninguna oposición, excepto, afirman, la de su esposa, que se lanzó hacia ellos.

En sociedades que profesan un cierto respecto por la ley, a los sospechos se les aprehende y se les conduce a un juicio justo. Subrayo “sospechosos”. En abril de 2002, el jefe del FBI, Robert Mueller, informó a la prensa de que después de la investigación más intensiva de la historia, el FBI solo podía decir que “creía” que la conspiración se tramó en Afganistán, aunque se implementó en los Emiratos Árabes Unidos y Alemania. Lo que solo creían en abril de 2002, obviamente no lo sabían 8 meses antes, cuando Washington desdeñó ofertas tentadoras de los talibanes (no sabemos cómo de serias porque se descartaron instantáneamente) de extraditar a Bin Laden si les presentaban alguna evidencia, la que, como pronto supimos, Washington no poseía. Por lo tanto Obama simplemente mintió cuando dijo en su declaración de la Casa Blanca, que “rápidamente supimos que los ataques del 11-S fueron realizados por al-Qaida”.
Desde entonces no han suministrado nada serio. Han hablado mucho de la “confesión” de Bin Laden, pero suena más bien como si yo confesara que gané el Maratón de Boston. Alardeó de algo que consideraba un gran logro.
También hay mucha discusión sobre la cólera de Washington porque Pakistán no entregó a Bin Laden, aunque seguramente elementos de las fuerzas militares y de seguridad estaban informados de su presencia en Abbottabad. Se habla menos de la cólera paquistaní porque EEUU invadió su territorio para realizar un asesinato político. El fervor antiestadounidense ya es muy fuerte en Pakistán, y estos eventos probablemente lo exacerbarán. La decisión de arrojar el cuerpo al mar ya provoca, previsiblemente, cólera y escepticismo en gran parte del mundo musulmán.
Podríamos preguntarnos cómo reaccionaríamos si unos comandos iraquíes aterrizaran en el complejo de George W. Bush, lo asesinaran, y lanzaran su cuerpo al Atlántico. Sin lugar a dudas sus crímenes excedieron en mucho los de Bin Laden, y no es un “sospechoso” sino indiscutiblemente el que “tomó las decisiones”, quien dio las órdenes de cometer el “supremo crimen internacional, que difiere solo de otros crímenes de guerra en que contiene en sí el mal acumulado del conjunto” (citando al Tribunal de Núremberg) por el cual se ahorcó a los criminales nazis: los cientos de miles de muertos, millones de refugiados, destrucción de gran parte del país, el encarnizado conflicto sectario que ahora se ha propagado al resto de la región.
Hay más que decir sobre [el terrorista que hizo volar el avión cubano, Orlando] Bosch, quien acaba de morir pacíficamente en Florida, incluida la referencia a la “doctrina Bush” de que las sociedades que albergan a los terroristas son tan culpables como los propios terroristas y hay que tratarlas de la manera correspondiente. Parece que nadie se dio cuenta de que Bush estaba llamado a la invasión y destrucción de EE.UU. y al asesinato de su criminal presidente.
Lo mismo pasa con el nombre: Operación Gerónimo. La mentalidad imperial está tan arraigada, en toda la sociedad occidental, que parece que nadie percibe que están glorificando a Bin Laden al identificarlo con la valerosa resistencia frente a los invasores genocidas. Es como bautizar nuestras armas asesinas según las víctimas de nuestros crímenes: Apache, Tomahawk… Es como si la Luftwaffe llamara sus aviones caza: “Judío” y “Gitano”.
Hay mucho más que decir, pero incluso los hechos más obvios y elementales deberían darnos mucho que pensar.
Noam Chomsky es profesor emérito del Departamento de Lingüística y Filosofía del MIT. Es autor de numerosas obras políticas. Sus últimos libros son una nueva edición de Power and Terror, The Essential Chomsky (editado por Anthony Arnove), una colección de sus escritos sobre política y sobre el lenguaje desde los años cincuenta hasta el presente, Gaza in Crisis, con Ilan Pappé, y Hopes and Prospects, también disponible en audio.