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EXPERIENCIAS CON LA FUERZA



“La fuerza circular por mi
  cuerpo y ella es realmente
  mi vida y la de todos
  los cuerpos animados”.
                                          La Mirada Interna.
A fines de 1972, se comenzaron a realizar las primeras experiencias con trabajos de
Telediol de Fuerza. Tales trabajos fueron presentados a numerosos grupos que, si
bien distinguían con precisión los distintos casos  de división atencional y
autoobservación, venían planteándose desde hacía cierto tiempo el problema
energético vinculado a tales trabajos. La explicación y contexto para trabajos con
mayores caudales energéticos aparecieron en los Cuadernos de Escuela Nos. 5 y 6,
y posteriormente en la Mirada Interna y Comunicado de Escuela.
Hoy, a casi un año y medio de experimentación y de observación cuidadosa, nos
encontramos con una gama muy rica y variada en experiencias.
El presente escrito es una pequeña muestra en tal sentido. Nos anima a hacer
extensivos los relatos de estas experiencias, el saber que puede tener un gran
poder acelerador al identificar estas simples descripciones con las vivencias de cada
uno; o bien, en caso de no ser así, ayudar a configurar un tono adecuado, para
relacionarnos con experiencias que pudiendo ser distintas, nos ponen de todos
modos, en tema.
Entendemos, también que estas monografías se multiplicarán en lo futuro, dado que
estos trabajos de Telediol de Fuerza ya no se limitan tan sólo a los primeros de mes,
sino a lo dictado por el juicio en cada uno.
Habiéndose invitado a varios coetáneos a participar de una reunión, y existiendo
entre nosotros un tono adecuado para tales trabajos, se preguntó acerca de las
experiencias que cada cual podía tener, recalcando lo esclarecedor de tales relatos.
Primer Relato:
El sujeto B es introducido en la práctica del trabajo con la esfera, con anterioridad a
ese momento no posee ninguna idea sobre la práctica ni la función de ese trabajo.
A   le explica a B   los primeros pasos y este comienza a trabajar con la imagen de
la esfera, posteriormente   A   le dice que se manifieste corporalmente si es que
siente esa tendencia.   B   interpreta que
“puede liberarse”, y como imagina algo así como que está sumergido en un medio
líquido, se levanta de la silla y comienza a realizar —con los ojos cerrados— los
movimientos propios de la natación.  Luego   A  lo invita a sentarse nuevamente y le
explica que debe devolver la esfera, posteriormente le pide que le refiera cómo
sintió la experiencia. B   relata la sensación que sintió del medio líquido, y le dice que cuando “nadaba”
en algún momento imaginó que lo salpicaba con agua a   X, que en ese momento se
hallaba durmiendo en la habitación contigua, lo hizo con un deseo de “convidarlo”
con ese elemento, “con esa energía” porque le parecía una cosa buena.
Inmediatamente   A   va a la habitación contigua y  lo despierta a   X   para
preguntarle si soñaba algo y en ese caso qué cosa era.   X contesta que en efecto,
soñaba que recibía energía.
Segundo Relato:
Realizando un trabajo de experimentación del clima  del núcleo de ensueño, se
produjo electrificación y otras concomitancias de mayor importancia, similares a las
del pase de Fuerza.
El proceso es más o menos así: A indica a B  que imagine una situación opresiva y
profundice sobre ella. B imagina tal situación y ante sugerencias de A comienza a
narrar el desarrollo de la secuencia imaginativa que lo lleva a escenas angustiosas,
ante las que más tarde irrumpe en llanto.
A sugiere a B que él puede resolver a situación porque él es “muy fuerte y puede
hacer cuanto desea”.
Comienzan a invertirse las imágenes y B se siente fuerte y se ve a sí mismo de gran
tamaño y continúa creciendo hasta ser más grande que la Tierra, viéndose luego
como un cerebro luminoso que abarca todo lo existente.
En este momento presenta los siguientes síntomas: Respiración amplia, profunda y
ruidosa, fuerte electrificación, temblores corporales, emoción intensa.
A sugiere a B que separe el objeto (imagen del cerebro luminoso cósmico) del acto
referido a él.  B experimenta el difícil despegue del acto que es “arrancado” del
objeto (imagen) que contempla, y por indicación de A, divide su atención entre dicho
acto (que se convierte en un objeto, con corporeidad) y la posición de su cuerpo.
Aquí se produce una revolución interna, creciendo la respiración y electrificación
concomitantemente, en tanto que el cuerpo registra una temperatura muy fría.  La
revolución interna es vertiginosa (“como si un avión atravesara la barrera del
sonido”).
El mundo externo y el interno son la misma cosa. Todo es lo mismo. B  experimenta
su existencia como “algo” que está en todas partes  estructuralmente, entrando y
saliendo de su propio cuerpo, que no tiene mayor existencia que el resto de las
cosas.  No hay espacio, todo es lleno. El tiempo ha desaparecido y se experimenta
el instante como eterno presente. El pasado y el futuro son absurdos, son sólo
recuerdos y pretensiones pero experimentados en presente. Los pensamientos no
se registran como imágenes o frases sino como intenciones (actos mentales)
referidas a imágenes o frases.
Una intensa emoción, desconocida y totalmente diferente a todo lo conocido como
emoción, acompaña al estado. Hay sonidos y olores desconocidos. Todo sin embargo es reconocido como
“familiar”, como si siempre hubiera sido así. La frase que sintetizaría el estado (en el
que ha desaparecido toda búsqueda) sería más o menos: “Esto es lo que siempre
he buscado”.
Toda esta narración es nada más que un pálido y desdibujado intento de transmitir
la experiencia, como una forma caída, una caricatura de una vivencia más
trascendente.
B  experimentó claramente, en el momento de la división atencional, la invasión de
fuerzas extrañas al psiquismo  y al cuerpo. La entidad individuo desapareció para
dar paso a una entidad totalizadora donde la existencia y la inexistencia, la
conciencia y la no -conciencia se encontraban subsumidas en un ámbito que las
engloba.
Tercer Relato:
En noviembre de 1972, en Chile: Pasaje en un grupo de 30 coetáneos. Buen tono
energético. Disposición a largarme. Fórmula Mental: “Ser todo”.
Se inicia con la técnica habitual. (Respiración exaltada) alegría, expansión de la
esfera  “sin límite”,  y experimentar  “ser una gran esfera rosada, sólo un espacio
Rosado”. Búsqueda de mayor carga. Tendencia interna a ”repasar un límite”.
Actitud interna “si me rompo no importa”. Saltos en posición semiloto hacia adelante
pidiendo a gritos, con voz muy grave y gutural  “más”.  El coordinador con un suave
toque en las vértebras cervicales, me devuelve a la conciencia de si mas plena.
Había no obstante la “difusión en ese espacio unificado, esférico, Rosado”, una leve
conciencia de la posición de mi cuerpo como contorno.
En diciembre de 1973, Mendoza, grupo de 7 coetáneos. Gran gusto y confianza en
los que me rodeaban. Técnica habitual, espalda apoyada y recta. Comienza a
dilatarse sola la esfera, gran calma. Muy poca divagación. Tendencia o “sentido
interno” hacia la expansión sin límites. Erección y bajada de la energía al sexo.
Inhibición de la afluencia de energía al sexo. Retorno a la práctica. Prosigue la
tendencia a expandirse y difundirse ilimitadamente, concluye la experiencia con
buen tono energético y armonía interna.
Dialogando con un coetáneo sobre la esfera cotidiana y las diferentes
concomitancias que se producen al variar el radio de la misma; comentó la
tendencia a hacerlo infinito (el radio). A los pocos momentos de la conversación,
ésta recae en la búsqueda como algo perceptible (casi tangible) por momentos
como una “cosa” que se percibe en el pecho al atender sólo al acto. En ese instante
conecto el “acto” con la “esfera infinita”y se produce un sacudón instantáneo, como
si fuese a ser arrancado de la silla hacia el techo. Es un fragmento de tiempo, y
vuelvo al tono del diálogo, pero con gran carga emotiva y atencional, percibiendo el
espacio como diferente de las cosas, y como lo más real.
Síntesis: Las palabras “todo”, “ser todo, “ él”,  y las representaciones de infinitud y la
captación interna del clima de búsqueda me producen electrificaciones de variable
intensidad y el sabor interno de “sentido”. Cuarto Relato:
La experiencia mas significativa me aconteció hace  aproximadamente un año en
circunstancias no ortodoxas, que requieren de una explicación previa.
Me hallaba participando de un retiro en compañía de diez c.c., la finalidad del
encuentro era trabajar sobre rastreo del núcleo de ensueño y niveles de conciencia.
La técnica utilizada fue la siguiente: En rélax, con los ojos cerrados y en división
atencional, un c.c. iniciaba el relato de un sueño significativo.  Otro c.c., oficiando
como “guía”, “estimulaba” el relato, con palabras o frases que ayudaban a
profundizar, superar o elevar el tono del relato según conviniera al caso.
A mi turno, inicié el ejercicio relatando un sueño opresivo repetido con frecuencia en
distintas etapas de mi vida. La concomitancia emotiva fue inmediata, produciéndose
un intenso caos interno. Las imágenes intelectuales eran oscuras y difusas,
representando un mundo interior de agresión, duda, burla y sufrimiento. Ante una
sugerencia externa se produce un ascenso de nivel. Las imágenes se aclaran, surge
la imagen interna del diablo que devuelve con placer y multiplicada la agresión
recibida en el paso anterior, la emoción es intensa, el tono responde a venganza y
motrízmente se produce crispación corporal y deseo  de agresión. Culmina el
segundo paso y se produce un nuevo salto. La emoción asciende intensa y
velozmente, el tono es de alegría, de gran felicidad. Las imágenes se hacen claras e
intensas, la división atencional es buena y mantenida. Motrizmente se produce una
completa distensión corporal.
Normalmente aquí concluía el ejercicio, a partir de este punto comienza ahora a
operar el trabajo de contacto con la fuerza, en esa ocasión totalmente inesperado y
sorpresivo.
Las imágenes intelectuales empiezan a aumentar en brillo e intensidad. Se tiene la
impresión de ver “llamaradas de fuego”, cada vez con mayor frecuencia hasta que
uniéndose determinan una sola imagen esférica y luminosa que ocupa por entero la
cabeza y comienza a expandirse. Emotivamente se experimenta una emoción
intensa y a la vez serena, sin necesidad de ser manifestada. Hay concomitancias
motrices, encogimiento de miembros y sacudones corporales.
En ese instante se profundiza la división atencional, se tiene la impresión como de
“despegarse” de esa esfera luminiscente y en expansión que tiende a “arrastrar”
todo el cuerpo. La respiración se hace alta y fuerte, se tiene la impresión de que
sólo se inspira, las concomitancias motrices son controladas.
Manos y pies se electrifican, abro los ojos y me incorporo. Todo el cuerpo se
electrifica y se tiene la impresión de estar sometido a una fuerte presión (como si
estuviera sumergido varios metros bajo el agua), en este momento se produce un
fuerte desvío y surge temor, un fuerte temor por el propio cuerpo, se tiene la
impresión y en efecto sucede, de no poder mover un  sólo músculo del cuerpo,
solicito ayuda externa. Se me contesta con la lectura de un párrafo de la MI., surge
como síntesis el recuerdo de observaciones cotidianas acerca del temor físico. Me
recupero de inmediato. Lo que sigue es de difícil descripción y me limito a un relato puramente subjetivo.
La fuerza recorre el cuerpo con intensidad mientras me desplazo en un ámbito de
colores brillantes y de planos increíblemente diferenciados. La relación emocional
con las cosas, las gentes y el mundo es algo que no registra antecedente, se tiene
la sensación permanente de una continua diferenciación e integración del mundo
que nos rodea. Surge el sentido de la propia existencia y de todo lo existente. No
hay imágenes, no hay recuerdos, no hay pensamientos, no hay ideas, no hay
tiempo. No obstante puede observarse el movimiento de la conciencia “como si se la
tocase” esa es la impresión, como si se aprehendiese con las manos “formas
huecas” (simplemente se observan los actos de la conciencia) . En esos instantes
todo lo que existe tiene un orden, todo ese orden tiene un sentido y todo ese sentido
es eterno.
Este es el momento de apogeo de la experiencia, a partir de aquí se inicia un lento y
controlado descenso. Durante varias horas se mantiene con facilidad un buen tono
de división atencional. Y en general una gran energetización corporal, cuyas
manifestaciones perduran aún 48 horas después.
Quinto Relato:
La primer experiencia del tipo Telediol de Fuerza sucede antes de comenzar con
ese Trabajo (Telediol) la situación interna es calma, es de noche tarde y surge la
idea de que es el momento oportuno para leer el cuaderno No.5,  la Religión Interior.
Hacia fines de la lectura del Punto A, se siente en la zona de la nuca una “entrada”
de energía que se difunde por el cuerpo. Las concomitancias inmediatas son las
características del nivel de conciencia de sí, manteniéndose una suave
electrificación que se diluye paulatinamente en unas tres horas aproximadamente.
Tres meses después sucede la primer práctica de Telediol de Fuerza y la mayor
característica del fenómeno es la sensación de “chisporroteo”. En lo sucesivo la
electrificación disminuye y el fenómeno manifiesta  claramente la característica de
“amplificador”, y se lo registra como una suave ondulación. En los tiempos
intermedios a la experiencia (durante el mes) se va facilitando la permanencia en el
ámbito de la conciencia de sí, y ocurren experiencias del tipo de “esto ya lo he
vivido” (recurrencia).
Sexto Relato:
He registrado tres etapas en el trabajo con Telediol; la primera se refiere a los
fenómenos de tipo motriz, concomitantes con el pasaje, en un primer momento eran
estertores que ocasionaban dolor en las zonas de tensión habitual, les acompañaba
un tono de división atencional. Este fenómeno fue decreciendo. La segunda etapa
hace al reconocimiento de fenómenos emotivos, una gran alegría me inundaba, se
trataba de una emoción no usual; si bien en un primer momento la acompañaba
mayor lucidez luego, al transformarse en placentera, llevaba al semisueño; al
observarla como una emoción más, fue decreciendo su poder atrapador. La última etapa, que se distingue de las anteriores por un aumento del tono; hace al
momento posterior, a las concomitancias, luego de una “calma interna” en que se
registra una “apertura mental”, gran claridad interna y una comprensión de lo que
sucede desde un tono de lucidez notable. Es difícil de explicarlo pero se asemeja a
comprender la capacidad de comprensión.
Habiendo concluido los relatos se preguntó acerca de ejemplos de la acción de la
Fuerza en otras personas, cosas o animales. Se hicieron entonces relatos de estos
fenómenos externos:
Caso  1:
A está moribundo, desahuciado por los médicos, y según éstos, a punto de morir en
cualquier momento.
En determinado momento, A comienza a respirar dificultosa y agónicamente,
presentando los síntomas de los últimos minutos de  vida. B, a su lado, realiza la
práctica del Telediol y cuando se manifiestan en él la electrificación y las
concomitancias típicas, toca con una mano el cuerpo de A.
Este comienza a respirar más agitadamente, despierta, y pide que le prendan el
televisor.
A partir de allí, A vivió 10 días más, en pleno uso de razón, y trabajando en su lecho,
ante el asombro de sus médicos.
Caso  2 :
Con una adecuada carga, y teniendo clara sensación del “campo” y atento a él, se
trata de producir una ampliación del mismo y una suerte de “correrlo” para tocar a
otra persona que se encuentra a unos 50 cm. (la persona no sabe de la
experiencia). En un momento dado que surge la sensación de “tocar” a la otra
persona, esta experimenta un leve estremecimiento y al preguntarle qué le pasó
responde que sintió como si algo la “invadiera”.
Otra: Con un péndulo se detecta la facilidad o dificultad de acercarlo o separarlo
del cuerpo de “otra persona o aún del propio, con distintas distancias según
personas distintas.
Caso  3 :
He podido registrar la acción de la fuerza sobre un animal; es decir: En una ocasión
estando reunidos varios c.c. para un Telediol, antes de la práctica los mismos
jugaron con una gata. Terminada la experiencia, una de las c.c. que había
experimentado el pase de fuerza, intentó acariciar el animal, y la gata que un rato
antes había jugado con ella, se alejó corriendo con los pelos parados. Caso 4 :
Experiencias interpersonales en el Telediol de Fuerza. Existen en lo personal
experiencias que por lo rotundas y definidas no dejan dudas, ni lugar a dudas, pero
que por importantes que sean en lo personal, no pueden dejar por su propio
carácter de quedar limitadas a este ámbito.
De ahí que sea interesante el intercambio de datos  y sucesos que trascienden el
ámbito de lo meramente subjetivo, donde la simultaneidad de la experiencia permite
una evaluación más amplia del fenómeno.
En tal carácter aportamos los siguientes hechos: Me acababa de acostar, era ya
muy tarde, y mi pareja dormía desde hacía ya un buen rato. Como estaba muy
desvelado, aproveché para revisar algún material que me interesaba. Al poco rato y
mientras leía, comenzaron a surgirme fuertes imágenes internas y luces, algunas de
ellas similares al fogonazo del flash de un fotógrafo. Por lo cual aprovechando la
buena disposición y la “carga” que había, me dispuse para hacer el trabajo del
Telediol de Fuerza. Opere con los pasos conocidos y al poco tiempo percibí la
característica propia del pasaje de fuerza. Estaba  sacando la esfera, cuando mi
pareja a mi lado se incorpora sobresaltada y totalmente despierta, y muy asustada
me comenta que siente como corrientes de “electricidad” que le corren por todo el
cuerpo y en particular desde la nuca al interior de la cabeza. Que ve como
“llamaradas  de fuego” que vienen desde afuera y le ingresan en la cabeza. Tenía la
respiración muy agitada y los ojos brillantes.
Es muy importante destacar que hacía muy pocos días que convivíamos y ella, no
tenía la menor referencia respecto de estos trabajos y ni siquiera conocía la
existencia del Movimiento.
Luego se agregó más o menos esto:  (Palabras de Silo)
“De acuerdo a lo que hemos visto, nos resulta fácil comprender la irrupción
del plano trascendental en el fluir de la conciencia; es así que en el mundo
intersubjetivo irrumpe y desvía la normal corriente o devenir de la propia
conciencia, pudiéndose hacerlo extensivo a otras conciencias, tal el caso del
pasaje de la Fuerza a otro. Esto pondría en serios aprietos a la Sicología oficial
para explicarlo.
De la misma manera, podemos comprender que ese otro plano pueda irrumpir
en el mundo de los fenómenos físicos y de los objetos; esta concepción
pondría en aprietos a la Física convencional.
Entonces, podemos fácilmente comprender la acción del plano trascendental
en el plano subjetivo, intersubjetivo, y objetal; se hace mucho más complejo
entender la acción de este plano en el ámbito de la historia.
Así visto, el mesianismo no es solamente lo que convencionalmente
suponemos. Habitualmente el mesianismo puede ser estudiado psicológica o
sociológicamente y se lo puede ver como la compensación a las carencias
sociales en un momento de desilusión. Teniendo en cuenta la mecánica de la conciencia mágica, una sociedad puede
“cargar” determinados fetiches (personas u objetos) de acuerdo a las
expectativas de ese momento.
Pero de ningún modo explica la aparición de compensaciones a ese vacío que
no se corresponden con las expectativas del momento sino que por el
contrario irrumpen y tuercen el curso de la historia. Allí hablamos de la acción
de otro plano.
Se preguntó:    “Esto podría referirse al fenómeno que se produce con el
Movimiento? Quiero decir... que si la corriente actual es de influencia oriental, en
Occidente, y los “ojos” de Occidente se dirigen a la mística oriental, se produce la
búsqueda de elementos espirituales en Latinoamérica por parte de yanquis”.
“Correcto, pero entra dentro de lo explicado acerca del mesianismo como
hecho social; desde el punto de vista del proceso histórico, es mucho peor.
Los síntomas actuales indican que ese momento está  llegando,  donde se
tenderá a manifestar la acción de otro plano en el  mundo de los
acontecimientos. Seguramente la conciencia humana está llamada a jugar un
papel importante como receptáculo de la acción de ese plano. En ese sentido,
lo que a nosotros nos interesa no es actuar sobre los fenómenos, ni sobre las
cosas, ni sobre los hechos; sino sobre los ámbitos; es decir que nuestra
acción sería la creación de ámbitos físicos y psicológicos para que sirvan
como receptáculos para la acción de ese plano.
Ese plano, cuando se manifiesta produce transformaciones en el clima, en lo
ecológico, etc. En el campo de la Historia, hasta ahora no se tuvo en cuenta la
acción de este plano, y desde esta perspectiva, la  historia oficial no tiene
mayor validez hasta tanto esto no sea contemplado.
Sintetizando, la irrupción de una forma trascendental en un individuo,
determina un fenómeno no computable por la psicología oficial, que lo
encasilla como “anormal”. Para nosotros esta anormalidad es la que da
sentido a la propia vida y a todo; desde este punto de vista, lo anormal es lo
normal, lo que da sentido, y lo normal es lo anormal, el sin sentido.
Aquí mismo, si les interesa, podemos crear un ámbito adecuado para que este
plano se manifieste”.
Dicho esto, se creó el ámbito físicamente (se cerraron ventanas, se limpió el
lugar, y se dejó una luz que no molestara) y se dieron recomendaciones
acerca del ámbito psicológico:  Conciliación con uno mismo,  no - expectativa,
y ningún tipo de temor pues nada malo podía ocurrir (*).
Se dijo: “Vamos para dentro“ ...... “Busquemos intensamente...”   “Profundamente...”
“Aquello que se buscó siempre...”. Se dio un tiempo mayor y se dijo:
“Hagamos conciente esta búsqueda, vaciémosla ahora  de contenido...
Elevándola hacia la fuente de luz... expandiéndola en toda dirección; finalizada
esta experiencia y pasado un rato, se nos invitó: “Teniendo ya este tono,
démosle mayor voltaje. Ahora si, hagamos nuestra práctica de Telediol de
Fuerza. Para ello sería conveniente que nos dispusiéramos en circulo y de
manera que podamos tomarnos de las manos”. (Práctica).
(*) Para todos es claro que una constante en los trabajos de Telediol de Fuerza
es que es siempre distinto en su manifestación. Esta constante contribuye a
disolver las expectativas respecto a “La experiencia” (propia o ajena)
posibilitando en cambio atender a “lo incorporado”  cualificándolo. Otra
constante es que la experiencia es relativa y a proporcional a la  “frecuencia”
del operador más que la intención de éste. En esta “frecuencia” o unidad
interna lograda (lo incorporado) debemos atender a  tres momentos: Uno
hace a la preparación previa a la práctica; otro hace al momento mismo de la
práctica y finalmente al tono necesario para  orientar con sentido la
movilización energética.
Comentario  1
Práctica de la búsqueda interna de lo que siempre se busco. A comienza a buscar
internamente lo que siempre buscó. Una sucesión ininterrumpida de imágenes
desfilan por su mente, todas acompañadas de cada vez mas intensos estados
emotivos. Una tras otra las imágenes (objetos buscados) van siendo descartados y
reemplazados por otros. Cada vez es mas vertiginoso el desfile y va invadiendo una
sensación de vacío (de no encontrar nada) Al “hacerlo “  A presta atención al
“sentimiento de búsqueda” (actos) prescindiendo de los objetos. Eleva el acto hacia
arriba (hacia la fuente de luz) y expande el vacío hacia afuera, quedando dentro de
él. Allí,  A   se experimenta como “hueco” por dentro y “lleno” y “luminoso”  desde la
piel hacia afuera acompañándolo esto de intensa carga energética general.  Una
particularidad del estado es la captación de los pensamientos un instante antes de
que se produzcan (captación de los actos buscando sus objetos - pensamientos).
Telediol. A  toma de la mano a otras personas. Cuando A registra concomitancias
(fuerte electrificación, respiración amplia y profunda y expansión del tórax)  B, a su
izquierda recibe una fuerte correntada eléctrica que penetra por la mano que toma a
A  y registra inmediatamente electrificación en todo el cuerpo. De inmediato C y D
(que estaban tomados de la mano de B hacia la izquierda) registran también el
fenómeno.
Comentario  2
En la experiencia de la búsqueda, se reconoce rápidamente el ámbito, que tiende a
compensarse con la representación de distintos objetos. En un momento dado se
interrumpe el fluir. de imágenes y la atención se “centra” en el acto. “Se es” el acto
al hacerlo conciente y la tensión aumenta.  Cuando se dice “vamos hacia la luz” hay una sensación de elevarse y se percibe
como el acto se completa. Se reconoce con certeza el “sentido”, como ser inundado
por “algo” Hay energetización y una muy amplia comprensión. Se da por terminada
la experiencia y permanece una excelente “frecuencia”.
Comentario  3
Búsqueda. Al sugerirse que busque “lo que he buscado siempre” y que “vaya hacia
dentro”,  cerrando los ojos sucede una búsqueda como visceral sobre una pantalla
negra muy intensa. Surge una tensión energética como de angustia semejante al
sentimiento de una tristeza y nostalgia muy profunda y antigua. Esa tensión sube
por el pecho e impulsa la cabeza hacia atrás, o como tirando desde la nuca hacia
arriba. Hay concomitancias motrices de llanto y armónicas emocionales como de
“arrebato”.
Al sugerirse hacerlo más conciente queda la tensión interna o intención como acto
lanzado como vehículo nutro del sentimiento que lo  ceñía, y ya no tiende a
compensarse con nombres o imágenes - sensacionales, sino que queda como
ámbito vacío que tiende a subir como carga.
Se produce una resistencia interna a “soltarse” y al sugerirse “vamos hacia la luz”,.
surge la grabación de la guía en el fragmento de: “deja que tu ser se lance hacia
regiones luminosas” y la evidencia de la atracción del cuerpo como “región segura”.
Ese pendulear entre una dirección y la otra continúa hasta que luego de crecer la
electrificación general del cuerpo (que acentúa las sensaciones) se da por
terminada la experiencia.
A los pocos instantes se establece como un diálogo más interno, como “sin mentira”
para consigo mismo, y la sensación de purificación  como de inocencia, que se
expresa en los rasgos faciales según alguno de los  presentes. queda el clima de
“reconciliación consigo mismo”. Y lo que luego se expresa como el sentimiento de
esperanza o “una puerta”.
Comentario  4 :
Con la búsqueda se experimentó la tendencia a “llenar” con nombres ese acto, al
elevarlo y vaciarlo de contenido, hubo electrificación y chisporroteo intelectual.
Luego se percibió con claridad como se generaban creencias que pretendían dar
sentido alas cosas; no se trató de una formulación, sino de la comprensión de eso.
Luego, se produjo aumento de tensión y del tono atencional.
En el Telediol, había de por medio expectativas que inhibieron el. trabajo. De todas
maneras aumentó el grado de división atencional, registrándose fuerte
electrificación.
Comentario  5
El desarrollo de mi trabajo fue el siguiente: Rápida energetización, aparecen luces
intensas (internas), tono emocional alto y leves ondulaciones corporales.  Se localiza con fuerza la sensación de búsqueda, al vaciarla, comienza a expandirse
y se tiene la impresión de “curvarse sobre si mismo”, la sensación es la “de un ojo
que mira desde todos los puntos posibles de una esfera, hacia el centro vacío de la
misma”. Esa sensación oscila en intensidad pero se mantiene un buen tiempo hasta
la finalización de la práctica.
Telediol. Apenas iniciado el trabajo, desde el centro del pecho comienza a
expandirse una esfera blanca, concomitantemente se  electrifica el cuerpo y se
percibe el mismo fenómeno en los c.c. sentados a mi lado. Se tiene la impresión de
que el propio cuerpo “tiende a elevarse”. Abro los ojos y percibo fuertes destellos
luminosos a los costados de mi cabeza y delante de  mis ojos, advierto puntos
blancos y brillantes sobre
la frente de un c.c. y sobre el plexo cardiaco de otro c.c. que se encuentra de pie. La
división atencional es intensa, el tono emocional y la relación con el ámbito es de
una intensidad poco descriptible, la intensidad de la fuerza al recorrer el cuerpo es
casi extrema. Se observa con perfecta claridad y conciencia el propio fenómeno, en
este punto se da por terminado el ejercicio.
Como dato curioso puede agregarse la percepción de un fuerte olor parecido al del
ozono.
Luego de finalizado el trabajo se mantiene con facilidad el tono de división
atencional. El proceso decrece lentamente y con control en el término de dos horas.
FORMAS CONOCIDAS DE TELEDIOL
En todas las exposiciones que tenemos sobre los trabajos con la fuerza, podemos
comprender que se trata de un trabajo energético y de aumento de conciencia. Se
usan distintas formas de hacer el Telediol para que todos puedan tener esas
experiencias fundamentales. Repasemos pues, las vías conocidas hasta hoy:
A El Telediol en el que se usa la esfera como apoyo, descrito en la MI. y
en el cuaderno de E. número 6 y reforzado en el “Comunicado de E”.
B El Telediol que se trabaja con la expansión hasta el infinito de la
esfera que hemos ido expandiendo en el pecho en el  caso antes
citado..
C El Telediol que se produce por trabajar con queda de lo que siempre
he buscado” y hacer esto conciente. Aquí se observa un trabajo de
descarte de las sucesivas “búsquedas”, pero lo importante es hacer
esto consciente.
U El Telediol que se produce cuando aprovechamos los silencios
mentales. Cuando éstos se detectan entre ruido y ruido  se van
ampliando, extendiendo y también se trata de hacerlo desde el
pecho. Al ampliar los silencios se produce un vaciamiento que va
llevando al Telediol. Estas vías o formas de movilizar la fuerza se van usando indistintamente y sobre
todo escogiendo según facilidad personal.
Se pueden hacer observaciones en referencia a la postura corporal y a la división
atencional.
La posición del cuerpo debe ser correcta y esta es  la de equilibrio inestable.
Sentado, con la espalda perpendicular al asiento, sin apoyar la espalda en el
respaldo, es decir sin estar apoltronado e introduciendo la cintura hacia adentro y no
hacia atrás. Al cerrar los ojos puede sentirse como una sensación de bamboleo (sin
que éste se produzca). Esta es la postura correcta.
Referente a la división atencional, tal corno explica el cuaderno 6, se realiza “una
vez producidos los fenómenos (y no antes)” para que al comenzar se disponga de
toda la atención para movilizar la fuerza, y luego la actitud de conciencia—de—sí,
haga conscientes los fenómenos que se suceden y no pasen velados como en el
semisueño. Esto es bien claro, la conciencia de sí se pone en marcha luego y no
antes para que no frenen al comienzo.

Testimonio Sobre el Guia Interno - Pía Figueroa E.



Mi Testimonio:


Cuando era niña me gustaba jugar y me gustaba soñar.

            Y en mis juegos con otros niños seguíamos a héroes imaginarios que nos capitaneaban hacia mundos fantásticos, defendiéndonos de peligros y abriéndonos paso entre mil obstáculos.

            En mis juegos solitarios y en mis sueños surgían también infinidad de personajes que llenaban de fascinación y de color mis largas tardes. Dialogué con ellos muchas veces, en voz alta o en mi mente, y se convirtieron en los compañeros más reales de mi infancia.

            De entre ellos recuerdo especialmente a uno, que visitó mi imaginación una noche de miedo, acudiendo para calmarme con dulzura entre mis pesadillas. Era un ser de colores radiantes y de bondad casi maternal, pero valiente como guerrero y más sabio que todos mis profesores. Vigiló mi sueño y desde entonces estuvo muchos años a mi lado.

            Vivió conmigo secretamente y cuando, con el tiempo, me hablaron los grandes de religión, de ángeles y de dioses, de seres todopoderosos y perfectos, me pareció indudable que aludían a mi compañero interno.

            Así, comencé a orarle y a establecer mis ritos de comunicación con él. Su presencia me resultó tan familiar que me acostumbré a invocarlo cuando necesitaba apoyo y a agradecerle entre mi carcajeo alegre.

            Esto reforzó nuestra peculiar relación, conmoviéndome profundamente cada vez que su imagen luminosa venía a mi imaginación.

            Por su parte él también se hizo más diestro y tuve la impresión de que no sólo acudía en mi ayuda, sino que además me aconsejaba para poder dar una mano a otros que lo necesitaran.   Era mi modelo, mi ejemplo y muchas veces actuaba como intermediario facilitando una reconciliación.



            Siguió la vida y ese ludismo ingenuo, lleno de maravilla y fantasía, se diluyó con el transformarse de mi cuerpo.

            Mi adolescencia fue un oscuro cuestionamiento existencial, preguntas lanzadas y un retumbar de ecos sin respuestas. Sombras, enigmas y encrucijadas que, entremezclando el pasado con el futuro, me situaban en un presente confuso.

            De sus pedestales        se derrumbaron con alarmante estruendo mis creencias más sólidas y los héroes infantiles perdieron su mágica influencia. No hubo padres, ni maestros, ni autoridad alguna contra la cual no irrumpiera en rebelión mi disconforme juventud.

            A tientas, como una ciega, transité por ese pasillo estrecho que terminaba con mi niñez. Túnel de cambios físicos que tambaleaban mi manera de ser y que, sin embargo, me llevaba lentamente hacia el reencuentro conmigo misma.

            Entre los pliegues de mi corazón (muy profundo dormido dentro de mi), un día sorprendí a mi amigo interno.

            Y no teniendo otro bastón en que apoyar mi crecimiento, con fe y humildad acepté su orientación, y entonces él actuó como un verdadero Guía.

            Y fue como un renacer y emprender el vuelo de nuevo, ya que desde el fracaso me levanté a abrazar la causa más digna: la de la superación del sufrimiento en mí y en otros. La causa solidaria que resuelve todo aquello que genera contradicción y abre un futuro unitivo y pleno para todo ser humano.




            A la causa que abracé en mi temprana juventud he dedicado mi vida. Enarbolando la bandera que proclama un futuro sin sufrimiento para la humanidad, he recorrido continentes enteros.

            Sí, he llevado este mensaje de liberación hasta los confines de nuestro planeta y he visto unirse a la tarea de Humanizar la Tierra a gentes de las más diversas razas y culturas.

            Y entre todos estos nobles voluntarios las diversidades han ido confluyendo para enriquecer la construcción de una realidad social distinta.

            Es esta causa solidaria la que ha permitido a cada uno dar dirección a su fe y, se tratara de ateos o creyentes, todos llegamos a advertir la utilidad de un guía interno.

            Es más, simultáneamente a la difusión de un nuevo punto de vista sobre la vida, fuimos creando ámbitos apropiados para el desarrollo personal y allí cada cual buscó en silencio una comunicación profunda consigo mismo, hasta dar con sus propios modelos y llegar a configurar esa suerte de arquetipo orientador.

            Fue así como pasé del empirismo intuitivo al trabajo intencional y sostenido con mi Guía, y fui fundamentando cada paso que di en la comprensión de los mecanismos síquicos, en el estudio detenido de las imágenes mentales y en la corroboración de lo útil que resulta poderlas manejar.

            Y mientras más cuidadosamente me apliqué en las técnicas de configuración de mi Guía interno, mayor fue la conmoción que su presencia me suscitó y también mayor fue la ayuda que me prestó cada vez que sintiéndome en necesidad, invoqué su reconfortante imagen.



            Fue en aquellos grupos de trabajo organizado donde fui adquiriendo conocimiento y pericia acerca del mundo interior.

            Y cuando se trató de configurar al Guía, comprendí la necesidad de distinguir un sentimiento de otro y dejar que mi corazón se orientara hacia las imágenes que mayor conmoción le producían.

            Con mucha benevolencia hacia mi misma, dejé que fluyera y que creciera un agradecimiento en mi interior, mientras mi mente iba rozando distintas posibilidades. Rondaba alrededor de los modelos de mi pasado, revisaba los ejemplos fuertemente orientadores, acercándose y alejándose de la imagen que buscaba.

            Pero era el sentimiento conmocionado y alegre el que, como un hilo conductor, me llevaba a entregarme a la imagen de un Guía.

            Y deseándola, atendiéndola, cuidando mi actitud y acallando todo ruido, fue que una vez mi corazón pudo darle un nombre.

            Y entonces, al nombrar a mi Guía, como un imán este sonido atrajo su figura. Rindió casi tangible su presencia, precisó su rostro y definió sus manos. Develó ante mí ese modelo escondido más allá de mi conciencia y sentí que sí, que era aquella la imagen que desde tanto buscaba y que profundamente desde siempre conocía.

            Pero fueron necesarias la paciencia y la permanencia, fue necesario desechar todo forzamiento y reiterar muchas veces el contacto establecido, apelar a su presencia para poderlo visualizar y visualizarlo de nuevo para sentirlo mejor. Hasta que se configuró bien esa imagen protectora y pude contar con ella en la vida sencilla de todos los días.



            En momentos de gran soledad, cuando todas las personas en las que había confiado me fallaron, cuando deambulaba sin afecto y sin comprensión, cuando en mi encierro me sentía prisionera de mis propios muros y me era imposible abrir un canal de comunicación con nadie, viniste tú, Guía, y acompañaste con tu suave presencia esa oscura soledad.

            Con discreción y paciencia permaneciste a mi lado y día a día esa sensación de bondadoso apoyo me fue ayudando, me fue orientando y acrecentando mi fuerza, hasta abrir las compuertas de mi mundo interno.

            Entonces todo tu dinamismo me impulsó hacia afuera y, siguiendo tu imagen, me acerqué con disponibilidad hacia otro ser humano.

            Y no sólo logré contar, sino también oír.

            Tu bondad me enseñó a escuchar con atención a los demás, a escuchar el corazón de los demás, a entender lo que se dice por detrás de las palabras y a ser yo, con mi presencia, tan reconfortante para otros como tu imagen para mí.



            Hay veces en que sintiéndome tan feliz, he tenido la sensación de que tanta alegría no me cabe en el pecho; que la felicidad invade todo mi ser y lo que me rodea, hace maravillosos los objetos más insignificantes y parece contagiar a todas las personas que encuentro; hasta los paisajes más simples respiran entonces de una armonía dichosa.

            Casi sin poder contenerme he gritado desde el fondo de mi misma, agradeciendo esa enorme felicidad.

            Y al buscar a quien dirigir mi agradecimiento, hacia donde canalizar esa incontenible y extraordinaria alegría, se ha presentado ante mí la figura imponente e increíblemente energética de mi Guía.

            Personificando toda mi felicidad, lo he visto radiante y luminoso como una imagen vibrátil, fuerte y vital, capaz de concentrar los mejores estados internos.

            Cuando luego he vuelto a la opacidad del simple bienestar cotidiano, cuando sin dolor ni placer me he encontrado desarrollando  mis actividades habituales, he intentado tomar contacto con mi Guía.

            Y ese agradecimiento brindado en el momento de especial felicidad me ha sido devuelto, permitiéndome gustar nuevamente el sabor de la alegría sin límite, aún inmersa en la más monótona rutina.



            En las mañanas, al despertar, acostumbro a quedarme en la cama unos minutos y en esa tibieza semiadormecida suelo evocar a grandes rasgos los aconteceres que irán a determinar mi día.

            Entrecerrando los ojos nuevamente, intento verme en mi desplazamiento por la ciudad, entre los vehículos y los semáforos, como tantos transeúntes apurados acudiendo a mi lugar de trabajo.

            Trato de precisar las imágenes hasta organizar un esbozado plan de las tareas por realizar, así como de mi relación con mis compañeros de labor.

            Y en esas secuencias mi imaginación va elaborando escenarios de las diversas actividades cotidianas, hasta completar el cuadro con mi regreso de cansancio satisfecho a la nocturna tibieza de la cama.

            Miro mi jornada entonces con una predisposición distinta, pero vuelvo al recogimiento por unos instantes para apelar a la presencia de mi Guía.

            Le pido, cada mañana, que positivice al máximo mis horas vigílicas, que me de fortaleza, que me de entusiasmo y que acompañe con su luz mi quehacer.

            Me alzo impulsada por la fe, con la decisión de hacer de mis horas lo mejor, y enfrento el aire matutino con la disposición con que se mira una nueva aventura.



            A veces una neblina opaca se desliza dentro de mí, silenciosa e imperceptiblemente, hasta instalarse en mi corazón.

            Es una vaga sensación de tristeza que con disimulo gana mi alma y comienza a succionar mi entusiasmo.

            En esas ocasiones se climatizan mis pensamientos y argumentaciones y me siento caer en una especie de abulia desganada en la que una y otra vez paso un largo recuento de mis penas.

            Y en ese sin-sentido, surge el recuerdo de mi Guía.

            Despejando la niebla, acude en mi auxilio cuando lo llamo y me deja ver la intensa luminosidad de su figura fuerte.

            Se me acerca, coloca por unos instantes sus manos sobre mi frente y me susurra una sola palabra: Paz!!, dice.

            Y siento que esa palabra abre un sol en mi pecho, un sol que crece, se expande y va transformando esa opaca materia de la tristeza en una tranquilidad profunda y benéfica.



            Estoy inquieta, dudo y me debato repetidamente entre los “si” y los “no”.

            Mi cabeza multiplica las posibilidades y me voy confundiendo en el laberinto de mil canales, entre los corredores tortuosos de mi débil razón.

            Y allí estoy, petrificada ante la proyección de posibilidades entre las cuales no logro elegir.

            Cualquier opción me parece ya determinada de antemano por tantos condicionamientos y veo en mis intentos de respuesta, el reflejo más que la libertad. Mi propio punto de vista filtra, como la red de una trampa, la luz de cualquier salida... y lo que yo quiero, no con mi torpe cabeza sino con mi corazón, es una resolución nueva, un camino abierto a la certeza.

            Entonces llamo, con toda mi fe, a aquella presencia que me es de total confianza y la visualizo recorriendo el gris laberinto con su antorcha de sabiduría.

            Allí va, caminando diligente ante mí, iluminando de derecha e izquierda, recomponiendo ese mosaico de contenidos confusos que voy viendo integrarse y formar parte de una sola cosa, a medida en que lo sigo hasta los rincones más perdidos de mi propia confusión. Y desde esa lejana periferia, volvemos hacia el centro mismo de mi cabeza en donde siento que su presencia, cálida, amada presencia, me da por fin la certeza de una salida nueva.

            He conectado, a través de él, con aquello inamovible que hay dentro de mí, con el sustento de mi vida y de mi mente y, ahora sí, con claridad advierto un pensamiento que es coherente con mi sentir y que además me resulta fácil de llevar a la práctica. Una decisión unitiva que es nueva para mí y que me lanza, sin traicionar mi propia esencia, hacia el mundo que me rodea.



            He sentido mi cuerpo en algunos anocheceres blando y distenso. La cabeza como de algodón y los ojos muy relajados.

            He cerrado los párpados y me he dejado llevar por una agradable sensación que me ha recordado el flotar en medio de un lago, mientras también mis brazos y piernas se contagiaban con una calidez pesada y liviana al mismo tiempo. Mis espaldas abandonaban el peso que tan a menudo acarrean y mi estómago dejaba por unos momentos su ansiedad.

            He comenzado a respirar fluidamente, mientras mi mente se ha despejado de la sucesión de imágenes de mi cotidianidad y ha comenzado a interesarse por esa infinidad de ruidos que aún en el anochecer existen.

            Y dejando que mi oído se agudice he ido a rescatar sonidos muy suaves o muy lejanos, mientras mi cuerpo se ha ido aflojando cada vez más.

            Lejana la inquietud y con la mente en silencio, he podido oír una voz distinta de la mía y distinta sin duda de todos los ruidos que impregnaban la noche.

            Ha sido un susurro que me ha hablado de la vida que habita en mi cuerpo, llenándome de sorpresa al reconocer tal evidencia.

            Me ha hecho sentirme viva y hablándome con dulzura, me ha explicado que mis brazos y mis piernas, mi tronco y mi cabeza son transitorios y se modifican con el correr del tiempo. Hasta que cansado de tantos espacios recorridos, mi cuerpo no será más lo que llamo mi vida, sino que la vida será sin cuerpo, sin tiempo, sin límites, una expansión enorme que trasciende la noche y salta por sobre la muerte.

            Y, cobijada por estas palabras de mi Guía, me he abandonado al sueño con confianza, así como lo haré en el momento de mi muerte, dispuesta al alba de un nuevo día.



            Cuando llevé mi alegría al seno de aquella familia desmembrada y abrí entre ellos la posibilidad del diálogo sincero y confiado;  cuando di mi apoyo al amigo humillado y lo ayudé a levantarse sin revancha ni venganza;  cuando contribuí a que en la mirada de esa mujer desamparada brillara nuevamente una esperanza;  cuando a aquel hombre poseído por el temor y el cálculo pude devolverle la fe y la confianza, sentí que eras tú, Guía, quien les daba a través mío.

            Eras tú quien actuaba en un dar desinteresado y realmente bondadoso. Te hacías presente en mis acciones y, como si yo fuera un puente o más bien un vehículo, una intermediaria entre tú y el mundo, manifestabas a través de mis obras tu comprensiva actitud.

            Y así, mediante esas acciones realizadas por mi intermedio, has ido de paso desplazando también mi egoísmo y poco a poco se ha ido ampliando el radio de ayuda a mi prójimo.

            Y dando, yo he aprendido. Dando, he crecido, he desarrollado capacidades insospechadas y me he liberado de ese individualismo encerrado y defensivo. Dando yo he comprendido que no hay vía más válida para consolidar la unidad interna que esa que me has indicado: la de la acción positiva que termina en los demás.



            Yo quería un hijo, mi cuerpo quería un hijo, mi amor quería un hijo. Quería como quiere un árbol ponerme a hacer mis frutos.

            Hubo médicos, hubo exámenes, hubo ciencia y hubo tiempo. Frustradas expectativas y otros nuevos tratamientos. Parece que a mi madera le costaba germinar.

            Hasta que hubo un gran pedido, tal vez el más profundo que he formulado a mi Guía. Surgido desde la savia, desde la entraña, desde lo límbico.

            Lanzado como una piedra a la oscuridad del pozo, y en silencio la larga espera atenta a la respuesta. Soplado suave a los vientos y la mirada oteando al horizonte. Un pedido sostenido con mucha permanencia y con fe en la respuesta.

            Hasta que se hizo primavera!

            La vendimia puso en mis brazos uno y después otro niño.

            Seres maravillosos que crecen y que miran, que todo lo llenan con sus risas, irradiando vitalidad y aprendiendo rápido a hacer sus preguntas. ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos?

            ... desde un pedido escuchado, desde una gracia concedida....



            Cuando los azarosos dados del destino me han colocado en situación de dar respuesta ante lo que se suele llamar “el mundo público”, cuando han recaído en mí responsabilidades gubernamentales o roles políticos, cuando he tenido que enfrentar a la prensa, cuando mi voz ha debido tomar la modulación del discurso colectivo, cada vez que ello ha ocurrido me he sentido tremendamente expuesta.

            Blanco de los dardos de la contra, centro de maniobras malintencionadas, alimento para la argumentación de contrincantes, la figura a descalificar y el receptáculo de la crítica. Incluso entre los más cercanos mi mirada detectó al juez y reconoció al verdugo.

            No es exactamente paranoia, sino el pánico que da el registro de estar expuesta.

            Pero algo me ha hecho bajar la guardia y abrir el corazón: ha sido descubrir en el fondo de otros ojos la necesidad de creer. Confiar en que alguien sintonizará con el mensaje. Sentir en mi destinatario la posibilidad del cambio.

            No es que con las cámaras y los flashes encima yo me ponga a implorar a mi guía. Ni que en un acto oficial evoque su presencia. Es diferente.

            Es contar con que las respuestas surgirán desde mi centro, actuar desde una coherencia con mi proyecto, hablar a quien en la multitud sabe ponerse a escuchar.

            En ese estar expuesta he aprendido a dejarme ir, a sentir que no hay nada que perder y a confiar en que tengo orientación. Si sólo estoy atenta a abrir el futuro a otro, mi Guía sabe llevarme para hablar desde dentro. Si puedo conectar con otro ser humano, entonces tocará con mis palabras sus ojos. Si puedo atender al corazón de mi destinatario, me va indicando los gestos adecuados, perfilando el discurso, hilvanando las frases.

            Por último si hay errores he visto que no son graves. No saldrá nunca de mi boca un exhorto antihumanista. Tampoco un gesto violento o discriminatorio.

            Los errores son únicamente de emplazamiento. Se producen por sentir tan intensamente ese temor a estar expuesta, quedando atrapada en lo de uno, en ese yo que se defiende. En general no hay errores cuando logro reconocer al otro.



            Muchos hombres han creado, pensado, formulado, pintado, construido, legislado, operado, investigado, navegado, gobernado, esculpido, rimado, manejado, inventado, explorado, compuesto y liderado todo - o casi todo - lo que el ser humano ha generado en el mundo.         

            Nosotras las mujeres hemos estado mas bien sumergidas en la historia. Hemos estado por siglos pariendo, criando, enseñando, cuidando. Hemos estado haciendo la especie. Pero a la hora de volar lejos nos han hecho falta los modelos.

            Palabras de una, gestos de otra, el coraje de una tercera, la serenidad de la de más allá... trozos desestructurados e insuficientes para una real inspiración.

            Nosotras las mujeres hemos buscado fuerza en musas y guías configuradas en el espacio interior. Hemos sido devotas, piadosas y creyentes. Nos hemos expertizado en la oración. Y cuando alguna se ha aventurado en los terrenos de vanguardia, ha pasado a ser mito, leyenda o santa.

            Si queremos Humanizar la Tierra, las mujeres tendremos que aprender a construir modelos cercanos y accesibles, capaces de potenciar todas nuestras virtudes y de movilizarnos para poder superar las resistencias que conlleva nuestra salida al medio.

            No basta con nuestras redes solidarias ni con toda la sabiduría que solemos acumular. Tampoco nos ayuda la distancia del pedestal. Hacen falta referencias mucho más cotidianas, imágenes disponibles que puedan ayudarnos a trazar líneas de conducta, líneas de acción.

            Si queremos Humanizar la Tierra, la especie entera tendrá que aprender a conjugar todos los verbos. Hacer mundo y hacer especie. Que la especie humanice al mundo, y el mundo acoja a toda esta especie.



            En mi camino interno he encontrado afinidades extraordinarias con otros que como yo avanzan superándose y desplegando lo mejor de ellos mismos en el enjambre de vida que los rodea.

            Amistades indisolubles, forjadas con materiales mucho más resistentes que la similitud de condicionamientos culturales, sociales o raciales.

            Amistades que están sustentadas no solamente en la búsqueda de crecimiento personal, en la experiencia que cada cual desde su silencio pudo haber tenido.

            Es verdad que entre esas manos constructivas con las que he entrado en contacto, he descubierto siempre la mirada puesta en un sentido que abarca la existencia completa, y no se detiene en la provisoriedad de las pequeñas soluciones placenteras ni de las metas parciales.

            Pero sobre todo he advertido que en los corazones de estos héroes de nuestro tiempo palpita el anhelo por una sociedad más justa, que otorgue a todos la oportunidad de vivir en condiciones adecuadas, de crecer y desarrollarse, de morir con sabiduría y en paz. He visto el empeño puesto en irle abriendo paso a ese futuro en el que no tenga lugar la violencia ni la discriminación. He visto en todos los humanistas el ir, con alegría, perfilando esta nueva realidad que ya se acerca.


                                                                                                                           Pía Figueroa E.

.... ¿Qué señal es esta del sufrimiento? es señal que algo no funciona adecuadamente.


Me gustaría que hiciéramos algún experimento sobre esto.Siem­pre que hay sufrimiento en alguna de las vías, hay cerrazón del futuro. El futuro se cierra y lo que se pierde es FE. Cada vez que se pierde la fe en uno mismo o en otra persona, o en una situación se cierra el futuro y esta situación nos da señal de sufrimiento. Quieren que haga­mos un experimento, los que quieran acompañarme en esto, yo los guío como en una experiencia.
EJERCICIO N° 1.
Cierro los ojitos, ocluyo los párpados y trato de recordar el mejor momento de mi vida... listo con el ejercicio.
Ejercicio muy fácil.
Parece que en ese momento, en ese ejercicio que acaban de ha­cer, parece que Uds. recuerdan una cierta fe en sí mismos o en otra ­persona o en esa relación, o en la situación en que estaban. Uds. se encuentran como con posibilidad de hacer cosas, como que la caja res­piratoria se amplía, como que respiran puramente, ampliamente y enton­ces hay allí una imagen un poco luminosa de esta situación, de esta ­relación, donde hay futuro, las cosas se pueden hacer, se puede contar con otro y hay una gran fuerza.
EJERCICIO N° 2.
Recuerdo el peor momento de mi vida... Muy bien, es un ejercicio fácil.
Allí la respiración se hace pesada, entrecortada. Allí se ha quebrado el futuro, ya no podemos hacer lo que pensábamos, ya perdimos fe en otros o en una situación o en nosotros mismos. Se cortó el futu­ro. Quedamos frustrados o resentidos o desilusionados. Se ha cerrado el futuro, se ha cerrado la esperanza, se ha cerrado la fe. Ese es el peor momento de nuestra vida.
EJERCICIO N° 3.
Recuerdo el peor momento de mi vida y allí en ese peor momen­to de mi vida, allí, pongo fe en eso, que en ese momento se había per­dido, fe en mí mismo o fe en otro, o fe en la relación, pongo futuro...
Terminó el ejercicio. Aquellos que lograron en la imagen del pasado, esa imagen pesada, en la que respiraba mal, aquellos que lo­graron poner fe en ellos mismos o en otra persona o en esa relación, aquellos notaron que la respiración cambió y la caja se amplió, se ilu­minó el espacio, las cosas se dinamizaron de otro modo. ¡Que interesan­te!. Algunos no pudieron hacerlo. A algunos les resultó muy difícil esta práctica. Otros pudieron. Y los que pudieron comprobaron, y los que comprobaron verificaron eso, que en función de la fe y en función de la apertura del futuro, desaparece el sufrimiento.

Sobre la bondad.


La bondad se experimenta como una reconciliación con uno mismo aunque se refiere a los otros. Así como se experimenta el odio, lo opuesto a la reconciliación, a la bondad. El odio te lleva a una tensión tal que exige una catarsis, una tensión inaguantable, en donde no soportas al otro, donde quieres hacer desaparecer al otro. En la bondad se amplía el otro y en él te reconoces y eso te reconcilia. Y ese es un registro unitivo. El otro caso es un registro de disolución, de desintegración. Y cuando eso pasa, lo recuerdas como algo desintegrador, como algo malo que te pasó. Y cuando sucede lo otro, cuando recuerdas un acto de bondad que has producido, lo traes a la memoria y te sirve hoy.
Eso es lo que tú necesitas recordar, lo bueno que has hecho, y eso es lo que te invita a hacer esas buenas cosas en el futuro. Si hubiera alma, esa alma trabajaría con fuerzas, con fuerzas que van produciendo una cierta unidad o fuerzas que se contraponen que se oponen entre si. Para que habría de continuar esa alma, para sentir siempre ese sufrimiento, esa oposición? Mejor que desaparezca! (risas). Si esa alma existiera quisiéramos que esa alma fuera unitiva, que tuviera un centro hacia lo cual todo converge y todo se armoniza en ese centro. Quisiéramos que eso sí fuera creciendo. Aspiraríamos a una alma en crecimiento y no a una alma estática fija como una fotografía, viviendo en una determinada habitación, dentro un salón. Sería un alma que se amplía. En el medioevo hablaron del alma del mundo. Un alma más allá de lo individual de lo personal, pero que permitía que las cosas funcionaran.
En los animales y en la personas, en esa época se creía que existía un alma en las personas y en los animales. Era lo que anima-ba a los anima-les. Era ese principio que le daba movimiento. Y de esa alma entendieron que en algún momento se producía un nuevo principio que ya no era simplemente el alma. Se parecía más a un soplo, a un espíritu, algo que se sentía adentro en el corazón en los pulmones, era algo como respiratorio un pneuma como los neumáticos (risas) que tienen aire adentro. Así se sentía en esa época el espíritu, como un principio distinto al alma y ese espíritu no estaba existiendo siempre, se creaba, se iba generando por lo que hacías, porque tú estabas en este mundo con tu cuerpo y hacías cosas con tu cuerpo, no solo subsistías, no solo comías cosas, cumplías con tus necesidades sino que tenías aspiraciones, tenías tendencias al futuro a ver qué tipo de cosas ibas a lograr y lo hacías con personas en un mundo de personas.
Te relacionabas con las personas en un modo unitivo o de un modo contradictorio. Y cuando te relacionabas con las personas contradictoriamente también creabas contradicción en ti mismo, entonces no podías volar hacia el espíritu, no podías construirlo, te faltaba unidad. Y para obtener esta unidad necesitabas de actos de bondad. Esto creían los antiguos.
Nosotros nunca sabemos bien cómo son las cosas, entonces nos esforzamos por entenderlas. Porque todo va cambiando muy rápido. La pregunta debería ser qué vamos a creer mañana y en qué vamos a creer pasado mañana, porque lo que estamos creyendo hoy no es ninguna garantía para el futuro. Y las cosas que hoy se creen o no se creen cambian, van a cambiar muy rápido. Mucha gente empezará a creer cosas que hoy no cree, que no se imagina. Mucha gente que cree que el mundo es de un modo determinado verá muy pronto cómo lo que cree cambia. Por eso lo que nosotros creemos hoy está bien, pero sobre todo en qué vía vamos, en qué dirección vamos, qué iremos a creer. Es nuestra dirección mental lo que juega en estas cosas.
Iremos dando unidad a nuestra mente, a nuestras acciones, o iremos disolviendo esa unidad, aumentaremos nuestra carga de contradicciones o pondremos todo nuestro esfuerzo para direccionar hacia la vida. Eso es lo que puedo comentar según me parece. Sobre el amor, el amor a las personas, el amor a la humanidad, sobre la bondad, sobre lo que está en movimiento, sea a ese que veo o sea a todos los que veo pero que ni siquiera están acá, sino que están en un largo proceso hacia el futuro. Bueno estamos bien. Si el amor se siente, mejor! y si se siente el amor por la humanidad, aunque sea un débil afecto estamos en camino (risas) un mínimo afecto por la humanidad, cuánto se necesita esto! Pero en una persona, en otra y en otra, y en todas las personas un mínimo de afecto por la humanidad, parece que no estuviera eso hoy.
Sin embargo, la historia es larga, o sea que empezará a surgir el afecto por los demás. No importa las cosas que pasen, el tema es cómo podemos apartar las piedras que hay en ese camino. Eso!.

SILO. Bomarzo Provincia de Viterbo, Italia