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EL NUEVO LIDER - Por Wilhelm Reich


Este texto de Reich cierra su libro The Murder of Christ (El Asesinato de Cristo) escrito en los primeros años de la década del 50. Teniendo en cuenta su posterior encarcelación y muerte entre rejas (1957), constituye un verdadero testamento profético que se ha ido filtrando, aun sin saberlo muchos, en el pensamiento y el accionar de las generaciones posteriores, venidas y por venir.





Una de las características de nuestro tiempo es que está naciendo un nuevo tipo de movimiento social, y que los líderes de los gobiernos no tienen la más mínima sospecha de lo que está ocurriendo; estos líderes han moldeado sus ideas según pautas de pensamiento antiguas y persisten rígidamente en el error.
A primera vista es sorprendente, aunque totalmente lógico, que ninguno de los problemas básicos que generan los movimientos y levantamientos populares se mencionen en parte alguna del batifondo gritón, aullador, gesticulante que se ha apoderado de nuestras vidas.
Es de conocimiento público, y no necesita de mayores pruebas, el hecho de que la actual conmoción de la sociedad humana no tiene verdaderos líderes; en otras palabras, en el horizonte visible no hay nadie que pueda constituirse en lo que Cristo llegó a significar para la era cristiana o en lo que fue Confucio para la cultura asiática. Los líderes contemporáneos no son más que agentes de la seguridad de este o aquel aspecto del statu quo, o simplemente piratas en mares sin ley. Son como los saqueadores de mercaderías que campean en los tumultos que siguen a una inundación o un terremoto.
Veamos ahora un perfil del tipo de líder que podría surgir del caos actual y que fuera capaz de advertir y manejar las principales corrientes del clamor social. ¿Qué tarea, qué fatal decisión habrá de enfrentar un líder así?
A menudo se dice que en nuestra época un líder tendría que ser muy parecido a un superhombre, un hombre nietzscheano que supere en mucho a sus semejantes. En consecuencia, tal tipo de líder es difícil de imaginar.
Semejante imagen para el liderazgo de nuestro tiempo deriva evidentemente de la antigua, deteriorada necesidad del hombre por la mistificación del liderazgo, necesidad aún anterior a que el líder haya aparecido en la escena pública. Con ello ya se ha promovido y trasladado al líder desde el caos de nuestros días hacia una región donde nadie lo puede alcanzar, de modo tal que ninguno pueda siquiera aproximarse a ser como él.
Si aprendimos bien la lección del Asesinato de Cristo, un líder así seguramente fracasaría en dirigir los movimientos de las masas de gentes conmocionadas para sacarlas del pasado y llevarlas a una futura existencia racional. Necesariamente debería fracasar, ya que apenas estaría haciendo algo más que suministrar otro símbolo místico a las multitudes frustradas sexualmente, hambrientas de amor, desprovistas de las seguridades vitales básicas.
Si hemos aprendido bien, como creo que lo hemos hecho, nuestra lección del Asesinato de Cristo, un líder popular moderno debería ser casi el opuesto exacto de lo que la gente tanto ansía ver y aclamar como su líder. Debería apartarse poco, en su vida cotidiana, de los estilos de vida habituales de la gente. Ha de ser un hombre que se sumerja una y otra vez en la corriente de la vida y en los movimientos populares, aprendiendo sus sangrientas lecciones de los repetidos fracasos; ha de cometer las equivocaciones más estúpidas y ha de aprender a corregir sus tontos errores sin sucumbir.
Tendría que atravesar todas las salas de tortura del infierno humano que estén a su alcance para conocer la naturaleza humana práctica y eficientemente, tanto al derecho como al revés. Tendría que haber vivido con el lumpenaje, pecadores y putas y criminales, para conocer el suelo del que crece la esperanza humana así como también la miseria. (Si fuese un líder como la gente quiere que sea, sólo estaría agregando otro payaso a la masa de pequeños y grandes hacedores de ruido que no tuvieron significación alguna en la historia humana vista con amplitud).
Un líder así debería poseer o desarrollar una cualidad extraordinaria, nunca conocida anteriormente, inimaginable para la óptica corriente de lo que tendría que ser el liderazgo humano.
El tendría que rechazar toda tentación de ser un líder y evitar toda celada que le ponga la gente para seducirlo al liderazgo. Su primera gran tarea deberá ser negarse a ser un líder.
Tal líder debería percibir inmediatamente el peligro que amenaza con sumergir a todo líder popular, esto es, el peligro de convertirse en un mero objeto de admiración y en un proveedor de salvación y esperanza para la gente. Tal líder debería dar el primer paso en guiar al pueblo tomando a la gente seriamente y dejándolas que se salven a si mismas, con las necesarias salvaguardas sociales, económicas y psicológicas, defendiéndolas y apoyándolas.
Tal líder debería por cierto haber leído la historia del Asesinato de Cristo o si no pronto deberá aprender, por experiencia propia, que la gente crea sus Cristos vivos con el fin de someterlos, o, si los Cristos rehúsan transformarse en Barrabases, para matarlos sin miramientos, cosa de promoverlos al cielo para la salvación, sin mover ellos un dedo.
(...) Nuestro líder, naturalmente, si ha de llenar su función, tiene que saber cómo trabajar, cómo cumplir una tarea determinada, cómo hacer cosas practicas, cómo construir una mesa, o curar una herida, o detener en un niño un ahogo por ansiedad, o arreglar una complicada situación familiar, o manejar un helicóptero, o pulir un cristal para hacer una lente, o talar un árbol, o pintar un cuadro, o solucionar el enigma de una enfermedad, o diseñar un experimento para resolver un problema de la naturaleza, o cómo atender a un adolescente en la agonía de la frustración genital, y muchas otras cosas semejantes de alto desinterés para el alma de un dictador.
Nuestro líder debería saber, en síntesis, cómo trabajar y lo que realmente significa el trabajo; cuanto esfuerzo, detallado, minucioso esfuerzo se pone hasta en la menor realización. Ha de tener la percepción de esto. Y esta percepción tarde o temprano le hará darse cuenta que lo que la gente hace sólo es charla hueca. En el momento que intente poner a la gente en marcha para hacer cosas practicas, ellos empezaran a disgustarse con él, o sólo charlarán, charlarán, charlarán sobre el alto ideal de la carpintería o la medicina o la educación o la industria o el vuelo. Pero, en verdad, no moverán un dedo, sólo hablarán y se sentaran en manadas alrededor de mesas agradablemente preparadas con alimentos y bebidas encima, o simplemente se sentarán inmóviles.
(...) El nuevo líder tendrá que elegir entre el aplauso de la gente y la adhesión a su comprensión de lo que la gente se hace a si misma con su eterno sentarse. En consecuencia, lo que el haga se parecerá poco a las acciones de los políticos actuales. No complacerá para lograr la aprobación pública. Se dará cuenta que tal aplauso, siendo cómodo y agradable como es, dando el "reconocimiento" que parece dar, es el primer paso seguro hacia la extinción de lo que el representa y defiende. Por lo tanto, no tendrá que preocuparse, o hasta tratara de evitar tanto como se pueda, lo que se llama reconocimiento público. La pretensión de ''reconocimiento'' es, de parte del pionero, miedo a tener que quedarse solo, y, de parte de la gente en general es cobardía a pensar por si mismos. La pretensión de reconocimiento es básicamente miedo al no conformismo y a su consecuencia, el ostracismo social.
Esto no quiere decir que el nuevo líder represente el rol de una muchacha que nadie saca a bailar. Por el contrario: sentirá la mayor independencia en la prosecución de sus tareas. Esto requerirá mucha mayor determinación y genuina fortaleza que la que requiere un político para trepar alguno de los árboles sociales. Lo cual propenderá a que haya mucha mayor solidez en los cimientos de la actividad del nuevo líder.
Esto no quiere decir que este nuevo líder menospreciará a la gente, o que él no desee la aprobación pública. Si ha de cumplir su función seguirá siendo humano hasta el fin. Pero, sabiendo por qué la gente confiere honores a las víctimas de su adoración, eludirá silenciosamente esta trampa como un buen educador evita ciertas acciones si sabe que éstas no servirán a su propósito último de ayudar a los adolescentes bajo determinadas condiciones.
El nuevo líder, en consecuencia, no "irá hacia la gente"; no "escribirá para la gente" y no tratara de "convencer a la gente" de la verdad o la importancia social de su saber. Escribirá acerca de cosas que cree que son verdaderas, y no para la gente. Es asombroso descubrir cómo las enseñanzas humanas más elaboradas y más realistas caen presa de los viejos hábitos de hacer las cosas "para las gentes" o de "colocarse entre las gentes" para enseñarles lo que parece ser bueno para ellas.
Si la gente necesita lo bueno y lo provechoso y lo clarificador, dejad que ellos lo busquen; que ellos lo descubran por si mismos. Dejad que ellos mismos desarrollen la habilidad de discriminar entre las palabras de un bribón o el vano parloteo de un político o el mercachifle de la libertad y las enseñanzas de un hombre serio. El problema no es que Hitler deseaba el poder, sino que lo consiguió. Es un gran problema: cómo millones de mujeres y hombres grandes, trabajadores, eficientes, serios permitieron que él tuviera poder sobre sus vidas.
Es con estos cambios de perspectiva básica acerca de la gente que el nuevo líder desplegara su tarea. Se esta generando una nueva regia que al principio suena rara:
Si oyes que se proclama la salvación de un modo que pertenece al pasado, puedes sospechar que la verdad se encuentra exactamente en el extremo opuesto del camino.
Esto es completamente natural vista la característica básica del hombre para evitar lo esencial y quedarse fijado a lo superfluo. Si toda una generación de psiquiatras trabajara arduamente sobre el núcleo energético de las confusas ideas del hombre acerca de su existencia y encontrara que la frustración sexual es el común denominador de todo ello, estén seguros que la gente en general tratará de huir de esto y fomentará y hará famosas aquellas escuelas psiquiátricas que eliminan este fragmento crucial de conocimiento y lo reemplazará por algún babélico balbuceo banal de hace cien años, emperifollado como un nuevo muñeco con el cual juguetearán haciéndole alrededor una inocente ronda. Ese balbuceo en encontrará sus apóstoles que así cabalgarán bien alto sobre las olas de la aprobación pública. ¡Dejadlos! 


Ellos no harán mucho daño mientras existan centros que mantengan limpios y claros los problemas. Vendrán sin duda tiempos de zozobra cuando la evasiva doctrina caiga como una hoja podrida y cuando lo que había estado creciendo en silencio durante muchas décadas, listo para emerger dentro de la corriente general de la época, sea buscado con avidez.


El nuevo líder se sentirá impaciente pero aprenderá a esperar interminablemente. Sabrá o aprenderá por experiencia que en la vida las cosas buenas no pueden remontarse al cielo como cohetes, que deben crecer lentamente, que en los desarrollos cruciales no se puede saltear ningún paso sí poner en peligro todo el conjunto, y que las cosas duraderas deben probar sus alas en peligros menores mucho antes de transformar el mundo en sentido amplio, creciendo por los peligros. Sólo es posible esperar pacientemente si no se tiene ambición de liderar o salvar a la gente. Que la gente se salve a sí misma. Les hará muchísimo bien finalmente aprender que se siente al sucumbir debido a la propia estupidez. Tales lecciones nunca se olvidan y son muy productivas de nuevas posibilidades.


(...) El nuevo líder no habrá de tener miedo a hacerse de enemigos, si fuera necesario. No cejara de pensar correctamente porque alguien pueda odiarlo por ello. Tarde o temprano aprenderá que algunos de estos enemigos son amigos muchísimo más cercanos y más conocedores de su esencia que muchos amigos que están junto a él. No tratara de demostrar su verdad ofendiendo a la gente, pero distinguirá la ofensa por la ofensa misma de la ofensa que resulta de decir lo que es cierto. Aquello que seguramente matara a la plaga política superabundante en este siglo veinte es la manera como los fascistas atacaron a sus adversarios con una verdad profunda: la fuerza del ardiente anhelo por la Vida; empero, esta fuerza se usó solamente en sentido negativo, no en forma positiva. Ellos en realidad no tenían nada para ofrecer y cayeron presa de la debilidad de la gente por la exhibición de la fuerza y la rigidez. El nuevo líder habrá de ser naturalmente firme, pero no deberá tener en si trazas de showman en cuanto a rigidez se refiere. Deberá, por necesidad, golpear fuerte pero siempre honradamente.
Después de numerosas y peligrosas experiencias con la fijación del hombre hacia el más fuerte, el nuevo líder desarrollará poco a poco un sentido aguzado para descubrir a la gente que es capaz de adherirse como un piojo al pelo o como una sanguijuela a la piel. Percibirá al amigo que lo acompañara un trecho y luego se quedará sentado en el camino como una mula, sin moverse una pulgada, forzando así al que hace cosas a disminuir su marcha o a detenerse del todo. El nuevo líder también conocerá bien el odio que fatalmente desarrollará la gente que es dejada atrás, sentada. Se precaverá cuidadosamente contra tales posibilidades mencionando continuamente esta característica prominente de los hombres que son sanguijuelas. Les aplicara una especie de inyección mental profiláctica diciéndoles de antemano lo que más probablemente serán proclives a hacer en su contra si él los deja atrás, sentados, no haciendo nada. Para sufrir menos la pérdida del líder, lo harán aparecer mal, menos importante, hasta lo presentaran como de mal carácter.
El nuevo líder enfrentara la dolorosa tarea de amar a los seres humanos y al mismo tiempo de no quedar ligado a ellos del modo habitual; deberá conocer sus flaquezas sin despreciarles ni temerles. Antes que nada deberá enfrentar la soledad, viviendo solitario en vastos espacios y sólo con pocos amigos. Y hasta estos amigos pueden volverse una molestia o un estorbo, ya que todos quieren la salvación.
Todo el mundo quiere algo de el, sea lo que fuere. Poco a poco comprenderá con asombro cuán infinitos son los deseos de la gente de obtener cosas. No importa qué quieren. Lo que importa es el querer y el obtener. Y se dará perfectamente cuenta del precio que le pagarán por la obtención: admiración hueca. Por consiguiente, no deberá caer presa de la tentación, tan común en los políticos, de chupar esa admiración como una esponja.
El nuevo líder tendrá que vérselas sin muchas de las cosas que comúnmente componen las diversas opresiones del liderazgo. No disfrutará de muchas de las facilidades con que los movimientos comúnmente se difunden por la vía de ensalzar al líder. Sabrá siempre que lo que cuenta es aquello que el líder descubre o dice o propone y no lo que a él en particular le gustaría disfrutar. Habrá aprendido de la historia pasada que el precio que hay que pagar por el éxito formal es el sacrificio de la esencia de los rigurosos trabajos propios. En síntesis, en todo momento sabrá de la bien oculta tendencia de la gente a ver las cosas únicamente en el espejo, a adueñarse de las grandes cosas para tornarlas impotentes, a ocuparse muchísimo más por la admiración de alguien que por lo que éste tiene para ofrecer, a congregarse alrededor de lo trivial y a constreñir la cuestión crucial a la impotencia.
El nuevo líder tendrá que arriesgarse a permanecer en la ignominia durante su existencia. Pero también estará seguro de que es muchísimo mejor para su causa y para el bien público quedarse solo que ver a su correcta causa tomar posesión del mundo de un modo incorrecto, de un modo contrario a lo que se pretendía, distorsionada hasta tal punto por la gente que lo único que puede acarrear es el desastre. Esto especialmente se aplicara en aquellos casos que involucren cuestiones referentes a la vida sexual. El animal acorazado esta compelido a hacer una religión de malas palabras sexuales negando la tremenda realidad de la potencia orgástica, del mismo modo que ha hecho el más elaborado, infernal sistema de espionaje y pillaje contra la libertad negando la buena conspiración tradicional de los luchadores revolucionarios por la libertad.
El nuevo líder se sentirá algo confortado por la convicción de que la verdad y lo que es útil a la gente acaecerá obligatoriamente aunque tenga que pasar un millón de años. No obstante, no hará nada por la gente sino que simplemente hará cosas, cosas que estén bien hechas. Nuevamente, dejará que la gente se salve a sí misma. Sabrá que ningún otro podrá hacerlo por ellos. Sencillamente vivirá a la vanguardia de la gente y dejara que ellos decidan si se unen a él o no. más que un líder será un guía. El guía sólo lo indica cómo llegar en forma segura a la cumbre de la montaña. No determina cual es la montaña que el turista quiere escalar. El nuevo líder puede estar perfectamente liderando todo un mundo sin saber él mismo que lo esta dirigiendo, o sin darse cuenta el mundo que está siendo dirigido por ese líder. Cristo fue un líder de este tipo. El modo de ser del nuevo líder, sus ideas, su conducta y sus metas pueden haber penetrado imperceptiblemente en el espíritu público sin que nadie lo advirtiera. Hasta puede tener que sobrellevar la culpa por distorsiones de las que no es responsable o por malas acciones que nunca propuso, y al final puede ser puesto en la cruz como lo hicieron con Cristo. El nuevo líder habrá de saber que esto perfectamente le puede pasar a él. No se siente responsable por la gente sino por lo que esta ocurriendo en el mundo, al igual que todo ciudadano del mundo se siente responsable por los acontecimientos mundiales. Esta, también, es una nueva característica del nuevo liderazgo: El sentimiento de responsabilidad en todo ciudadano del mundo por todo lo que está ocurriendo, aun en los más remotos rincones del planeta.
El parloteo, el palmoteo en la espalda, el chismorreo, los chistes verdes, las malas palabras de un ciudadano irresponsable de un país libre son cosa del pasado. Sin ninguna duda.
El nuevo líder tendrá más enemigos entre sus amigos más cercanos, y menos enemigos aunque más peligrosos entre las multitudes. Todo místico esquizofrénico, todo fanático religioso, todo borracho de poder político es su enemigo potencial o su probable asesino. No se adherirá a la creencia en el martirio. Querrá vivir y no morir por su causa. Y se preparará cuidadosamente contra el desastre.
(...) El nuevo líder deberá cuidarse del que se sube al tren de su causa, aquel que se cuela en tu coche que esta repleto con los valiosos frutos de tu ardua tarea, llenándose hasta el tope sólo para acuchillarte después, o para hacerse más grande que vos y chupar poder sobre la gente a partir de tus enormes esfuerzos sin mover un dedo. Cuidate de aquel que no se atreve a mirarte de frente y simplemente a los ojos, de aquel que siempre te vuelve la cara por miedo a que lo veas y lo conozcas. Será el próximo presidente de tu organización y se apoderara de todo y te expulsara a patadas, por mucho que hayas hecho para promocionarlo. Y él no se interesara en cuidar lo que a ti te preocupó durante muchos años. Sólo quiere llenar su ego vacío, interminablemente, sin esfuerzo. Y lo peor de todo es que ni siquiera sospecha que te esta traicionando.
(...) El nuevo líder tendrá que aprender a dar sabiamente y con circunspección. De lo contrario la gente lo tomara por una persona fácil de engañar y hará de él un tonto con profundo desprecio por sus métodos. Lo llamaran como a la "gallina de los huevos de oro" para tragárselo dentro de sus estómagos vacíos. A menos que estés preparado para sufrir aun más de lo que alguna vez te hayas atrevido a imaginar, nunca trates de salvar vidas o de proteger a los niños. Aparecerás a los ojos de muchos jueces sólo como un tonto o, peor aún, como un criminal. "Eso no hay que hacerlo". El amor desinteresado simplemente no es de este mundo; pero el nuevo líder tendrá que reunir una inmensa cantidad de amor. El amor quedó desamparado en un tiempo desamorado donde la política es la que manda. El nuevo líder tendrá que conocer y sufrir todo esto.
Alrededor suyo se formara un espacio vacío cuando la gente sienta que el representa la Vida y es dador de Vida. Se sentirá herido, atravesará la agonía de haber sufrido odio por actos de amor; y el mismo estará tentado de odiar por toda esta asquerosa situación. Su alma correrá el peligro de ser envenenada por la desconfianza en la gente y la necesidad de venganza. Es de esta manera como muchos caerán y serán perdidos como líderes. La misma gente le habrá hecho esto a sus líderes, quienes se sentirán como ratas en trampas bien tendidas, como tontos e inútiles. Solamente unos pocos sobrevivirán a este infierno.
La gente aislará y pondrá en cuarentena al líder de muchos modos. Un modo de conducirlo a la soledad es adorándolo, amontonándose a su alrededor, colgándose de sus labios y bebiendo la menor palabra que pronuncia. Algunos líderes aman esto. Otros huyen cuando lo encuentran. Se sienten como animales en el zoológico a los que las multitudes les clavan las miradas de asombro por no haber desarrollado vergüenza por sus genitales. La gente es capaz de desvestir al líder cuando se amontonan a su alrededor, de averiguar cada uno de sus secretos: cuantas mujeres se come en la cena, si va a nadar, si juega al bridge, si tiene hijos ilegítimos, o si su mujer tiene un amante.
(...) El aislamiento que sufre en manos de la gente que lo rodea amenazara su salud y su capacidad de trabajo. Perderá el derecho a vivir una vida normal entre las demás personas. Si bien la gente tolera perfectamente los secretos de las parejas, casadas o no, miraran con mala cara el cambio de pareja del líder o que éste no viva conforme a ciertos rígidos y molestos estándares de conducta. El líder pronto aprenderá que a él se le niega lo que se acepta en el caso del ciudadano medio. Encontrara que cada vez le es más difícil andar libremente con sus parejas. Tendrá que empezar a ocultarse. Y el ocultamiento ahuyentará a muchas de sus parejas que querrán desfilar entre las multitudes con el amante, que es un "líder".
Cosas como éstas amenazaran toda la estructura del trabajo del líder. Se hallara en peligro de volverse moroso o de achancharse, incapaz de seguir produciendo ideas, convirtiéndose así en un Calígula o en un vociferador proletario de frívolos slogans sobre la libertad. Los líderes verdaderos tendrán que vivir una vida amorosa plena, sana y gratificante con mujeres que comprendan los funcionamientos vitales. Si el líder ha de cumplir su tarea deberá mantenerse libre de los embrollos de una vida familiar adormecida, ruidosa. Coincidirá con Cristo, quien dejó a su familia y pidió a sus seguidores que hicieran lo mismo. Pero bajo ningún concepto pregonará la disolución de la familia, como son tan proclives a hacer algunos mercachifles de la libertad. Tendrá hijos y disfrutará de ellos, ya sean propios o ajenos. Sabrá que lo que es valido para su vida no siempre es valido para la vida de los demás. El nuevo líder tendrá que conservar a toda costa un sistema emocional puro, y hará todo lo necesario para escapar de la suciedad espiritual que acompaña al hambre sexual. Sus sentimientos y pensamientos deben estar libres de los estragos que produce la abstinencia de gratificación del amor corporal.
Es manteniendo constantemente a altas revoluciones el núcleo de su ser vivo como podrá penetrar a través del chismerío y las reuniones sociales y el palmoteo en la espalda y los chistes verdes y las malas palabras de los hombres y las mujeres de la calle y de los palacios, llegando hasta el núcleo de las emociones vivas de ellos. Con el tiempo descubrirá por qué tanta gente dotada con todo tipo de potencialidades tarde o temprano cae en la rutina de una vida adormecida. Por qué emanan de la gente tan poca acción y pensamiento productivos; cómo toda la fertilidad que hay en la gente se aniquila de tan variados modos y tan temprano en la vida, casi en el instante que salen del útero.
(...) El nuevo líder le dirá a la gente que votar no es suficiente, y que amonestar a la gente para que participe en el gobierno tampoco es suficiente. Todo ha de iniciarse en el medio ambiente de la temprana infancia y en las escuelas de nurses y en los jardines de infantes y en las escudas. Los directores de escuda valientes y conocedores han de ser apuntalados contra las maestras/os de escuela osificados. Se detectarán y combatirán los métodos y medios de la plaga que aleja a la Vida de las escudas del mismo modo que hoy día se combaten el robo y el homicidio.
Una vez que se haya identificado a la gran evasión de lo esencial como el enemigo más peligroso de la humanidad, se encontrarán los medios para matarlo - a la evasión, no al evasor - adondequiera que se lo encuentre. El problema no es el problema a resolver. El problema es la decidida evasión de cualquier problema importante.
Muchos verdaderos líderes se enfrentarán con la muerte y la extinción de un modo u otro. La plaga (emocional) se enfurecerá como nunca. Pero, una vez arrastrada de los pelos hacia el aire libre y hacia la brillante luz del sol, poco a poco se irá disipando la perversa y nociva fuente reproductora de daño monstruoso y de pensamientos perniciosos de todos los tiempos. En la misma medida que esto ocurra, la Vida comenzará a avanzar.
No hay por qué preocuparse acerca de cuáles serán las formas que la Vida en su marcha elegirá para su existencia. Puede elegir cualquiera; en cuanto sea liberada del crónico Asesinato de Cristo, elegirá lo que es bueno para día, y aprenderá por su propia experiencia lo que tiene que abandonar. La Vida es productiva, la Vida es flexible, la Vida es decente. Por consiguiente, no hay por qué preocuparse de lo que la Vida elegirá hacer. La única preocupación es cómo liberarla para la acción contra el asesinato de Cristo, contra aquellos que han perdido la percepción de la Vida en sus cuerpos.
Ningún trueno ni ningún terremoto acompañará al despertar de la Vida en nuestros niños. Será un lento proceso de crecimiento, franco y limpio si es que la plaga ha de ser eliminada, difícil y tortuoso si la plaga escapa a la total extinción.
Es absolutamente evidente que en ningún caso la Vida deberá o podrá elegir una forma de existencia que sea anti-Vida, contra los niños, contra el deleite de vivir feliz, contra la realización y el pleno florecimiento de la iniciativa innata de cada portador de la chispa de la Vida. El primer paso hacia la libertad y la paz sobre la tierra será dejar a la corriente de la Vida libre y sin los impedimentos de las distorsiones que la hacen perversa y asesina. Este pedacito de comprensión en si mismo hará que la libertad se encienda en acción. La preocupación por el bienestar del bebé recién nacido que trae, del ciclo a la tierra, a Cristo dentro suyo, es demasiado general y nada hay que pueda superarla; demostrará tener un poder de tremendas dimensiones, dejando atrás todo aquello que los perversos han tratado de inventar para matar a la Vida.
Crecerá un nuevo tipo de hombre y transmitirá sus nuevas cualidades, que serán las cualidades de la Vida sin restricciones, a sus hijos y a los hijos de sus hijos. Nadie puede decir cómo será esta Vida. No importa cómo sea, será ella misma y no el reflejo de una madre enferma o de un pariente pestilente. Será ella misma, y tendrá el poder de desarrollar y corregir lo que impidiere su propio desenvolvimiento.
Nuestra tarea es proteger este proceso de la plaga dañina, salvaguardar su crecimiento, aprender a tiempo qué es lo que distingue a un niño que crece como la Vida manda de un niño que crece como el interés de esta o aquella Cultura o Estado o Religión o Costumbre o extravagante idea de la vida manda. A menos que esto se cumpla, no habrá esperanza alguna de dar fin a la matanza masiva.
En síntesis, el nuevo líder se negará a cabalgar hacia Jerusalén para vencer al enemigo. Se volverá hacia la corriente de la Vida, que es Dios, en los cuerpecitos de los no nacidos hijos e hijas del hombre. Sobre ellos se asentará su propósito sin ceder a la tentación de la gente por convertirlo en el líder que ha de perpetuar sus ya rancios estilos dc vida; sin ceder ante la misma gente cuyas vidas han de ser cambiadas desde la base para permitir que los niños crezcan como el Dios de la Vida los ha creado.

Todavía no hemos tenido cultura ni civilización. Recién ahora están empezando a aparecer en el escenario social. Es el comienzo del fin del crónico Asesinato de Cristo.

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