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SEMINARIOS ROMA- día 2 - Libro La Comunidad



Tenemos ahora en nuestras manos el libro de La Comunidad. Este, al igual que la Mirada Interna y Autoliberación, es un libro de circulación interna y externa. Solo que no es adecuado para ser editado por los elementos organizativos que contempla y por ello  preferimos hacerlo circular en las comunidades y no desde librerías por ejemplo.

Antes de entrar en tema hagamos la pregunta  sobre libros anteriores.

¿Cuál es el mensaje de la Mirada Interna? Sin duda que el del sentido de la vida y la acción válida en la vida, Punto.

¿Cuál es el mensaje de Autoliberación? Sin duda que el mismo mensaje,  pero sintetizado en prácticas precisas que llevan en esa dirección.

Además, en él aparece la teoría general que da coherencia a nuestras labores. Por todo ello sirve excepcionalmente para capacitar a los instructores de La Comunidad.

Y bien, ¿cuál es el mensaje del libro de La Comunidad? Es el mismo de las otras obras, pero está tratado con todos los elementos necesarios para que dicho mensaje se implemente. Es pues un libro de procedimientos. Todos sabemos que comienza con explicaciones generales y para los instructores que cuentan con temas formativos sobre  La Comunidad, el sufrimiento, la acción en general y la  acción válida. Y por último, con un conjunto de pequeños procesos transferenciales o si se quiere, de meditaciones dinámicas, a las que llamamos experiencias guiadas y también mucho más brevemente, experiencias cotidianas  y ocasionales.

Las experiencias guiadas tratan aspectos de reconciliación con el pasado, de ubicación en el momento actual, de propuestas a futuros y por supuesto, del sentido  de la vida.

Las experiencias cotidianas y ocasionales son buenas meditaciones que dan una orientación precisa según se las utilice.

Tal vez ellas, las experiencias cotidianas y ocasionales, tal vez ellas sean lo más importante del libro en materia de ejercitación concreta.

Este libro de La Comunidad es, en general, de mucha claridad. Pero existe por allí, al final del mismo, un conjunto de notas ampliatorias que pueden ser de utilidad para los espíritus mas curiosos.

De manera que el grueso del libro no  merece mayores desarrollos porque se explica por sí mismo. Sin embargo, hay una nota que reviste el máximo interés y que está perdida en letra pequeña, como si fuera algo de lo que se puede prescindir.

Al poner las cosas así se ha tenido la intención de no mortificar la lectura fácil, pero no por ello desconocemos su importancia. Nos estamos refiriendo a la nota número cuatro. Por lo pronto, esa ampliatoria  del punto que en el  capítulo uno aparece bajo el título de Doctrina. En ese punto se dice: “La  Comunidad explica que el equilibrio y desarrollo individual puede lograrse si las personas adquieren un coherente sentido en la vida. De otro modo, toda existencia sin dirección o falseada en su sentido genera sufrimiento personal y colectivo”.

“La Comunidad es el instrumento que ayuda a esclarecer ese sentido o  a convertir un sentido falseado en una orientación verdadera de vida”. Hasta aquí el punto.

Pero la nota agrega: “La exposición de la doctrina admite diferentes profundizaciones. Así se le da un nivel distinto al presente comentario, respecto del que aparecen los temas formativos del capítulo 12”.

En grandes rasgos podemos decir lo siguiente:

1º. El ser humano tiende al logro de lo que cree que es su felicidad. ¿Y dónde está la felicidad? Si tomamos varias personas, unas van a caracterizar la felicidad de un modo, otras de otro, y al final nos vamos a encontrar con un objeto muy extraordinario. Un objeto del cual cada persona tiene una idea diferente. ¿Cómo es posible que lo más importante de la vida de un ser humano, que es el logro de eso, cómo es posible que no pueda ser definido? Esta es una cosa muy extraordinaria. Podemos ponernos de acuerdo sobre distintos objetos, sobre muchísimas cosas de menor importancia. Con unas cosas estamos más de acuerdo, con otras no estamos tan de acuerdo. Pero esto de la felicidad a la que todo ser humano aspira, esto precisamente no existe en un lugar definido con características precisas.

Sin embargo, si preguntamos a una persona, qué es para usted la felicidad, nos va a responder una cosa y luego otra… y luego otra. Otra persona nos va a responder una cosa diferente. Esa misma persona, probablemente antes del almuerzo de una respuesta y luego otra. Esa misma persona a los quince años de edad dará una respuesta, a los 30 otra y a los ochenta otra. Esto es mucho más extraordinario. Que distintas personas no se pongan de acuerdo con respecto a  este objeto, es interesante. Pero que la misma persona varíe con respecto al mismo objeto, nos da que pensar.

El ser humano tiende al logro de lo que cree que es su felicidad. De manera que hace las cosas según lo que cree.

¡Pero señores! nosotros somos seres racionales. Se supone que hacemos las cosas según lo que vemos. Somos gente concreta que se atiene a la realidad objetiva. Nosotros seres racionales que nos atenemos solo a los que vemos, sucede que hablamos de felicidad, de cosas etéreas. ¿Como será todo esto?

Sin duda que el dolor y el sufrimiento se oponen a esa felicidad. Puedo yo  tener en un momento dado una determinada idea o creencia o una imagen de lo que sería para mí la felicidad. Y allí voy. Y algo se tranca en el camino. Algo no funciona, y esto me provoca muchas cosas. Y bueno, a  todo esto yo le llamo sufrimiento.

Claro, las gentes no están dispuestas a admitir que sufren. Bueno, a lo  mejor la palabra sufrimiento es excesiva. Digamos problemas, malestar, stress,… Está bien.

El dolor y el sufrimiento…, al parecer estas dos cosas han sido confundidas desde antiguo. Ha aparecido a los ojos de la gente desde muy antiguo, esto del dolor y el sufrimiento, como una misma cosa. ¿Será así?

Yo sé que mis detectores corporales sirven entre otras cosas para darme alarma. Señal de que algo funciona mal en el medio externo. Así pues, gracias a estos detectores siento dolor al acercar mi mano a una cosa excesivamente cálida. Este dolor que da señal, sirve para protegerme. Este dolor me está indicando que algo funciona mal en ese medio. Un exceso de luz podría  destruir mi ojo y  entonces hace que retire mi mirada, que entrecierre los párpados.

Pero no es que el ser humano haya nacido para estar situado dolorosamente frente al mundo. Digamos las cosas de otro modo. El ser humano cuenta con protectores que dan señal de dolor cuando algo no anda bien. Porque cuando todo  anda bien, no hay por qué  protegerse con dolores.

Les diré que durante mucho tiempo se  creyó esto de una manera diferente. Se pensó por ejemplo que el dolor era propio de la naturaleza humana y que necesariamente había que tener una vida dolorosa. Era antinatural no sentir dolor. Y así pues, los precursores que comenzaron a trabajar para aliviar el dolor al ser humano, fueron perseguidos porque trataban de solucionar esos problemas.

En los comienzos de la ciencia esos precursores eran vistos como algo antinatural. ¿Qué era esto de aliviar los dolores? Es claro, las fuerzas incontenibles del progreso y el desarrollo humano permitieron que a lo largo del tiempo se fuera venciendo el dolor.

Así  fue naciendo la ciencia, así la medicina y el desarrollo del ser humano, así muchos elementos tecnológicos, que también han servido para otras cosas, sirvieron poco a poco para ir liberando al hombre del dolor de las inclemencias del tiempo, del dolor del hambre, del dolor  de la sed, de tantos dolores externos e internos de su propio organismo.

Y es muy cierto que estos precursores fueron arrinconados, pero que pese a eso el progreso avanzó.

Si ustedes me dicen que el hombre siente el mismo dolor que antes, responderemos que lo sienten cuando las cosas andan mal. Pero hoy no muere media Europa por una peste de cólera y un niño pequeño no muere por una tifoidea. Los antibióticos han hecho sus avances. Y es cierto que también se han creado otros problemas. El dolor pudo ser vencido en muchos aspectos, y es posible que a futuro sea vencido totalmente, cuando el avance de la sociedad y la ciencia lo permitan.

Pero hay una confusión entre esto del dolor y el sufrimiento. Nosotros entendemos al dolor como señal física, y entendemos al sufrimiento como  señal de que un proceso mental no funciona adecuadamente.

Si nosotros dijéramos que puede superarse el sufrimiento, estaríamos en la misma situación de aquellos precursores con respecto al tema del dolor. Sonaría antinatural.

¿Cómo es esto, si se supone que el ser humano ha nacido para sufrir?
Parece que el sufrimiento es meritorio. Suena herético esto de superar el sufrimiento.

¿Pero no será el sufrimiento también una señal que recibe la conciencia, cuando algo funciona mal?

¿Será que el ser humano ha nacido para sufrir? ¿O será que el ser humano cuenta con aparatos que le dan señal  para evitar su destrucción?
El dolor tiene que ver con impulsos físicos y el sufrimiento tiene que ver con impulsos mentales. Es cierto también que el dolor puede generar sufrimiento mental y el sufrimiento mental puede actuar también sobre el cuerpo generando disfunciones, dolores físicos concretos. De manera que estos se imbrican en ocasiones.

El dolor es físico, dice el punto 3 de la  nota, y su retroceso depende del avance de la sociedad y de la ciencia, mientras que el sufrimiento es mental y su retroceso depende del sentido de la vida que se tenga.

Se sufre por vivir situaciones contradictorias, pero también por recordarlas y por imaginarlas a futuro. Estas formas son llamadas las vías del sufrimiento. De manera que hay allí unas vías que nos traen sufrimiento a la conciencia. ¿Será que estas vías son efectivamente de sufrimiento? ¿O será que estas vías son necesarias para el funcionamiento de la mente, y que cuando algo funciona mal nos dan señal de sufrimiento? ¿No será más bien que la imaginación es necesaria y es necesaria la memoria y es necesaria la percepción? ¿Y que cuando algo falla  en estas vías se convierte en una vía de sufrimiento?

Estas vías necesarias, a estas vías se la puede comprender cuando ustedes hacen desaparecer su función. Corten la memoria de alguien y no podrán ni abrochar su camisa. Corten la imaginación de alguien y no sabrán ni adonde dirigirse. Corten la percepción de alguien y hasta su cuerpo quedará a expensas del medio.

Estas vías son necesarias para el funcionamiento de la conciencia y del ser humano en el mundo. Pero aquí se está diciendo que se sufre por ellas. ¿Cómo es esto de que se sufre por ellas? ¿Cómo es que dan señal cuando algo falla?

Bueno… puede ser que en este momento yo recuerde situaciones de mi vida, hace ya mucho tiempo cuando era pequeñito… a lo mejor tenía 10 años. Algo salió mal. Bueno, ahora tengo unos cuantos años más y sin embargo eso que pasó, eso que no está, de ningún modo lo veo, no está presente…, eso me hace sufrir. ¿Y cómo es esto posible? Bueno…, se explica porque que la memoria tiene un sistema de grabación y esa grabación al rebobinar y ponerla en presente nos  muestra las cosas como si estuviera viviendo en este momento. De manera que esa fantasmagoría del pasado, eso que ya no  existe nos puede hacer sufrir en este momento.

Nosotros, gentes concretas que nos atenemos a lo que vemos, sufrimos por lo que ya  pasó. ¿Pero qué es esto? Bueno las explicaciones están bien con respecto a las cosas que ya pasaron. Podemos entender cómo funciona. Pero esto de que imagino que hay un señor armado que puede matarme, detrás de la puerta, que puede estar o no estar… Que puede, dentro del calculo de lo razonable, efectivamente existir. En cuyo caso también me prevengo… razonablemente. Esto es homogéneo con la realidad. Pero esto otro de que creo que puede estar sin ninguna justificación, eso que tampoco existe…, eso me hace sufrir. Esto es mucho más extraordinario que lo de la memoria.

¿¡Pero qué estamos diciendo!? Por un lado uno hace las cosas buscando una  felicidad según cree. Por otro lado uno sufre por cosas que ya no están; por cosas que tampoco existen a futuro. Nosotros, gentes de realidades concretas, sucede que nosotros, que en lo más importante es donde  somos más etéreos. Cosa curiosa el ser humano. Porque una cosa es lo que se dice y otra cosa es cómo funciona todo esto. Se dice, por ejemplo, soy un hombre concreto, pero sufro por algo que no existe. ¡Esa es la realidad concreta! Esa es la mayor concreción. Tan concreta que puede provocar un paro cardíaco, un derrame cerebral, una úlcera, etc. Más concreto, imposible.

Y eso porque se teme al futuro o porque no se resolvió un problema del pasado o porque se ve la realidad, pero se la interpreta de otro modo. Sucede que también puedo creer que veo determinadas cosas al interpretarlas incorrectamente.

Allí hay dos personas, dos personas amigas mías, pero que están hablando demasiado entre ellas y eso para mí es sospechoso y me crea problemas y me crea sufrimiento. Cuando me entero de que simplemente estaban hablando de cine, entretanto yo estaba sufriendo por algo que creía que era de otro modo. Así es que sufro por el pasado, el presente y el futuro. Las tres vías del sufrimiento. Fíjense que incluso puedo sufrir por lo que creo que me sucedió y no me sucedió de ningún modo.

Resulta que yo interpreto esas situaciones a los diez años por ejemplo, de un modo muy especial. Y luego, atando cabos y viendo cómo eran las cosas y consultando a gentes que estuvieron presentes allí y desarmando todo eso, resulta que las cosas tampoco fueron así. Y he sufrido por algo que no solo no existió, sino que además creía yo había existido falsamente. Y uno sufre y sufre por cosas que no existen. ¿Qué señal es esta del sufrimiento? Es señal de que algo no funciona correctamente.

Me gustaría que hiciéramos algunos experimentos sobre esto.

Siempre que hay sufrimiento en algunas de las vías, hay cerrazón del futuro. El futuro se cierra y lo que se pierde es fe. Cada  vez que se pierde la fe en uno mismo o en otra persona o en una situación, se cierra el futuro y esta situación nos da señal de sufrimiento.

¿Quieren que hagamos un experimento? Los que quieran acompañarme en esto, yo los guío como en una experiencia guiada.

Ejercicio No. 1

“Cierro los ojos, ocluyo los párpados y trato de recordar el mejor momento de mi vida….” Muy bien, se acabó el ejercicio, es muy fácil.
En este ejercicio que acaban de hacer, ustedes recuerdan una cierta fe en si mismos, o en otra persona, o en esa relación, o en la situación en que estaban. Ustedes se encuentran con posibilidad de hacer cosas, como que la caja respiratoria se amplía, como que respiran puramente, ampliamente. Y entonces hay allí una imagen un poco luminosa de esta situación o de esa relación, donde hay futuro, las cosas se pueden hacer, se puede contar con otros y hay gran fuerza.

Ejercicio No. 2

“Recuerdo el peor momento de mi vida”. Allí la respiración se hace pesada, entrecortada, allí se ha quebrado el futuro. Ya no podemos hacer lo que pensábamos, ya perdimos fe en otros, o en nuestra situación, o en nosotros mismos. Se cortó el futuro. Quedamos frustrados, o resentidos, o desilusionados. Se ha cerrado el futuro, se ha cerrado la esperanza.
“Vuelvo al peor momento de mi vida, recuerdo… y entonces pongo fe. Fe en mi  mismo, o fe en otro, o fe en la relación, pongo futuro. Muy bien, muy bien.

Aquellos que lograron en la imagen del pasado, esa imagen pesada en la que respiraban mal, aquellos que lograron poner fe en ellos mismos, o  en otra persona, o en esa relación. Aquellos notaron que la respiración cambió y la caja se amplió, se iluminó el espacio, las  cosas se dinamizaron de otro modo. ¡Que interesante!

Algunos no pudieron hacerlo, a algunos les resultó un poco difícil  esta práctica. Otros pudieron, y los que pudieron comprobaron que en función de la fe, y en función de la apertura del futuro, desaparece el sufrimiento.

Un minutito para pensar… o para comentar, si quieren.

Muy bien, aquí hay otro punto que dice:

Punto 5

“Puede haber provisorios sentidos de vida que permitan sobrellevar distintas etapas de la existencia, pero todos ellos están sometidos a esta definitiva  verdad: “la vida no tiene sentido si todo termina con la  muerte”.

Decíamos que hay un punto cinco que enuncia: “puede haber provisorios  sentidos de vida que permitan sobrellevar distintas etapas de la existencia. Pero todos ellos están sometidos a esta definitiva verdad: “la vida no tiene sentido si todo termina con la muerte”.

Si el peor problema que estamos observando es el de la pérdida de fe y la cerrazón del futuro, ¿qué me dicen de la muerte? Allí la cerrazón del futuro es total. Es el factor más grande de sufrimiento para la conciencia humana.
Es cierto que gentes muy jóvenes saben que se van a morir. Saben,  pero no lo experimentan de un modo muy serio. Por supuesto que también la gente joven, ven la muerte de un familiar o un ser querido, también en situaciones se enfrentan a la muerte y entonces surgen preguntas de importancia.
La gente de más edad, ya empiezan a considerar más íntimamente el problema. Entretanto vamos pasando por la vida como si aquello estuviera postergado, como si fuera una idea, más que una realidad. Entretanto vamos poniendo sentidos provisorios, que permiten a nuestra conciencia, ir hacia el futuro.

Así pues, preguntamos a una persona: ¿Qué sentido tiene para usted la vida? Esta persona nos dirá por ejemplo, bueno… mi familia; otra persona dirá, mi trabajo; otra persona, la empresa a la que estoy abocado. Todos podemos poner provisorios sentidos de vida, y eso es correcto, eso que nos permite vivir, eso que nos permite hacer cosas, no solo para nosotros, sino también para otros.

Así que todos ponemos sentidos provisorios. Es claro que no podemos convertir esos sentidos provisorios en cosas definitivas. Entonces aquello que nos daba dirección, si falla, nos  derrumba. Se cierra pues el futuro.
Sucede que para mí el sentido de la vida es, supongamos, un trabajo; pero algo falla, y se acabó, no hay sentido.

Sucede que esa hermosa relación que yo tengo con otra persona, se trunca. Y falla el sentido y se derrumban todos mis valores porque he jugado mi última carta en un sentido provisorio.
¿Quién está diciendo que hay que acabar con los sentidos provisorios?  Nadie está diciendo eso. Estamos diciendo que de no existir un punto fijo de futuro, los sentidos provisorios fatalmente fallan.

Está bien, gracias a los sentidos provisorios vamos andando. Pero así, como quiero a mi familia y a mis niños, los niños van creciendo y los niños se van alejando y van haciendo su vida y sus cosas, y esto es doloroso. Esto crea sufrimiento porque  las cosas van cambiando y entonces surge la nostalgia y todo aquello de los tiempos que se perdieron.

Y sucede algo más extraordinario, que aunque logre un sentido provisorio, también se corta mi futuro.

Sucede que toda mi  vida la jugué a lograr una determinada cosa. Finalmente la logré, ¿y ahora que? Ahora tengo que moverme hacia otro sentido provisorio. En realidad es lo que hacemos todos los días. Vamos siempre saltando de sentido en sentido y en la medida en que se agota uno, pasamos a otro.

Esa es la mecánica de la conciencia y eso es lo que nos permite vivir. Pero en cuanto perdemos algo, o alcanzamos algo, o  cuando sabemos que no lo vamos ya a alcanzar. En todos los casos el sentido provisorio falla. Esto no es tan trágico, ni tan decepcionante, es la mecánica de nuestra vida.

¿Pero que pasa con la muerte? Ese es el punto. ¿Que creo yo que pasa con la muerte?

No hay tanto problema con esto de las creencias, porque según hemos visto, creemos demasiado. Con las creencias se generan muchos problemas. ¿Y porqué no podrían generar soluciones? Bien, hagamos un experimento.

Ejercicio No. 4

“Imagino que estoy muriendo. En ese estado de soledad, en ese inevitable estado de soledad, dejaré este mundo y estos seres queridos y las cosas que amo. Me perderé en el absurdo de la nada para siempre… Sé que estoy muriendo…. y esto es inevitable. Toda mi vida pasa como un sueño….y todo aquello que busqué y aquello por lo que luché, quedará en el pasado como un sueño. Sé que estoy muriendo, pero también sé que hay en mí una fuerza inextinguible. Y también sé que nada ni nadie puede interrumpir mi paso y sé que detrás de esa vida hay una puerta abierta hacia el futuro. Sé que  en mí hay una fuerza inmortal incontenible. Hay un futuro luminoso, hay una fe, hay una esperanza”.
(Muy bien, muy bien).

No importa las creencias particulares que tenga cada cual respecto a la trascendencia. Estamos experimentando con estas cosas. Y estamos diciendo que si ustedes creen que se mueren, y si ustedes se representan su propia muerte, cosa  bastante difícil, pero más o menos se representan su propia muerte y creen que todo se detiene, la cosa es grave y es sufriente.
La respiración se comprime. En el mismo momento en que ustedes abren una ventana hacia el futuro, la respiración cambia, el espacio se ilumina, algo crece en ustedes. La fe alimenta y dinamiza internamente.
Esas son consecuencias de este ejercicio, basadas en registros internos, no en teorías. Cada cual sabe cómo hizo las cosas.

(Hagamos un corte de unos 5 minutos para discutir las experiencias en cada mesa).

Puede haber provisorios sentidos de la vida que permitan sobrellevar distintas etapas de la existencia; pero todos ellos están sometidos a esta definitiva verdad: “La vida no tiene sentido si todo termina con la muerte”. De eso hemos estado hablando

Sexto punto

“El verdadero sentido de la vida surge con el reconocimiento de que no todo termina con la muerte. Este reconocimiento permite romper  las tres vías del sufrimiento, dando unidad y dirección al ser humano. La vida sufre una conversión total y los problemas cotidianos aparecen dimensionados como problemas superables en el camino del aprendizaje y perfeccionamiento”.

Les contaré una historia que a lo mejor ilustra sobre estas cosas.
En ese pequeño pueblo donde yo vivo, había y hay un personaje muy simpático, que yo encuentro a menudo por las calles. Ese señor se dedicaba y creo que se sigue dedicando a lustrar zapatos. Ahí estaba yo con ese señor. Y él me dijo: “Yo a usted lo conozco. Hace 20 años que yo estoy acá haciendo siempre lo mismo. Pero ahora no es lo mismo que hace 20 años. Yo sigo lustrando zapatos, pero todo ha cambiado porque escuché la palabra de Dios”.

Bueno, le dije, me alegro por usted!

Pero pensé rápidamente, ¿cómo escuchó? ¿Cómo fue, cómo hizo? ¿Qué aparato puso en marcha? ¿Con qué escuchó la palabra de Dios?
Él sacó un libro y me dijo: “Esto es la Biblia, y desde que yo leí esto, todo cambió”.

Era para él evidente, indiscutible, intransferible como experiencia. Verdaderamente había en él una gran fe. Con un potencial tal, que efectivamente su vida había cambiado.

Así pues me dijo:

“Tuve problemas cuando murió mi mujer, tuve problemas cuando me desalojaron de mi casa y tuve problemas con mi enfermedad. Pero todo eso que en otra época hubiera sido para mí definitivo, todo eso se hizo pequeño porque había escuchado la palabra de Dios”.

Bueno, me alegré mucho porque el hombre creía en esas cosas. Pero el punto es este, cuál es la utilidad de la creencia. Un hombre no cree, y todo es una tragedia. Su vida de desorienta y todo termina catastróficamente. Otro hombre cree, y  tiene sentido y una dirección, y su vida se ordena en esa dirección y los problemas se empequeñecen y se abre paso y sufre y ama, pero creciendo en una dirección.

¿Cuál es la utilidad para la vida de una y otra creencia?

Ustedes me dirán, no se puede demostrar, ni lo uno, ni lo otro. Y yo les digo que no se trata de demostraciones, sino de utilidad para la vida.
Comprendo que suena poco tradicional, esto de que la trascendencia pueda ser útil.

Tanto tiempo, empíricamente, tanto tiempo ha pensado el ser humano que debe estar al servicio de la trascendencia, tanto tiempo ha pensado que él no es nada, que lo otro es todo. Que ahora resulta chocante que la trascendencia sirva al hombre.

Entre ustedes, los que creen en Dios, ¿no les parece que Dios… una creencia más, una creencia menos? El punto es la utilidad para la vida.

¿Cuáles son nuestros planteos? ¿Nuestros planteos son filosóficos? ¿Nuestros planteos son psicológicos? ¿Nuestros planteos son políticos? ¿Qué son nuestros planteos?

Creo que no debemos equivocarnos con esto, Nuestros planteos son existenciales. Nuestros planteos parten de la existencia misma. Parten del registro que cada ser humano experimenta. No es desde una teoría que organizamos nuestra posición frente a la existencia. Es desde nuestros registros que nos aclaramos y podemos llegar incluso a una teoría unificada de estas cosas. No debemos equivocarnos en el arranque de nuestra postura.
Lo nuestro es, antes que nada, una postura frente a la vida, una posición frente al mundo, una toma de conciencia frente a la propia existencia de las posibilidades, de los problemas, del sufrimiento, del placer, de lo que empequeñece y engrandece al ser humano.

La existencia humana es nuestro eje.

Las teorías son partes de la existencia humana. Pero la existencia humana, no deriva de las teorías.

Aparece un gran cerebro con grandes conocimientos que tiene resuelto muchos problemas en pizarra. Hace incluso teorías sobre el comportamiento social, es un sociólogo o bien un psicólogo. Sabe cómo funcionan los mecanismos de la conciencia humana. Todo esto él lo sabe. Son teorías que el tiene, que en ocasiones funcionan bien, en ocasiones funcionan mal. Pero… el pobre hombre llega a su casa y le tiran un plato o le cierran la puerta. Y eso es un problema. Luego lo empujan, le gritan, a lo mejor no le alcanzan sus recursos. Eso es lo más importante, porque es su existencia; su existencia cotidiana, aquello que registra. Y no hay teoría que pueda suplantar a la existencia; sino más bien la teoría podría ayudar a la existencia, a esclarecer algunos de sus problemas.

Es desde la existencia misma desde donde nosotros partimos y por eso no es tan fácil definir estas cosas.

Cuando algún periodista o algún interesado, nos pregunta: “Ustedes ¿qué cosa son?” Nosotros nos vemos en un serio problema para explicar. Es que también es muy difícil explicar las nuevas cosas que nacen. Siempre que nace algo tiene dificultades de identidad.

Cómo explicar algo nuevo. Explicar cosas viejas es sencillo. Podríamos decir…, bueno…. somos filósofos… Hay un rótulo para eso. Somos matemáticos… Hay otro rótulo. Psicólogo…, hay otro rótulo, ¿no es cierto?
Es que no somos nada de eso. Somos gentes tranquilas, pacíficas, que hacen lo posible para ubicarse simplemente en la existencia. Y para darle un sentido a sus vidas. Eso es lo que somos, gentes comunes, que tratan simplemente de ubicarse lo mejor que puede frente al problema de la existencia.

Y cuando explicamos estas cosas no resulta muy satisfactorio. Pero, eso  es lo  real. Seguramente con el tiempo mucha gente va a empezar  a pensar y a sentir como nosotros. Y esto que hoy es un poco extraño, esta novedad, esta forma de plantear las cosas, esto, con el tiempo, se convertirá en algo corriente para la gente, aunque todavía  hoy, no halla rótulos para eso.

La nuestra es una postura  frente a la existencia, es una posición frente al mundo. Y cómo no habríamos entonces  de preocuparnos por los problemas de la existencia, por los problemas de la felicidad, los problemas del dolor, del sufrimiento, las posibilidades del ser humano. Cómo no habríamos de machacar continuamente con las cuestiones del sentido de la vida. ¡Si esa es nuestra materia! En realidad es la materia más importante para todo ser humano.

Puede que no expliquemos bien nuestras cosas. Puede que nuestros planteos no sean lo suficientemente dúctiles aún. Es posible, pero  con seguridad que los problemas de la existencia son los problemas más importantes para el ser humano. Y alguien buenamente tendrá que darle forma a todo esto.

Uno de los problemas más importantes del ser humano es el problema del futuro respecto  de la muerte. Y según se tenga esto solucionado de un modo o de otro, así también será la vida de esa persona en ese momento.
Hay quienes dicen: “yo creo en la trascendencia”. Otros dicen: “No creo”. Pero también hay que preguntar… ¿antes o después de almuerzo?

Porque yo he visto en mí mismo, que cuando era pequeña creía una cosa; luego entré en una crisis de fe, y dejé de creer. Lógicamente, cuando dejé de creer se me vino todo encima, y así fue mi vida. Luego empecé a sospechar ciertas cosas. Después lo descarté. En el mismo día, me pareció en un momento que  podía ser y en otro que no, en absoluto. En media hora he cambiado mis creencias. Pero yo estaba  creyendo que las creencias eran cosas firmes. Esa es una creencia.

Las creencias son móviles. Hoy creo una cosa, mañana creo otra. Es muy variable. Cambia con el tiempo, con la edad de las personas, y cambia cuando la situación varía.

Así es que, si yo creo, puedo dejar de creer? “Claro”. ¿Y si no creo? ¿Puedo creer? “Por supuesto”.  Bueno. Pero el  punto es otro. ¿Nos convendrá o no nos convendrá creer? Eso es lo que debemos  estudiar, porque a estas cosas se las ha tocado  siempre desde otro punto de vista.

El reconocimiento de que no todo termina con la muerte, o lo que es igual, de la trascendencia mas allá de la muerte, admite las siguientes posturas, por lo menos estas posturas que vamos a estudiar:

a.- La evidencia indudable, aunque sea indemostrable e intransferible a otros, dada por propia experiencia que tenga respecto de otras personas, de ustedes mismos, a su estado de fe, observarán que tal está su vida  en el mundo de las cosas en las actividades diarias.

Van a ver algo muy interesante que es  la homogeneidad que existe entre el estado de fe, de afirmación de ustedes o de otras personas y lo que sucede realmente en su vida. De manera que si ustedes tienen una fe vacilante, vacilantes van a ser sus actividades, vacilantes van a ser sus compromisos, vacilantes van a ser sus direcciones.

Pero bueno, para qué adelantar cosas, si ustedes mismos las pueden estudiar.

Última pregunta: ¿En qué estado y grado me encuentro respecto a la cuestión de la trascendencia? ¿Cómo será en este momento? ¿Creo en la trascendencia, o no creo? ¿Tengo fe, o no tengo fe? ¿Cómo será  esto y cómo será mi actitud frente a la vida? ¿Cómo estará esto relacionado con mis cosas, con mi trabajo, con mi familia?

Tal vez encuentren que hay mucha homogeneidad.

Yo les pediría que no se engañaran mucho con esto de  lo que dicen y realmente con lo que sucede. Es al revés el planteo. A través de la conducta que tienen en el mundo, advertirán verdaderamente cuál es el estado  de su fe.

Nos tomamos unos minutos, ustedes toman sus notas personales… y luego nos reunimos de nuevo para hacer cuatro preguntas, pero  ya  sobre el libro de  La Comunidad. Así que ahora si ustedes quieren trabajar, no sé, unos diez o quince minutos, terminamos luego rápidamente nuestros trabajos de hoy.

Una pequeña dificultad  respecto de las dos últimas preguntas. Una se refiere al estado de fe con uno mismo, con las demás personas, con la situación en que viven.

Y otra se refiere al estado de fe con respecto a este problema de la trascendencia.
Algunos tenían curiosidad por la utilización de algún recurso  cotidiano  para este tipo de cosas. Ustedes en el libro de La Comunidad se encuentran con un pequeño capítulo donde se habla de experiencias ocasionales y cotidianas. En algunas de ellas hay algunos  trabajos con el Guía Interno.
El Guía Interno es de mucha utilidad como imagen. Algunos,  los que pueden trabajar bien con esas  imágenes, pueden emplazar esa imagen como, como  adelante de ellos. En ocasiones lanzan sus preguntas, obtienen respuestas. Es como si tuvieran una referencia abierta, como a futuro, algo de que pueden disponer siempre a mano. Es muy interesante de explorar esa posibilidad.

Bien, ahora hagamos cuatro preguntas referidas al libro de La Comunidad.

1ª.- ¿Acerca de qué  trata el libro de La Comunidad?
2ª.- ¿Cómo está construido?
3ª.- ¿Cuáles son las experiencias de mayor utilidad?
4ª.- Más que una pregunta es una sugerencia: tomar la nota cuatro, que es una síntesis de doctrina y comentarla.

Hay uno con su papel y su lápiz, comenta la nota cuatro, si es posible poniendo ejemplos de lo que hoy se ha comentado. Si hacemos esto, poniendo ejemplos, con seguridad que se puede apresar bien todo esto que parecía tan difícil

Bueno, Mañana desafortunadamente pasaremos a otros temas. Por ahora  dejamos estas inquietudes que hemos presentado hoy, para que ustedes la trabajen-

SILO
1980

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